EN DEFENSA DEL
EUSKERA
Tratar en español del
problema del euskera es cosa que hace tiempo dejó de interesarnos. Porque
la experiencia nos dice que ello ha servido casi exclusivamente para dos
cosas: o una desmedida alabanza a nuestro idioma al que se alimentaba de
flores en su lecho de enfermo, o un tejer de lagrimeantes párrafos en
torno a la pérdida del mayor de nuestros tesoros, etc., etc. En resumen,
y salvadas siempre las buenas intenciones, puro sentimiento inoperante y
cómoda sustitución del requerido esfuerzo en lengua propia por la fácil
loa o el aún más fácil lamento en la extraña.
Pero si esto es así,
si hace tiempo que nos llegó la hora de escribir menos sobre el euskera y
más —todo lo posible— en euskera de lo cual la revista "Euzko
Gogoa" nos da el más alto de los ejemplos—, es obvio que todavía
las circunstancias nos imponen muchas veces el recurrir al castellano para
tratar de hacer algo eficaz por nuestra lengua. Los ponderados trabajos
que los cultos compatriotas Jesús de Garriz y Yoseba de Rezóla han
publicado recientemente en estas mismas columnas y con el mismo título
que encabeza estas líneas son prueba de ello, y nos animan a terciar,
pues, como muy bien dice Rezóla, se puede estar o no conforme con el
último manifiesto del VIII Congreso de Estudios Vascos, pero ante un
S.O.S. como el que el mismo representa no se concibe la falta de reacción
de los patriotas vascos.
Porque la angustia del
momento no autoriza, ciertamente, actitudes de abulia. Está en trance de
muerte la primera de nuestras características nacionales, está en juego
sencillamente el ser o dejar de ser vascos. Y la Historia, por otra parte,
nos dice que cuando un idioma muere es casi invariablemente para no
resucitar más. El creer que a la recuperación de la independencia
política ha de acompañar la del idioma, aunque éste haya ya fenecido,
se nos antoja, con perdón, la mayor de las candideces. Si alguna vez
parece que ha ocurrido así, caso de Israel por ejemplo, es porque cuando
se proclamó la independencia, hacía mucho que la batalla por el idioma
hebreo estaba ganada, merced, sobre todo, a la heroica y sabia labor de
Ben Yehuda y sus seguidores, de modo que el Estado judío pudo contar para
su integración con la poderosísima arma del idioma propio. Es decir, que
éste ha ayudado tanto a la consolidación de la independencia, como ésta
ahora contribuye a robustecer la vida del milenario verbo de la raza.
Por otra parte, hay que
tener el valor de decir que si la situación política actual es
extremadamente desfavorable al euskera y la recuperación de nuestra
libertad nos daría un eficacísimo instrumento para trabajar por su vida
plena, aparte de que la angustiosa realidad no permite esperas, la verdad,
la trágica verdad es que el peor enemigo del euskera no es el poder
foráneo que lo oprime, sino la inercia de los vascos que no hacemos por
él lo que estamos obligados y lo que, la mayoría de las veces, nadie nos
podría impedir. Creemos que en pocos casos como en el nuestro, las
siguientes autorizadas palabras de Karl Wosler cobran acentos de una más
tremenda verdad: "Una palabra, una fortuna lingüística fenecen
sólo porque el interés espiritual del hablante se aparta de ellas, no
porque otras palabras hermanas u otras lenguas enemigas las derriben en
tierra, ni porque las aprietan en un rincón del mapa lingüístico".
Por nuestra parte,
leímos con toda la atención que se merece el manifiesto de Estudios
Vascos y encontramos, en general, inobjetables todas sus declaraciones.
Pero, con toda sinceridad, encontramos también en ellas, —y
perdónesenos si la falta de información nos hiciera aparecer injustos—
cierta falta de concreción. No basta con establecer —muchas veces se ha
hecho ya— que es preciso trabajar por el euskera en la familia y en la
escuela, en la calle y en la iglesia, en el teatro, en la radio, en la
prensa, en todas partes, en fin. Lo que tenemos que saber es cómo hemos
de trabajar en cada caso, cuáles son nuestras mejores posibilidades en
cada uno, con qué recursos contamos para ponernos a la obra. En una
palabra, situar el problema vivo y palpitante "hic et mine";
concretar un plan de acción eficaz e inmediato.
Y como se trata de cosa
que nos duele en el corazón y sobre la cual tanto y tanto tendríamos que
decir a riesgo de terminar con la paciencia de todos los presuntos
lectores, atrepellamos aquí para concretar en unos pocos párrafos lo
que, a nuestro modo de ver, es más eficaz y factible hacer pro euskera en
los momentos actuales. Al hablar de lo factible, claro es que
realísticamente dejamos de lado cartas de triunfo tales como la escuela
primaria, la primera de todas, pero, por ahora, desgraciadamente
inaccesible, y nos limitamos a unos pocos campos de acción en que creemos
se puede operar intensamente. Estos campos serían el libro, el periódico
y el teatro.
a.- EL LIBRO- Una de
las mejores iniciativas en marcha es para nosotros la que encara la
integración de una lista de 500 suscriptores con lo que quedaría
asegurada la edición frecuente de libros de los que tenemos tan urgente
necesidad. En ellos se manifestarían nuestros mejores escritores —en
ninguna época hemos contado con tantos y tan buenos— animados a la
producción por la seguridad de la salida de sus obras. Y así
llega-riamos cuanto antes a lo que tanto necesitamos, a la unificación
del euske-ra literario, para que, definitivamente, sea el instrumento de
cultura nacional que debe ser. Estimamos, pues, que es piedra fundamental
de la reconstrucción esukérica el encontrar estos 500 suscríptores.
b.- EL PERIÓDICO.— A
una con el euskera de los mejores escritores, ha de marchar el popular, el
que, en definitiva, ofrece la sustancia y la riqueza que los buenos
escritores han de administrar para el común provecho. Ese euskera ha de
encontrar su vía en el periódico, si no es posible por ahora el diario,
el semanario por lo menos —pensemos en aquel "Argia"— que
tenga entrada en todos los hogares euskaldunes y se haga indispensable
para la información casera y popular. No sabemos aún qué será ese
"Luberri" cuya aparición se anuncia, pero sí pensamos que,
apoco viable que se muestre, nuestra obligación es apoyarlo hasta donde
podamos, con la mira puesta en convertirlo en algo más aproximado al
ideal que perseguimos.
En esto del periódico
es donde quisiéramos recoger las inquietudes que nos llegan a través de
amables comunicaciones de Manuel de Irujo, que nos trasmite copia de una
carta de denso contenido que sobre literatura infantil euskérica suscribe
Gonzalo Nardiz. Como muy bien dice éste, disponemos de un instrumento
poderoso para la restauración del euskera si sabemos aprovechar la
colosal voracidad infantil por las revistas que sema-nalmente se ofrecen
hoy en día a la insaciable curiosidad de los niños del mundo entero.
Esta revista, que nos parece fácil de editar, daría a unos cuantos miles
de niños vascos "un lenguaje euskérico al día" y los
convertiría de fervorosos lectores en "auténticos laboradores del
futuro euskera".
c.- EL TEATRO.- Este es
otro de los campos de actuación euskérica en que creemos que actualmente
más se debe insistir, porque los ensayos han demostrado que los
euskaldunes son muy aficionados, sobre todo al aire libre en plazas y
frontones y que ahora, mediante el micrófono alcanza posibilidades de que
antes carecía. Contamos en este plano con valores como Larzabal y otros,
y no faltan elementos para la integración de los cuadros dramáticos
necesarios. Y goza el teatro de la ventaja de que la audición y la
lectura se complementan, pues no hay duda de que aquélla lleva a ésta
que, a su vez, es estimulada por la primera.
d.- DIRECCIÓN.-
Creemos que reducida nuestra acción, hoy por hoy, al libro, el periódico
y el teatro, mucho se puede hacer por la vitalización de
nuestro idioma a través de estos tres medios —selección, niños,
pueblo— con una condición: la de encauzar todo lo posible las energías
y unificar cuanto se pueda las dispersas iniciativas. De nada nos va a
servir esa magnífica idea de los 500 suscriptores de libros si, como ya
tenemos noticia, se trabaja con ella en dos lugares y direcciones
distintas... ninguna de las cuales llegará a la meta, porque si es
posible que unidos lleguemos a los 500, es más que dudoso que de la
competencia salgan 1.000. En lugar de las 30 revistas en la inmensa
mayoría de las cuales la vida del euskera es anémica, nos
conformaríamos con media docena plenas de savia y que respondan a una
estimulante realidad. En una palabra, creemos que lo primero que se impone
para una eficaz labor pro-euskera es la concreción de esfuerzos que se
realizan o puedan realizarse en Euzkadi y en el exterior, mediante una
Organización, una Dirección, un Secretariado o como quiera llamársele,
integrado por algunas personas de probada responsabilidad que, penetradas
de la capitalísima importancia del problema, se dispongan a consagrarle
lo mejor de su tiempo y energías.
Es preciso que estas
personas cuenten con algunos pocos colaboradores capaces y lo
suficientemente retribuidos como para que no les distraiga de su trabajo
ninguna otra preocupación; es preciso para ello que ese Comité rector
disponga de fondos —he aquí el problema de los problemas— y que
actúe a un ritmo que no decaiga, instigando y vigilando el cumplimiento
de los objetivos fijados; impulsando las iniciativas particulares con cuya
fecundidad hay que contar siempre, coordinándolas, y sumando, en fin, su
acción a las de cualquier otro organismo que, en cualquier plano, trabaje
por nuestro idioma. Y creando sin cesar, conciencia colectiva alrededor
del problema.
Sabemos que estamos
pidiendo algo muy difícil, algo que muchos reputarán imposible. Pero, a
grandes males, grandes remedios. Sinceramente creemos que mientras no
lleguemos a constituir una Organización así; económicamente fuerte,
técnicamente capaz y de actuación continua hacia metas definidas, salvo
que la vuelta a nuestra autodeterminación se produzca muy en breve, nada
podrá impedir que el euskera siga, a ritmo acelerado, su triste marcha
descendente de estos años, pese al ejemplar heroismo de unos cuantos
luchadores y para eterna vergüenza de los vascos, sobre todo de los
pudientes que en su mano tuvieron la salvación del verbo de la raza.
Euzko Deya, México,
1955.