EL ROBLE DE COLONIA
"Al verme a mí,
árbol pequeño y humilde, alzarme solitario en el centro de esta plaza,
aquí en el corazón de la antigua y noble ciudad de Colonia, han de ser,
sin duda, muchos los que entre sorprendidos y curiosos me pregunten:
¿quién eres tú?"
"Y yo, árbol
pequeño y humilde, les debo contar mi historia: historia que no sabe de
guerras y conquistas; historia que desconoce esclavitud y tiranía;
historia que aborrece deslealtad y traición; historia en la que no caben
falsas grandezas y caducos oropeles; historia de un pueblo que fue siempre
pueblo; historia forjada etl siglos de amplia, generosa y ruda
libertad"
"Al otro lado de
los mares, allá entre las verdes montañas de la vieja Euzkadi hay, en
Bizkaya, un roble viejo, fuerte y noble, como ella y como su ley".
"Es un roble a
cuya sombra los varones de la libérrima Bizkaya se reunían desde
inmemoriales tiempos: antes que la villa de Gernika que, más tarde, le
dio nombre se fundara, él exitía ya".
"El existía mucho
antes de que tantas orgullosas ciudades de la vieja Europa se fundaran.
Antes de que se edificaran sus Cortes y Parlamentos. Y, siglos antes de
que la Revolución francesa lanzara su grito de generosa rebeldía;
anticipándose en centurias a la libre Inglaterra que iba a admirar al
mundo con sus constituciones democráticas y a la férrea independencia de
los cantones suizos, este roble daba sombra a los rudos vascos que bajo
él se reunían generación tras generación en aquellas Cortes soberanas
que eran un himno perenne entonado a la independencia de la patria y a la
dignidad del hombre".
"El fue signo de
libertades, palacio de la Justicia y templo de la más antigua democracia
europea. Cuando en el viejo Continente los pueblos yacían en degradante
vasallaje, el pueblo vasco —todo el pueblo— se reunía al pie de este
árbol para darse sus leyes soberanas, por eso fue saludado con respeto,
lo mismo desde la serenidad del Capitolio de Washington, que desde el seno
de aquella Convención francesa que se agitaba borrascosa".
"Y cuando, pocos
años después, los ejércitos de esa Convención al mando de Moncey
entraban en Gernika, la tropa formada rendía al árbol sus armas
vencedoras".
"La tiranía,
naturalmente, lo aborreció. Y cuando las fuerzas del mal comenzaron su
criminal desborde en Europa, un diluvio de bombas y metralla redujo a
cenizas la ciudad santa de los vascos".
"Pero una mano
divina salvó de la destrucción a aquel roble. Y, entre las ruinas de su
ciudad amada, él sigue viviendo, signo de libertad y testigo de la más
tremenda de las injusticias".
"Yo soy un hijo de
ese roble. Hace ya muchos años que un cantor errabundo de las libertades
vascas que moró muchos años en estas tierras había entonado aquella
estrofa generosa:
"Ernán da
zabalzazumunduan frutua". (Da y propaga por el mundo tu fruto de
libertad).
"Yo soy uno de
esos frutos. Por eso me han escogido para que habite en esta tierra; en
esta tierra donde tanta savia vasca ha fructificado; en esta tierra que
es, ante todo, tierra de libertad".
"Por eso mis
raíces se hunden en ella con una especial delectación; ¡encuentran
siempre tan ricos jugos!; por eso mis ramas se lanzan cada día con más
ímpetu a los cielos; las auras que las acarician y los vientos que las
sacuden son siempre auras y vientos de libertad".
"Renuevo vasco en
tierra uruguaya, yo quisiera que vierais en mí esa identificación, que
siempre supo ser perfecta, del tronco vasco con la tierra oriental. Aqui
donde los hijos de vascos no podrían ser contados con todas las hojas de
todas mis ramas, yo he sido colocado como un símbolo de aquello que,
después de la sangre, une más a los uruguayos y a los vascos: el culto a
la libertad".
"Esta es mi
historia. Historia modesta, pero limpia, vieja, recia y noble de este
árbol pequeño y humilde que veis alzarse solitario en el centro de esta
plaza, aquí en el corazón de la noble y antigua ciudad de Colonia del
Sacramento".
Colonia, Uruguay,
Setiembre 10 de 1944.