FRANCO V LA CULTURA
VASCA
Un buen amigo nos
entrega un ejemplar del último número de la revista "El
Pilar", órgano de los españoles franquistas del Uruguay. En dicha
revista aparece un suelto anónimo en que comienza, pleno de espíritu
evangélico, hablando de "la tontería de algunos", para
terminar, a la vuelta de unos renglones, nombrándonos un par de veces. La
tesis sustentada a través del artículo en cuestión es la de que todo lo
que se ha dicho en estas columnas de El Plata, respecto a la persecución
por Franco de la lengua y cultura vascas es falso, según se prueba por
estos tres hechos capitales: en España se publican libros escritos en
vasco; se publica igualmente el "Boletin de la Real Sociedad
Vascongada de Amigos del País" y, finalmente, acaba de crearse una cátedra
de vascuence en Salamanca. Veamos el valor de estos hechos.
Recordemos la primera
etapa de la actuación "cultural" franquista en nuestra tierra.
Era la época en que la lengua vasca fue radicalmente proscrita de la
prensa, las escuelas y los templos: aun de los templos, píos señores de
"El Pilar", donde todos los fieles no conocían otro idioma. Era
la época en que las casas editoriales vascas eran saqueadas y sus stocks,
como la de López Mendizábal en Tolosa, quemados en un auto de fe; esos
stocks que, como en el caso de la Editorial Diocesana de Vitoria, estaban
casi exclusivamente integrados por millares de catecismos y libros
religiosos. Era la época en que se fusilaba al dignísimo sacerdote don
José de Aristimuño, una de las mentes más claras y una de las
voluntades más tensas y eficaces al servicio de la cultura vasca que
hayamos conocido en nuestra tierra. Era la época en que caía igualmente
fusilado aquel joven de corazón seráfico, Esteban de Urkiaga, nuestro
poeta laureado y uno de los más finos que haya producido nuestra lengua;
su último poema allá en su trágica noche en la capilla de la prisión
de Vitoria fue un soneto a la Virgen. Era la época en que caía también
bajo los fusiles de Franco, entre tantos otros, el P. José de Markiegi
que si "nunca hizo campaña contra España, de palabra ni de
obra", como dolorido exclamaba el Obispo Monseñor Múgica, tenía en
su contra el ser un primoroso cultor de la lengua de sus apellidos en la
que había escrito cosas tan peligrosas para la religión y la hispanidad
como aquella su deliciosa vida de San Luis Gonzaga. Era la época en que
en la España de Franco, que, según ustedes, "fomenta todo lo que su
tierra tiene de variedad", un diputado de Murcia venía a nuestra
tierra para fundar en San Sebastián un semanario, "Domingo", en
el que se decía, ultrajando en su propia casa a los vascos que no podían
defenderse, que el euskera es una jerga. Era la época en que en la España
de Franco que, según "El Pilar",
"siente a gala y orgullo el desenvolvimiento de sus peculiaridades
regionales", la prensa, que no podía insertar una línea en lengua
vasca, informaba de las multas infligidas a hijos del país que habían
tenido la osadía de hablar en vasco en un tranvía. Era la época en que
a su vuelta de Francia, los emigrados vascos eran encarcelados en una
barraca allá en Fuen-terrabía en cuyas paredes había rótulos de este
tenor: "Si eres español, habla en español". Era la época...
pero aunque ella esté aún bien cercana, vengamos a años posteriores.
Tres hechos son los
determinantes de esta segunda etapa. El primero, la noble reacción de un
grupo de intelectuales vascos que heridos, como bien nacidos, en sus más
sensibles fibras por aquella suma de iniquidades, dan vida a ese
"Boletín de la Real Sociedad Vascongada de Amigos del País'' que
aplaudimos de todo corazón. No, porque, como maliciosamente sugiere
"El Pilar", "tanto debe servir al señor Amézaga",
pues honradamente no recordamos que hasta la fecha hayamos tenido
oportunidad de servirnos de él, sino porque se trata de un esfuerzo
meritorio en pro de nuestra cultura que aplaudiremos siempre, venga de
donde venga; porque se trata de una revista que puede figurar en primera línea
entre las varias que los vascos desperdigamos por el mundo y publicamos a
costa de Dios sabe cuánto esfuerzo y sacrificio.
El segundo hecho es que
Hitler perdió la guerra. La fobia antivasca de los falangistas hubo de
revestir nuevas formas y pareció darse un ablandamiento en la persecución.
Pero ésta continuaba y así por ejemplo, en 1947, según fotocopia que
tenemos ante los ojos, se recuerda a la dirección del "Boletín de
la Acción Católica de la Mujer", en Guipúzcoa, que, "por
orden de la Superioridad (Ministerio de Educación Nacional), queda
terminantemente prohibido el vascuence en esa publicación", lo que,
por cierto, no es un caso aislado. Siguen también por esa época sin
derogarse las disposiciones del general Martínez Anido limitando la
predicación en lengua vasca. Y más tarde ya casi a la entrada del 1950
se produce la afrenta más salvaje que se haya hecho a nuestra lengua y
raza. Un sujeto llamado Genaro Riestra, titulado Gobernador Civil de
Vizcaya, dicta un úkase en virtud del cual, y según fotocopia que
tenemos a disposición de quien quiera verla, "se requiere a los
familiares y propietarios de las tumbas donde figuren inscripciones en
vascuence, para que sean retiradas las losas y sustituidas las citadas
inscripciones por oirás en castellano".
La reacción es callada
pero profunda en nuestro país. Fuera, en Norte América, ello coincide
con el tercer y último hecho que queríamos señalar:
la demanda angustiosa
de dólares por Franco. Cartas como aquélla que el profesor G. W.
Elderkin de la Universidad de Princetown dice al senador de New Yersey, M.
Alexander Smith, comentando la bárbara hazaña del Riestra, que ello
constituye "una de las más grandes violaciones de los derechos
humanos que se pueda imaginar" y que "ante tal sacrilegio y
ultraje si el gobierno americano decide conceder algún dinero al régimen
franquista o reforzar de cualquier otra manera a ese monstruo medieval,
podré decir entonces que nuestro país ha perdido su propio
respeto". Hacen tentarse la ropa al dictador. Y viene entonces, ya en
nuestros días, esa serie de aparentes concesiones a nuestra lengua y
cultura. Se abre la mano a la edición de libros euskéricos; el embajador
Lojendio pronuncia en La Habana un discurso en vasco, en San Sebastián se
celebra una Semana Vasca, en Salamanca se crea una cátedra de vascuence
que tanto entusiasma al órgano de Franco en estas tierras... En el
decreto ministerial que crea esa cátedra se dice: "La lengua vasca
es una de las antigüedades hispánicas venerables que nos permite
reconstituir lo que fue el antiguo Occidente pre-latino y pre-indo-europeo".
A la vista de esas palabras y otras igualmente reveladoras, el conde de Peñaflorida
debió de sentir que algo se revolvía en su pecho de digno descendiente
del que fue primera figura de la Sociedad Vascongada, cuando en esa semana
vasca celebrada recientemente en San Sebastian ha dado indirecta pero
clara respuesta con este párrafo: "El vascuence, única
sobreviviente de la época pre-romana, es la lengua más antigua de
Occidente, pero es también una lengua viva y de acción; debemos evitar
que ella muera en lugar de limitarnos a hacer arqueología". Porque
ha visto claro, tan claro como otros, que en el ánimo del gobierno
franquista no hay contradicción entre la persecución al euskera y la
creación de una cátedra en Salamanca, ya que ésta no tiene que ver con
su porvenir sino con el pasado; porque ha sentido hondo, tan hondo como
nosotros, que encima de todos esos respetables motivos de curiosidad científica
el euskera es para los vascos voz de la sangre, tesoro entrañable y amado
que recibimos vivo de labios de nuestros padres y que hemos de legar vivo
a nuestros hijos, mientras quede en nosotros sangre bastante para que la
vergüenza coloree nuestras caras.
Porque los vascos
sabemos —y es bueno que nuestros buenos amigos uruguayos lo sepan también—
que a pesar de esas concesiones "para la exportación" con que
ahora pretende engañar Franco, la persecución continúa. Porque si el
texto vasco del discurso de Lojendio ha podido ser reproducido en los
diarios de La Habana, del pronunciado por el señor Arrue en la Semana
Vasca de San Sebastián conocemos una línea del original PORQUE SIGUE
RIGUROSAMENTE PROHIBIDO EL EUSKERA EN LA PRENSA
de nuestra patria. Porque mientras el pío "El Pilar" se nos
presenta aquí convertido en campeón de nuestro idioma, allá SIGUE EN
VIGOR LA PROHIBICIÓN ESPECIAL de emplear el vasco, dictada contra media
docena de revistas en Guipúzcoa. Porque mientras se instituye una cátedra
de euskera para los estudiosos de Castilla, alia en nuestro país NO SE
PUEDE ABRIR UNA ESCUELA EN LENGUA VASCA para los hijos de aquella tierra
donde nunca tuvieron nada que ver los Riestras y los Francos.
"El Pilar"
parece creer que hemos degenerado tanto que se nos puede engañar con eso
de la cátedra ¡en Salamanca!, como a pobres indígenas que entregan
gozosos su oro a cambio de unas cuentas de vidrio.
El Plata, Montevideo,
Noviembre 17 de 1952.