¡AGUR!
Los vascos del Uruguay,
que sienten cada vez más hondo el anhelo de convivencia a que la voz de
la sangre les llama, comienzan hoy a publicar esta modesta hoja que aspira
a ser vocero de nuestra colectividad, reflejo de nuestra vida social, vehículo
de nuestras inquietudes culturales y lazo de unión, en fin, de la gran
familia vasca que enraizada en la tierra fértil y amada del Uruguay no
olvida ni puede olvidar aquellos verdes valles, aquellos agrestes picos y
el mar hondo y bravio que encantaron la infancia de tantos vascos de aquí,
de sus padres y abuelos.
Nace esta hoja con
calor de hermandad vasca. Al servicio de todos los compatriotas sin
excepción. Con eso esperamos que la reciba como suya todo vasco, sea cual
fuere su ideología, en cuyo pecho la voz de nuestra vieja raza, recia y
noble, canta aquella canción de siglos que los corazones bien nacidos no
saben nunca desoír. ¿Qué importan y representan ciertos matices y
diferencias disociadoras ante la unidad fundamental que imponen los
valores básicos de la raza, patrimonio común de todos los vascos? Y si
es evidente que es muchísimo más lo que nos une que aquello que pudiera
separarnos, la gravedad de la hora, el momento de crisis suprema por que
nuestro pueblo atraviesa —como que se juega en estos momentos el ser o
no ser—, seguros estamos de que ha de servir de aglutinante de todos los
hijos de nuestra estirpe que si ha visto inconmovible, a través de los
siglos, como se mecían las cunas de los grandes imperios europeos y como
se cavaban después sus sepulturas, no pueden ahora, seguramente en el
periodo de mayor iluminación de su conciencia, resignarse a morir. Por
eso, firmes en nuestra determinación, llenos de esperanza y encendidos en
fervor fraternal, nos dirigimos a los vascos todos con nuestro clásico
saludo: Agur, yaunak ta erdi.
Y nos dirigimos ¿cómo
no? a los uruguayos. A los hijos de este admirable país cuyos destinos
rige actualmente un ilustre retoño de nuestra vieja raza, el doctor don
Juan José de Amezaga al que los vascos tantas atenciones debemos. Como
somos deudores de tantas a las autoridades uruguayas de todo orden. Para
todos ellos nuestro saludo de afecto y gratitud. Para todos ellos y, sobre
todo, para el buen pueblo del Uruguay. Para este pueblo que en todo tiempo
y ocasiones tuvo de nosotros un concepto superior. Para este pueblo que
nos ha distinguido siempre sólo con amor de predilección que sólo
creemos los vascos retribuir.
A uruguayos y vascos
todos va nuestro saludo en este momento de nuestra aparición: Agur,
yaunak, —un saludo y medio. Porque como en verdad
se ha dicho, si dos
saludos podrían parecer adulación, ruindad parecería el no brindar más
que justamente uno a aquéllos a quienes ocupan lugar de preferencia en
nuestro corazón.
El Plata, Montevideo,
Marzo 20 de 1946.