LA INVASIÓN
DE EUROPA
Llegó por fin el
esperado día. Trocados los accidentes aunque no el fondo de la
historia, he aquí que la Europa esclavizada pone sus esperanzas de
liberación en una invasión que termine con la tiranía de los
germanos, sus eternos invasores. Y la feliz iniciación de las
operaciones, tan difíciles de suyo, hace que esa esperanza dilate
los pechos de todos los hombres de buena voluntad que, sea
cualquiera su credo, color o raza, aman la justicia y aborrecen la
tiranía.
"Toca a
gloria, compañero, que ha nacido una ilusión", podemos ahora
decir con el vate máximo de la Inglaterra eterna. Que ha nacido la
ilusión de que la tremenda pesadilla que hace años atenaza
nuestros corazones se disipe; la ilusión de que hemos entrado, de
un modo definitivo, en la última etapa de la tragedia horrorosa que
padecemos; la ilusión de que estamos en el principio del fin de las
matanzas, las hambres, las persecuciones y los martirios; la ilusión
de que está muy próximo a su fin todo eso que hace de los hombres
bestias y se halla muy cercano aquello único que al ser humano
eleva sobre su propia esfera: la justicia y la caridad, la libertad
y el trabajo fecundo, virtudes que sólo pueden brotar, con la
fuerza de las cosas naturales, en la tierra abonada por la paz.
Leíamos hoy en
un periódico de Montevideo que cuando al Presidente de la República
le dieron la noticia de la invasión y le pidieron que concretase en
una frase la impresión que acababa de recibir, el doctor Amezaga
contestó lo que sigue:
"Si se
confirman esas noticias, yo espero que el éxito de la invasión
restablecerá rápidamente la paz que tanto necesita el mundo para
realizar la obra de justicia que reclaman todos los hombres
libres".
Así esperamos
nosotros, los vascos. Y por eso, hacemos los votos más sentidos por
que los aliados tengan el éxito, más rápido y rotundo, en la
formidable operación a que hoy han dado comienzo. Que las naciones
unidas obtengan a la brevedad posible el triunfo que las operaciones
de desembarco hoy felizmente iniciadas presagian. Triunfo que
esperamos sea el de la justicia para todos los hombres libres y para
todos los pueblos que, como el nuestro, lucharon siempre con
dignidad y fiereza por desarrollar su vida bajo el signo de la
Libertad.
El Plata,
Montevideo, Abril 10 de 1944.