MISERIA Y HONOR
La Asamblea de las
Naciones Unidas, al acordar el levantamiento de la cuarentena diplomática
que en 1946 impusiera a la dictadura de Franco, acaba de realizar una
rectificación que entraña, sin duda, sensacional descubrimiento: la UN
fue entonces incalificablemente engañada por la profusa documentación
llegada a su seno y de la que, sin género de duda, se deducían dos
hechos fundamentales: que el gobierno de Franco debía su existencia a los
de Hitler y Mussolini y que en él los derechos individuales eran sólo
sombra de una sombra.
Es verdad que muchos
millones de españoles y no españoles pueden libremente seguir creyendo
que los fundamentos de la decisión de la UN en 1946 siguen firmes e
inconmovibles. Es cierto que, sin necesidad de recurrir a superiores
luces, sabemos por experiencia personal lo que significó el bombardeo
diario e incesante de la aviación alemana en el frente vasco durante tres
meses de ofensiva; es cierto que escapamos más de una vez muy justamente
de las matanzas, poco menos que a mansalva, que la aviación italiana
desencadenó sobre Barcelona; es cierto que los miles de prisioneros
italianos, material bélico y documentación tomados en Guadalajara tienen
algún valor probatorio; es verdad que el mismo Franco declaró que el Eje
se ha convertido en un triángulo que comprende a Alemania, Italia y España;
es verdad que Franco aparece responsable de una sublevación que costó a
España más de un millón de muertos; es verdad que después de su
victoria, la persecución, por todos los medios, al adversario se ha
convertido en una de las características fundamentales del régimen que
viene inviniendo en guerra y aparato policial más de la mitad de sus
presupuestos de todos estos últimos años; es cierto que no hay en España
la mínima libertad de prensa, ni de reunión, ni de sindicación, ni
medio alguno, en fin, por el que la oposición pueda razonablemente
exponer su disconformidad con la obra del Gobierno; es igualmente cierto
que en los once años que han transcurrido desde su victoria, el régimen
no ha convocado a elecciones generales y que todos los que hoy en España
se titulan Diputados o Concejales lo son, no por la legítima voluntad del
pueblo sino por la omnímoda voluntad del "Caudillo"; es
terriblemente cierto que allá, en mi patria vasca, el noventa por ciento
de la gente que nada tiene de extremista, roja, etc. etc., es y seguirá
siendo irreductiblemente antifranquista y que por ello fue y es ferozmente
perseguida, comenzando por nuestros dignísimos sacerdotes que pagaron con
sus vidas su adhesión a la causa de la libertad del pueblo; es cierto que
a la lengua de nuestros apellidos que amamos, como bien nacidos, por sobre
todas las riquezas posibles de nuestro espíritu,
se la ha arrancado hasta de las lápidas mortuorias; es cierto que a lo
largo y a lo ancho de todo el Estado español reina una corrupción y un
desbarajuste administrativo como jamás fue conocido hasta ahora bajo régimen
alguno; es cierto que el nivel de la moral pública ha descendido de una
manera espantosa; es cierto que el hambre y la tuberculosis reinan en la
masa del pueblo en odioso contraste con la super-opulencia de las castas
privilegiadas del régimen; es cierto...
Pero ante la asamblea
de la UN se han presentado recientemente, en ejemplarizadora lista, media
docena de Gobiernos ibero-americanos. Odria, Trujillo, Somoza, etc. etc.,
supremos campeones, sin duda, de la Libertad y de la Democracia, pilares básicos
de la UN, se han presentado ante este organismo para decir que Franco no sólo
no debe seguir bajo la cuarentena diplomática que le aflige, sino que
además debe ser admitido —para empezar— en los organismos técnicos
de la UN.
La mayoría de la
Asamblea les acaba de dar la razón. Sin duda, porque si las verdades que
acabamos de estampar son de las que rompen los ojos, no es menos verdad
que, como diría el Marco Antonio de Shakespeare, los padrinos y garantes
del Caudillo, los Trujillos, Odrias y Somozas, son unos hombres honrados,
son unos honorables hombres de Estado en cuya palabra es preciso creer por
encima de todo. Y en ella ha creído, por lo visto, la mayoría de los
Gobiernos tan ciegamente que aun aquellos que hacen de la lucha contra el
comunismo el eje de su política no han vacilado en dar a éste el mayor
de sus triunfos colocando al martirizado pueblo español en la vía de las
soluciones desesperadas...
Ante este derrumbe de
valores, ante esta "bancarrota moral" como en este diario se ha
calificado a la decisión de la UN, sólo queremos recordar dos cosas: la
primera, que hace muchos años que se escribió en lengua anglo-sajona una
sentencia inmortal: "En este bajo mundo sólo hay una cosa fuerte; la
que es justa".
La segunda, la actitud
limpia y valiente del Uruguay. El "Civis roma-nus sum" pudo ser,
en siglos que pasaron, la legítima expresión de un gran orgullo. Pues
bien, es mucho mayor el nuestro al sentirnos hoy ciudadanos de esta República
que, cuando los fuertes han claudicado cayendo en los lazos de sus falsos
cálculos, ha sabido encontrar una vez más, entre tanta miseria y
podredumbre, el camino limpio y recto del Honor y la Vergüenza.
El Plata, Montevideo,
Noviembre 4 de 1950.