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EL BILBAO DE BOLÍVAR

Muchas veces hemos pensado en aquella etapa de la vida del Libertador determinada por su estancia en Bilbao, en los primeros años del siglo XIX, sobre la cual tan pocas noticias leñemos y que por naturales razones tan entrañablemente nos interesa. Conocer la casa o casas en que habitó, los amigos que frecuentó, las relaciones con que vinculó su vivir, las ocurrencias más notables de éste durante su residencia en la villa vizcaína, su opinión, en fin, favorable o adversa a sus vecinos y moradores, es algo que mucho nos gustaría saber, pero que escapa, por ahora, a nuestro alcance. Sin desesperar de que llegue el día en que parte, al menos, del silencio que sobre todas esas cosas pesa quede roto por afortunadas investigaciones hechas sobre archivos de Vizcaya, intentamos aquí una pequeña contribución a ese estudio con el presente trabajo en que consideraremos: 1." El Bilbao de los alrededores de 1800, según varios viajeros e historiadores de la época; 2.a Bilbao durante la ofensiva liberticida de Godoy, y 3.° Bolívar en Bilbao.

1.°.- El Bilbao de los alrededores de 1800.- Aunque haya que retroceder algunas décadas, pues la visita del naturalista Bowles (para estudio sobre plantíos del Señorío y otros trabajos científicos) tuvo lugar en 1762, no dudamos en acudir a él, puesto que es uno de los viajeros del siglo XVIII que con más conocimiento de causa y cariño a la vez habló de Bilbao y Vizcaya y del que, por otra parte, copiaremos cosas referentes a aquellas que los años nada o poco habrían de afectar. Veamos esto sobre situación, clima y construcciones:

"La villa de Bilbao, situada tierra adentro orilla de una ría, se compone de setecientas u ochocientas casas, en cada una de las cuales hay muchos vecinos, con una hermosa plaza sobre la misma ría, y en ella un magnifico dique para contener las aguas, el cual sigue a muy larga distancia por el paseo del Arenal abajo. Los edificios de la villa son altos, buenos y sólidos; bajando a la derecha del Arenal todo son casas, almacenes y huertos, y como las casas están pintadas, y el paseo plantado de tilos y robles, los que suben embarcados por la ría notan una perspectiva tan hermosa y tan varia, que a cada instante les parece ver nuevas y magníficas decora-dones de teatro. Las aguas del río llevadas por diversos conductos a lo más alto de las calles (que todas son muy llanas) se sueltan cuando se quiere, para lavarlas y refrescarlas; y entrando después por sumideros en los con-duelos subterráneos, se llevan todas las inmundicias; de ahí proviene que Bilbao sea uno de los lugares más limpios que se conocen. No se permite que anden coches ni otro carruaje alguno dentro de la villa, con lo cual se mantiene igual y unido el empedrado de las calles, que es de losas delgadas. Los aleros de los tejados sobresalen lo suficiente para poder caminar debajo sin mojarse cuando llueve, ni necesitar quitasol; y así en todo tiempo se va por la calle enjuto con seguridad y comodidad. Las fuentes reciben el agua del mismo río por un conducto magnífico que se ha hecho desde muy arriba en forma de terrado, siguiendo la dirección del mismo río y formando un paseo tan cómodo, fresco y alegre como cualquier otro de España".

Haciendo gracia al lector la digresión sobre el clima y la favorable ventilación de Bilbao a la que se debe, según Bowles, el buen color, la alegría y la fuerza de sus habitantes, y de otros muchos interesantes detalles, concluimos con este su resumido juicio, con puntas y ribetes de panegírico: "En fin, Bilbao es un pueblo donde se puede vivir con mucha comodidad y gusto, por el extendido comercio que en él se hace, por su clima, por sus frutos, por el agrado de sus habitadores, y por la cordura con que están hechas sus leyes civiles y de comercio. Entre ellas hay una contra la ingratitud, a cuyo delito señala castigo"1. Como oportunamente acota Fausto Arocena: "No sería ciertamente Bowles quien se hiciera reo de ese delito"2.

Catorce años más tarde (1776) tenemos noticias concretas que se refieren a las famosas Siete Calles y otras más, que con sus nombres y por lo menos algunas de ellas con sus peculiaridades y todas con su fama de cogollo del viejo Bilbao, han llegado a nuestros días. Así la de Somera ya con sus tabernas y maestros de obra prima; la de Ascao con sus albañües, tejedores, latoneros, carpinteros, escultores, pintores, doradores, cerrajeros y caldereros; la de Artecalle con sus tenderos, plateros y entalladores; la de Tendería en la que hay "tenderos de ropa con algunas sederías y tal cual mercader"; en la de Belosticalle vemos tiendas de oficios y algunos mercaderes; en la de Carnicería Vieja, esquiladores, posaderos, vendedores de quincalla y grano, silleros y barberos; en la de Barrencalle, vendedores de bacalao, aceite, grasa y aguardiente; la de la Ribera con sus mercaderes, corredores de navios y otros; en la de la Estufa tiendas de alquitranes, resinas, cáñamos y jarcias... Menciona las hosterías en Achuri, la Ronda, Barrencalle-Barrena y otras, y concretamente la del "Sol Dorado" en el Arenal, frontera a Bidebarrieía y la posada de Tatus en la calle Sombrerería.

De la misma fuente tomamos:

"Las casas aún no estaban numeradas y se cerraban al toque de oraciones, pues al faltar a este capítulo de ordenanza serían multados sus vecinos. Las puertas que eran en lo general de buen tamaño, tenían un aldabón o maza fuerte para llamar a los habitantes de los pisos, que en la mayoría de las casas eran de tres cuartos.

"El retiro de las gentes era de ordinario, de nueve a nueve y media de la noche. Los hombres, después de acudir a la oración mental en la iglesia de Santiago, se reunían en lugares repartidos (y por número dado), que sustentaban con una módica mensualidad, en donde charlaban o se divertían en juegos; y el bello sexo, por cuarteles o reuniones de señoritas amigas, que se visitaban y tertuliaban en número de catorce a veinte, un día en una casa y otro en otra, y la que recibía obsequiaba a las asistentes con un refresco; y si alguna era huérfana de madre, obsequiaba con un día de campo el día que le correspondía recibir la visita de las de su cuartel. Fuera de esto apenas se visitaba a las personas, aunque sí a los forasteros"5.

Muy pocos años después (1778) tenemos otro viajero quien nos dará también noticias muy interesantes de Bilbao "villa muy bonita y alegre", así en cuanto a sus casas délas que dice "...comprende al pie de setecientas y entre ellas algunas muy buenas, y las más muy altas y de cómoda arquitectura; no suelen vivir en ellas en los principales, porque éstos los tienen empleados para almacenes, y por eso la más gente de distinción, que sin dificultad ni desdoro está empleada al comercio, vive en los segundos altos. Hay una casa en la calle del Correo que desde la ñor de tierra o del piso de la calle hasta el cuarto principal, la fachada toda está cubierta de bellos mármoles acanelados, muy lustrosos, que hacen muy buena vista".

Nos cuenta cómo ' 'Encierra cuatro parroquias, de las cuales la principal es la de Santiago, fábrica antigua, no muy clara la iglesia, pero de buena arquitectura y seria. San Antón, obra también antigua y seria". Las otras

3.- Vid. Labayru, en su Historia de Siscaya, tomo VI, cap. XIV, donde extracta ton el tilulo de "Reseda de Bilbao y de su vida social en 1775" lo escrito acerca de la villa, en 1776, por un asturiano, de pseudónimo "Peter the Fshle".viaje por el País Vasco del que escribirá: "¡Qué diferencia entre el aspecto de este país y el que con él limita! No es mi intención ridiculizar a los castellanos, cuyas virtudes estimo; pero son silenciosos y tristes, llevan sobre sus rostros austeros y curtidos la imagen del hastío y la pobreza. En Vizcaya se da otro color, otra fisonomía, otro carácter: libres, alegres y hospitalarios, parecen ser conscientes de su felicidad y querer hacer partícipes de ella a sus testigos". De Bilbao dice que es una ciudad "en que el comercio brilla en toda su actividad" e insiste en que "Los vizcaínos no son espectadores inaciivos de este comercio: aprovisionan en gran parte de mercaderías extranjeras a las provincias mediterráneas, y sus embarcaciones mantienen una continuada correspondencia con los restantes puertos de la península y los de Francia, Inglaterra y Holanda"5.

No serían tan laudatorios los juicios respecto a Euzkadi en general del siguiente viajero que nos toca citar y no es otro que el conocido político y escritor español Gaspar Melchor de Jovellanos quien recorrió el país en 1791. Sin embargo, al ocuparse de la capital vizcaína nos dice que "La villa de Bilbao es población moderna... Hay en Bilbao un huen alumbrado y excelente empedrado; no se permiten coches. Se le regulan tres mil vecinos, pero —y nótese la expresión con que hace resaltar la actividad comercial de sus habitantes— debe pasar de quince mil almas, según hierven". Confiesa extrañado la ausencia de mendigos: "No he visto un solo pobre en Bilhao". Señala, en cambio, la presencia de muchos refugiados franceses —eran los días de la revolución— que hacen rehosar las posadas6.

Finalmente, ya en las postrimerías del siglo, el año 1797, tenemos otra fuente de información que esta vez será la objetiva y escueta que nos proporciona la estadística hecha ese año en la villa.

Por ella sabemos que el número total de bilbaínos, distribuidos por edad, sexo y estado civil, es de 10.943. Por este censo podemos también conocer el número y calidad de los edificios públicos —aparte de las casas de habitación que son 781— entre los cuales señalaremos los de "juegos" que son ocho, y en los cuales está comprendido, sin duda, aquel frontón de pelota que sabemos que en 1790 se edificó a la parte de las casas de la Estufa. Junto a las Casas consistoriales, se anotan dos cárceles, veintiocho tabernas, veinte posadas, un hospital, un hospicio, la casa de estudios para Ciencias y Artes de la Sociedad Vascongada, la de Dibujo, la de Náutica y la de Latinidad. Se registra, finalmente, en este censo la población agrupada por clases entre las que destacan los comerciantes que son 244; los mercaderes, 145; los corredores de comercio, 22; los escribanos, 24; abogados, 23; procuradores, 9; los médicos, 4; cirujanos, 18; boticarios, 8; al-beitares, 44 y barberos, 23.

En la general de menestrales y artesanos, citaremos a los plateros cuyo número es de 33; los herreros que son 13; cerrajeros, 38; albañiles, 34; canteros, 22; carpinteros, 186; sastres, 297; zapateros, 302. Y para no cansar más al lector, terminaremos citando algunos más o menos curiosos de los restantes como lapidarios, 2; tintoreros, 3; pintores, 3; músicos, 14; naipe-ros, 3; organeros, 2; impresores, 3 y encuadernadores, 3. Entre los demás, tendremos un especial recuerdo para los 21 chocolateros cuya materia prima suponemos sería, en su mejor parte, llegada desde tierra de Venezuela7.

Resumiendo todo lo hasta ahora expuesto, podemos decir que el Bilbao al que arribó Bolívar era una pequeña población de unas ochocientas casas y dos docenas de calles con unos 12.000 vecinos, pero que en su pequenez constituía un "hervidero" mercantil y marítimo que le daba una importancia, una riqueza y un bienestar mucho mayores que los que podrían esperarse de su tamaño y población en la que "se puede vivir con mucha comodidad y gusto" y donde las gentes, tanto ricas como pobres "son extraordinariamente alegres e inclinadas a comer bien y no menos a trabajar", "de costumbres sanísimas y fe probada".

Sabemos que en la calle de Bidebarrieta vivía en el último tercio de ese siglo un don "Juan Ángel de Bolívar" de cuya casa, por un momento, creemos ver salir la figura de un joven criollo de ojos iluminados que, quizá, se dirige ahora a la hostería del "Sol Dorado", frontera a la dicha calle, y en tal cual, como en todas, pululan los refugiados franceses que empiezan a inspirar a nuestro mozo una indefinible curiosidad...

Así era el Bilbao de fines del siglo XVIII y comienzos del XIX, sobre el cual, como sobre todo el País Vasco, comenzaba por aquella época a cernirse una amenaza sobre cuyos orígenes, naturaleza y resultados hemos de tratar en el siguiente apartado.

2.°- Bilbao durante la ofensiva liberticida de Godoy.- El año 1801, el mismo en que Bolívar llegó por primera vez a Bilbao, entró en la vieja Eus-kal Erria un viajero quien, con una breve estancia en el país, consiguió dejar un perdurable recuerdo, hecho de veneración y gratitud, en los corazones de los vascos.

Como su hermano Alejandro que muy poco antes (1799) había arribado a tierras de Venezuela para volcar en el estudio del riquísimo tesoro de su naturaleza sus mejores afanes de excepcional hombre de ciencia, Guillermo de Humboldt llegó al País Vasco dotado de un extraordinario bagaje científico y aguijado por una insaciable sed de saber. Le atraía, principalmente, el misterio del euskera, su antiquísima lengua, para aclarar el cual puso todo lo que en aquel tiempo un filólogo podía poner. Y del idioma y del país en genera! llegó a conocer tanto, por lo menos, como lo que el más ilustrado de los vascos supiera. Porque Humboldc, además de poseer un método científico de que en Euzkadi entonces se carecía, unía a él la universalidad de sus conocimientos y un amor sincero y apasionado hacia el objeto de su estudio, ese amor que, en definitiva, es el único capaz de ver y hacer ver todas las gracias y perfecciones de lo amado. Con toda justicia pudo Fausto Arocena llamarle "E! amigo número 1" de los vascos8.

Desde que entra, el paisaje le roba los ojos: "Valles y montañas, — nos dirá— se combinan aquí más agradablemente y se entrecruzan como en ninguna otra tierra. A cada momento cambia la escena; casi por todas partes está la vista cerrada; nuestros ojos sólo divisan pequeñas partidas, pero siempre pintorescamente limitadas"9.

De sus habitantes escribe: "Vasconia, a pesar de estar situada entre España y Francia... tiene un aspecto completamente peculiar y, sobre todo, sus habitantes no presentan en sí el carácter de Francia ni el de España. Costumbres y fisonomías son distintas, el lenguaje es peculiar en sus palabras, su formación y entonación es incomprensible aun en sus palabras más insignificantes para los extraños a quienes suenan desacostumbradamente hasta los nombres topográficos que casi todos derivan del euskera y en parte de sus más antiguas raíces"10.

Dice también: "Los vascos, sobre todo los del lado de España, no son meramente pobres pastores de montaña o absolutamente siervos oprimidos. Constituyen un pueblo dedicado a la labranza, navegación y comercio, y no carecen de bienestar corporal, sin el cual es imposible la prosperidad moral. Tienen una organización libre, deliberaciones públicas ordinariamente en la lengua del país"".

De Bilbao escribe que es la ciudad más importante y floreciente del país y, en muchos aspectos, también la más encantadora. Pero observa que el continuo tráfico de forasteros ha desalojado, en parte, las costumbres patrias y hasta el idioma resulta en alto grado impuro y mezclado con el castellano. Observa en Bilbao la práctica rigurosa del "toma y daca", es decir, que no se permitía a nadie extraer mercaderías sin que introdujese en cambio otras equivalentes.

Confirmando lo que ya hemos visto en anteriores viajeros, dice: "En medio de esta laboriosidad son los vascos ia nación más bonachona y alegre que puede verse, y al día de labor más fatigoso, sigue a menudo música y baile... donde aquí se hallen mendigos, rara vez son naturales, sino casi siempre forasteros"12-

Y continuando con Bilbao afirma que en ninguna población se experimenta como en ella "las bienhechoras consecuencias del espíritu nacional vasco, pues sólo en poquísimas ciudades de España se encontrarán tantos establecimientos costosos regulados al bien común, y en pocas hallará el viajero tantos hombres animados del espíritu de mejoras patrióticas ilustrado"13.

Finalmente, después de dejar el país, en carta que escribió desde París a su amigo José María Murga, estampó este juicio que moverá siempre a la emocionada gratitud de todo vasco: "Es el único país que he visto jamás en el que la cultura intelectual y moral sea verdaderamente popular, en el que las primeras y las últimas clases de la sociedad no esién separadas por una distancia inmensa por así decirlo; en el que ia instrucción y las luces de las altas han penetrado, al menos hasta un cierto punto, hasta las bajas y en que la honradez, la franqueza, el inocente candor de éstas no ha llegado a ser extraño a las altas"14.

Sin embargo, ese país pintado con tan optimistas colores atravesaba durante esos años grave crisis. Ya Humboldt había escrito al principio de su viaje que el País Vasco "desgarrado en dos pedazos muy desiguales y subordinado a naciones poderosas, no ha renunciado de ningún modo a su propia manera de ser". Vamos a ver lo que ese desgarramiento y esa voluntad de persistir le van a deparar en los años que siguen.

Desde 1792 a 1798 y luego desde 1801 a 1808, Manuel Godoy fue el arbitro de los destinos de España. Elevado al poder supremo, en vertiginoso ascenso, no ciertamente por su ciencia política ni por su experiencia en los asuntos de Estado, sino simplemente por el decisivo influjo que su gallardía corporal ejerció sobre la reina María Luisa, los primeros frutos de la gestión de aquel infatuado joven de 27 años que pasó a sustituir al maduro estadista conde de Aranda, se revelaron en la guerra que, a los cuatro meses de su primera presidencia ministerial, estalló en marzo de 1793, declarada por la Convención francesa ante las provocaciones del favorito.

El belicoso entusiasmo de éste sufrió un rudo golpe. Ni el general Ricardos en el Rosellón, ni el general conde de Colomera en el Bidasoa contaron con fuerzas bastantes para rechazar a los generales franceses, por causa de la ineptitud del favorito, Capitán General de los ejércitos españoles desde mayo de 1793, que no supo atender a los requerimientos de aquellos. San Sebastián, la capital de Guipúzcoa, abrió sus puertas al general Mon-cey el 4 de agosto de 1794 y diez días después, la Junta General de Guipúzcoa, reunida en Guetaria, resolvió !a ruptura de la unión que dicho estado vasco tenía concertada con la Corona de Castilla. Bilbao se las abrió asimismo el 22 de julio del año siguiente, comprometiéndose a guardar absoluta neutralidad en la contienda.

Forzado Godoy a buscar la paz, que se firmó en Basilea en julio de 1795, su despecho encontró cauce para su desahogo en la conducta de los vascos en la guerra que acababa de terminar. Esta fobia antivasquista del favorito fue creciendo al calor del estado de opinión que prevalecía hacía tiempo entre la camarilla de la Corte y de las comunicaciones que recibía de su agente en Guipúzcoa, Francisco de Zamora, quien escribía a Godoy que los vascos pretendían quedar a consecuencia de la guerra como "República independiente bajo los auspicios de Francia"15, y le azuzaba para que destruyese las libertades vascas presentándole esta empresa como "una de aquellas grandes obras que no hemos visto desde el Cardenal Cisneros al grande Felipe V". El peligro que amenazaba a la independencia política de los vascos llegó a ser tan manifiesto que a las estipulaciones del tratado de Basilea se agregó una nota final que dice: "Firmado ya el convenio, la Junta de Salvación Pública echó de menos un artículo que tranquilizara a los habitantes de las Provincias Vascongadas que se habían manifestado adictos a la República...". Terminaba la nota diciendo que a las "largas conferencias y debates" celebrados para ver de llenar ese vacío, puso fin un despacho del Príncipe de la Paz quien daba seguridades, en nombre de su gobierno, de "no perseguir ni molestar a nadie por hechos políticos ni por opiniones manifestadas en años anteriores"1*. Y, efectivamente, cumplió de tal modo con sus supuestas buenas intenciones que, no sólo persiguió individualmente a varios vascos, especialmente a los presuntos responsables de la entrega de San Sebastián, como el alcalde Michelena y varios de los concejales de esa ciudad, sino que se reafirmó en lo que ya en adelante sería su constante designio: la destrucción de las libertades vascas.

La ofensiva, dirigida desde Madrid, se concretó, al principio, en una campaña de revisiones históricas para la que se asalarió a varios eruditos como el canónigo Llórente, prototipo del escritor desaprensivo, González Arnao, Miguel de Manuel Rodríguez y otros que encabezando un movimiento doctrinal dirigido a demostrar, a fuerza de falsedades y amaños, la carencia de bases históricas de las libertades vascas, inician el ataque para su destrucción que, a través de diversas etapas, llega a la definitiva con la ley del 25 de octubre de 1839.

No es este el lugar para extendernos sobre ese tema. Citaremos sólo un episodio de esa campaña liberticida. El constituido por la llamada "Za-macolada" que se inició el año de 1800 y se desarrolla a través de los próximos siguientes. Es decir, durante la residencia de Bolívar en Bilbao donde, a consecuencia del intento promovido por el escribano Simón Bernardo de Zamacola de habilitar en Abando —frente a Bilbao— un puerto que despojase a éste de sus seculares derechos, proyecto arteramente apoyado por Godoy a quien se le presentaba pintiparada la ocasión de sembrar la discordia entre los vizcaínos, se vivió en la villa y pueblos cercanos un clima de inquietud y zozobra que culminó en diversos sucesos y alborotos que, sí no llegaron a "incendios ni robos de casas ni mayores atentados criminales", sirvieron muy bien a Godoy para tomar, so capa de medidas de seguridad, ciertas disposiciones que abiertamente violaban las libertades vascas. Así, la ocupación militar de la villa a la que además se impuso la carga abrumadora de mantener y alojar a las fuerzas allí llevadas y otras pretensiones aun mayores contra la soberanía vasca, como era la de imponer a Vizcaya el servicio militar que, por fortuna, no llegó a realizarse.

En medio del triste cuadro que ofrecen esos días, sobre todo por la discordia fraterna, no nos resistimos a ofrecer al lector noticia del incidente suscitado por la resolución del ayuntamiento bilbaíno quien conocedor del flaco de Godoy pensó desarmarlo nombrándolo su alcalde electo para 1803 y decretando la colocación de un retrato suyo en el salón de sesiones, cuya ejecución se encomendó nada menos que al insigne Goya. Dejemos la palabra al cronista de la villa, Guiard Larrauri... y al propio Goya:

"La Villa decretó colocar en el consistorio el retrato de Godoy, pintura que fue encomendada a Goya, concertándose en pagar doce mil reales por la obra. Presentada la imagen a Godoy puso éste reparos al retrato, y a su causa se difirió la entrega, negándose Goya a pintar un segundo cuadro, como se solicitó. En 1815 pedía el Concejo a su agente en corte, noticia del paradero del cuadro de Goya, no recibido en Bilbao todavía (carta de 21 de febrero de 1815, Arch. mun.). Había intento de venderlo en Inglaterra, a lo que parece de otra comunicación fechada en 4 de marzo de dicho año.

"Se determinaron los comisionados de Bilbao a encargar el retrato a Goya creyendo "contribuir a disponer el ánimo de S.S." por este medio. Los reparos que por dos veces puso Godoy al retrato (respecto, al uno, de las piernas) envolvían para los comisionados, el marqués de Vargas y Castaños, un proceder misterioso, del que decían: "nosotros tenemos el desconsuelo de conocer que lo hay y bien grande, y de no podernos explicar". A la tentativa de Bilbao para que pintase otro cuadro repuso Goya:

"Sr. D. José Joaquín de Castaños. Muy Sr. mío y de toda mi estimación: Vmd. me dice le diga lo que se me ofrece acerca de volver a hacer otro retrato del Sr. Príncipe. Bien sabe Vmd. lo he tenido que pintar dos veces; no por haber convenido con Vmd. el que había de estar a gusto del Sr. Príncipe, sino por darle ese gusto. Puede Vmd. responder que yo deseo dar gusto a los señores de Bilbao en cuanto me manden; ¿pero el hacer otro? por cuanto tiene el mundo entero no puedo, ni mejor que el que he hecho. Queda de Vmd. su más al. servidor Q.S.M.B. Francisco de Goya" (Arch. mun.)"'7.

3.°.- Bolívar en Bilbao.- La visión de Bilbao del primer lustro del siglo XIX, es decir, el de los años en que lo conoció Bolívar, difiere poco, en las descripciones comunes, de la que nos han dado los diversos viajeros que anteriormente hemos ido conociendo. Recurriremos para completarla al historiador Juan Antonio de Zamacola (no confundirlo con Simón Bernardo, el fautor de la "Zamacolada") quien, si bien repite cosas y conceptos que nos son ya familiares, nos proporciona también noticias y hasta opiniones de interés sobre diversos aspectos de la villa y de sus habitantes.

Así nos dice que "Nada tiene de agradable la situación de Bilbao, porque el sol se ve muy tarde en invierno y desaparece muy pronto por las montañas que le rodean..." Pero se apresura a añadir que "A pesar de esto, es, tal vez, Bilbao, la villa más bonita de toda Europa en razón de sus calles, edificios y policía admirable que encanta y deleita a cualquier forastero".

"Tiene Bilbao un hermoso teatro de comedias, aunque pequeño, con todas las proporciones y comodidades de las mejores obras de esta especie. Se construyó en 1795, bajo la dirección del arquitecto don Alejo de Miranda''.

Habla de otras construcciones entre las que cita "dos fuentes de piedra mármol, de especial gusto: la una de la plazuela de Santiago, y la otra, en la calle de Ascao, que surten de agua a la villa. Son inventadas y dibujadas por don Luis Paret, célebre grecista, profesor español de pintura y arquitectura, que murió pocos años ha en Madrid".

Después de interesantes detalles sobre el paso del Arenal y otros, pasa a ocuparse de algunos de los organismos rectores de la política del Señorío y así dice que "La Diputación general del gobierno de Bizcaya reside hoy en Bilbao, no porque ésta sea la capital del país, pues que ningún pueblo de Bizcaya tiene esta regalía, sino porque siendo Bilbao el pueblo de mayor número de habitantes, se ha creído que se puede desde allí distribuir mejor la justicia y las órdenes, por razón de la concurrencia de gentes a su comercio. No obstante, hace pocos años que estuvo esta Diputación, con el resto del Gobierno de Bizcaya, en la villa de Guernica, ía cual, en caso de disputa, parece que debiera tener más derecho a la pretensión de capital de Bizcaya, porque dentro de su jurisdicción se hacen las Juntas generales en despoblado, se establecen las leyes y se nombran magistrados para gobernar el país por dos anos".

No deja en olvido al Consulado de Comercio "cuyas ordenanzas han merecido ser consultadas casi de todos los tribunales de Europa, por los principios sólidos que establece, a pesar de los defectos sustanciales que se advierten en la forma de proceder".

Habla también de la bolsa de comercio y de las dos pirámides cercanas a ella donde se fijan todos los días las noticias comerciales que ocurren.

Después de ponderar la clásica alegría de los bilbaínos que la conservan desde su juventud "hasta la edad más decrépita", dice que "son los bilbaínos muy instruidos en materias del comercio extranjero y de las colonias; y para que nada falte que desear a los conocimientos que transmiten a sus hijos en este ramo, tienen gran cuidado de enviarlos, durante la niñez, a Francia y a Inglaterra, para que tomen las primeras nociones de las ciencias, y a cierta edad más madura los hacen viajar por la mayor parte de las plazas de comercio de Europa para que se perfeccionen en este ramo". Costumbre, por cierto, que sigue siendo practicada en nuestros días.

Finalmente de las mujeres escribe: "Son laboriosas en extremo las bilbaínas y como que están ocupadas constantemente en sus tareas domésticas se hallan muy poco o nada expuestas a la corrupción. Casi todas han recibido una educación fina y así se ve que hay muchas que ayudan a sus maridos y dependientes a escribir la correspondencia de su comercio y otras que venden en las tiendas y llevan los asientos de los libros con tal esmero y puntualidad que en nada se echa menos la falta de los hombres"18-

Bolívar que, tras haber partido de La Guaira en el "San Ildefonso" el 19 de enero de 1799, residía en Madrid desde junio de ese año, escribe a su tío Pedro Palacios, el 20 de marzo de 1801: "Hoy mismo he recibido carta de Mallo en que me dice que ya tengo el permiso de S.M. y el suyo para marchar a Bilbao, lo que voy a hacer esta noche a las 10... Puede Vmd. escribirme a aquel pueblo cuanto guste y ocurra">v.

Llega, pues, a Bilbao en días de la última decena de marzo. No entra, naturalmente, en la gran villa marítima a través de la hermosa obra que se extiende entre Guecho y Portugalete, para desde ese punto, con el flujo del mar, remontar la ría en las dos leguas que corren hasta la villa y que en ambas orillas forman un verdadero paseo "todo muy delicioso", como nos dice el historiador Zamacola. Su ruta hubo de ser la que atraviesa las áridas tierras de Castilla. En Pancorbo tomaría la carretera que desde alli conduce al bilbainísimo barrio de Achuri; carretera que constituye una obra que "aun cuando no deslumbre los ojos con las magnificencias del espectáculo grandioso que se contempla en el Abra, significa en la vida bilbaína un triunfo definitivo, logrado al cabo de una lucha secular"20. Se trataba, entre otras cosas, de acercar al puerto el mercado de lanas de Castilla. En efecto, desde Orduña a Bilbao es corto y cómodo el trayecto, pero para franquear el paso entre Castilla y Vizcaya por esa parte, hay que vencer el imponente obstáculo de la sierra de Orduña que "semeja —como bien dice Echegaray— una ola petrificada y ofrece por la vertiente que el País Vasco da, el aspecto de una muralla inaccesible"21.

Un ilustre viajero que hacía veintiún años había entrado en Bilbao por esa vía escribe en sus Memorias: "La carretera ha debido costar mucho dinero; pero el descenso de las montañas de Orduña es muy digno de verse. Estas montañas son casi todas rocas de vasta altura. Pero la carretera ha sido perforada en las rocas mismas desde lo alto de los montes hasta el valle. Después de muchas vueltas y revueltas, en las que todavía se puede ver las marcas de los perforadores, la carretera llega a un alto en el que el último modo de hacer un camino para carruajes es rodearlo como una serpentina"22.

Ya está, pues, en Bilbao el joven Simón Bolívar. Pero, ante todo, ¿cuál es el motivo de su viaje? Conocido es el incidente de la puerta de Toledo en Madrid por donde paseando a caballo Bolívar fue detenido y registrado por orden del ministerio de Hacienda. Según lo cuenta O'Leary, el motivo alegado era el de la infracción de la ordenanza que prohibía usar gran cantidad de diamantes sin permiso, pero el verdadero nacía de los celos de la Reina quien ' 'conociendo la intimidad del joven americano con Mallo, creyó poder hallar entre los papeles de Bolívar los indicios de alguna intriga amorosa de su favorito". Aunque el asunto se arregló, no desapareció tan pronto la indignación de Bolívar a quien, siempre según O'Leary, "nada pudo inducirlo a permanecer por más tiempo en Madrid".

Don Vicente Lecuna, después de rectificar lo relativo a la fecha del incidente que no pudo ocurrir en el otoño de 1801, como dice O'Leary, sino antes del 20 de marzo, puesto que una carta de Bolívar anuncia, como hemos visto, que en esa misma fecha partía para Bilbao, considera sin valor las causas atribuidas por O'Leary —e igualmente por el general Tomás Cipriano Mosquera en sus "Memorias"— a la detención de Bolívar, y prefiere suponer que éste "llevaba uniforme sin pertenecer a los cuerpos en servicio", y como en esos días se preparaba la guerra contra Portugal, el incidente se debió a exageradas precauciones militares. Esto parece aún más inverosímil a Augusto Mijares "porque tales precauciones no se confiarían a guardias irresponsables con derecho a registrar a un oficial uniformado; y porque deja sin explicar cómo al reconocerse el uniforme —cosa que forzosamente sucedería— en lugar de recibir Bolívar un desagravio, se le prohibió permanecer en Madrid"25.

Por nuestra parte, y ciñéndonos al viaje a Bilbao, creemos que la causa eficiente del mismo no fue otra sino simplemente la de residir por entonces en la villa vizcaína aquella "señorita de las más bellas circunstancias y recomendables prendas como es mi señora doña Teresa Toro" de la que confiesa haberse "apasionado", en su carta de 30 de septiembre de 1800, dirigida a su tío Pedro Palacios, a quien ruega "tenga la bondad de proteger esta unión dando las órdenes necesarias para pedir la señorita a su padre, con toda la formalidad que exige el caso"M.

No quiere decir lo que antecede que el incidente de la puerta de Toledo dejara de tener vigencia, pues así parece indicarlo el que Bolívar continuara residiendo en Bilbao por meses después de regresar Teresa con su padre a la villa y corte, adonde, el 23 de agosto de 1801, escribía a su tío Pedro, insistiendo en que pensaba contraer el matrimonio por poder —él en Bilbao y ella en Madrid— para regresar inmediatamente a Venezuela, como lo hace notar bien Mijares. Aunque la suposición de Lecuna de que "La prohibición —de residir en Madrid— duró desde el 20 de marzo de 1801 hasta el 29 de abril de 1802", o sea justamente el tiempo de la residencia de Bolívar en Bilbao, no parece avenirse muy bien con la manifestación que él hace, en su carta de la primera de esas dos fechas, de lo cansado que estaba por lo mucho que tuvo que hacer para conseguir de S.M. el permiso, precisamente para salir de Madrid.

Ya en Bilbao Bolívar, lo primero que se le ocurre preguntar es dónde fija su habitación. Lo único que hasta hoy sobre este punto nosotros sabemos es lo que puede leerse en Rumazo González, quien después de decir que don Bernardo Rodríguez del Toro "explota una propiedad agrícola en Bilbao", escribe así del viaje de Bolívar a Bilbao: "Parte así decepcionado y triste, pero no vencido, rumbo a Bilbao, a la propiedad de su futuro suegro".1*. Mucho nos gustaría conocer las fuentes en que esta información se basa, para poder ubicar al Libertador en alguna casa de Bilbao o siquiera en alguna de las veinte posadas que en su tiempo había en la villa, al modo que se ha localizado, por ejemplo, a Guillermo de Humboldt, que anduvo por aquellos dias en Durango, en casa de Bernaola, posadero de Artecalle, aunque tampoco esto parece absolutamente seguro36.

En vano pretendemos encontrar en las pocas cartas de Bolívar fechadas en Bilbao, ni en ninguna otra posterior, la menor mención del bullente Bilbao que conoció, ni en cuanto a sus edificios, ni en cuanto a los barcos de todas las banderas que con su puerto hacían el comercio, ni en cuanto a los propios hombres bilbainos, como el ministro de estado Mariano Luis de Urquijo, el teniente general de la armada José Domingo de Mazarredo, el secretario del Despacho Universal de Hacienda, Diego de Gardoqui, y otros, que por ese tiempo adquirieron relieve peninsular y aun internacional.

Los inicios de su viaje hacían esperar una mayor vinculación con los hombres de la tierra de origen de los Bolívar. Así vemos que parte de La Guaira en el navio del capitán José de Uriarte. Desde Veracruz escribe a su tío Pedro que "Don Pedro Miguel de Hecheverria costeó el biaje que fueron cuatrocientos pesos más o menos de lo cual dictaminará usted si lo paga aquí o allá a don Juan Esteban de Hechesuria que es compañero de este señor a quien vine recomendado por Hechesuria...". Y en la posdata de esa misma carta: "Yo me desembarqué en la casa de don José Donato de Austrea, el marido de la Basterra.,."". En Madrid lo sabemos bajo el pupilaje intelectual del Marqués de Ustáriz, miembro de la Sociedad Vascongada de Amigos del País, y vemos también que se relaciona allí, en la Compañía de Filipinas, sucesora en muchos aspectos de la Guipuzcoana, con el comerciante Triarte29.

Pero una vez en Bilbao nada hay de sus amistades y relaciones en la villa. Es preciso esperar al año siguiente de su partida para que, en petición que eleva al Rey desde Caracas, el 22 de octubre de 1803, pidiendo licencia para viajar a España y estar allí por dos años, nos enteremos que uno de los motivos que alega para el viaje es la necesidad en que se halla de "liquidar cuentas con la casa y compañía de Beruete y Mendizárjal del comercio de Bilbao, sobre varias relaciones mercantiles de consideración"29. Por un censo de vecinos de Bilbao, concluido en 1767, sabemos que en la calle Tendería habitaba un Martín de Beruete, posiblemente padre de Ignacio de Beruete quien, en el año 1792, era dueño del paquebot "San Cristóbal", de 190 toneladas, y muy probablemente el primero de los socios de la firma nombrada3".

Por noticias posteriores sabemos también algo de otras de sus relaciones en la villa. Se refieren las dos que conocemos a aquellos refugiados franceses —o por lo menos a uno— de aquellos que, según decía Jovellanos, hacían rebosar las posadas de Bilbao. Lo fue así aquella Teresa Laisney, emigrada que, a comienzos del XIX, casó en Bilbao con Mariano de Tris-tán Coronel, natural de Arequipa quien, muy joven aún, viajó a España. Esta Teresa se considera hoy la segunda destinataria de aquella carta que, en 1804, escribe Bolívar desde París y en que se lee: "Daría mucho, dice Vd., por saber quien ha podido hacer del "pobre chico Bolívar de Bilbao", tan modesto, tan estudioso, tan "económico" el Bolívar de la calle Vivien-ne, tan murmurador, perezoso y pródigo"'11.

La otra relación francesa de Bolívar en Bilbao fue la del comerciante Alejandro Dehollain Arnoux, de Cambraí, a quien puede verse como destinatario de varias cartas del Libertador en la correspondencia de éste y quien, a su vez, el 25 de junio de 1827, escribió desde París a Bolívar carta en que le dice: "J'osé espérer, General, qu'en recevant mes lettres elles rap-pelleront á votre souvenir votre anclen compagnon: notre résidence á Bilbao et á París me rend glorieux d'y avoir connu en Simón Bolívar le liberateur de l'Amérique"32.

Y esto es todo lo que sabemos sobre la estancia de Bolívar en Bilbao. Demasiado poco para un año de residencia —marzo de 1801 a abril de 1802— " aunque en él hizo varias salidas a Francia y a Santander"33.

Ni una línea sobre la villa ni sobre sus habitantes, ni sobre la vida que allí hizo —como no sea aquello del "pobre chico Bolívar de Bilbao"— ni de la que en torno suyo pudo observar. Nada sobre la "Zamacolada", ni sobre la ofensiva de Godoy del cual Miranda —quien sabido es que lo coleccionaba todo— incluye en sus papeles una Real Orden leída en la Junta General de Guernica de 25 de agosto de 180434. Verdad es que al paso que el Precursor estaba entonces en toda su madurez y actividad política, ei Bolívar de Bilbao era un mozo de dieciocho años y además en circunstancias en que "les aseguro que entonces mi cabeza sólo estaba llena con los vapores del más violento amor, y no con ideas políticas, por que éstas no habían tocado todavía mi imaginación..."35.

Sin embargo, devoto lector de Rousseau como fue, puede parecer un poco raro que ya "bajo la dirección del sabio marqués de Ustáriz" no hubiese reparado en aquel párrafo en que e! ginebrino, refiriéndose a los vascos y al árbol de Guernica, escribe: "Cuando se ve, en el pueblo más feliz del mundo, a un grupo de campesinos decidiendo bajo un roble de los negocios del estado y conduciéndose siempre con sabiduría, ¿puede uno dejar de despreciar los refinamientos de otras naciones que se hacen ilustres y miserables a la vez con tanto arte y misterio?"36.

Cuando en la guerra de la Convención (1793-1795) de que en la segunda parce de este trabajo hemos hablado, las tropas del general Moncey penetraron en Bilbao, a su paso por Guernica presentaron sus armas vencedoras, en noble gesto, al roble ilustre y muchas de las hojas de él pasaron a engalanar las escarapelas republicanas. Honraban así y se honraban con el símbolo de las más antiguas y limpias libertades de Europa; las del pueblo que tuvo el privilegio de no haber sido nunca esclavizado por un poder extraño y el mérito de no haber tolerado jamás la esclavitud en el ámbito de sus propias leyes.

Nosotros pensamos que Bolívar durante su estancia en Bilbao, siete años tan sólo después del homenaje del ejército de Moncey, no dejaría de visitar ese roble que se alza, por feliz coincidencia, muy cercano al solar originario de los Bolívar, lugar de obligada peregrinación para nuestro mozo. Y así vemos que lo apunta Ignacio Bolívar Usobiaga quien da por compañero del futuro Libertador en este viaje sentimental al joven Pedro Antonio Bolívar Arauco, su pariente de Munguía, y otros detalles de la jornada de ambos jóvenes, cuya fuente tan interesante sería conocer".

¡Qué hermoso hubiera sido que, "despreciando los refinamientos de otras naciones que se hacen ilustres y miserables a la vez", Bolívar hubiera vuelto a Vizcaya a formular su sagrado juramento de libertad para América, bajo el roble secular, cerca del solar de sus mayores!

Para que una vez más y en caso tan famoso, se cumpliera la clásica sentencia de la Ley vizcaína: "El tronco vuelve al tronco y la raíz a la raíz".

Revista de la Sociedad Bolivariana de Venezuela, Caracas, Julio 24 de 1966.

 

 

 

VENEZUELA.

 

  1. Diálogos de ausencia y presencia 

  2. Begoña de Naguanagua 

  3. Problema de jóvenes 

  4. Yunque y martillo 

  5. Esto es Pizkunde 

  6. Artistas vascos en Venezuela 

  7. Diálogos de emigrados 

  8. Carta de Caracas 

  9. Hombres de la Compañía Guipuzcoana 

  10. Política y Patriotismo 

  11. El Himno nacional vasco 

  12. Ideas simples 

  13. Sinfonía de Guecho 

  14. Belford Hinton Wilson 

  15. El caso vasco 

  16. Resistir y persistir 

  17. Exportación de cacao 

  18. Información bibliográfica 

  19. Bolívar y los vascos 

  20. A un joven vasco 

  21. El humorismo vasco 

  22. Tres emigraciones 

  23. El Bilbao de Bolívar 

  24. Un reflejo del País Vasco 

  25. Hacia la Libertad 

  26. Los libros de la Caracas Colonial 

  27. Publicaciones del Cuatricentenario de Caracas 

  28. La "gens" caraqueña de los Landaeta

INDICE COMPLETO de ARTICULOS de PRENSA

I) INIDICE OBRAS COMPLETAS PUBLICADAS INTERNET

 

I.1 Linea de Vida  y su Obra

I.2 Poesias en Euskera Recopilacion Total

I.3 Conferencias Recopilacion

I,4 Articulos Periodisticos Recopilacion Total

I.5 Lengua Vasca

I.6 Gernika

I.7 Uruguay

I.8 Venezuela

I.9 Reseñas Biograficas

I.10 Traducciones

I.11 Obras Publicadas

I.12 Semana Vasca en Montevideo

I.13 Ciclo de Clases

I.14 Nota Bio-Bibliografica

I,15 Biografia en Euskera

I.16 Sitio en Internet en Euskera

I.17 Nostalgia

I.18 Articulos Periodisticos Indice Cronologico

I.19 Articulos Periodisticos Indice Alfafabetico

II) OBRAS COMPLETAS - Libros Publicados en Internet

 

II.1  El Hombre Vasco

II.2 Hombres de la Compañia  Guipuzcoana

II.3  El Elemento Vasco en el siglo XVIII Venezolano

II.4 Vicente Antonio de Icuza

III) INDICE de TEMAS RELACIONADOS. Libros publicados por sus hijos;

 

III.1 Nere Aita - el exilio vasco - Mirentxu Amezaga 

III.2 Cronicas del Alsina -  Arantzazu Amezaga de Irujo

IV) Sus Hijos Escriben;

 

IV.1 Los tres Barcos que llevaron a Ama y Aita

IV.2 Travesia

V) Sus Hijos Escriben tras su muerte;

 

V.1 A mi Aita

V.2 La cancion de mi Padre

VI) Otros aspectos

 

VI.1 Reunion Familar en su Memoria

VI.2 Exodo

VI.3 Comision del Cuatricentenario de Caracas

VI.4 Inauguracion de la Plaza que lleva su nombre en Algorta

VI.5 Su Pequeño Poema en la Nota Necrologica 4 Febrero 1969

VII) Toda su Obra Publicada convertida en Formato PDF- puede ser leida en dispositivos  e-Book

 

 VII.1 Amézaga Vicente  Autor Irujo Ametzaga Xabier

 VII.2 Articulos de Prensa

 VII.3 Bio Biografica

 VII.4 Biografia en Euskera

 VII.5 Ciclo de Clases

 VII.6 Ciclo de Conferencias

 VII.7 Nostalgia

 VII.8 El Elemento vasco en el Siglo XVIII Venezolano

 VII.9 El Hombre Vasco

 VII.10 Los Hombres de la Compañia Guipuzcoana

 VII.11 Obras Publicadas

 VII.12 Vicente Antonio de Icuza

 VII.13 Poesias

 VII.14 Relacion de Escritos como Autor

 VII.15 Reseñas Biograficas

 VII.16 Semana Vasca Montevideo

 VII.17 Semana Vasca Montevideo Indice de Articulos

 VII.18 Traducciones

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Dedicatoria y mi homenaje a Mercedes Iribarren Gorostegui - Su esposa y mi ama

 
Sitio en Internet en homenaje a Vicente de Ametzaga Aresti.
http://vicenteamezagaaresti.blogspot.com
Unico sitio en Internet, que lleva su nombre, de referencia completa de su vida y su Obra totalmente publicada en Internet, 
Poesias, Articulos de Prensa, sus Libros, completando asi, y cerrando todo lo que se habia escrito en libros sobre el y su vida
Creacion, Edicion y contacto: Xabier Iñaki Ametzaga Iribarren
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Blog Xabier Amezaga Iribarren: http://xabieramezaga.blogspot.com
Editoriales relacionadas con sus Publicaciones