ESTO ES "PIZKUNDE'
Pronto va a hacer
veinte años desde que los primeros vascos que hubieron de dejar su
tierra, a consecuencia de una guerra que nunca quisieron, llegaron a estas
playas, acogidos a la cálida hospitalidad de la patria de Bolívar. El
signo de esa guerra fue el odio, pero ellos nunca pudieron aprender a
odiar. Su bravura ejemplar en los combates nacía sólo del amor a la
tierra siempre libre de sus antepasados que ambiciones extrañas querían
esclavizar. Con la nostalgia de ese amor llegaron a Venezuela; y, como el
cantar es propio del que ama, en los pechos de los emigrados, espontáneamente,
hubo de germinar la flor de las canciones de los bellos tiempos que
fueron. Así nació "Pizkunde", esto es, Resurrección; el coro
vasco tan amplia y ventajosamente conocido en la Venezuela de hoy que de
ello es excusado hablar.
Sus canciones son,
naturalmente, aquellas que, preñadas de savia popular, vienen con sonido
de siglos desde las entrañas de la verde Euskal Erria y, al posarse, con
el aleteo de un ave invisible, en el corazón de cada vasco lo hacen
vibrar con santos estremecimientos que nunca sabremos explicar.
Maravillosas melodías que, como reinas del bosque, gustan de adornarse
con rústicos atavíos; con el sencillo ropaje de unas palabras
intrascendentes. Palabras que en el "Aguí, Jaunak" nos traen la
reverencia del saludo, y en "Goiko mendian" traicionan el
resentimiento de! amante desdeñado; palabras triviales como las del
"Iru txiío", "Sagarraren", "Orra of goiko"
o aquéllas del "Ama, begíra zazu" en que la flor de la eterna
coquetería femenina se abre presuntuosa, o aquellas otras, en fin, del
"Bi-garren Kalez-kale" en que halla su expresión triunfal la
irrestañable alegría déla raza que corean la trompeta deTxomín, el
agridulce silbido del "txís-tu", los agudos "irrintzis"
que acuchillan el aire y el tintineo de los vasos que se alzan y chocan en
un brindis al triunfo de esa esperanza que, sin cesar, reverdece entre los
vascos. Porque, aun en estas horas negras de su historia, acosados por el
más feroz de los odios y abandonados de los poderosos de la tierra,
siguen creyendo con fe que nada ni nadie les podrá arrebatar, en un Dios
de justicia y en la limpia causa de la libertad vasca.
Caracas