EL CASO VASCO
Un buen amigo
venezolano me pide le explique el origen, fundamento y fines del
movimiento vasco cuyos ecos viene recogiendo estas últimas semanas
nuestra prensa. Procuraré hacerlo en gracia a nuestra amistad, sin otro
norte que la verdad y luchando como pueda contra mi principal obstáculo:
la brevedad exigida por e! marco de un artículo periodístico.
Empezando, pues, con la
pregunta ¿qué es lo que quieren los vascos?, diremos que el movimiento
nacionalista que sacude al pueblo vasco aparece hoy organizado a través
de varias agrupaciones políticas que básicamente coinciden en una meta:
el logro de la libertad nacional vasca.
Ahora bien, ¿cuál es
el fundamento de esta aspiración?
Históricamente nos
concretaremos aquí a un hecho. Estamos en los años en que se está
gestando, por un lado, la independencia venezolana y por el otro, el
asesinato de las libertades vascas. Estamos ante la Asamblea de Bayona,
donde Napoleón ha reunido a los claudicantes Carlos IV y Fernando VII...
y a María Luisa y Godoy. Se trata de dar a la España, cuyo trono pasará
a José Bonaparte, una Constitución. Allí, ante todos los apoderados
peninsulares convocados y ante Napoleón I que presidía la Asamblea, con
la serenidad y la fortaleza de quien enuncia una verdad que nadie podía
contradecir ni contradijo, alza su voz el delegado vizcaíno don Juan
José María de Yandiola. He aquí sus palabras textuales (julio de 1808):
"Desde la más
remota antigüedad, o más bien desde su primitivo origen ha existido
Vizcaya separada del gobierno general de España, con constitución y
leyes propias, y aun después que por heredamiento se han visto reunidos
en una misma persona la Corona de España y el Señorío de Vizcaya, se ha
observado el mismo sistema sin confusión alguna...".
No se me escandalice
usted, mi querido amigo, con eso de "separada". Ya los Reyes
Católicos (en 19 de abril de 1491) habían llamado a Vizcaya
"nación separada", y las cortes castellanas, reunidas en Burgos
en 1506, no admitieron en su recinto a los vascos que pretendieron
concurrir, alegando que eran gentes de "Estados separados...".
Pero que no se entienda
que estamos defendiendo al separatismo en cuanto éste pueda suponer algo
antinatural por esencia, como lo tenemos alturas que conseguirá en tres
meses lo que no pudo en treinta años. No quiere darse cuenta de que está
luchando contra un hecho natural, que la presente situación de violencia
arranca de que es imposible que un pueblo entero continúe sufriendo la
despótica imposición de lo que dentro de él es una exigua minoría que
sólo puede sostenerse por la fuerza del aparato policíaco y militar
extraño.
¿Y para qué quieren
los vascos la independencia? Para todo menos para darse el gusto de
separarse y aislarse en el recinto de una muralla china impulsados no
sabemos por qué odios y resabios cavernícolas. La quieren porque les
consume el celo por una Patria ideal, constituida por la unión de todas
las regiones vascas, que sea capaz de las más nobles realizaciones
humanas, según su genio nacional, y que forme, por derecho de naturaleza
y hasta podríamos decir de primogenitura, en el concierto de la Unión de
las Naciones Europeas. La quieren porque saben que es enriquecer a la
humanidad, luchar contra la uniformidad y avanzar hacia la unidad
universal dentro del marco de una armonía en que florezcan los varios
valores nacionales. La quieren porque tienen fe en los destinos de su
pueblo y en los objetivos que puede cumplir, dueño de sí mismo, ese
pueblo que siempre fue uno de hombres honestos, emprendedores y libres. La
quieren... para lo que quieren su independencia todas las naciones del
mundo grandes y chicas que han sabido dar por ella la sangre de sus
mejores hijos. ¿Acaso no fue así aquí, mi querido amigo de esta
Venezuela generosa?
El Nacional, Caracas,
1962.