FRANCISCO DE XABIER
Xabier,
Navarra, 1506 - Shang-ch-van, 1582
Los
primeros años del siglo XVI marcan una de las épocas más
tristes de nuestra historia patria con la ruina de la soberanía
nacional de Navarra y la división territorial de ese reino
entonces consumada y que aún perdura.
"E
beata Navarra, s'armasse del monte che la fascia!" (Paradiso,
XIX) había cantado dos siglos antes el Dante previendo, con
la profctica intuición de los vates, los moríales peligros
que amenazaban al reino vascón estrechado por dos vecinos
poderosos. Pero la armadura de los ricos pirenaicos no era
bastante: que en las naciones, como en los individuos, la única
fortaleza inexpugnable es aquélla que radica en las potencias
incoercibles del espíritu. Y el de Navarra venía siendo
trabajado hasta los tuétanos por el virus de la descomposición
interna. La obnubilación de la conciencia nacional, gravísimo
mal en gran parte debido a la falta de unidad del organismo
vasco que solamente con Sancho el Mayor y su hijo García
alcanzó plena expresión; la política de secesión de Alaba,
Vizcaya, y Guipúzcoa que durante los siglos XII y XIV se
siguió por los reyes de Castilla y concluyó por dejar a
Navarra abandonada a sí misma, sin su natural salida al mar y
condenada ya por ello a una previsible decadencia; la acción
de esa misma política en la vida interna de Navarra atizando
la lucha sangrienta de los banderizos, convirtiendo a la
parcialidad beaumontesa en el principal aliado de las fuerzas
foráneas prestas al asalto y a su cabecilla, el conde de Lerín,
en el Quisling de la época, habían preparado el terreno más
que suficientemente para el acto final del drama.
Castilla y
Francia luchaban por el predominio europeo. El reino navarro,
situado entre ambos poderosos enemigos, hacía esfuerzos
desesperados para mantener su neutralidad. ¡Qué bien viene
aquí el recuerdo de la divisa del Príncipe de Viana!
—sugestiva figura del Renacimiento, traductor de Aristóteles,
amigo de Eneas Silvio, Lorenzo Valla y Ausias March, pintor, músico
y poeta, amador y gustador de las cinceladas joyas, los
muebles preciosos y los antiguos códigos— ¡qué bien viene
aquí el recuerdo de la divisa del desgraciado heredero del
trono navarro: un hueso roído por dos lebreles! Porque es
entonces cuando llega el momento en que uno de estos dos
lebreles, que ya había minado el terreno con sus
acostumbrados procedimientos de "trato (traición) y
furto" que en secretos documentos recomendara a sus
agentes del interior del reino vasco, pone en marcha contra éste
a un poderoso ejército castellano al mando del duque de Alba
que invade Navarra por el valle de la Burunda. Era el 21 de
julio de 1512 y el 24 del mismo mes capitulaba Iruña
(Pamplona) y en mes y medio de campaña toda la ocupación
estaba consumada. compañía
de aquella noble viuda que, en documento tan poco apropiado
para expansiones sentimentales como es un recibo, da fe de su
inmensa tragedia al firmarse: "La triste María de
Azpilicueta".
A partir de
los dieciocho años, la vida de Francisco es demasiado
conocida para que nos detengamos aquí en detalles. Son los años
de la Universidad, del encuentro decisivo para su vida con el
otro gigante vasco, Ignacio de Loyola, su conversión, su
maravilloso apostolado en las Indias y el Japón.
AI
conmemorarse el cuarto centenario de la muerte del gran Santo,
hemos querido poner el acento sobre la naturaleza y el carácter
íntegramente vascos del gran hijo de Xabier. Del Xabíer
nacido cuando Navarra era aún Estado independiente, tan
independiente en el orden internacional como hoy día lo es el
Uruguay. Del Xabier hijo, para mayor simbolismo, de padre y
madre naturales respectivamente de las dos zonas en que hoy
aparece repartida Navarra. Del Xabier que al dar en París sus
datos personales para la ficha universitaria dice expresamente
cantaber, es decir, vasco. Del Xabier que sin las armas
homicidas del cruzado, sin otros dolores que los que a sí
mismo se causa al entregarse por entero al bien de sus prójimos,
se lanza a llevar la luz de la verdad cristiana a los pueblos
que la desconocen. Del Xabier que hospedado en el hospital de
Coa dormía sobre una estera tendida junto a los enfermos más
graves, visita a los presos, acude al hospital de leprosos y
recorre las calles llamando con una campana a los niños a los
que explica el catecismo. De! Xabier que sufriendo en Cochin
de no poder comunicarse con los nativos, "por ser su
lengua natural malabar y la mía bizcaína", no demora en
aprender lo necesario para ejercitar su apostolado en el
idioma del país. Dei Xabier que conociendo en carne propia
los atropellos y vejámenes inherentes a todo régimen de
conquista, eleva valientemente su voz al rey de Portugal
denunciando los abusos de sus ministros y funcionarios en el
trato con los indígenas: "Ya sabrías castigarlos
severamente si les hallares menos fieles y solícitos en la
cobranza de los bienes del fisco". Del Xabier que, en la
hora sublime de su tránsito, da testimonio de su raza
hablando en la lengua aprendida en el regazo de su madre en el
rincón vasco del castillo familiar.
Por las
circunstancias de su nacimiento; por la aureola de lealtad
patria que a toda su familia envuelve; por su fe forjada en el
heroísmo y la comprensión de los dolores y problemas
humanos; por la idiosincrasia de su genio; por su fidelidad
inquebrantable a su tierra, a su sangre y al verbo de su raza,
el santo Francisco de Xabier es una de las figuras más
altamente representativas y una de las más puras glorias que
la nación vasca ha ofrecido al mundo en los largos días de
su historia.
Euskal
Erria de Montevideo, Montevideo, (?).