"URRUNDIK",
VERSOS DE TELESFORO DE MONZÓN* Bergara, 1905 -
Bayona, 1981
Recordamos
muy bien aquel día gris y lluvioso de invierno de 1940 en
que, por primera vez, tuvimos noticia directa de los versos de
Telesforo de Monzon-Olaso. Los oímos de los labios de su
autor más bien cantados que recitados, parte de ellos en la
habitación de nuestro hotel, otros en la terraza de un café,
en fin, mientras errábamos ambos, bajo la lluvia
intermitente, por las calles y plazas de aquella Marsella bajo
cuyos duros mistrales esperábamos ansiosos la ocasión de
huir del infierno de Europa.
Y fueron
para nosotros una revelación: la de un poeta nuevo que surgía
espontáneo, con voz fresca y armoniosa, cantando en el viejo
idioma de los vascos nostalgias de paz y hazañas de guerra;
de aquella guerra que muchas veces nos había parecido
engendrada no más que para hacer enmudecer para siempre la
voz de nuestro pueblo.
Lo volvimos
a oír luego, ya en Marsella mismo, ya en el Senegal, ya en el
barco que nos trajo a tierras de América. Y después de
nuestra separación en las mejicanas, nos seguían llegando
noticias de que Monzón, cada vez más encariñado con su obra
—que era la de su propio descubrimiento—, seguía
cantando, produciendo versos sin cesar y cuidándolos y limándonos
con el primor propio de su alto espíritu, todo fervor patriótico
por dentro e irradiando al exterior aquel gusto exquisito que
sabe aristocratizar los temas más humildes, pero que no se
compadece jamás con la estridencia del tono ni el
adocenamiento en la expresión...
Y he aquí
los versos del de Olaso: parte de ellos; los que el autor ha
recopilado en un primer libro que bajo el nombre de Urrundik,
(Desde lejos) lleva por subtítulo "Bake-Oroi", esto
es, "Recuerdos de paz". Recorrámoslos rápidamente,
lector.
Comienzan
con "Bakartasun", es decir, "Soledad" a la
que invoca el poeta para que puesto el espíritu en sosiego
libre de odio y tristeza, plantas exóticas en el clima vasco,
venga el amor, el mismo que le hizo peregrino, a inspirar sus
estrofas que cantarán a Euskal Erria, al amparo de la Virgen
de Arantzazu a quien hace la ofrenda de sus poemas que exaltan
el sacrificio de los gudaris:
"Gudari
orren egintza, bertsoinriak eskeintza Nun arkia! Andra Mari
berau bezin lora garbí?".
En "Bakean",
"Ludi barrena" y "Azkaíasun naia", cania
contra supuestas inclinaciones del espíritu vasco: el apego a
la tierra que, sin embargo, no le impide derramarse pródigamente
por todo el mundo y su amor a la paz que, a veces, ha de ser
sofocado por su fiera pasión por la libertad, porque:
"Naiz
bakekoa, ez da euzkal-gogoa belauniko yaioa".
Sigue
"Osíoak bidean", linda composición tras la que
viene "Artzai gaztearen abestia" (El canto del joven
pastor). Como poesía pura por la elegancia de su corte, la
gracia de sus imágenes: "Udaberri-neskaíilla, ne-rekin,
alzo pipilinpausa billaguar illa...!!!", y aun en el
aspecto técnico, por lo bien cuidado de sus versos: "Alboka
artuta goizero-yaikitzeke dala Bero, —ñola larrera ardíekin—,
hitzaren gain, alai, arin...", reputamos a este poema
como uno de los mejores del libro.
Viene después
el romance del caballero, el fraile y la pastora; una especie
de serranilla impregnada de fina gracia y del sano espíritu
de la tierra. Como engendrada en el canto, nos parece aún
mejor para cantada que para leída. Quizá influya en este
juicio nuestro el haberla conocido por primera vez cantada de
los labios del autor. Nos hacemos la ilusión de que por el
canto será popularizada y que la aventura de] marquesito de Oñate,
allá en los riscos de Arantzazu, será uno de los temas más
saboreados en esos "Bertso berriak" que habrá que
revivir y dignificar en nuestra futura etapa vasquista. Y señalemos,
de paso, que en este aspecto pocos pueden realizar una obra
tan simpática y eficaz que la de Monzón.
Y como el
espacio apremia, tendremos que hacer una más rápida revista
de las composiciones que siguen: "Katalin",
sentimental poema en que
se narran los amores del pobre maestro de Zegama prendado por
la bella Katalin:
"Katalin
dantzari mendi-lora garbi... kopetan izerdi, aoan marrubi,
illetan gari..."
El filósofo
—y excelente compuesto— "Erreka alboko zurgiñola"
en el que las aguas del río, "Ta artean... errekako ura-ba
dator ta ba diua...", van marcando el ritmo de la vida;
"Itzastar, ume bi", fina estampa de la dramática
vida de nuestros pescadores; "Baserriko apaiza" en
la que el alma se baña en la paz de nuestros campos; "Bertsolariak"
en la que sendos representantes de esta y aquella modalidad de
nuestra vida exaltan sus preferencias por el mar o la tierra
en una clásica pugna de bertsolaris; "Es-kuzko
pelotaldia", plástica descripción del deporte nacional
vasco con aquel esculpido final:
"Oyu,
irríntzi ta txalogaz, doiazte txapelak, egaz! Orman bizkarrak
yarriaz mutillak bai izardiaz, bitsa aoan artzen arnas"
"Perratzallearen
umea" cuyo sencillo asunto lo constituyen los amores del
mozo cantero y la hija del herrador; "Tropikotik",
que aparece un poco desplazada en este grupo de composiciones
con las que estábamos viviendo en el corazón de Euskal Erria
y "Lurrari", en que el poeta canta a la tierra, la
casa, la familia y el apellido, las cuatro ramas del árbol
vasco.
Vienen
luego unas estampas del pueblo natal del poeta: "Bergara"
de la que nos ocuparemos especialmente al final de este
recorrido; "Astoak berriketan", que comienza humorísticamente
para caminar con la nostalgia de las mañanas domingueras de
Bergara y "Egizko gertaera bat" en que se recuerda
un episodio de la vida bergaresa.
Después
tenemos el grupo de "Abizena" en el que realza la
significación y el valor de nuestros apellidos mostrando a un
abuelito que ya no teme a
la muerte porque puede hacer danzar sobre sus rodillas al
iiietito que perpetuará su estirpe; "Kondia ta
baratzaia", anécdota que refleja el verdadero sentido de
la democracia vasca; "Txoria ta belatza", apólogo
en que se resume la lucha de Euzkadi con el estado español
que pretende ahogar nuestro espíritu. "Batasuna",
en que recuerda nuestro gran error histórico —el
separatismo intravasco— y exhorta a sacrificarlo todo por la
unidad salvadora y "Pizkunde", en que, en torno al
episodio del traslado de los huesos de Sabino, predice la
resurrección de la patria, terminando el volumen con
"Adiskide bi", poema de entre la guerra y la paz,
puente entre este volumen y el prometido "Guda-Oroi"
(Recuerdos de guerra).
Habíamos
dejado aparte deliberadamente al poema "Bergara" y
esto por estimarlo, quizás, el más representativo de la
personalidad del poeta aunque falten, naturalmente, en él
facetas que pueden hallarse en otros de este libro.
En
"Bergara", tenemos los temas capitales, los grandes
amores que fecundan la musa de Monzón: el del pueblo en que
nació y lejos del cual su corazón no halla calor:
"Bergara tik urtenda pozik gabe nabil, —iñun ene
biotzak artu ezik bero".
El poeta
gusta de contemplar a su pueblo en el silencio de la noche y
nos da la razón de ello en esta hermosa estrofa:
"Maite
degtin andrea, lotan ha da eder antzeko semca pozkarri,
seaskan dala ager, antzeko zoriona dakar biotzera, .sorterria,
baketsu, lotan ikustea!"
Con legítimo
orgullo, recuerda el puesto de honor ocupado un día por
Bergara en el campo de la cultura vasca:
"Euskalerri
ta nunaitik ere, sendi gorenetako mutil azkarrenak etorri
izanak dirá Bergara ra ikasle. ospetsuak izanik ango
irakasleak".
Y llega a
soñar con que en el Renacimiento vasco Bergara sea un dia
nuestra Atenas:
"Amets
auxe ¡zana det: Bergara izan kabi...!
En Bergara
se asestó con el abrazo de Espartero y Maroto aquella alevosa
puñalada a la libertad vasca, uno de los más grandes ideales
por los que late el corazón de nuestro poeta:
"Salduak
izan dirá besarkada artzean Yainkoaren Semea Euskal
Azkatasun!"
Pero hay
otra cosa que pesa tanto sobre el corazón de nuestro cantor
como la pérdida de la libertad y es la del euskera que,
abandonado ya de antiguo por los mejores ingenios del país,
se nos va de entre las manos como la nieve que se derrite al
sol o como el agua que corre por la pendiente:
"Euskera
degu, urtutzen ari zaigun elur goitik-bera datorren erreka
baten ur..."
Este es el
peligro más grave y el que más rápidamente ha de ser
conjurado si queremos vivir como nación:
"Bestela
alperrik degu dendar, irrintzi ta abertzaletasunez gezurretan
yantzi Euskera aupatutzeko ez ba gera gauza, gure euskotasun
guzti... degu gezur utsa..."
Si así es,
si con todo nuestro cacareado vasquismo no servimos para
levantar al euskera a su debido puesto, todo ese vasquismo es
postizo y nuestras prédicas patrióticas... música
celestial.
Tenemos,
pues, en el poema "Bergara" los tres grandes amores
de Monzón: Euzkadi, Euskera y Bergara. Sus versos son de la
hermosa factura que podemos apreciar en otras composiciones no
destinadas al canto como "Ka-talin", "Itxastar
ume bi", "Adiskide bi", etc.
El lenguaje
en Monzón es siempre puro, pleno de savia popular, con el mínimo
empleo de erderismos ni neologismos, libre de esfuerzo y de
rebuscamiento. Elegante y conciso, hay alguna que otra vez que
extrema esta característica —supresiones del auxiliar
verbal, etc.,— pero no recordamos ningún
caso en que ello apareje oscuridad; ha sabido aprovechar en su
justa medida las grandes lecciones de Lizardi y Orixe, que
creemos sean los maestros a quienes más debe; nos referimos
al lenguaje y a la técnica del verso, pues por lo que
respecta a los temas y enfoques de sus producciones, su
espontaneidad y originalidad son absolutas. Esto se ve sobre
todo en lo anecdótico para lo que está dotado: sus poemas de
esta clase son primorosos cuadros que vivirán lo que el
idioma.
En resumen,
un gran poeta vasco que surge... "hereda nascentem órnate
poetam"; una sólida esperanza para el porvenir del
euskera que por ingenios así ha de vivir y un hermoso libro
cuyo intrínseco valor realzan las preciosas ilustraciones de
Aranoa y cuyo contenido ponen al alcance de los vascos
erdeldunes y del público latino-americano las
interpretaciones de Iñurrategui.
Se lo
recordamos, con especial empeño, a todos nuestros
compatriotas del Uruguay.
Euzko Deya,
Buenos Aires, Enero 10 de 1946.
* Amezaga era entrañable
amigo de Telesforo Monzón (Bergara, 1905-Bayona, 1981), con
quien compartió largo viaje en til Alsina desde Marsella a
Veracruz en 1941. Aquí hace un estudio de su libro Urrundik,
publicado en México, en los comienzos de su Exilio, 1945, y
que contiene además de unas preciosas i lu si ración es de
Juan de Aranoa, la. versión castellana de sus versos por Germán
de Iñurrategui.