DE BOLÍVAR A ZALDIVAR*
Por:
Salvador de Madariaga
Con motivo
de mi reciente artículo sobre los vascos y el sentido común,
un vasco de allende el mar me recuerda a Mendel. Característico.
Porque las leyes de Mendel se aplican a plantas y animales, y
yo hasta ahora no había ni soñado que un vasco fuera un mero
animal. Vamos a ver si nos entendemos. Un vasco es un hombre,
y un hombre es un animal (que suele ser) racional, es decir,
un ser cuyo cuerpo animal cobija un espíritu, donde vibra lo
divino. Lo que hay de animal en el vasco es lo que rige la ley
de Mendel. Pero lo que hay de espíritu, no. Y por lo tanto,
la ley de Mendel no se aplica o se aplica muy poco al vasco
como vasco, puesto que lo vasco es más espíritu que cuerpo.
Dicho de
otro modo, no hay raza vasca, como no hay raza española ni
raza francesa; aunque hay razas blanca, amarilla y negra; pero
lo que hay son formas del espíritu humano moldeadas por la
historia a través de siglos de convivencia en los crisoles
territoriales que son las naciones delimitadas por la geografía.
De modo que los vascos del sur de los Pirineos son españoles
y los del norte son franceses, por obra y gracia de la
historia. Vascos y catalanes, por vivir unos y otros sobre el
Pirineo en sus dos zonas más transitables, han recibido
influencias históricas de ambas naciones: Francia y España.
Navarra fue francesa y el Rosellón español. Pero al fin
venció en ambos casos la historia articulada en la geografía,
y hoy es el Rosellón francés y la Navarra españolisima.
Si damos
por evidente que la evolución de la vida tiende siempre hacia
mayor espíritu y menor animalidad, se puede medir el grado de
progreso y desarrollo de una actitud o ideología según vaya
su tendencia hacia el espíritu o hacia la animalidad. Vistas
así las cosas, el vasco que afirma ser dos veces español por
ser vasco está más adelantado en su evolución humana que el
vasco que dice que él no es más que vasco; porque el primero
se da cuenta de que los vascos con los gallegos, castellanos,
leoneses, catalanes y demás "naciones" españolas
han creado algo original y único en la historia, que es lo
español, creación espiritual; mientras que el vasco que
* Inseríamos
el artículo de Madariaga, Salvador (1886- 1978), replicado
por Arnezaga. Damos así al lector alcance más cumplido de
una polémica de prensa que conmoción!) por «sos días y por
igual a venezolanos y vascos. A estos último.!, porque
Madariaga escribió una biografía de Bolívar que fue
prohibida en Venezuela.
no es más
que vasco quiere encerrarse en lo que hay de común entre las
cuatro variedades hispanas y las tres francesas, siendo asi
que esto de común no es ya lo espiritual e histórico sino lo
animal y físico y sujeto a la ley de Mendel. De modo que
estos vascos nada más que vascos se creerán todo lo católicos
que quieran, pero no entienden la esencia del homenaje de
Jesucristo que está en \& primacía de lo espiritual
sobre lo carnal.
Se trata,
pues, de un caso de retroceso o de retraso infantil. La
historia de Europa ha consistido precisamente en crear espíritus
nacionales armónicos con grupos humanos distintos y a veces
enemigos. Francia, Inglaterra, Suiza, son casos elocuentes. El
suizo de Lausanne que prefiera irse con los franceses de
Savoya a seguir conviviendo con los suizos germánicos de
Zurich sería civilizado, que ha preferido ser francés siendo
así que física y lingüísticamente es alemán.
En España,
pues, los vascos separatistas son lo contrario de los vascos
autonomistas. Estos son la gente más avanzada e inteligente,
la que ve el sentido de la evolución humana hacia siempre más
espíritu, más convivencia, más libertad, más armonía en
las diferencias. Pero los separatistas no se han enterado de
lo que es la evolución ni el progreso. Aspiran a deshacer lo
que las once o doce naciones españolas medievales han
construido en el curso de los siglos, que es el espíritu español;
y prefieren encerrarse en una especie de rebaño exclusivo
racial, es decir, animal, sin espíritu alguno. Se trata de
algo muy parecido al terrible episodio retrógrado que padeció
Alemania (país hecho de sajones, polacos, daneses, francos, húngaros
y Dios sabe qué), cuando Hitler la convirtió al evangelio
animal de "Sangre y tierra". Ya sabemos cómo terminó
aquella tragedia. No es cosa insinuar que los vascos
separatistas van a convertirse en unos nazis sanguinarios. Son
por lo general excelentes sujetos y no va por ahí la cosa. Se
trata de señalar que la actitud y el pensamiento racista que
es el meollo del separatismo vasco es esencialmente de índole
anti-espiritual y aún animal; y, por lo tanto, a la vez
contraria al progreso y al cristianismo.
Si insisto
tanto en este aspecto del problema vasco que consiste en
distinguir lo autonomista y civilizado de lo separatista y
cerril, es porque considero lo vasco como el elemento
fundamental de lo español. "El alcaloide de lo español"
lo llamaba Unamuno. Yo prefiero otra imagen. Para mí lo vasco
es el tronco de la encina española, que da tres vigorosas
ramas, lo leonés, lo castellano y lo aragonés, y de estas
tres sale toda la florida y fructífera periferia. Si metemos
la sierra separatista en lo vasco, se secará España entera.
Y por eso creo mucho más grave el separatismo vasco que los
demás separatismos, porque se
trata del tronco mismo de nuestro país. Y no sólo se secaría
España entera, sino el vasco también; porque lo vasco español
respira, florece y fructifica en España y sin España se
moriría.
De modo que
no abusemos de Mendel, y (al menos para estas cosas del
nacionalismo), leamos más historia y menos biología. No
sigamos insistiendo en que Bolívar era vasco por la ley de
Mendel (y aún en que yo lo soy y niego a Mendel por
declararme más bien gallego), porque no tiene sentido este
argumento. Ya en mi anterior artículo hice valer que de los
sesenta apellidos de Bolívar sólo a lo más ocho son vascos;
de modo que, aún con Mendel en la mano, Bolívar sólo sería
vasco en un trece por ciento. Pero Bolívar no es un producto
mendeliano; es una creación histórica hispan o-americana, un
espíritu venezolano, criado, amamantado, fermentado,
destilado en el ambiente de Caracas y de San Mateo. Si algo de
español hay en él, a mi ver, como ya lo insinúo en mi
libro, su mirada honda y la forma y expresión de su rostro en
reposo, siempre melancólica y añorante, se me antojan
esencialmente gallegas. El vasco, además, en lo físico, es
forzudo, musculoso y hasta corpulento. Bolívar era de poco
cuerpo. Todo lleva a confirmar que en él dominaba el espíritu
sobre la carne.
Y para
terminar, no insistamos tanto en sacar consecuencias vasquis-tas
de un mero apellido, porque si a los apellidos nos vamos a
fiar, el exdictador cubano se llamaba Fulgencio Batista Zaldívar,
que no sólo es vasco sino que hasta rima con Bolívar. De
modo que Mendel y en verso.
El
Universal, Caracas, Abril de 1961.