ORIXE*
Nicolás
Ormaetxea
Desde fines
del siglo XIX había palidecido ya la estrella de los
adoradores del euskera del Paraíso y, con los sólidos
trabajos de Campión, Arana Goiri —el hombre a quien más
debe el Renacimiento euskérico—, Azkue y Urquijo, se
iniciaba una nueva era que, sobre todo, en las dos obras
fundamentales de Azkue —Diccionario y Morfología—
brindaba los más firmes fundamentos a la edificiadón futura.
Esta había
de encarnar, principalmente, en un hombre como Nicolás de
Ormaetxea quien, nacido el año 1888 en el pueblecito de
Oreja, allá junto a la raya de Navarra, mamó la variedad
central del idioma —dialecto vascón— y reunía en su
compleja personalidad, tan representativa en muchos aspectos
de su no menos complejo pueblo, junto a la natural fluencia de
expresión castiza de aquella sociedad de pastores y
carboneros con quienes convivió en su infancia y primeros años
de juventud, el riquísimo bagaje de cultura humanista que su
privilegiada inteligencia le permitió conquistar en sus años
de noviciado en la Compañía de Jesús. El hombre enamorado
de la suprema concisión de Horacio y de la pastoril nauta de
Teócrito se encontraba, por una parte, conocedor profundo de
los modelos clásicos, y, de la otra, del lenguaje popular
euskérico más puro. Sólo le faltaba lo que pronto sus años
de servicio en Euskaltzaindi (Academia de la Lengua Vasca),
fundada en 1919, le otorgaron: la oportunidad de dedicarse al
conocimiento exhaustivo de nuestros clásicos en todos los
dialectos y del habla viva también de todos ellos, en la que
había de embeberse en las labores del "Erizkizundi"
y otras de la Academia, y que hicieron de él ya de por vida
un estudiante de euskera, como modestamente solía él decir,
y no dejaba de ser verdad, sin que por eso dejara también de
serlo el que se constituyese al mismo tiempo en el más grande
de los maestros.
Con este
enorme bagaje de cultura humanística y, sobre todo, de
conocimiento vascológico, Orixe se abocó de lleno a la tarea
que el tiempo estaba demandando: el cultivo literario intenso
del euskera, de un euskera fundado a la vez en el habla viva y
en el aporte de nuestros clásicos de todos los dialectos para
llegar a hacerlo resonar como un instrumento nuevo,
como el ágil
instrumento de cultura nacional de que tan necesitados estábamos
los vascos. Nada de perder el tiempo en lucubraciones sobre el
supuesto origen anti-diluviano del euskera, su extraordinaria
condición de idioma isla, y, menos aún, de dedicarlo a la fácil
tarea de las etimologías baratas. Para salvar de la muerte al
euskera la primera labor es la de hacerlo apto para las
necesidades de la vida actual; en lugar de hablar tanto sobre
el euskera en erdera lo que urgía y urge es tratar en euskera
de todos los temas que la compleja vida moderna nos ofrece y
capacitarlo, hasta el límite, para todas las labores
culturales del hoy y del mañana. El hombre montaraz, y por
nacimiento y por su formación en el limitado círculo de
pastores y carboneros, entendía perfectamente que, sin desdeñar
un punto esa entrañable forma de vida, había otras como la más
profunda de la ciencia o la más elevada del arte cuyos
caminos el euskera tenía que recorrer si queremos que sea un
instrumento idiomático vivo.
SÍ hemos
de trazar un rápido bosquejo de su vida la consideraremos
primero en su etapa de Bilbao donde, entre sus labores de la
Academia y de redactor euskérico del diario "Euzkadi",
brotan obras como Santa Cruz apaiza, en que arroja las más
favorables luces sobre la figura del terrible guerrillero
carlista; la castiza traducción (al euskera vizcaíno) del
Lazarillo de Tormes y la magistral del Mireya de Mistral. El
artista disponía ya de un instrumento adecuado que, sin
embargo, se cansaba de perfeccionar y con él se lanzó, en la
etapa siguiente en su retiro de Uitzi, a plasmar, tras Borne
Muinetan (en euskera laburdíno) que da la talla de su
capacidad como gran poeta místico, su obra de más aliento,
el poema "Euskaldunak" en el que, a lo largo de doce
rail versos distribuidos en quince cantos, describe la vida
del pueblo vasco en el acontecer de un ciclo anual. Es la obra
de un gran poeta y de un gran patriota; de un hombre para
quien el vivir de su pueblo en sus formas más típicas no
tiene secretos porque se ha acercado a ellos con esa luz que sólo
sabe engendrar el calor del corazón. Se trata de una obra
maestra, de segura perduración y de imprescindible lectura
para todo el que quiera auscultar el espíritu de nuestro
pueblo. Fue para nosotros una tarea, quizá dura, pero honrosa
la traducción literal y total de esta obra al castellano,
empresa en la que tuvimos el aliento y la ilustración del
autor, amigo y maestro.
En Uitzi le
sorprendió la sublevación franquista y, tras de sufrir duro
trance en la prisión de San Cristóbal, pudo huir a Laburdi
donde, aparte de sus valiosas colaboraciones en "Eusko
Jakinua" y "Gernika", dio cima a la traducción
de Urtze guzitco Meza Bezperak, llamada a influir
poderosamente sobre los destinos del euskera, y donde, entre
otras tantas cosas, ha cumplido, como muy bien dice Luis
Mitxelena, ' 'El milagro de una versión absolutamente fiel
del "Lauda Sion Sanvatorem" en la misma medida que
el original —en realidad tiene dos versos menos— sin
soslayar ninguna de las dificultades que ofrecía este
comprimido teológico". Y de modo similar en otros cantos
e himnos litúrgicos.
A esta
etapa del norte del Bidasoa sucede la de América donde el
prosista nos ofrece, en sus colaboraciones de "Eusko
Gogoa", aquel tratado de mística: "Kito'n
arrebarekin", hecho brotar de sus conversaciones allí
con su hermana monja y en el cual desde las evocaciones hogareñas
se va elevando hasta las cumbres donde aletea el espíritu de
su admirado San Juan de la Cruz. Al mismo tiempo, publica
ensayos de Metafísica y Estética donde el pensamiento de
Platón, Plotino, Hegel y Croce cobra nuevas irisaciones al
ser desenvuelto en el rico ropaje euskérico de nuestro
escritor quien, como poeta, nos va dando también sus visiones
de la tierra americana: "Bolivia'ko zabaldian",
"Pichincha sumendiari", etc, etc, o desnuda su alma
en la serie de "Getsemaní", de cuyos poemas podemos
decir muy bien con palabras de Mitxelena que "en sus poesías
de tema místico se ha traslucido siempre, dentro a veces de
una aparente sequedad, una honda emoción que con los años se
ha ido expresando en un tono cada vez más abierto y más
sincero. Tal vez se encuentre en estos poemas, compuestos en
un verso sobrio y simple, la manifestación más alta de la
personalidad de Orixe".
Tras la
etapa americana, viene la última marcada por el retorno a Euz-kadi
donde nos ofrece la magnífica traducción de las Confesiones
de San Agustín; después su ingreso en Euskaltzaindi como
miembro de honor; su triunfo de mayo de este mismo año al ser
laureado en Tolosa en el homenaje a Lizardi que, como se sabe,
era una de sus grandes admiraciones y, por fin desde Añorga,
el tránsito hacia los prados de eterna bienandanza tan soñados
por su mística alma.
Euzko
Gastedi, Caracas, Setiembre de 1961.
* Muy influido por la
personalidad y obra de Orne (Ortnactxca, Nicolás. Oreja,
1888-Añorga, 1961), Amezaga le dedica una conferencia al
saber de su muerte (Centro Vasco, 13- IV-61) y un estenso y
documentado capitulo en su obra ya citada F.l Hombre Vasco.