NICOLÁS ORMAETXEA, "ORIXE"
1. El hombre y el humanísta.
El año de 1888, nacía Nicolás Ormaetxea en el pueblecito guipuzcoano
de Oreja, corrientemente llamado por sus naturales Orixe, del que tomó
su sobrenombre nuestro vate. En aquel pueblito de la raya de Navarra
vino a la luz Ormaetxea en un parto en el que, según él lo dice en un
pasaje de Euskaldunak, su pobre madre tuvo más hijos que pechos para
ofrecerles, pues fue triple. Se crió y educó en Huizi, el cercano
pueblo de Navarra, dándose así en él, desde los primeros años, la
conjunción de un conocimiento profundo del euskera popular guipuzcoano
con el alto navarro al que llegan las influencias del labortano: es
decir, reunidas las tres variedades que forman el dialecto que el Príncipe
Bonaparte llamó vascón, dialecto central del idioma y núcleo del
euskera literario que Ormaetxea, entre otros notables cultivadores,
tanto se esforzó por desarrollar.
Los primeros años de su vida transcurren en el caserío, ocupado
principalmente en las labores del pastoreo en aquellas montañas de la
alta Navarra en que el euskera fluye puro y sin contradicción.
Orixe que se había destacado como un
brillante alumno en la escuela del pueblo, ingresa, mozo aún, en la
Compañía de Jesús en cuyos estudios encuentra oportunidad de conjugar
sus conocimientos del eus-kera vivo, con los que le proporciona una sólida
formación humanista para la cual naturalmente estaba dotado. Y allí,
en el estudio de las lenguas y literaturas clásicas, como profesor de
griego y latín y en sus clases de teología y filosofía, se forma el
gran humanista que fue Orixe quien nunca dejó, por eso, de ser un
hombre esencialmente popular, una de las muchas contradicciones de su
carácter en las que, como muy bien dice Luis Michelena, se nos muestra
como compendio del humor complejo de un pueblo que no es tosco y
sencillo más que en la apariencia; nacido para vivir y convivir en las
formas más simples y sencillas de la vida, en los lugares más
apartados del país, entre carboneros, pastores y leñadores y, al mismo
tiempo, particularmente dotado para recibir la impronta de un Virgilio o
mejor aun la de un Teócrito de cuyos contactos salió aún más cargado
de los aromas y rústicos sabores de los heléchos y las argomas de los
montes nativos.
Este era el hombre contradictorio en
quien la exquisita cultura clásica nunca fue poderosa a romper su
natural corteza rústica con la que permaneció como un hombre esquinudo
y solitario, aunque dentro de esa corteza pudiera percibirse sin
demasiado esfuerzo, un gran corazón generoso, sensible y hasta tierno
que cantó, como seguramente hasta hoy nadie haya cantado en eus-kera,
al sentimiento de la amistad.
AI de algunos años sale de la Compañía. No hay quiebra en su vocación
ni se da ningún hecho que necesite ser silenciado. Y tras su salida,
sigue siendo en una agria polémica sobre el acento vasco, o sobre
Krutwig en discusiones sobre la Academia vasca antigua y la actual o
sobre Lafitte alrededor de puntos de gramática o contra tantos otros.
Era un hombre que se apasionaba en la polémica y que no podía callar
—y esto es muy vasco— cuando veía que una cosa no era verdad y
hasta cuaudo simplemente esa cosa no le gustaba.
Recuerdo, y permitirse esta pequeña
referencia personal, porque es de las que ayudan a comprender el carácter
de Orixe, que cuando le remití mi traducción euskéríca del
"Platero y yo", me escribió al poco que habia comenzado a
leerlo, pero que lo había dejado de la mano, pues no le gustaba. Ha
hecho usted muy mala elección de tema, me decía entre otras cosas. Y
yo no pude tomarlo a mal por la sencilla razón de que con haber tenido
poco antes crítica favorable mi modesta versión del Hamlet, de nadie
mereció, ni muy de lejos, los elogios realmente extraordinarios que le
tributó Orixe en un trabajo que escribió especialmente para la revista
Euskal Erria de Montevideo.
Se trataba de un hombre de una pieza,
absolutamente sincero y que había que tomarlo como era en lo agradable
y en lo que no nos resulta tal. Y como hombre de una pieza lo era en su
fe robusta que llegaba en su exaltación al misticismo. Como lo dice
Mitxelena, uno de nuestros mejores críticos, en su magnífica
"Historia de la Literatura Vasca", se trata de un "Místico
extraño en un pueblo como el vasc* para quien la religión es más que
fervores, éxtasis y trances, un conjunto de normas morales y legales
dentro de un sistema bien organizado que abarca lo visible y lo
invisible".
El euskerólogo y el euakerista. Con
esa formación entró Orixe en el campo de la lengua y de las letras
vascas. Llegó en un momento en que aquellas fantasías sobre el euskera
del Paraíso habían sido ya relegadas al olvido. Ya nadie toma en serio
lo del euskera como una de las lenguas habladas en la torre de Babel y
todas aquellas otras cosas en que se recreó la fantasía de un
Perochegui, de un Churruca, de tantos otros noveladores de nuestro
idioma. Pero todavía quedaban hombres que caminaban por los senderos
abiertos por la vigorosa personalidad de un Larra-mendi; aún se sentían
las influencias, y en hombres tan meritorios y para nosotros tan
sagrados como el Maestro Sabino de Arana, de teorías como aquella de la
significación de las letras, tan aireada por As-tarloa, y dé tantas
otras que hoy en día ni asomarse pueden a la luz de la Lingüística,
ciencia que por entonces estaba en sus comienzos.
Era la época —1900-1920— en que
los estudios vascos en nuestra tierra giraban alrededor de cuatro
hombres fundamentales: don Arturo Campión que había nacido en 1854; 'ion
Resurrección María de Azkue diez años más joven; don Sabino de Arana
venido a la luz un año después de Azkue y don Julio de Urquijo
posterior en seis años a Sabino.
Don Arturo Campión publica en 1884 su
famosa "Gramática de los cuatro dialectos literarios de la lengua
eúskara"; don Resurrección María de Azkue lanza a la publicidad
el año 1905-1906 ese monumento hasta hoy inigualado en la lengua vasca
que es el Diccionario Vasco-Es pañol-Francés. Por su parte, don Julio
de Urquijo funda, en 1907, la "Revista Internacional de los
Estudios Vascos" esfuerzo laudabilísimo para la difusion del
conocimiento serio de nuestro idioma y por el que se evitó que se diera
en los estudios sobre nuestra lengua lo que se había estado viendo en
los estudios célticos, p. ej. es decir, que acudiesen a ellos todos
cuantos se sintiesen animados del deseo de fantasear sobre cosas que
poco o mal conocían. Y estos hombres beneméritos entre los que destaca
por su impulso patriótico y renovador Sabino de Arana, van poniendo las
bases de nuestra verdadera cultura euskérica.
Muerto Sabino de Arana en 1903, quedó como uno de los principales
herederos de su escuela euskeraló-gica, don Luis de Eleizalde quien tomó
la dirección de una de las mayores empresas culturales de Sabino: la
revista "Euzkadi". Eleizalde es el autor de la "Morfología
de la conjugación vasca sintética" y de tantos otros trabajos
sobre filología vasca que lo constituían en uno de los más
calificados seguidores de la escuela aranista. Así pues, al celebrarse,
a impulsos del patriotismo vasco, aquellos inolvidables Congresos de
Estudios Vascos que comienzan con el de Ofiate que se celebra en
septiembre de 1918, se marca un hito fundamental en nuestro renacer
cultural cuando, entre otras cosas, se decide allí la constitución de
la Academia de la Lengua Vasca a la que se da nacimiento mediante la
designación en el citado Congreso de cuatro académicos natos que son
Campión, Azkue, Urquijo y Eleizalde encargados, por su parte, de la
estructuración del cuerpo y de la elección de los restantes miembros
hasta el número de doce de que "Euskaltzaindi", es decir, la
Academia de la Lengua Vasca, iba a constar.
Hay que decir que la constitución de
"Euskaltzaindi" suscitó no pocas y encendidas controversias.
Objetaban éstos a la forma de su constitución, aquélíos a la
designación de tal o cual miembro, a la pretendida preterición de tal
otro, etc., etc. Pero hemos de reconocer que, con todos los defectos que
pudo haber en su creación, ésta prestó grandes servicios a la causa
de la cultura y del idioma vascos, sin que se pueda olvidar tampoco, lo
que suponía como órgano de unidad vasca al estar, como estaba
constituida, por vascos de uno y otro lado del Bidasoa. Era un gran
servicio el que prestaba a la Patria al congregar en aquella oscura casa
de la calle Ribera a los hombres más preocupados por el porvenir del
idioma, por su unificación literaria que allí se puso en marcha, por
la unificación ortográfica que inmediatamente fue realizada siguiendo
el sistema sabi-niano y al que se imprimió sello de oficialidad, por lo
menos para todos los escritores vascos peninsulares, al crear allí una
biblioteca de nuestros clásicos desde Axular para acá de cuya lectura
podía obtenerse por el estudioso frutos de los que personalmente puedo
dar testimonio; frutos que se ofrecían allí al alcance de la mano para
cualquier euskaltzale de buena voluntad y que tan difíciles eran de
obtener, en otra parte, salvo para algunos pocos privilegiados.
En aquella Academia pasa a trabajar Orixe que permanecerá allí más o
menos desde 1922 a 1930 participando en todas las labores, completando
en aquellos ocho años su formación de euskaldun de nacimiento y de
humanista con un perfecto conocimiento de todos nuestros clásicos en
todos los dialectos y con un estudio vivo de los problemas del día que,
sobre todo, con el "Erizkizundi irukoitza" o "Triple
cuestionario", le tocó hacer por todas las regiones de Euz-kadi.
Allí va consolidando y decantando su cultura :uskérica y adquiriendo
un conocimiento de nuestro idioma patrio como difícilmente podría ser
acumulado de otra forma sino naciendo la vida que en esos ocho años él
hizo allá.
Y es cuando nos aparece ya el Orixe que
podemos configurarlo en estas cuatro características:
1. Tenemos en él al hombre que totalmente embebido en el estudio del
euskera no se preocupa demasiado por esas cuestiones en las que vimos
consumirse la existencia de tanto vasquista anterior, como son las de
los orígenes de la lengua, problemas etimológicos, etc., etc.
2. Es el hombre que entiende, desde el principio, que lo práctico es
escribir en euskera sobre el euskera y no disipar las energías que
deben consagrarse a éste en apologías castellanas, como hasta entonces
había sido la moda.
3. Es quien con toda su alma propugna por un euskera que se basa a la
vez en el lenguaje vivo y en la aportación hecha al mismo por los clásicos
de todos los dialectos, de forma que se llegue a crear un instrumento
lingüístico que, al prestigio de lo antiguo y de lo vivo, uniera la
variedad de un ritmo que lo hiciera sonar como un instrumento nuevo.
4. Penetrar con este instrumento en todos los campos hasta entonces
vedados al euskera de las ciencias y las artes.
Y así, haciendo algo por el estilo de lo que Cicerón hizo, en su labor
de adaptación a la lengua latina del saber griego de la época con sus
sistemas y terminología característicos, se lanza Orixe a escribir
sobre temas de filosofía y teología, de estética y crítica literaria
y tantas otras como luego veremos.
Con esta preparación y ese espíritu se lanza a hacer figura en la
literatura vasca donde lo vamos a considerar ahora como prosista y como
poeta lírico y para mayor claridad vamos a seguirlo en las cinco etapas
siguientes: 1, la de Bilbao; 2, la de Huizi; 3, la de Francia; 4, la de
América, y 5, la de su vuelta a Euzkadi.
Etapa de Bilbao. En Bilbao Orixe, mientras trabaja en la Academia de la
Lengua Vasca y sustituye en la redacción del diario "Euzkadi"
a aquel prosista vasco tan difícil de reemplazar como era el
inolvidable don Evaristo de Buztinza ("Kirikiño"), junto con
el conocimiento más profundo del idioma, adquiere un manejo cada vez más
ágil de la pluma y da a luz tres obras fundamentales.
La primera de ellas es la traducción al euskera de "El Lazarillo
de Tormes" que, como bien se ha dicho, es el tipo más puro de la
prosa castellana del género familiar, aun no alterado por las pompas de
los peri-fraseadores andaluces, ni el período alambicado de los
latinistas, ni las puntas de loa conceptistas. Se trata, pues, de un
lenguaje puro y sencillo como aquél que aí euskera quería traer Orixe
quien plenamente logra su propósito en su versión, en elegante
dialecto vizcaíno, que sale de las prensas el año 1987.
Dos años después, y esta vez en
dialecto guipuz-coano, aparece su biografía del cura Santa Cruz,
"Santa Cruz Apaiza" con la que consolida aún más su fama de
prosita castizo y maestro de las letras vascas.
Finalmente, en este periodo de Bilbao, publica el año de 1930, su
hermosísima versión de "Mireio" el famoso poema en que
Mistral hizo vibrar, a través de los amores de Mireya y Vincent, todo
el alma de Provenza que se nos revela en aquel escogido repertorio de
flora y de fauna, de costumbres y modismos, de creencias y tradiciones,
de todo lo que constituye la vida de un pueblo trabajador y al propio
tiempo artista; poema que como decía el autor en su dedicatoria a
Lamartine, era su alma y su vida y la flor de sus años mejores.
Y con esta traducción demuestra Orixe que su prosa está ya hecha.
Es absolutamente dueño del instrumento
y ello y las noticias que se tenían de los deseos de Ormaetxea de
dedicarse a la composición de un poema euskérico de gran envergadura,
de un poema nacional, hacen que en un grupo de meritísi-mos
euskaltzales tome cuerpo la idea de que sería conveniente tomar a aquel
hombre tan extraordinariamente dotado y con tan excepcional preparación,
sacarlo del trabajo monótono y obligado de la redacción de
"Euzkadi" y las oficinas de la Academia y comprometerse a
sostenerlo mientras, retirado en su caserío de Huizi daba cima al poema
que en su mente bullía.
Y así se hace. Orixe se retira a aquel
rincón del valle de Larraun y allí, en fecunda soledad, invoca al Espíritu
que mora en lo alto:
"Zatozkida, Goi-arnaa, eizu nerekin lan, erri baten amasa mamitu
dezadan..."
Y el Espíritu acude generoso al llamado del vate para hacer carne en
sus estrofas a los hálitos de la tierra. Sopla en el txistu de Pontxo
el de Zubieta, el humilde juglar que acude con el pregón de las fiestas
patronales las que se inician con la misa solemne a la que sigue la
danza donde se nos va presentando a varios de los personajes típicos
del pueblo y en donde prende el amor en Mikel el de Igarategui hacia
Garazi la de Errekalde, Gerri-eder, la de la hermosa cintura, como la
llama el poeta. De la mano de ambos seguiremos el hilo del poema. Pero
no serán ellos los verdaderos protagonistas sino el pueblo vasco entero
y siempre presente "Euskalerri osoa dut kantagaí", nos dirá
el poeta. Es el pueblo vasco cuyo vivir contemplamos, en el ciclo del año,
entregado a sus fiestas y deportes favoritos ea "Pestaburu", y
del que en "Artazuriketa" la vida menuda se desgrana al compás
de las espigas del maíz en el desván del caserío Errekalde, al tiempo
que se van concertando futuras parejas como la de Mikel y Garazi cuyos
amores florecen ya en el siguiente canto, "Gaztaiñaro". En el
"Iraleak", éstas —las hilanderas— para aliviar el trabajo
del lino entonan viejas canciones y hermosas leyendas de los viejos
tiempos del país: "Alos torrea", "Goizean
goizik"... La época de "Olentzaro" nos dará la estampa
clásica de la matanza del cerdo en el caserío y la primera entrada
formal de Mikel en casa de su prometida y el certamen de aizkolaris en
el que Leiza y Huici han de dirimir su vieja rivalidad.
Las fiestas de carnaval "Iñauteri"
con sus facetas de "Gtzakunde", "Emakunde" y
"Orakunde" nos hacen conocer aspectos pintorescos de la vida
popular vasca, mientras que en el canto siguiente, "Denok
bat", las veladas invernales, junto a los troncos que
chisporrotean, hacen elevar el tono hacía aspectos tradicionales y
patrióticos con "Arbola bat", "Itsas-gizona", etc.,
etc. Pero ha llegado marzo, el frío cede, la nieve se retira y estamos
en la época en que los corderos recentales comienzan a triscar en la
pradera y el campo se viste de alegría. Pero ésta va nublando a causa
de una pertinaz sequía. El valle entero implora la lluvia y es preciso
acudir en rogativas a la sagrada montaña de Aralar que cobra acentos de
Sinaí en la voz del poeta. La lluvia llegará con una tormenta que
dispersa a todos los malos espíritus y el ciclo del año continúa con
episodios que nos hacen vivir entre la espontaneidad diáfana de
Hesio-do en "Los trabajos y los días" y el supremo arte
virgilíano de "Las Geórgicas". Así en
"Artajorra", la escarda, y en "Belarrekoan" donde
asistimos a una apuesta de "segalaris" y en
"Eultzia" la trilla, para ir llegando a su final en
"Eztaietan", las bodas de Ga-razi y Mikel, con sus
"toberak" y "bertsolaris". Viene después
"Eztaiondo" en que el viaje de la pareja a la costa da
oportunidad a la soberbia escena de la regata de traineras en Donostia
y, finalmente, el poema parece diluirse con la nota melancólica de
"Amonaren illetak", para terminar con la estampa del partido
de pelota jugado entre varios de los sacerdotes venidos a tomar parte en
las exequias.
A vuela pluma, hemos esbozado al
argumento del poema mayor de Orixe que es el de más largo aliento hasta
ahora producido en nuestra lengua. Se me perdonará que hoy no entre en
el estudio que demanda esta obra magna. Ella fue el tema de mi primer
curso en la cátedra de "Cultura Vasca" de la Facultad de
Humanidades de Montevideo por encargo de la cual y con la inapreciable
ayuda, en algunas dificultades, del propio Orixe, cuyas notas de puño y
letra conservo como precioso recuerdo, traduje el poema
"Eus-kaldunak" íntegra y totalmente al idioma español.
Orixe permaneció en Huici hasta el año
1936 en que le sorprende la sublevación militar. Pero antes, el afio
1934, aparece, editado en la benemérita Itxaropena de Zarauz, su tomito
de poemas místicos "Barne-Muinetan". Revestidos de ropaje
laburdino, como una muestra más de su dominio pleno de todos los
dialectos, contiene algunos de los poemas, para nosotros, más hondos de
nuestro poeta y fueron saludados por la docta crítica del P. José María
de Estefanía con palabras como éstas: "Barne-Muinetan". El
euskera está de enhorabuena: sus poetas son dignos, más intensos y más
originales de los que podrían presentar actualmente algunas lenguas
circunvecinas... Sus poesías (las de Orixe) son poesías religiosas de
nuevo cufio. La colecciones de
Droste-Hülshoffs, de Verlaine, de
Manzoni, de Verdaguer, de Gabriel y Galán no tienen con esta de
Ormaechea nada en común, fuera de ser, como ella, católicas. Su nota más
íntima y más penetrante, la que le presta un carácter propio, un
sello y aire nuevos, originales, con marcada originalidad, es la
insuperable fusión de luz intelectual y calor afectivo, de sólida
cultura literaria y de ingenuidad y sencillez popular. Son verdades de
fe, verdades del Evangelio; pero vivas, profunda y seriamente meditadas.
Acaso algo de índole intelectual más discursivo que intuitivo, se
embebe en todas ellas, y a veces hasta prepondera, dando la impresión
un sí es no es de sequedad. Las redime, sin embargo, de ese escollo que
apunta, el caudal corriente de sentimiento que las empapa; sentimiento sólidamente
cristiano, todo humildad anonadada, y todo esperanza filial confiadísima...
No es otro el secreto de su unción tan sensible, aunque no desbordada y
blandengue, sino grave y varonil... Los resultados, a fin de cuentas, y
en nuestro caso, constituyen una poesía genuina, sólidamente
espiritual y originalísima, en la que la hondura, la elevación y la
sencillez, son al mismo tiempo el fruto y la proyección de un
temperamento armoniosamente clásico, y de un alma y de un corazón
fervorosamente cristianos.
Poesía de ley, poesía egregia, toda
equilibrio y sobriedad, poesía sana en cualquier sentido como devoción
y como literatura. Y con una ventaja sobre todas o casi todas las otras
del mismo género: su popularidad, su ase-quibilidad aun a los indoctos.
En esta fusión del arte consciente de los cultos y de la mentalidad
—la cabeza y el corazón del pueblo— Orixe es único. Repetimos lo
que dijimos ya en otra ocasión: Orixe en laa actuales circunstancias de
la literatura euskérica, para aclimatarla y arraigarla en el medio en
que vive —la campiña y la montana—, no tiene precio. Es el
orientador que ni soñado".
Poco puedo yo añadir después de ésto,
pero no me resigno a dejaros de leer uno de los poemistas de ese libro
que elijo por estar seguro que esta elección la aconseja en la ocasión
presente tanto como su excelencia su brevedad misma. Escuchad, pues,
"Alda-rean":
"Kristo'gan dugu laínko betea, ostian Kristo betea dugu. Zentzuek
gai ez, betorr sinismen izkutu oiek argi ikusteko. lainkoa ain Berez
erantzí ba da, Zertan iantzi nik irudimenaf adimena nik zertan
zorroztu? Fedea lagun, bizi ikusten dut Biotzez bestez ez zadan ikus.
Begira daukat, begira nauka. Gorputz-begiez dakusdanean ez ñau lilura;
ez du dirdairik;
doi-doi margorik. Gero... sar dute Zuririk ere ez dezaket ikus; an nago,
ordea, fedez iantzirik. lan dudanean, lainkoz bete naiz Nagon ni Argan,
bego neregan; indar benaza so dagiodan. Sutu, goritu bekit biotz au
"Esker Ona" ri esker emanaz. Begira daukat. Naukan
begira".
El 18 de julio de 1936, después de oír
misa temprano en su retiro aldeano frente al Aralar y su querido monte
Trintín, nos cuenta él mismo cómo tomo el camino de Tolosa donde
pensaba asistir a una apuesta de korrikalaris, cuando en k mitad del
camino se topa con un amigo que le dice: "Pero, a dónde vas? ¿No
sabes que estamos en guerra?". Ni la más remota idea de ello tenía
nuestro poeta quien al de poco es aprisionado y llevado a Pamplona y de
allí a k fortaleza de San Cristóbal donde tantos mártires vascos
padecieron y en cuya prisión, según nos lo contará más tarde desde
América, oyó de boca de los cruzados las blasfemias más horrorosas
que en su vida pudiera haber imaginado se dijeran por labios de
cristianos.
Afortunadamente, pudo salir de allí y
escapar a Francia en otra etapa que se prolonga hasta el año 1950.
Etapa de Fronda. Destacaremos de esta época, entre otras cosas, en
primer lugar, sus colaboraciones en k revista "Eusko
Jakintza", publicación que tanto bien hizo a nuestra cultura y
mucho más podría haber hecho si hubiera habido posibilidad de
mantenerla. En esa revista aparece, otra vez, el polemista de raza que
era en la crítica de la Gramática Vasca del Padre Lafitte a la que,
concediendo todos los méritos que tiene, apunta, al mismo tiempo, todos
los casos en que el conocimiento del euskera no se revela en el autor a
la altura de las circunstancias (1947).
Escribe también en esa revista un muy enjundioso estudio titulado:
"Mintzoera bakarra, gira enda ba-karra" esto es, "Lengua
única, raza única" (año 1948) y allí también publica un gran
trabajo sobre "La sintaxis primitiva en la lengua española"
(año 1950) en la que se revela como el gran filósofo que era al
relacionar ese estudio con el de la sintaxis primitiva de la lengua
vasca y la que había imperado en los primeros escritores latinos.
Es por aquellos años cuando le hacen
un encargo. Se refería al vacío que se notaba en el euskera de un
manual de devoción a la altura de las circunstancias. Porque, a pesar
de que en euskera el mayor caudal de su literatura lo dan las obras de
tema religioso, lo cierto es que no sirven para breviario ni la gran
obra inmortal que es y será siempre el "Gero" de Axular, ni
el "Otoíz Gaiak" de Mendiburu, ni las de Juan Bautista de
Agirre, el de Asteasu, ni tantas otras meritísimas, por lo demás. Se
encontraba nuestro pueblo y los sacerdotes, sobre todo, en la necesidad
de un breviario completo y adecuado como existe hoy en día en todos los
idiomas. Y la composición de esta obra es lo que proponen a este hombre
que no es sino un simple seglar.
Y Orixe acomete la obra y la realiza en
un tiempo inverosímil, componiendo en euskera ese breviario que se
llama "Meza-Bezperak" que es en sus 1.400 páginas un
monumento al idioma vasco y en el que hace, entre otros milagros, éste
que señala Michelena, de conseguir en verso una versión absolutamente
fiel del
"Lauda Sion Salvatorem" en la misma medida que el original
—en realidad la traducción tiene dos versos menos—, sin soslayar
ninguna de las dificultades que ofrecía este comprimido teológico.
Recuerdo bien, cómo cuando este breviario se editó, allá en
Montevideo, un padre vasco dominico, me ponderaba entusiasmado la gran
proeza que representaba el haber traducido tan magistralmente, casi sílaba
por sílaba, todos los himnos y cánticos litúrgicos. Se trata, por
otra parte, de una obra llamada a tener una influencia enorme en los
medios euskaldunes porque ella se ha convertido ya en el manual de
cientos de sacerdotes y religiosos vascos que son los que, en general, más
cultivan y escriben la lengua vasca. Solamente con esa obra, Orixe se ha
convertido en uno de los hombres que más profundo influjo ha de tener
sobre los destinos del euskera. Por ella, como por las otras que le
debemos, se ha hecho guía, orientador y maestro de muchos que
abiertamente lo confesarnos por tal y de muchos otros que si no lo
confiesan así, a la vista llevan el sello del profesor.
Es ésta también la época en que se
publica la revista "Gernika", benemérita publicación en la
que colabora, ahí generalmente en castellano, con sus artículos entre
los que no faltan, según su costumbre, las arremetidas, como aquellas
contra el Padre La-fitte a quien reprocha el que diga que la lengua no
está capacitada, pues si no lo está lo que procede es trabajar para
que lo esté cuanto antes; trayendo muy a cuento el ejemplo de los
prosistas españoles del siglo xvi que decían que el castellano no era
idioma que sirviese para tratar de problemas teológicos y filosóficos,
cuando he aquí que al poco aparecen Juan de Valdés y Fray Luis de León,
entre otros tantos ilustres, escribiendo precisamente sobre esos temas
en el lenguaje castellano más puro que hasta entonces se hubiera
conocido. "Trabajemos —decía Orixe y él predicaba con el
ejemplo— si no es útil ya lo veremos. Pero hagámoslo si no lo es y
lo conseguiremos". Y ésta es la gran lección que nos dio a todos.
Etapa de América. Con el producto obtenido por su trabajo del Misal,
Orixe se financia su viaje a América donde se convierte en el principal
colaborador de esa revista que tanta huella ha de dejar en el campo de
las letras y cuya creación y sostenimiento se debieron al impulso y al
sacrificio de ese hombre a quien pocos igualan en el conocimiento y
entusiasmo por el idioma vasco y cuyo nombre ea el Padre Joaquín de
Zaitegui.
Allí se manifiesta en toda su amplitud
Oríxe el prosista; allí brilla de nuevo con nueva luz Orixe el poeta y
allí puede expandirse también Orixe el hombre que hasta entonces, según
nos dice, ha vivido más o menos trabado en la Academia de la Lengua
Vasca, en "El Día", en "Euzkadi". Ahora, nos dice,
soy libre y escribo como me place.
Y el prosista hace correr su pluma en
"Quito'n arrebarekin" donde, alrededor de sus diálogos con su
hermana monja a quien visita en Quito y, a la vuelta de mil recuerdos
familiares y del pueblo de su infancia, toma vuelo hacia las cumbres místicas
en las que conversa con Elias, Loyola, Santa Teresa, San Juan de la
Cruz...
Ahí ven también la luz capítulos enteros de gramática, de estética,
de metafísica... quizá madurados durante sus años de Francia: 'On eta
Ederr", "Egi ta Ederr", "Antee ta Ederr"; allí
vemos la teoría de las ideas de Platón, ágil y gallardamente
desenvuelta en idioma vasco; allí se habla el sutil lenguaje de
Plo-tino; allí se tutea en vasco a esas cimas de la Estética que son
el alemán Hegel o el italiano Croce; allí tantos otros trabajos sobre
puntos de gramática, toponimia y... naturalmente, de polémica con este
o el otro compatriota.
Y es también en esta etapa de América
cuando se revela otra vez el gran poeta. Los temas serán a veces de
actualidad, los inspirados por las tierras nuevas •que va contemplando
y sugieren a su espíritu las ideas que llenan los poemas
"Bolivi'ko zabaldian", o las que le brotan de la contemplación
de las pampas argentinas o el volcán Pichincha. Pero lo principal de su
producción versará aquí también sobre los temas eternos. Es el
sentimiento religioso el que más poderosamente le hace vibrar y le
inspira esos hermosos poemas que se llaman "Itz eta Mintzo",
"Bam Hendían", la serie de "Getsemani"... en que la
unción religiosa se derrama de un corazón transido de robusta fe. Otra
vez nos encontramos con el poeta místico en cuyas poesías —y de
nuevo cedemos la palabra al autorizado crítico Michelena— "se ha
traslucido siempre, dentro a veces de una aparente sequedad, una honda
emoción que con los años se ha ido expresando en un tono cada vez más
abierto y más sincero.
Tal vez es encuentre en estos poemas,
compuestos en un verso sobrio y simple, la manifestación más alta de
la personalidad de Orixe".
Es en estos poemas también donde
ensaya, el extraordinario versificador que él era, ritmos nuevos. Así
en el prólogo de "Baru Mendian" después de decir que la poesía
vasca, tal como había sido escrita hasta ahora, resultaba, en general,
un tanto pesada para el oído, pone su atención en los metros clásicos
que él conocía tan bien, como el asclepiadeo y el alcaico y en la
abundancia de palabras trisílabas que el eus-kera ofrece, ensaya, con
todo éxito, el traer a nuestro viejo idioma un eco del "Mecenas,
atavis edití regi-bus" h oraciano, en una de sus tantas y tan
valiosas contribuciones a la renovación de las letras vascas.
Vuelta a Euskal Erna. Llevaba ya cuatro
años en América y ya la nostalgia de la vieja tierra le punzaba cada
vez más intensamente. Sin duda no era hombre hecho para América y era
natural que pensara en volver. Y en Busto Gogoa (Irailla-Urrilla, 1954)
publica una conmovedora despedida: "Agurr, Guatemala'r i", de
la que traducimos algunas de las frases más significativas: "Pero,
Orixe, ¿es que te has hecho ya indiano? —Quia! En cinco años nadie
se enriquece... Cuando pasé la frontera huyendo de la guerra civil, en
seguida me escribieron los esposos Guillaumie, profesores de la
Universidad de Burdeos, diciéndome que me conseguirían bastantes
lecciones aun para hacer algún dinero. Pero mi novia más querida ha
sido el euskera y por amor a ella he preferido verme más arlóte, más
bohemio. También en la Universidad de San Salvador tuve oportunidad de
entrar ganando bonitamente; pero por seguir enamoriscando a mi novia,
otra vez la plata huyó de mí.
Esta es la pura verdad. Pero mi linda,
diré mejor, mi hermosa novia, siempre se ha portado bien conmigo la
pobre. Si tuviera mucho dinero, todo sería para mí, pero me ha dado
algo que vale más que el dinero".
Tenía razón: su novia Euskera le ha
dado algo que vale mucho más que toda la plata del mundo: un nombre
glorioso que perdurará mientras la lengua de los vascos dure.
Por aquella época, recibí carta suya
en que me decía que salía de Guatemala porque sentía la necesidad de
volver a Euskal Erria. Que lo haría aunque tuviera que emplear nombre
falso y refugiándose donde fuese. Que se le había resentido aquélla
su hermosa salud de siempre y venía padeciendo de reuma y gota y que,
en resumen, regresaba a Euzkadi para allí morir.
Lo acogieron los benedictinos de
Lazcano y allí puso a punto su traducción de las
"Confesiones" de San Agustín que, el año 1956, salía de las
prensas revistiendo de hermosísimo ropaje euskérico los divinos
conceptos de aquel santo obispo de Hipona quien en el pináculo de su
santificación nunca dejo de ser el hombre a quien lo mejor de la
cultura pagana había convertido en un maravilloso artista de la
palabra.
Y en el año siguiente de 1957 le
llega, por fin, la hora de la debida reparación al ser elegido miembro
de la Academia de la Lengua Vasca en donde es recibido con todos los
honores que le eran debidos. Sigue en su labor euskérica colaborando en
diversas revistas como la de los franciscanos de Aranzazu y otras, y es
precisamente en mayo de este año cuando logra colmar una de sus mayores
anhelos al ser laureado en el concurso poético que se celebra en
Tolosa, en homenaje a una de las más altas cumbres de la poesía euskérica
y entrañable amigo suyo, Xabier de Li-zardi. Después, su alma siempre
sedienta de los manantiales eternos, batió sus alas hacia Dios desde su
retiro de Añorga.
Yo he leído estos días varias veces
aquella bella poesía suya "Itz eta Mintzo", escrita en los días
de Guatemala, y me he detenido una y otra vez en aquellos versos:
"... Gerta zait, ostots bildurgarriz etxekoak oro yeiki, baña ni
lo. Esan ordun neri "Mikolas" agopez; agontzen naiz usu.
Izenak zer ote? Atzarri ni beti , entzuteko; bañan entzimgorr besterik
edozer entzunes. Zer gerta dakiket eriotz-orduan Yainkoak izenez deitu
nazanean? Beste denetako entzungor naitela. Ordu zoriontsu! zu zaitut
nik opa adiskjde deiez. Oi zer esnatzea! Zure besoetan esnatu
nadilla!".
Todos los que estamos aquí sentimos la seguridad de que hace pocos días
Jaungoikoa llamó por su nombre a Nicolás Ormaetxea. Y en pago de la
obra que realizó por el euskera'que vale en muchos aspectos como obra
hecho por Dios; en pago de aquella vida limpia y pura, centrada en todo
momento en la propia vida de Cristo; le ha conducido con sus brazos de
padre amoroso allí donde todos deseamos que para siempre esté. Ala
bedi.
Caracas, Centro Vasco, 1S-1X-1961