LOS APELLIDOS VASCOS
Celebramos hoy los vascos en todos los rincones libres del mundo el
"Día del Euskera", el Día del idioma vasco. Constituye esta
celebración el vibrar de una esperanza, una manifestación de fe y una
explosión de amor con los que la vieja nación vasca, a través de sus
hijos diseminados por todo el orbe, testifica su voluntad de perduración.
Ante casos y circunstancias de los que en esta alta tribuna no quiero
acordarme, hemos decidido los vascos no rendir la mejor de nuestras
armas ni hacer entrega del más sagrado de nuestros tesoros. Y hemos
resuelto, y en el día de hoy renovamos nuestro juramento, con lo mejor
de nuestra entereza y si lo queréis, con lo más duro de nuestra
terquedad, que a lo que es vida de nuestra vida, causa, forma y
vestidura de nuestro espíritu, a un idioma al que nadie conoce el
origen, nadie tampoco pueda conocerle el fin.
Celebramos el Día de Euskera y lo
celebramos no-otros en el Uruguay. ¿Dónde mejor podríamos hacerlo que
en esta segunda patria, en este privilegiado rincón de América donde
todo sentimiento de justicia y libertad tiene su asiento y donde toda
savia y sangre vasca ha encontrado tierra propicia?
"Agurr, yaunak", os diremos con la fórmula de nuestro viejo
euskera, "Agur ta erdi". Es decir, hermanos uruguayos, un
saludo y más que un saludo.
Y sin más preámbulos, entramos en el tema de nuestra conferencia que
es, como sabéis, "Los apellidos vascos en el Uruguay".
1.Los apellidos en la antigüedad.
Todos conocéis la historia de los nombres patronímicos en diversos
pueblos de la antigüedad. Ya entre los hebreos quienes durante mucho
tiempo no usaron más que un nombre individual tomado de
particularidades del cuerpo,.del nacimiento, del carácter, y entre los
cuales el uso del sobrenombre sólo se desarrolló a partir de la época
alejandrina; ya entre los griegos quienes como todos los pueblos han
usado de nombres individuales, comenzando ya antes de la época homérica
a formarse patronímicos en las familias nobles; ya entre los romanos,
cuya fuerte organización familiar hace que el estado civil oficia]
estuviera integrado por el nombre del progenitor, añadido al nombre
propio y al gentilicio.
Es indudable que por esta época los
vascos tenían sus nombres particulares de los cuales, por desgracia,
dada la carencia de documentos propios o extraños a ellos referentes,
apenas sabemos nada. Los más anti-guoj conocidos los hallamos en
documentos de la Edad Media mezclados con los que el Cristianismo iba
introduciendo por todo el país. Y es una pena que aún esté por
hacerse un estudio serio y completo de los nombres de ese período cuyo
conocimiento amplio y sistemático nos podría deparar muchos
interesantes datos. Nos conformaremos con enunciar aquí a Muño, Bela,
Eneko, Anai, Genduli, Zentol, Olakide, Basurde, Luki, Artza, etc., etc.
2. Los apellidos vascos. Para llegar al primer origen de los apellidos
vascos, tenemos que dejar de lado los diez primeros siglos de nuestra
era en los que se puede decir, de modo general, que como en casi toda
Europa, triunfa el nombre único, el nombre individual que era el del
bautismo el cual va arrinconando poco a poco a las viejas denominaciones
paganas.
Es en el siglo xi cuando se implanta el
sistema de doble nombre, es decir, el nombre individual seguido de otro
que tiende a hacerse hereditario. Y desde ese siglo si al xvi, en que se
estabiliza el estado civil de las personas, Cuatro sistemas de derivación
se disputan la génesis de ese segundo nombre, vale decir, del actual
apellido: El primero y el más simple modo de formar el apellido fue el
de hacer hereditario el nombre individual. Este sistema fue favorecido
por la tradición que perpetuó en muchas familias tal o cual nombre
dado al hijo tras el del padre durante varias generaciones, o al nieto
según el abuelo. El segundo sistema consistió en agregar al nombre de
nacimiento el cognomento de "hijo de Fulano" que en la .Península
se expresó por el llamado sufijo de genitivo ibérico —ez (Rodríguez,
Pérez, etc.). El tercero fue el del sobrenombre o apodo que en todos
los tiempos ha sido conocido. Y finalmente, el cuarto sistema fue el de
agregar el nombre del lugar en que se habita o de dónde es oriundo,
precedido de la preposición de, Este último sistema es el que se
propagó rápidamente en Euskal Erria de modo casi absoluto.
No nos detendremos a estudiar, porque
ello como tantos otros detalles no cabe en los estrechos límites de una
charla, si ese hecho fue determinado por el triunfo del feudalismo que,
como se sabe, adscribía el nombre a la tierra, reflejado en nuestra
patri* por la hidalguía general de los vascos. Lo que aquí s! nos
interesa destacar, porque ello constituye la característica fundamental
de los apellidos vascos, es que en éstos, aun dándose algunos ejemplos
de los diversos sistemas enunciados, la inmensa mayoría está
constituida por nombres toponímicos. Este es el sentido esencial de los
apellidos vascos: que no son nombres propios hechos hereditarios, que no
están formados en base a un nombre propio, que no son motes o
sobrenombres sino que en su abrumadora mayoría dicen relación a una
casa. Este nombre de casa puede estar explícito en el apellido:
Echegoyen, Echegaray, Etcheverri, Echezarra, Echechiqui, Echeandia,
etc., etc., o puede referirse a cualquier accidente geográfico
—monte, valle, fuente, bosque, llanada— o derivarse de
denominaciones forestales que es quizá, el caso más frecuente. Pero en
ambas circunstancias su función es la misma, es decir, servir para
individualizar la casa pobladora. Es decir que Zabala, que quiere decir
eí llano, la explanada, es el nombre de una casa construida en tal
paraje. Alzaibar, textualmente "la vega de los alisos", se
refiere a la casa que en tal lugar fue fundada; Zubiria a la construida
junto a un puente, etc., etc.
Como se ha dicho muy bien, tres
circunstancias caracterizan exteriormente a la familia vasca: la casa
solar, el escudo de armas y el apellido. Y como escribió un cultísimo
uruguayo, don Luis Enrique Azaróla quien supo elevar un monumento de
bronce a sus ascendientes vascos en su hermosa "Crónica del
linaje", "Ninguna sociedad ha presentado una célula más
recia y admirable que la construida por la familia vascongada. No solo
los vínculos de sangre clamaron con fuerza en el seno de cada tribu y
los sentimientos fraternos impusieron una solidaridad ejemplar entre los
miembros de cada, núcleo genealógico, sino que una legislación
esencialmente conservadora impidió que continuara la dispersión de los
bienes y mantuvo latente la tradición bajo el techo del hogar.
Generaciones sucesivas del mismo
apellido labraron la misma tierra, descansaron a la sombra de los mismos
árboles y confundieron sus huesos en un nicho común. La unidad
decretada por el parentesco se consolidaba en la perduración de la
heredad. La hidalguía dependía de la ligazón con la tierra. Y era así
como el nombre, la independencia, el trabajo, la tradición y los
blasones se identificaban con la casa. La casa en su doble acepción de
hogar y de familia, de morada y de estirpe, de domicilio y de prosapia.
Gracias a ese concepto, a esa ley y a esa costumbre hecha piedra, la
personalidad del linaje hundía sus raíces en el suelo del país y en
el subsuelo de su historia, afianzada y durable sin disputar a nadie lo
que era ajeno ni permitir en lo propio la ingerencia extraña".
¡La casa vasca! En nuestro derecho
privativo, propio y original que quiza sea lo que después del idioma
caracteriza mejor a nuestra raza, el armazón de las leyes que regulan
los derechos y obligaciones sobre la propiedad estriba en este simple
principio; El tronco vuelve al tronco y la raíz a la raíz. Es el
principio jurídico de la troncalidad perfectamente desarrollado en el
conjunto de disposiciones que se refieren al ejercicio de esa facultad y
que hacen de la casa vasca, como ya se ha observado, más que una cosa,
casi una persona sujeto de derechos y obligaciones "con un estado
civil inscripto sobre la puerta y que en lugar de recibir el nombre del
propietario, le da el suyo" (O'Shea). ¡La casa vasca! No se vaya a
buscar en ella un castillo cimero o una torre rodeada de foso y coronada
de almenas. "Por lo general, es una sencilla casería cercada de
heredades en que alternan las cosechas de maíz y trigo en proporción
armónica a las necesidades de la labranza de modo que forme un conjunto
a grí colamen te indivisible" (Juan Carlos Guerra). Pero e]
trabajo de muchas generaciones la ha fecundado; nacimientos y muertes de
muchos vastagos del mismo linaje la han santificado, y es preciso
acercarse a estos venerables viveros de nuestra estirpe con el corazón
henchido de amor y en los labios las palabras de nuestro gran Elizanburu:
"Naiz ez den gaztelua maite dut nik sor-lekua, aiten aitek autatua".
(Aunque no sea un castillo, amo yo a la casa de mi nacimiento, que fue
elegida por los padres de mis padres).
Casa vasca, "tuto refugio" como le llama el Fuero de Vizcaya
el cual en plena Edad Media consagra a la inviolabilidad del domicilio
aquellas recias palabras: "Que ningún Prestamero ni Merino ni
ejecutor sea osado entrar a hacer ejecución alguna ni aun acercarse a
menor distancia de cuatro brazas". Por lo que podían decir
nuestros mayores con tanta o más razón que el hidalgo inglés:
"En mi casa vieja y rota pueden entrar el viento y la lluvia, pero
no el Rey".
Pues bien; esto son en definitiva nuestros apellidos: los nombres topográficos
de nuestras viejas casa solariegas.
S, Loa apellidos vascos en el Uruguay. Apenas constituidos hace unos
afios por unos cuantos vascos
y uruguayos descendientes de irascos, lo que Humamos "Departamento
de Estudios Vascos™ adscrito a la universidad, entendimos que una de
las tanas a realizar de inmediato era la recopilación metódica y lo más
completa posible de los apellidos Tascos en tierra uruguaya desde los orígenes
hasta nuestros días. Vendría luego el dar la significación de esos
apellidos, hacer conocer su correspondiente escudo y Bcgw a una historia
breve, pero lo más enjundios* posible de aquellos de sus poseedores que
de una manera más destacada hubiesen contribuido a la formación y
desarrollo de la República- La labor no era Kcfl.
Afortunadamente, para la primera larga
etapa de rebusca de apellidos dimos con el nombre que se necesitaba. El
hombre que en una tesonera labor de años, sin arredrarse por el
cansancio ni d fastidio que tan fácilmente se generan en trabajos tan
monótonos, consultó una a una, las guias de "El Siglo"
antiguas y modernas, las telefónicas, los libros registros de los
cementerios montevideanos, los de la Iglesia Matriz y tantos otros,
hasta llegar a los diarios y revistas actuales. De este modo llegó a
recopilar alrededor de 12.000 apellidos este meritísimo investigador
uruguayo que supo mirar con un afecto ejemplar al pueblo de sus mayores.
Su nombre: doctor Miguel Báñales Lizaso Aguirre Echeguia.
Dificultades del investigador:
Apellidos
Aparte del esfuerzo material inherente a esta búsqueda y de la
preparación necesaria para la misma adquirida en largos años de empeñoso
estudio de la lengua de sus mayores, el investigador hubo de hacer uso
de una rara habilidad de criterio cuando, junto al lado de apellidos que
fácilmente se aprecia son vascos, se encontró con otros que ofrecen
dificultades y que podemos clasificar en tres grupos: 1? Los que se
prestan a duda por parecer, ya errata de transcripción, ya variantes de
apellidos conocidos; 29 Los formados en el País Vasco y ostentados por
gentes ra-eialmente vascas, pero que han sido derivados del romance
(castellano o bearnés) a consecuencia de la topografía ya
deseuskerizada de ciertas comarcas periféricas, como las Encartaciones
en Vizcaya de donde procede el Báñales del propio investigador, así
como tantos Castaños, Palacios, Haedo, Montellano, Nocedal, etc. Los
formados con los nombres de Santos, San Martín, San Sebastián, etc., y
los del extremo de Zu-beroa, Bordenave, Casenave, Carrere, Pradere, etc.
Finalmente, en el tercer grupo tenemos a los derivados de nombres de
pueblos y lugares vascos que son homónimos de otros de fuera del país
por lo cual surge la duda en cada caso sobre su verdadero origen: Bera,
Segura, Viana, etc.
Podemos decir que gracias a su esfuerzo incansable y de alto criterio,
el doctor Báñales Lizaso ha sabido superar esos obstáculos. Pensamos
sinceramente, tras un detenido estudio de su trabajo, que pocos serán
los apellidos vascos de lengua u origen que hayan escapado a su
investigación y que si habrá que rechazar algunas docenas de los señalados
por él mismo como dudosos, ni aun este trabajo que podría parecer
superfluo habrá de resultar tal.
Apellidos de todas las regiones vascas:
Distintivos varios. Una de las características que hacen más valiosa
esta colección de .apellidos es que en ella están amplísimamente
representadas las siete regiones de nuestra Patria,' reflejando,
naturalmente, la emigración que procedente de todas ellas fue llegando
al Uruguay en las distintas épocas y por los diversos motivos que nos
son conocidos. En este sentido puede decirse que se trata de una colección
de patronímicos vascos completa y representativa.
a) Distinción por la ortografía. La forma ortográfica de los
apellidos nos ofrece, desde luego, el primer modo para llegar a una
división general en dos grandes grupos: los originarios del Norte o del
Sur del Bidasoa, es decir, según su grafía se nos presenta influida
por el sistema francés o el español. Tenemos así los doscientos y
pico apellidos con H inicial a los que, desde el primero al último,
podemos calificar sin vacilación, como de origen vasco continental. Y
tenemos los doscientos cincuenta y tantos que comienzan por Z,
originarios todos ellos del Sur del Bidasoa.
Los terminados en Y, no precedidos de otra vocal —Echeverry, Echemendy,
Apesteguy— sabemos que son originarios del Norte del Bidasoa; y cuando
vemos a esos mismos apellidos escritos con i conocemos que son del Sur.
La í que precede a la ch en tantos patronímicos derivados de eche
(casa) Etchemendi, E t che ñique, Etchegoyen, etc., denota su
procedencia del País Vasco continental, y así en otros casos la
ortografía nos da un conocimiento cierto del origen (Harbiiru,
Ibarbourou).
b) Distinción por los sufijos. Otras veces nos es fácÜ venir en
conocimiento del lugar de origen del apellido en cuestión con solo
atender al sufijo que lo determina. Así los apellidos en —ano,
Galdeano, Ba-rafiano, Lazkano, etc., no existen en la región de la
Euzkadi Continental. Los terminados en —oz, Azpi-roz, Oroz, Oronoz,
Urtanoz... es muy raro hallarlos en Vizcaya, Guipúzcoa y Álava;
corresponden la mayor parte a Nabarra y también a Laburdi y Zuberoa.
Los en —behere: Bordabehere,
Mendibehere... los hallamos solamente en Laburdi, Zuberoa y Benaba-rra.
Los en —garay son también muy propios de estas regiones aunque no es
raro hallarlos en las otras. Los en —ika: Gatika, Lekerika, Legendika,
Okamika... son de Vizcaya. Los en —ain parecerían originarios de
Navarra, aunque también los hay en Guipúzcoa y en las tres regiones
del Norte del Bidasoa. Y así podríamos continuar con otros ejemplos.
Dificultades para interpretar los
apellidos.
1. Escasez de cultivo literario. A pesar de que el euskera es un idioma
que desde la Edad Media, es decir, desde la época de la fijación de
los apellidos, ha evolucionado poco, mucho menos que el francés o el
inglés, por ejemplo, tiene en su contra en ésto como en muchas otras
cosas, su poco cultivo literario que ha determinado se hayan perdido en
el uso muchas voces algunas de las cuales han quedado indudablemente fósiles
en la toponimia, vale decir en este caso, en los apellidos. Por esta razón
nos encontramos a veces al querer descifrar un apellido con un elemento
o varios del mismo cuyo significado nos es hoy totalmente desconocido y
acaso lo sea ya para siempre. En unos casos puede tratarse de elementos
radicales y en otros de sufijos.
2. Mala grafía. Sucede otras veces y es fuente no escasa de oscuridades
y dificultades que la transcripción de los apellidos no ha sido hecha
con la debida exactitud y precisión. Documentos redactados por personas
que no conocían nuestro idioma, como eran muchos notarios y copistas no
podían reflejar debidamente los sonidos en sus documentos redactados,
por otra parte en sistemas ortográficos extraños.
A veces estas faltaa no han tenido
mayores consecuencias. Todos sabemos, por ejemplo, que la a española no
puede representar bien el sonido que los vascos transcribimos por ta. Y
mi apellido, por ejemplo, es Ametzaga y no Amezaga, como se dice por
influencia de la ortografía española.
Ocurre, otras veces, que la transcripción
es un verdadero disparate, pero que por fortuna no ha resultado fatal
porque se ha podido conocer a tiempo el error, en muchos casos
pintoresco. Así tenemos el caserío Sagastipol que en pluma de algún
escribano y después hasta en el uso, se ha convertido nada menos que en
Sebastopol.
Tenemos no lejos de Bilbao y servido,
por cierto, por un magnífico funicular, el alto de Larraineta que en el
uso de los extraños al país que han venido a radicarse allí estos últimos
años, se ha vuelto La Reineta. Recuerdo haber visto un precioso mapa
antiguo de Vizcaya en el que se podían apreciar dos errores garrafales
que, por fortuna, no traerían consecuencias. Al pueblo de Elorrío
vemos que en ese maya se le llama El Hórreo y al de Elan-txobe El
Anchobe. A la cuesta de Ezkarraga en Guipúzcoa se ha dado en llamarla
Descarga. Al pueblo de Alegui, en la misma región, Alegría; al vasquísimo
apellido Catalain se le ha convertido en Catalán y así en tantas otras
docenas de casos que pudieran citarse, pero que nos son conocidos, pero
¿quién nos dice cuándo nos hallamos en presencia de un apellido vasco
que nos afanamos inútilmente en descifrar que no se trata de un caso de
corrupción ortográfica que hace que nos estrellemos en nuestro propósito?
Aun queda mucho por investigar en este campo.
Porque la corrupción no es siempre de
este tipo da vocablo vasco a vocablo de apariencia extraña, sino lo que
es más peligroso y expone más a errores la corrupción de un apellido
que da origen a otro de igual aspecto y sentido vasco. Yo he visto, p.
ej. en antiguos documentos a Catarain que no es otro que el conocido
Zatarain.
Sucedió que el copista se comió la cédula
de la f con que entonces se transcribía en castellano el sonido que hoy
se representa por la a. Y así otros casos.
3. Deformación por el -pueblo analfabeto. Otras veces no han sido los
escríbanos sino el propio pueblo el que ha transformado los nombres, ya
sea este pueblo el de lugares donde el euskera se perdió, ya el de
donde hoy mismo se habla con la mayor pureza. Ejemplo de esto nos lo da
el tratadista López Mendi-zábal quien cita el caso de la colina
Yurreamendi, sita en Tolosa que en pocos años ha degenerado en
Illa-rramendi porque los habitantes de allí no conocen la palabra vasca
yurre (yelgo) y en cambio es para ellos familiar ¡llarra (arveja).
Necesidad de una recopilación toponímica. Son muchas las dificultades
que surgen cuando se nos pide la exacta etimología de un apellido. Para
obviarlas, en gran parte, para darnos un punto de partida y una base
firme en la discriminación de muchos casos, tendríamos necesidad de
que estuviera ya completa y en disposición de ser manejada la gran obra
emprendida y organizada por el ilustre vascófilo Luis de Eleizalde
quien, con la ayuda de cientos de colaboradores entusiastas estaba
procediendo a la clasificación completa de nuestra toponimia. Miles y
miles de fichas estaban ya dispuestas y clasificadas cuando la muerte
vino a sorprenderlo en lo mejor de su trabajo. La rebelión militar nos
sorprendió poco después a todos y así quedó sin terminar tan magna
obra de cuya publicación y prudente uso puede esperarse el
esclarecimiento de tantos significados que hoy no está a nuestro
alcance. Cuando toda o casi toda nuestra toponimia sin duda, una de las
más ricas del mundo, pues no hay rincón de la tierra ni accidente del
terreno, heredad, sendero o recodo en fin de río o regato que no tenga
su nombre en euskera—, cuando nuestra toponimia, decía, o la gran
mayoría de ella, esté recogida en esas fichas perfectamente ordenadas,
será llegado el momento de arribar a conclusiones ciertas sobre el
significado de radicales que hoy nos son desconocidos o sobre el de
sufijos que en la actualidad se nos aparecen como fósiles.
Necesidad del gran diccionario vasco. Otra obra que urge, en éste y en
otros muchos aspectos, es la del gran diccionario vasco cuyas papeletas
estaban también en gran cantidad preparadas y que por la misma trágica
causa de la guerra, continúa sin ver la luz. En él, sin duda, podremos
aprender el significado o distintas acepciones de muchas voces
generalmente desconocidas y que han sido recogidas cuando estaban tal
vez próximas a morir en uno u otro apartado rincón de nuestra tierra.
Este diccionario ha de ser otro de los grandes instrumentos de trabajo
de que nos hallamos tan precisados para poder movernos cómodamente en
nuestra tarea de descifrar apellidos vascos.
Lo que se puede hacer desde luego. Pero
no creáis que la exposición de estas dificultades sea una manera de
hurtarnos al compromiso contraído de trabajar en el esclarecimiento del
significado de los apellidos vascos en en el Uruguay. Las hemos expuesto
solamente para dar a conocer los obstáculos que se presentan ft nuestar
labor y los límites de ésta. Ia imposibilidad en que en muchos casos
nos vamos a encontrar de poder dar honradamente una etimología
satisfactoria hoy y aquí. Sirven también para deciros qué es lo que
entendemos que se puede y debe hacer en esta materia.
1. En primer lugar, una. lista de apellidos cuyas etimologías que los
van acompañando se pueden ya estimar como ciertas e indudables. Esta
lista comprenderá unos miles que con sus variantes creemos sumarán más
de la mitad de los apellidos recogidos.
2. En segundo lugar, vendría una lista alfabética en la que los
apellidos se agruparían por familias, según las raíces conocidas.
Reputo de mucho interés esta agrupación, por lo menos, en esta etapa
que podemos llamar provisional de nuestro trabajo.
Así, si tomamos la raíz eche, echa, etche, cha (de etxe, casa) podemos
ver, consultando las listas elaboradas por el doctor Báñales, que son
unos 400 los apellidos que comienzan por ese tema. Es decir, que
agrupamos ya 400 de los que sabemos que su principal elemento
significante es etxe (casa). Tal vez, en algunos de ellos el segundo
elemento o el tercero cuando lo haya, sea oscuro y no consigamos por
ello llegar a la plena posesión del significado del patronímico. Pero
por lo menos, aun en estos casos, sabemos que el nombre se refiere a una
casa. Y a propósito de esto una observación. Cuando yo os daba al
empezar la definición esencial, el sentido fundamental de los apellidos
vascos y os decía que ellos, en su inmensa mayoría, se refieren explícita
o implícitamente a la casa solar, no había hecho este recuento de los
que en primer aspecto, vale decir, explícitamente se refieren a la
casa. Al hacerlo ahora, y al pensar que a esos 400 apellidos, más o
menos,
que llevan como elemento inicial etxe, efaa, etc., podemos agregar los
que lo llevan al final: Goienetxe, Goicoetxea, Artetxe, Bengoetxea,
Ugartetxea, etc., y que aunque no los he contado aún, desde ahora podría
asegurar que no bajarán de un ciento; al considerar también la
relativa abundancia de los en —ena, enea, rena que significan también
la casa de—, como Arocena, Maríñelarena, Antxorena, Erregerena,
Errandonea, Sansinenea, etc., etc.; al repasar Is lista de loa en
—ain: Iguain, Zatarain, Sasiain, etc., de igual significado; al pensar
asimismo en los terminados en —tegui que cuando van precedidos de
nombre propio o de oficio como muy a menudo ocurre, quieren decir también
morada o casa, como en Erramun-degui, Maríategui, Arostegui,
Ofizialdegui, etc., etc., y al considerar, finalmente, que a esa categoría
pueden perfectamente agregarse los que inicialmente o terminalmente
llevan elementos designatarios de habitación humana como Jauregui
(palacio), Borda (cabana) , Ola (terrería) Torre, Gaztelu y algunos
otros así, no temo decir, aun sin haber hecho el recuento, que pasarán
de mil en un total de poco más de diez mil, los apellidos que llevan
explícitamente el componente indicador de casa, morada, habitación,
propiedad. Uno en cada diez. Un buen índice del sentido profundo y
general del apellido vasco.
En los otros casos, cuando el sentido
de casa va entendido, se desprende la topografía. Es natural que en un
país accidentado como el nuestro mendi (monte) sea padre de numerosa
familia: Mendiberry, Men-digorry, Mendibe, Mendiburu, o Eyeramendi,
Etche-mendi, Larramendi... Larre (pasto) a veces no bien discriminado de
lar (zarza) y aun de larrain (era) es uno de los más fecundos:
Larragoitis, Larrabeitia Larrea, Larreta. Lo mismo podríamos decir de
Aran (valle), Alda (cuesta), Egui (ladera), Amil (derrumbadero) , Arri
(piedra), Iturri (fuente), etc., etc.
Pero el más rico venero de toponimia vasca lo tenemos, sin duda, en la
flora forestal. No hay más que ver Areitz o su variante Aretx (roble)
progenitor de más de cien apellidos: Areizaga, Aretxaga, Aresti,
Arismendi, Aristegui, etc., etc.; Ametz (quejigo o me-lojo): Amezaga,
Ameztoy, Amezqueta, etc., etc.; Altz (aliso) Alzaga, Alzaibar,
Alzugaray... Arte (encina) padre de Arteaga, Arteta, Arteagabeitia...
Lizar (fresno) del que nacen Lizarralde, Lizarribai, Lizaso y tantos
otros. Y para no cansar con esta monótona relación sólo os citaré a
otros cabezas de familia como Astigar (arce) Eski (tilo), Urki (abedul),
Sarats (sauce), Urreitz (avellano), Intxaur (nogal), Fago, Pago y aun
Bago (haya), Gaztain (castaño), Agin (tejo), Gorosti (acebo), Ezpel
(boj), Ereñotz (laurel), Ota (argoma), Ira (helécho), Arantz (espino),
Sagar (manzano) y tantos otros cuyos derivados son perfectamente
familiares.
Cada uno de estos nombres encabezará
la lista de sus derivados de los que, en el peor de los casos nos daría
la mitad de sus significado.
3. La tercera lista estaría integrada por los sufijos o elementos
terminales, agrupando así, por sus componentes finales, a cantidad de
apellidos que no lo estaban por su radical y aun a muchos que ya lo
estaban.
Tenemos, pues, así tres listas formadas sobre la general primera:
a) La de etimologías que damos ya por definitivas;
b) La de apellidos agrupados por radicales conocidos;
c) La de apellidos agrupados por sufijos conocidos.
No nos quedaría ya más que hacer sino formar dos listas finales con
las que quedará completo y terminado nuestro archivo:
1. La de las radicales solas que, hoy por hoy, nos son desconocidas o
razonablemente dudosas.
3. La de las terminaciones o sufijos cuyo significado, en el estado de
cosas de hoy, ignoramos. Cabe esperar que del estudio comparativo así
en vías de realización brote la luz que nos permita ver claro en
muchos de ambos casos.
¿A quién va dedicado este trabajo? Si me preguntaran a quién va
dirigido este trabajo de recopilación y explicación de los apellidos
vascos en el Uruguay, pediría que por un momento se me permita hacer
unos cuantos números, cosa que nunca ha sido mi fuerte, pero en la que
espero no equivocarme mucho en esta ocasión.
En primer lugar, si por extinción de
familias en unos casos, y porque una más escrupulosa revisión los haga
radiar de las listas, en otros, suprimimos unos dos mil —creo que me
pongo en razón—, nos quedan aún unos diez mil apellidos vivos hoy en
el Uruguay.
Hay en estos algunos —Echeverri, por ejemplo— que estoy seguro es
llevado por docenas de familias uruguayas; habrá otros que habrán
quedado como patronímicos de muy pocas, quizá de una sola. ¿Pecaríamos
de exagerados si en un- cálculo provisional y, desde luego,
necesariamente arbitrario, estableciéramos un promedio de media docena
de familias por apellido? Creo que no, en absoluto. Pues bien, ya
tenemos con que existen en el Uruguay sesenta mil familias de apellido
vasco.
Finalmente, si establecemos otro
promedio que también estimo prudencial, de cuatro o cinco personas por
familia, nos encontramos con que unos 250.000 a 300.000 uruguayos
ostentan apellidos vascos. Eg decir, que más de un décimo de la
población total de la República, un uruguayo en cada nueve, desciende
de una de aquellas viejas casas pobladoras nuestras. A ellos, pues, va
principalmente dirigido nuestro trabajo y a ellos también nuestro
llamado en este Día de la Lengua Vasca.
Nuestra voz, hermanos uruguayos, es la de un pueblo que agobiado hoy por
terribles males que nadie podrá decir que haya merecido, no se resigna
a morir.
Voz de un pueblo pequeño, pero ha sabido correr una larga carrera a
través de los siglos, montando siempre sin desmayo la guardia de sus
libertades.
Ese pueblo contempló un día en sus
fronteras la brusca frenada de los caballos árabes en su incontenible
galopada de conquistadores, como antes había .visto, inconmovible en la
libertad de sus montañas, nacer y morir la gloria de Roma y la de los bárbaros
herederos de su imperio. Él enseñó a Carlomagno, allá en las
gargantas de Roncesvalles, el precio que había que pagar por hollar
nuestras libérrimas tierras en son de conquista. Como se lo enseñó a
los Reyes de Castilla en Arrigorriaga, Gordexola, Otxandiano y Mungia.
Es un pueblo que desde la nebulosa prehistoria hasta casi nuestros días
ha podido vivir con dos grandes glorias: la primera la de no haber
conocido en tantos siglos jamás la servidumbre; la segunda mayor aún,
la de no haber intentado siquiera imponérsela a nadie. Porque nadie ama
con perfecto amor a la libertad sino aquel a quien repugna y ofende
tanto la esclavitud ajena como la suya propia.
Y de todas las armas con que el vasco
defendió sus libertades ninguna tan eficaz como el Euskera.
Él moldeó y selló nuestro espíritu dándole originalidad e
independencia e imprimiendo en el corazón mismo de la raza ese algo
misterioso que se ha dado en llamar "genio nacional".
Por él que las bautizó en épocas tan remotas que la Historia ni
siquiera puede señalarlas, el monte en su grandeza y el valle en su
paz, la casa en su vetustez, el árbol en su lozanía, e! río en su
movilidad y la peña en su firmeza, están proclamando el titulo de
posesión más antiguo y por tanto el más legítimo que pueblo alguno
puede presentar en la Historia.
Por él nuestro pueblo es un pueblo
distinto y diferente de todos los otros pueblos del orbe, con un acento
inconfundible hecho carne y convertido en grito vibrante en cada uno de
nuestros apellidos.
Vascos e hijos de vascos del Uruguay: si vosotros sabéis, como sabréis,
hacer honor a ellos, vuestra ayuda generosa podrá ser eficacísima
parte para que el pueblo más viejo de Europa; el pueblo de nuestros
apellidos, se salve una más en su perduración milenaria, alzándose
sobre las ruinas de uno de los huracanes más desoladores de su
historia.
Montevideo, Paraninfo de la Universidad, S-XII-1951.