TERCERA
PARTE En el corso de Su Majestad
I — Regreso a la tierra
Llegado Icuza de Venezuela al puerto de Cádiz, en mayo de
1782, liquidado el corso de la Compañía Guipuzcoana y
perdida la salud, hubo de pensar, como decíamos, en
trasladarse cuanto antes a su tierra natal en busca de
reposo que, al mismo tiempo que le devolviese la maltrecha
salud, le proporcionase también oportunidad para ir
pensando en el nuevo giro que pudiese dar a su vivir, aunque
difícilmente concibiera él otro que no fuera el que
durante tantos años, sobre el puente de mando de un buque
corsario, había conocido. Como quiera, al pasar por la
Corte, camino de sus patrios lares, elevó al Rey el
siguiente petitorio:
«Señor:
» Don Vicente Antonio de Icuza, Teniente de Fragata de la
Real Armada de S.M., puesto a Vuestros Reales Pies, dice:
que en el año pasado 1757 principió a servir en los
guardacostas de la Provincia de Venezuela que, de orden de
V.M. corrían al cuidado de la Compañía Guipuzcoana, en
cuyo destino he tenido la satisfacción de hacer a V.M. los
servicios que constan de la adjunta relación de méritos, y
últimamente, el de la expedición a la salina de la Tortuga
en que perdió su salud.
» En atención a ellos, suplica rendidamente a V.M. que se
digne tenerle presente para lo que fuere de su Real agrado.
»San Ildefonso y septiembre, diez y siete de 1782 í.1
La « Relación de méritos » que adjunta, dice
textualmente así:
« Relación de los méritos y servicios de D. Vicente
Antonio de Icuza, Teniente de Fragata de la Real Armada y
Comandante del Convoy de la Compañía Guipuzcoana que entró
en Cádiz en Mayo de 1782.
* En 1757 empezó a servir a la expresada Compañía en sus
guardacostas, y al cabo de dos años volvió a España de
donde pasó, otra vez, a guardacostas en 1760 y subsistió
en ellos hasta el de 62 que, regresando a Europa, fue hecho
prisionero y conducido a la Jamaica por los ingleses, en
cuyas épocas se halló en varios apresamientos y funciones
navales en la costa de Caracas.
» En 1764, se trasladó nuevamente a ella, a mandar por sí
y con independencia del Comandante de guardacostas, una
balandra, en virtud de convenio particular con la Compañía
de Caracas. Salió a campaña en 1765 y apresó, no
solamente tres goletas famosas de Curazao (de cuya clase de
embarcaciones ninguna se había podido capturar jamás hasta
aquel tiempo), sino otros varios barcos contrabandistas. En
vista de esto, el Gobernador don José Solano, de acuerdo
con el Factor principal de la Compañía, puso otra balandra
más a sus órdenes.
« Con tan pequeñas
fuerzas, apresó, en la primera campaña,1 14 embarcaciones;
en la segunda2 13 hacia el río Guarapiche, y en la tercera8
11, y entonces fue cuando le ; honró la piedad del Rey con
el grado de Alférez de Navio de su Real Armada.
» La Compañía le confirió,
el año de 71, la comandancia. general de sus guardacostas
que principió a ejercer aprehendiendo diferentes buques del
comercio clandestino; en 72 re- \ corrió la costa de
Sotavento, y con solas dos balandras de ai 12 cañones,
apresó, en el cortó término de cinco días, 11 ¡
embarcaciones.
» Los contrabandistas holandeses, cansados de sufrir tan-,
tas pérdidas y de ver malogradas todas sus expediciones
furth vas, armaron en Curazao, por un esfuerzo particular y
provi-j dencia extraordinaria, dos crecidas y famosas
balandras paral exterminarle y quemarle. Salieron de dicha
isla en 10 de Mayo! de 72, se dejaron ver el 11 en la punta
de Macolla, se acercaron! a los nuestros y rompieron el
fuego. A un gran golpe da
música, se trabó una acción muy reñida, con el más vivo
fuego de cañón, pedrero y fusil que duró, desde las 9^ de
la mañana hasta las 6 de la tarde, a cuya hora hicieron
fuga, libertándose por su mayor vela, a causa de estar
limpias dichas balandras y muy sucias las nuestras.
- A los pocos días después,
recaló en las costas de Puerto Rico; avistó un bergantín
inglés, le dio caza y le apresó. A los cañonazos,
aparecieron más de 20 embarcaciones de varios puertos, juntáronse
y formaron escuadras seis de ellas, a saber: un bergantín
inglés de 16 cañones, 3 balandras holandesas de a 12 y 10
y dos goletas dinamarquesas de a 10 y 8, las cuales fueron
sobre los guardacostas con música.
• Las aguardó Icuza con
sus dos balandras y el combate se principió a las tres de
la tarde. Logró romper la cangreja a la balandra que estaba
a la retaguardia, dio orden a su capitán subalterno para
que la marinase, como lo hizo, y siguió, solo, a las otras
cinco embarcaciones, con ánimo de abordar al bergantín,
pero éste huyó, luego que reconoció la maniobra. Entonces
SG acercó Icuza a la balandra de 12 cañones y se mantuvo
batiéndola hasta las dos de la mañana que le rompió el
palo de la suya de un balazo. No obstante, al día siguiente
apresó una balandra dinamarquesa. S.M. se dignó
promoverle, con motivo de esta función, a Teniente de
Fragata.
»Continuando el corso
hasta 1776, apresó, echó a pique e hizo varar basta 70
embarcaciones del trato ilícito. Consta todo ello, por
relaciones remitidas a la Compañía de Caracas y por
informes dirigidos al superior Ministerio, por los
Gobernadores de aquella Provincia D. José de Solano, Marqués
de la Torre y D. José Carlos Agüero.
»El año de 1778, volvió
a tomar el mando de los citados guardacostas, y lo ejerció
hasta la apertura del libre comercio, habiendo hecho 55
presas y limpiado enteramente de contrabandistas aquellos
mares y servido con igual esmero, celo y actividad que
siempre, según lo acreditan la certificación que acompaña
del Gobernador de Caracas D. Luis de Unzaga y la
correspondencia que ha tenido con el Intendente don José de
Abales, que no la exhibe por ser voluminosa.
. A estos servicios,
propios de su instituto, ha añadido otros varios que
acreditan su debido amor y gratitud al Soberano. » Ha
procurado, durante la presente guerra, dar toda la protección
y auxilios posibles a la nación francesa, como se
evidencia, en parte, por la adjunta carta del Conde
D'Estaing.
» En 1781 llevó desde
Santo Domingo a La Guaira treinta mil pesos fuertes para las
Cajas Reales, sin interés ni comisión alguna.
»Hallándose en Puerto Cabello las fragatas de guerra
"Dorotea" y "Santa María de la Cabeza"
para pasar a Cartagena, tuvo noticia su Comandante don Nicolás
Godarte de haber salido de la Jamaica un navio de 74 cañones
y dos fragatas de a 40 a interceptarle en las inmediaciones
de Cartagena. Se trataba, en consecuencia, de fletar dos
embarcaciones con destino a La Habana y Cartagena para dar a
los jefes los respectivos avisos de su detención. Hubiera
costado infinito a la Real Hacienda el despacho de estos
correos por los medios ordinarios, pero habiéndose confiado
a Icuza el despacho de los enunciados avisos, expidió un
guairo holandés a Cuba, enviando a su bordo sujeto de
satisfacción encargado del pliego, y una balandra a Santa
Marta, como que iba a comprar maíz, con carta del
Gobernador de Curazao, para ocultar el verdadero designio.
Y, efectivamente, se verificó la entrega de ambos pliegos
con el tenue dispendio de 500 pesos.
» Últimamente, fue comisionado por el Intendente para la
demolición de la salina de la Tortuga, objeto importante en
las actuales circunstancias. Arrojó de ella a unos 30
ingleses que trabajaban en extraer sal.
Después de sacar la que
había, arrasó todo. Condujo la sal recogida a La Guaira
donde se vendió y, con su importe, se costeó enteramente
el aumento de jornaleros que se hizo para esta maniobra y
sus víveres; por manera que no costó un real al Real
Erario de S.M.
» Perdió Icuza su salud
en esta expedición por levantarse al rayar el alba
asistiendo personalmente la faena para su pronta ejecución,
antes que llegasen algunos buques enemigos y tuvo que sufrir
el rigor del sol que en aquel paraje es terrible «-1
Una vez elevada esta petición
que constituye una recapitulación de lo que en la parte
anterior hemos dicho de su actuación al frente de los
corsarios de la Compañía, nuestro
fatigado marino tomó el camino de su tierra donde, mientras
atendía a la recuperación de su salud, esperaba
acontecimientos.
2 — Bilbao: Meses de
espera
Su matrimonio con doña
Ramona de Barbachano, de conocida familia vizcaína, había
hecho que Icuza estableciera su hogar en Bilbao, la villa
que * se fundó sobre el hierro », al decir de un viejo
documento; aquella que, según Sebastián de Covarrubias
Orozco;1 « Esta asentada en las riberas del río Nervio al
cual los naturales, por la mucha anchura que lleva, llaman
Ibaysabelo.= Está a dos leguas del mar, es grande el
concurso y comercio de gente; los naturales ultra de hablar
su lengua, entienden y hablan la castellana, la francesa, la
inglesa, por concurrir allí mercaderes de diversos reinos y
provincias ».
Esta industriosa vida, ya de tiempo tan antiguo señalada,
no había hecho sino crecer con el transcurso de los años,
hasta convertir a la villa, por la época en que allí se
afincó Icuza, en un verdadero emporio mercantil del cual el
Consulado y sus celebres Ordenanzas que, como Código de
Comercio habrían de aplicarse en las que fueron antiguas
colonias españolas en América hasta mucho después de
lograda su independencia, dan el más cumplido testimonio.
Cierto que no tuvo suerte
en sus intentos de asentar en su propio puerto el comercio
de América. Pero no fue porque dejara de hacer los mejores
esfuerzos para conseguirlo. Así en 1736, muy pocos años
después de que comenzara su tráfico la Compañía
Guipuzcoana de Caracas, se había proyectado en Bilbao una
« Compañía de Comercio y Navegación para las tres
Provincias de Buenos Aires, Tucumán y Paraguay» cuyos capítulos,
concluidos en 1737, no lograron la real cédula
consagratoria de su establecimiento por los muchos obstáculos
que en la corte se alzaron contra el proyecto el cual,
aunque reproducido en 1745, con el carácter de plan del Señorío
de Vizcaya, y orientado hacía amplias y ambiciosas miras
que pudieran haberse convertido en fecundas realidades, no
consiguió tampoco obtener el ansiado cumplimiento en los
medios cortesanos.
Segundó Bilbao en 1762 en
sus proyectos de extender su comercio a la América y
estructuró un nuevo plan de compañía, con la total
colaboración del Señorío, el año de 1762, proyecto que
esta vez contemplaba las posibilidades de la explotación de
la Luisiana, cedida por Francia. Pero el intento fracasó
como los anteriores y remozado y ampliado en 1765, frustróse
de nuevo, debido a la política especial con que los españoles
habían manejado desde sus comienzos el comercio de América
la cual, en definitiva, no dio más resultado que la
prosperidad del comercio de países como Holanda, Inglaterra
y otros, más activos, ciertamente, pero también mejor
auxiliados por sus respectivos Gobiernos empeñados en adueñarse
de los mercados americanos.
Aun había de recibir Bilbao otra dura contradicción cuando
el Decreto de 1778 « Ordenanzas para el libre comercio con
las colonias » otorgó a otros puertos de la Península el
trato directo con las islas de Cuba, Santo Domingo y Puerto
Rico y con Yucatán, Campeche y la Luisiana. En dicha ocasión,
escribió el conde de Floridablanca al marqués de Narros,
Secretario de la « Real Sociedad Vascongada de Amigos del
País *, ponderando la medida adoptada y solicitando su
apoyo. La Sociedad traspasó dicha carta al Consulado de
Bilbao, en demanda de luces y éste respondió con las
siguientes expresiones, entre otras:
« Queriendo corresponder a
la confianza que de mí hace la Real Sociedad en el concepto
de que por mis individuos puedo adquirir luces, que comunicándoselas
contribuyan a formar un plan que ponga en claro las
utilidades del nuevo proyecto, convoqué Junta de mis
Conciliarios, y habiendo manifestado en ella la carta de V.S.
y la copia de la del Excmo. señor Conde de Floridablanca,
se expuso por algunos individuos que habiendo hecho comercio
a las islas de Barlovento dirigiéndose a varios puertos
habilitados de la Península no les había rendido lo
correspondiente al riesgo de la empresa, por los
multiplicados gastos que tienen que satisfacer en la dirección
al puerto de donde ha de principiar la navegación para las
Américas, adelantándose a asegurar que
repetidas veces habían sufrido pérdidas considerables sin
embargo de no haber padecido avería en los efectos.
»Noticioso de este considerable perjuicio representé a
S.M. (Dios le guarde) se dignase incluir a mi puerto entre
los que se señalaren para este comercio libre a las Américas,
haciendo evidencia de que, sin lesión de las libertades de
este Señorío y con seguridad de los derechos reales, se
podía conciliar el permiso; valiéndome para esto de
razones prácticas; así como puede esa Provincia con el
ejemplar de su Compañía de Caracas; pero mi humilde súplica
no tuvo el efecto que deseaba ».
El año anterior de 1777 y
en réplica a un manifiesto publicado por la ciudad de
Santander, para obtener la libre negociación con América,
compuso el Consulado un discurso apologético del comercio y
puerto de Bilbao, admirable alegato en defensa de la Villa.
Este discurso titulado « Demostración breve y verídica en
que con sólidas razones de conveniencia pública y mayor
servicio de S.M. se prueban las utilidades que produciría
el establecimiento de comercio a la América en el puerto de
la N. Villa de Bilbao, como el más proporcionado y cómodo
de toda la costa cantábrica », resume concisamente la
importancia comercial que a la sazón había alcanzado la
Villa y pondera sobria e incontestablemente la excelencia de
su puerto.1
Pese a todas esas y muchas
otras dificultades que en este momento no es del caso
referir, el resurgimiento de la industria marítima de
Bilbao, como dice Guiard Larrauri, a quien seguímos como a
la más autorizada fuente en esta materia, t se manifestó
pujante ya mediado el siglo. En 1752, se registra la petición
real hecha al Señorío, de calafates, contramaestres,
canteros y otros operarios para el arsenal del Ferrol, I,-,
y la contrata convenida por el constructor bilbaíno Manuel
de Zubiria, en 1763, para fabricar seis navios reales en
Guarnizo >.
Icuza, en sus paseos de convaleciente, desde la casa de sus
1- padres políticos que sabemos estaba situada en la travesía
de 1 Jardines,2 y como hombre capaz de apreciación segura
en este aspecto, visitaría más de cuatro veces aquel
astillero real de Zorroza del cual y de su tinglado anexo
Laglancé, el viajero que poco antes había visitado Bilbao,
nos dejó en su Itinerario las siguientes descripciones; «
Obra (el tinglado) toda correcta y hecha a toda costa de cal
y canto, que tiene de largo doscientas cincuenta brazas de a
seis pies, o sean dos varas castellanas cada braza; creen
que no hay obra igual por su solidez y extensión; tiene dos
piezas o dos altos y en cada uno pueden hüar aunque sean
cien hombres». Y añade: « Vimos allí también el
astillero donde se construyen las fragatas y paquebotes
correos de S.M. para La Habana y demás puertos de las
Indias en cuyo paraje había uno nuevo, que aun no se había
hecho a la vela, y empezaban a construir una fragata para
Buenos Aires, de treinta y seis cañones de la que me dieron
sus primeras medidas que son las siguientes: eslora 132
pies, quilla 115, manga 33, plan 18, puntal 10 pies y 3
pulgadas, batería 7 pies y 9 pulgadas, línea diagonal a
popa 15 pies y 4 pulgadas, e igual línea a proa 13 pies y 3
pulgadas. Cuyos gastos generalmente de este astillero y
tinglado en Zorroza, por orden del Excmo. Sr.
Superintendente General de Correos, se pagan con lo que
produce la administración de este ramo de Correos de la
provincia y villa de Bilbao, y lo de admirar es que alcance
la renta esta, y más a veces de que sobre ».
En la * Demostración » de que antes hablamos, compuesta
por el Consulado en 1777, se dice de los astilleros y
construcciones navales de Bilbao lo que sigue y copiamos por
referirse a cosas casi contemporáneas a la estancia de
Icuza: « Las proporciones de conveniencia que su situación
natural le franquean pródigamente le mueven al comercio de
la Villa de Bilbao a no despreciar lo que contempla que es
en beneficio de sus individuos, y valiéndose de ellas se
aprovecha de una gran parte de ribera para la construcción
de navios, eligiendo astillero en el sitio que le conviniere
al interesado, sin que embarace al que, de orden y a
expensas de S.M., está erigido en el barrio de Zorroza,
inmediato al surgidero, en donde por dirección de su
constructor se fabrican navios de 500 a 600 toneladas, sin
que para enjarciarlos tengan necesidad de salir de su fábrica
porque inmediato a ella está el tinglado real en el que a
su discreción manda que se trabajen las piezas
correspondientes, y como presencia esta obra la recibe a
satisfacción suya.
» Como con continuación se trabaja en estos astilleros ha
habido en todos tiempos y hay al presente un número tan
grande de operarios diestros, que cuando por orden de S.M.
se han construido en Guarnizo y otras partes navios para sus
Reales Escuadras, puede decirse, sin exageración, que han
sido los únicos que se han empleado en estos trabajos, por
el conocimiento y agilidad que han adquirido en iguales fábricas,
pues la bella situación del puerto cíe Bilbao, la antigüedad
de su comercio, la abundancia de materiales que produce el
país y la libre disposición de sus astilleros han sido
causa de que estén ocupados no sólo con las embarcaciones
de comercio sino con las de S.M. y particulares del reino,
que varias veces han mandado construir navios de tan
excesivo porte que pasaban de 800 toneladas, como se vio en
el año de 1737, con uno que hizo a expensas de don Raimundo
Soto, vecino de Cádiz, y por dirección del constructor don
Joseph de Arzueta que salió con toda felicidad por la barra
de Portugalete, pero sin carga y medio lastrado, que la
completó en la Abra con la denominación de "El
Oriente" pues aunque no admite este puerto en su
entrada mayores navios que de 300 a 400 toneladas, debe
entenderse, como queda dicho, de los que entran y salen
cargados ».
Por el tiempo que tenemos
en Bilbao a Icuza es cuando los astilleros particulares
adquieren mayor importancia. Es también por esa época
cuando « se perfeccionan los servicios de la ría,
surgideros, lengüetas, fondeaderos, etc., se hacen nuevas
ordenanzas de lemanaje y pilotaje y para los arruqueros,
guardas de la ría, puestos en Olaveaga y en San Nicolás
del Desierto, guarda billetero en Las Arenas, corredores
jurados de navios, etc.; se facilita la navegación con las
obras de muelles referidas y se establecen luces en las
lomas de la
Galea y Lucero para que durante la noche se orientasen las
embarcaciones. El año 1775 fue nombrado por el Consulado un
perito arqueador quien había de reconocer las naves de
naturales y extranjeros, y autorizar su salida y navegación
».
Con la prosperidad, crecía
la importancia del Consulado cuyas primeras ordenanzas del año
1511, fueron siendo confirmadas por los sucesivos Señores
de Vizcaya hasta llegar a las acordadas en 1737, tan
divulgadas, y que de modo tan eficaz reglamentaban la vida
mercantil no menos que el mecanismo interno y funciones
propias de cada uno de los que en él tenían cargo de poca
o mucha importancia. Entre estos últimos estaban los
Priores dos por cada año, y uno de los cuales en el de
1783, cuando Icuza se reponía de sus trabajos en su casa de
Bilbao, era precisamente su padre político, don José
Antonio de Earbachano, de la dinastía de los de ese nombre
que desde 1739 son ya ventajosamente conocidos en la villa
de Bilbao como armadores; don José Antonio de Barbachano
era el mismo también al que sabemos activo miembro de la
Sociedad Vascongada de los Amigos del País, la noble
entidad en que se fundían los afanea de muchos de los
vascos más cultos y conscientes de la época.
A poco de llegar a Bilbao,
a fines de septiembre, Icuza había tenido oportunidad de
asistir a la visita anual de jurisdicción de la barra en la
que se observaba el antiguo ceremonial. Vio como sus
mercedes los Jueces del Consulado, acompañados de los
clarineros de la villa, embarcaban en una falúa en la lengüeta
principal del Arenal para llegar hasta la desembocadura de
la ría, allá donde, a la derecha, al abrigo de las peñas
rojizas, se recoge Algorta, pequeño puerto de pescadores y
vivero de prácticos. Desembarcaban en Portu-galete y
pasaban al pórtico de su casa consistorial donde hacían
acto de audiencia pública, con el piloto mayor de la barra
y otros; reconocían los muelles y, reembarcándose al son
de los dichos clarines, regresaban hasta Zorroza donde ya
estaba prevenido el condumio cuyo copioso menú, seguramente
no desmerecería de aquel que el viajero Laglancé, que poco
antes había visitado la villa, nos describe como ofrecida a
él y a otros extranjeros por un caballero particular bilbaíno:
dos sopas, cinco platos de asado; luego cinco principios o
sean entradas, a continuación cinco platos de finales y
menestras; postres de crema, dulce y frutas, café, vinos
generosos y bizcochos y el vino para todo pasto de Burdeos
tinto y blanco.
Por aquella fecha, el
Consulado que tantas preeminencias iba alcanzando, lo mismo
en los actos civiles como en los religiosos, obtuvo del Señor
de Vizcaya y Rey de España una cédula en que se declara
que había de dársele el tratamiento de Señoría. Y pudo
ver Icuza a su deudo, el Prior Barbachano, solemnemente
sentado en la tribuna que, al lado de la Epístola, tenía
reservada en la iglesia de Santiago el Consulado. Pequeñas
vanidades que no embarazaban a éste el extender sobre la
villa, cada vez más, su influencia traducida en obras como
la que en gran parte le cupo en la creación de la Casa de
Misericordia, la escuela de Náutica y otras muchas
fundaciones e iniciativas.
Recreábase Icuza en contemplar el incesante trajinar e
incansable dinamismo que en el puerto, talleres y oficinas
de la villa podía apreciarse. Y la alegría y el peculiar
buen humor de aquella esforzada gente parecían inyectar en
su organismo, ya en vías de franca recuperación, nuevos
deseos de un vivir activo. A ratos también, en esos
momentos de reflexivo pensar en que la convalecencia suele
ser fecunda, le venían a la mente ideas que la cruzaban
como un relámpago para dejarla otra vez a oscuras. Eran tan
sólo atisbos como los que nuestro conocido, el viajero
Laglancé recientemente había tenido cuando, sin penetrar
en el fondo de la cuestión, pero acertando dentro de su
literal inexactitud a reflejarla tan fielmente como pocos lo
hayan podido hacer, escribía de Bilbao y los vizcaínos en
general: « ... parecen como colonia de industriosos
extranjeros en los dominios de S.M. Católica ».
Otro viajero más ilustre
que Laglancé había estado en Bilbao muy poco antes de que
Icuza fuese a pasar su período de convalecencia allí. John
Adams, uno de los proceres de la independencia de los
Estados Unidos, el que defendió ante el Congreso la célebre
Declaración de Independencia redactada por su cologa
Jefferson, actuó como figura descollante en la redacción
de la Constitución y sucedió a Washington en la
presidencia de la nación, estuvo unos días en Bilbao, en
enero de 1780, de paso en su misión a Francia, y aun se
conservaría viva su figura en la memoria del padre político
de Icuza, don José Antonio de Barbachano al que seguramente
le fue presentado el visitante norteamericano por su amigo y
predecesor en el priorato del Consulado bilbaíno don Diego
de Gardoqui1 de quien fue huésped Adams. Las impresiones
que
1 Eate Gardogui fue luego Director del Comercio de Indias,
Secretario del Despacho de Hacienda, y, entre otros cargos,
ministro plenipotenciario «rea de los Estados Unido?.de
Bilbao y Vizcaya se llevó el visitante y fueron más tarde
confiadas a sus escritos, seguramente que, en su esencia al
menos, les fueron conocidas a Gardoqui y Barbachano a través
de la palabra amiga de Adams.
Nos cuenta éste en su Diario, sus impresiones sobre Bilbao
a donde llegó después de un viaje por tierra desde el
Ferrol lugar en que tuvo que desembarcar por averias en la
fragata en que venía navegando desde Boston. De su paso por
tierras de Galicia y Castilla extrajo penosa impresión por
la miseria que pudo observar en pueblos, caminos y posadas.
Señala, muy acertadamente, los desfiladeros de Pancorbo
como - la frontera entre la antigua Castilla y Vizcaya * y
entra en tierra vasca, haciendo su primera parada en Espexo
(Álava) : *
Estamos en la mejor posada
que he visto hasta ahora », escribe, aunque añadiendo: «
Sin embargo, la cocina es como las españolas y la casa sin
chimenea... ». Desde Espexo hace camino a Orduña cuya
carretera tallada en la roca de la montaña describe, y por
fin, llega a Bilbao donde el mismo día de su arribo (15
enero 1780) recibe la visita de bienvenida de Diego de
Gardoqui y su hijo, banqueros, navieros y armadores, y en
suma, una de las más fuertes firmas de la villa. Tras
descansar el domingo, día 16, nos cuenta cómo el lunes
« Comí con los Gardoquis
y un sobrino suyo. Después de la comida, los caballeros nos
acompañaron 1 a la parroquia; luego a la antigua iglesia de
Santiago, de la que, por cierto, por esos años fue párroco
Don Joaquín Juan de Barbachano, tío político de Icuza2
que ya se alzaba en 1300.a El altar mayor parece muy
antiguo, labrado con figuras de madera muy bien hechas...
Fuimos luego a la Casa de Contratación. Es una institución
muy curiosa; cierto día del año, al comienzo de enero,
todos los comerciantes de Bilbao se reúnen, escriben sus
nombres en una papeleta que se coloca en una caja y extraen
cuatro. Estos nombran un cierto número de consejeros o
senadores ».
Anota, ese mismo día, en
su diario: « Hay una academia en Bergara para la juventud
de Vizcaya, Guipúzcoa y Álava... . l y dice también que
« Las tierras de Vizcaya están casi todas en manos del
pueblo — muy pocos señoríos (lord-ships). El duque de
Berwick y el duque de Medinaceli poseen algunas propiedades,
pero no muy grandes... ».
El día siguiente (18)
escribe: «Pasé el día andando por la ciudad; por el
muelle del río, por el mercado. Vi muchísima fruta y
verduras, coles, rábanos, zanahorias, remolacha, cebollas,
etc.; manzanas, peras, etc.; pasas, higos, nueces, etc.
Fuimos hasta la puerta de la ciudad por la que entramos;
luego dimos la vuelta al monte, por las escaleras de piedra,
y vimos excelentes jardines, verdura y vegetación. Volvimos
y visitamos una librería.. . Después fuimos con los
Gardoquis a ver tiendas y talleres; de vidrio, de vajilla,
juguetes, cuchillería. Nada muy extraordinario. Pero hay
algunas tiendas y talleres bastante grandes y llenos de
mercadería».
El 19, bajó con sus acompañantes al río a visitar a dos
barcos norteamericanos allí anclados: el corsario
"Rambler", de 18 cañones, al mando del capitán
Lovat y el bergantín "Phoenix", de 14, al mando
del capitán Babson, los que, a la llegada de la
representación de su país, hicieron con sus cañones las
salvas de cortesía y nos cuenta que « pasamos un día
agradable ».
No les resultó tanto la
estancia, en conjunto, por haber contraído todos fuertes
resfriados. Por eso, la impresión sobre Bilbao la
hallaremos mejor que en su diario en las páginas que
escribió después sobre el gobierno de Vizcaya donde puede
leerse esto que sigue:
* Muchos escritores han
atribuido su floreciente comercio a su situación; pero
puesto que ésta no es mejor que la del Ferrol o La Coruña,
este progreso es debido probablemente a su libertad.
Recorriendo su pequeño territorio, uno se creería en
Connecticut (uno de los más hermosos y ricos estados de la
Nueva Inglaterra) ; en vez de las chozas miserables hechas
de barro y cubiertas de paja, el país aparece lleno de
grandes y cómodas casas y graneros de labradores; las
tierras están bien cultivadas; y hay una clase labradora
rica y feliz. Los caminos tan peligrosos e impasables en la
mayor parte de España, son aquí muy buenos, habiendo sido
construidos a costa de mucho trabajo».
Como se puede ver, venía a repetir, con otras palabras el
mismo básico concepto que vimos en Laglancé.
Unos años después de su visita a Vizcaya (en 1787) escribía
Adams su Defence of Constitutions of Gobernement of tke
United States of America, obra polémica contra Tur-got, el
famoso ministro francés quien había atacado las nuevas
Constituciones de los diferentes Estados norteamericanos. No
es este el momento de entrar en el examen de la tesis
sostenida por Adams que, por otra parte, constituye una de
las cuestiones básicas en Derecho Político. Sólo debemos
señalar que Adams supo aprovechar su estancia de pocos días
en Bilbao, como se ve en su obra que constituye un denso y
extenso estudio histórico-político (que, por cierto, fue
publicado mientras se estudiaba la constitución americana),
cuando después de hablar de la república de San Marino,
escribe:
• En un trabajo como éste,
después de ese pueblo (por San Marino) que en Europa ha
tenido la habilidad, valor y fortuna de preservar una voz en
el gobierno, Vizcaya, en España, no debe ser en modo alguno
omitida. Mientras sus vecinos ha ya mucho renunciaron a su
soberanía en manos de reyes y clérigos, este pueblo
extraordinario ha conservado su viejo idioma, su espíritu,
sus leyes, su gobierno, y sus costumbres, sin innovación
alguna, durante más tiempo que cualquier otro país de
Europa ».
A continuación ofrece una
síntesis histórica del pueblo vasco, exacta en lo
principal, aunque no falten los errores producto de la época
en que se escribieron. Pasa luego a señalar, con tendencia
marcadamente favorable y como si el conocimiento breve, pero
vivo y amistosos que de ellos adquirió guiara
constantemente su pluma, los rasgos característicos de los
vascos: « Tienen fama de ser los mejores soldados y marinos
e incluso los mejores gentilhombres de corte... » y agrega
que son activos, vigilantes, generosos, valientes y fuertes
y atestigua que • hasta ahora los reyes de España les han
dejado en posesión de esas grandes inmunidades de las que
son tan celosos»; y como ejemplo relata el incidente y
tumultos suscitados sobre el impuesto de la sal en Bilbao en
1632. « Desde esa fecha el Rey no ha tenido delegado o
representante alguno en el Señorío, excepto su Corregidor
».
Entra después a dar cuenta
de la organización de la República vizcaína:
« Aunque el gobierno es llamado democracia no se encuentra
toda la autoridad o soberanía reunida en un solo centro;
existen, al contrario, tantos gobiernos distintos como
ciudades y merindades. El gobierno general (central) consta
por lo menos de dos instituciones: el Señor o gobernador y
el parlamente bienal (las juntas). Cada una de las trece
subdivisiones subordinadas (las 9 merindades y las 4 villas)
posee un gobierno organizado, con su magistrado supremo a la
cabeza. Podemos juzgar de la forma de todas ellas por la de
la metrópoli que se llama, en todas sus leyes, la noble e
ilustre República de Bilbao. La ciudad tiene su alcalde,
quien es s. la vez gobernador y juez supremo, sus doce
regidores o consejeros, fiscal, etc.... y por todos ellos,
reunidos en el palacio consistorial bajo los títulos de
concejo, justicia, y regimiento, son hechas las leyes en
nombre del Señor de Vizcaya, y confirmadas por él >.
Y continúa dando muchos
otros detalles que confirman la honda impresión que en el
espíritu del constitucionalista ñor-teamericano produjo el
democrático régimen de la libre Vizcaya 1 de aquellos días
y cuyo conocimiento es lícito pensar que, en parte al
menos, lo obtuvo, directa o indirectamente, por medio de los
Gardoquis y de Barbachano, miembro como sabemos de la
ilustrada Sociedad de Amigos del País, quien, sin duda,
hablaría más de una vez en sus veladas hogareñas de estas
cosas a su hijo político Icuza despertando en éste
indefinibles movimientos de ánimo.
Otros sentimientos hubieron
también de herirle a éste, por entonces, en sus más íntimas
fibras. La compenetración con la tierra natal es frecuente
que lleve al hombre, como de la mano, a sentir hambre de
Quien la creó. No es que nunca hubiera olvidado esto Icuza,
porque sobre los mares no hay ateos; pero
lo de ahora era distinto. No se trataba del repentino vuelco
que en el corazón del hombre hace sentir el peligro y del
grito, como de hijo desamparado, que en esos trances lanza
al Poder que agita las olas y sabe amansarlas. Era algo más
suave, más reposado y, al mismo tiempo, más hondo y más
firme.
Y como guipuzcoano, marino
y comandante durante tantos años de la "Nuestra Señora
de Aranzazu", ¿cómo no habría de acudir, cuando tan
cerca estaba, a la casa de aquella Madre a la que tantas
veces había invocado en sus trabajos y peligros sobre las
olas? Si su santuario está tierra adentro, como presidiendo
los linderos de las cuatro regiones vascas peninsulares, la
verdad es que siempre sus mayores favores han solido ser
para los hombres de mar. Hacía siglos lo había escrito
Esteban de Garibay: * Entre todas las suertes de gentes, las
que más de ordinario acuden con largueza de limosnas son
los mareantes que siempre que en sus naufragios y trabajos
navales, invocan el nombre y devoción de esta santa casa
son socorridos y remediados ».
Así la invocaron con sus
ruegos y sus limosnas el gran Okendo en la batalla naval de
Pernambuco; Legazpi al ir a zarpar para su gran jornada de
Filipinas y Elcano, quien tras rodear al mundo, hubo de
rendir su última singladura en la inmensidad del Pacífico...
Nos place, pues, imaginar a Icuza quien, a fines del
invierno de 1783, toma como peregrino, en compañía de su
esposa, el camino de Aranzazu. Para describir su itinerario
nos pueden servir estas palabras modernas:' « ... salimos
de aquí, de Bilbao, en dirección a Oñate. Hacía años
que no llegaba en mis correrías a la típica villa de
Elorrio, y desde Elorrio, teniendo a la vista la desnuda peña
de Udala, fuimos subiendo la cuesta de Campanzar. Las hayas
se envolvían en nieblas recibiendo un terco orvallo. En el
alto mismo de la cuesta, en el portillo, una joven pastora,
varonil, en esa edad en que empieza a acusarse el sexo, subía
entre llovizna, con piel firme, tras unas ovejas.
Era toda una vida. Y
bajamos a Mondragón. En Mondragón, mientras descansaban
las caballerías, pudimos dar un ligero vistazo al pueblo.
.. Llegamos a Oñate, a la señorial Oñate, a la caída de
la tarde, entre llovizna. La calma de la villa se bañaba en
orvallo... Pasada la noche... a las seis de la mañana, me
asomé al balcón... Emprendimos a pie la subida al
santuario de Nuestra Señora de Aranzazu... íbamos camino
arriba, pian, pianito, entre frondosidades recientemente
lavadas por la lluvia,. En un adusto repliegue de la montaña
se alza el santuario, y junto a él el convento de
franciscanos... >.
En los labios de Icuza iba, tal vez, temblando el antiguo
romance:
Arantzazura egin det promes, edo gau edo egunez, edo gau edo
egunez eta oñutsetan eta dolorez.
(He hecho promesa de ir a Aranzazu — o de día o de noche
— o de día o de noche y — descalzo y con dolor).
Arantzazura bídea luze; ara orduko illuna. Santa Luzian
begi ederrak argi egiten digula.. .
(Es largo el camino hasta Aranzazu — para cuando allí se
llega está oscuro — los hermosos ojos de Santa Lucía —
nos van alumbrando).1
Llegados de noche o a la
hora que fuere, eran muchos los peregrinos que pernoctaban
allí. « Pasan toda la noche en vigilia de rodillas en el
templo, siéndoles despertador contra el sueño, a unos la
disciplina, a otros una cruz en el hombro a otros una cadena
al pie... Esta severidad y rigor de penitencia se templa y
suaviza con dulces músicas que en idioma vascongado se oyen
algunas horas de la noche, componiéndose su armonía de
diferentes coros, en número de ocho o diez personas cada
uno que alternando las voces y cánticos, entretienen
devotamente los espíritus, para que pausen algún rato en
tantas austeridades ».!
Al día siguiente, cumplido
su voto y entregada su ofrenda, emprendía Icuza el camino
de regreso, como quien surge de un baño de pureza, con el
corazón ligero y en los labios alguna de las canciones allí
escuchadas:
eficiencia a sus buques, la recompensa y debido estímulo a
las tripulaciones, el plan conforme al cual conviene entrar
a hacer el corso y otros detalles al efecto son pesados y
medidos por Icuza quien, se traslada a Madrid y hace entrega
allí el día 9 del siguiente mes de mayo, de la «
Noticia... » que a continuación insertamos y en que todo
lo anterior se expone. Las acotaciones que al margen pone el
Ministro, con sus aprobaciones o enmiendas, según los
casos, nos dan más o menos todo el panorama del plan
conforme al cual había de estructurarse el futuro Resguardo
Marítimo de Caracas y las atribuciones, limitaciones y
medios entre los que habría de moverse Icuza en su nueva
etapa de celador del contrabando marítimo.
« Noticia de las embarcaciones que la Real Compañía
Guipuzcoana de Caracas mantenía en aquella Provincia, para
el resguardo de la Costa.
1? Fuerzas que tenía la Compañía.
» Un bergantín con 18 cañones de a 6, 22 pedreros, 4
esmeriles, 40 fusiles, 50 pistolas, 50 sables, 40 bayonetas,
50 chuzos y 120 hombres de tripulación de Comandante a
Paje.
» Tres balandras de 12 a 14 cañones de a 4, 16 pedreros,
30 fusiles, 40 sables, 40 pistolas, 40 bayonetas, 30 chuzos
y 80 a 90 hombres de tripulación.
» Tres lanchas cañoneras, con su cañón de a 4, 10
pedreros, 14 fusiles, 16 pistolas, 16 sables, 14 bayonetas,
con 21 hombres cada una.
» Una canoa con 4 pedreros, 8 fusiles, 8 bayonetas, 10
pistolas, 10 sables y 12 hombres para el resguardo de las
cercanías de Puerto Cabello, Punta de Tucacas y sus caños.
> Como tengo experimentado al principio de la paz que se
hizo después de la guerra de 1762 y es muy natural, todas
las embarcaciones que al presente están armadas en las
colonias extranjeras, especialmente las holandesas, para
hacer el comercio con las naciones amigas y neutrales, faltándoles
ahora la libertad de ser admitidas de que durante la guerra
gozaban, irán a la costa a ejecutar el del contrabando,
como siempre lo han practicado, con las mismas balandras y
demás embarcaciones que hoy tienen armadas. Por cuya razón,
la entrada de la paz pide un resguardo de algunas más
fuerzas que el que será menester después que queden bien
castigados
los contrabandistas. Bajo
este fundamento, soy de parecer que serán necesarios por
ahora las embarcaciones del aparejo y porte siguientes: con
la advertencia que, considerando a Sos americanos ingleses
muy comerciantes y cebados al tráfico de aquella costa, con
motivo de su admisión en aquellos puertos durante la
guerra, es de temer aparezcan en ella con sus fragatas,
bergantines y otras embarcaciones de fuerza, por lo que será
necesario, para el debido respeto de las armas e imponer
terror en la costa, llevar al principio.
« Enterado el Rey de
cuanto propone Icuza en este plan, y en consecuencia de
haber resuelto premiarle por sus anteriores servicios, se ha
dignado concederle grado y sueldo de Teniente Coronel de
Infantería, asignado sobre la Tesorería de Caracas, con el
correspondiente de Monte Pió Militar, en. favor de su viuda
e hijos. Y por lo que hace a los puntos de resguardo, ha
determinado S,M. lo que va puesto al margen de cada uno.
Fecho todo en 19 Mayo 1783 ».
Fuerza que necesita ahora el resguardo de Su Majestad.
» Una fragata de 24 a 30 cañones de 8 a 12 tiros de bala.
* Un bergantín de 16 a 18 cañones de a 6 tiros.
»Una goleta de 10 a 12 cañones.
»Tres lanchas que mantenía la Compañía y hoy están por
cuenta de S.M,
»Una canoa con 12 hombres. Y en escarmentando bien al
principio a los contrabandistas, podrá retirarse la
fragata.
i Lo debe arreglar a au arribo a Caracas, con el nuevo
Intendente de aquellas Provincias, y prevenirle así, desde
luego, dando el duplicado a Icuza ».
«29 Pertrechos y provisiones navales que es menester llevar
*.
> Mediante que en el día no tiene alia S.M. pertrechos
de guerra ni municiones o provisiones navales y que la Compañía
ha agotado sus almacenes con el último armamento en guerra
para España, es necesario llevar arboladuras, jarcias,
lonas, lonetas, crotonies, brines, breas, alquitrán, balería
particularmente de pedreros, pinturas, armamento de mano de
pistolas, sables y puñales de abordaje, que se deberán
mandar trabajar« 39 Que se establezca una maestranza de 12
a 16 hombres para el servicio de guardacostas >.
» La Compañía mantenía en Puerto Cabello un maestro
carpintero para dirigir las obras que necesitaban los
guardacostas y sus navios con 20 o 30 oficiales carpinteros
y calafates a quienes daba siete pesos mensuales, la ración
diaria que se reputa dos reales, con el jornal de cuatro
reales los días que estaban empleados para economizar en
las obras que, a jornal de veinte reales que allí gana al día
cada oficial carpintero o calafate salían muy costosas.
Siguiendo la misma idea de ahorro hacia la Real Hacienda,
conviene establecer una maestranza de 12 a 16 hombres, los
cuales no estando empleados en el trabajo de guardacostas en
tierra, podrían formar sus tripulaciones con la economía
de sus sueldos y comidas.
s Como propone y que lo
arregle a su arribo con el Intendente. Fecho ».
»Por el mismo principio de economía y para que los
guardacostas estén siempre limpios sin tener que ir al
puerto con frecuencia a limpiar sus fondos, importa se
forren en cobre ,pues de este modo durará mucho más una
carena y se hallarán las embarcaciones ligeras y sin perder
su andar, punto el más esencial.
* Se dará providencia para
que las dos embarcaciones que ahora ha de llevar y se han
pedido a la Compañía vayan forradas en cobre. Fecho».
< 4? Que conviene ceder a la tripulación la carga de las
presas reservando los buques para S.M. ».
» La continua práctica que tengo del servicio de
guardacostas me dicta sería de grande estímulo para aquel
resguardo el que S.M. cediese a favor de las tripulaciones
los efectos que se apresen, quedando a beneficio de la Real
Hacienda los buques apresados cual lo ha hecho el Rey con la
Marina en la última guerra, señalando al Comandante la
cuarta parte de la carga de las presas, porque de este modo
se evitan los encuentros con los Jueces, sobre ai después
de apresada la embarcación robaron de la cargazón las
tripulaciones. Resultaría de esta providencia mayor
beneficio a la Real Hacienda, porque exponiéndose la gente
a mayores peligros y fatigas, cesará antes el comercio
fraudulento, y en breve se haría el resguardo con muy pocas
fuerzas, debiéndose advertir que, en ios casos de abordaje,
siempre se ha concedido la carga a las tripulaciones, cual
lo ha practicado el Intendente.
* Este punto se arreglará de modo que el Comandante y laa
tripulaciones queden contentos.
> Se ha convenido Icuza en que se de la mitad a loa
Oficiales y tripulaciones, incluso él como Comandante, en
no habiendo combate reñido con loa apresados, y en habiéndolo
con abordaje, se les cederá por S.M. el todo de las
cargazones. Fecho s.
* 5° Conviene dar alguna graduación a los Oficiales
guardacostas ».
> Convendría que S.M. condecorase con alguna graduación
a los capitanes y oficiales de guardacostas para moverles al
mejor desempeño.
» Don Juan Antonio de Careaga que ha servido muchos años a
la Compañía en guardacostas, bajo mis órdenes, es un
sujeto muy activo y celoso del servicio, por lo que le
destiné con una guardia de 20 hombres para resguardar los
puertos de Chuao, Cepo y Perulata, por cuyos parajes se hacían
muchas introducciones, y desempeñó tan bien su comisión
en varios encuentros con los contraventores, que desarraigó
el contrabando en aquellos puertos. Aun hoy subsiste en
aquella costa con guardia por mar y tierra, a instancia del
vuestro Intendente. Y, para que en lo sucesivo continué con
el mismo amor y celo, es acreedor a que la piedad del Rey le
honre con alguna graduación.
t Se les atenderá, según su mérito y a Careaga le concede
S.M. desdo luego, el grado y sueldo de Teniente de Infantería.
Fecho el despacho ».
i 6' Forma de entrar a hacer el corso ».
»El modo de escarmentar y aterrar a los contrabandistas es
salir de España con dichas tres embarcaciones de fragata,
bergantín y balandra y, recalando en la isla de Trinidad,
recorrer toda la costa hasta Puerto Cabello, de suerte que
se : apresarán las más de las embarcaciones que se
hallasen tratando en las costas, y dejando la fragata en
dicho Puerto Cabello, si pareciese conveniente al
Comandante, seguir, con las otras dos embarcaciones, hasta
el Saco de Maracaibo, con lo que se barrería toda la costa
de Santo Domingo, y
proveyéndose allí de lo necesario, seguir a la isla de
Puerto Rico donde, sin duda, habrá mucho contrabandista;
limpiar aquella isla y luego volver a la costa firme hacia
la Margarita y, sin parar, dar segunda recorrida hasta el
Saco de Maracaibo, con lo que, indispensablemente, se les
cogería descuidados y se apresarían las más de las
embarcaciones que se hallasen tratando. Y es creíble que,
con las pérdidas que experimentarían, quedasen en las
islas extranjeras escarmentados.
«Aprobado. Pecho».
. 79 Facultades que conviene dar al Comandante *.
* No deberán los Oficiales Reales mezclarse con los
guardacostas, ni menos entender de sus destinos y sólo en
caso necesario deberán auxiliarse unos a otros para el
mejor servicio de S.M.
* Los guardacostas podrán rondar con sus embarcaciones
menores y reconocer en todos los puertos cualquiera
embarcación que recelen pueda tener efecto de ilícito
comercio. Para que el resguardo se haga con el tesón
correspondiente es preciso dar facultades amplias al
Comandante, no sólo para el fin de destinar los
guardacostas a los cruceros y parajes que hallare más
conveniente, sino también para perseguir a los
contrabandistas, tanto en la mar como en tierra, cual las ha
tenido en los tiempos que ha estado mandando los
guardacostas por la Compañía, confiriendo mandos, apeando
oficiales, según el mérito y demérito de ellos, lo que ha
producido el deseado efecto de exterminar el contrabando
enteramente, según puede informar la Compañía de Caracas.
« Se le dará por S.M. patente de guardacostas, no sólo
para las de Caracas y demás de aquella Capitanía General,
sino también para las demás de nuestras Indias
Occidentales donde conviniere que recale y ae concederán
facultades amplias sobre sus subalternos; pero en lo demás
arreglará sus funciones con el Intendente a quien se le
prevendrá lo conveniente en el asunto, expresándole cuanto
interesa el servicio en ello.
i Se hizo esta prevención
».
* El Comandante podrá
hacer uso de las falúas y otras embarcaciones menores que
hubiere en los puertos, para asuntos del Real Servicio, y
enviar a la visita de las embarcaciones su bote con oficial
para ver si se hace el debido reconocimiento, porque he
experimentado varias veces, que andando calas y
ensenadas, se hacían desde La Guaira, Puerto Cabello, Cumaná
y Margarita con Curazao muchos comercios clandestinos.
* Como se está poblando la
isla de la Trinidad, procurarán introducir contrabando en
la costa firme desde las islas extranjeras, alegando en caso
de encuentro con guardacostas, que las corrientes, que los
recios vientos, que la falta de agua les ha obligado a
recalar o tomar puerto, cual ha sucedido anteriormente, y,
para en estos casos, será conveniente dar al Comandante una
instrucción sobre el modo de obrar en semejantes
encuentros.
• Los holandeses de
Curazao y Ulúa suelen pasar a la costa firme a pescar
tortugas y cortar leña. Con este pretexto hacen sus
introducciones. Muchas veces se les han quitado los barcos y
echado a pique notificándoles que, si volvían, se les
llevaría prisioneros, por lo que en lo sucesivo, después
de estar amonestados, si reinciden, será preciso hacerlos
prisioneros porque también hacen de espías, inquiriendo el
destino de los guardacostas.
«Se pide una instrucción para el modo de gobernarse con
navios
sospechosos ». « Esta instrucción se mandará al
Intendente que la forme y que la
comunique también al nuevo Gobernador de la Trinidad. Fecho
».
> Las tripulaciones de
las embarcaciones apresadas deberán enviarse al castillo de
San Juan de Ulúa de Veracruz, porque si se destinan a
Puerto Rico, se escapan fácilmente, sobornando a los
guardias con dinero que les envían de Curazao. La mayor
parte de las tripulaciones de los barcos holandeses se
componen de esclavos cuyos amos, al tiempo que salen para el
trato, les dan papel de libertad, para decir que son libres,
en caso de ser apresados. Por esta razón, conviene hacer
una pesquisa exacta para descubrir los esclavos y a éstos
venderlos en Veracruz para las minas, de donde jamás
vuelvan, aunque no rindan más que 50 pesos cada uno, porque
experimentando los judíos de Curazao esta pérdida, se
contendrán en el trato.
«Del destino de loa prisioneros libres y esclavos». <
Así se prevendrá al Intendente con quien se pondrá este
Comandante de acuerdo. Pecho ».
> Otra máxima se
pudiera adoptar que, tal vez, produciría mejor efecto y es
la de dar libertad a todos los marineros apresados con toda
su ropa y medios de volverse luego a casa,
siempre que no riñan o hagan extraordinaria diligencia para
la huida, porque viendo los comerciantes de Curazao que la
marinería ni trabajaba ni reñía, se cansarían con sus pérdidas;
más siempre que hagan defensa deberán ser destinados al
presidio de San Juan de Ulúa.
u Idea de nueva forma de tratar a loa prisioneros librea »,
« Debe tratarlo con el Intendente y que éste avise para la
aprobación de lo que resuelvan. Pecho ».
"Para arreglar los
puntos que se ofrezcan, tomar cuenta? y otras ocurrencias,
conviene dar al Comandante un sujeto graduado de Secretario
de la Comandancia o de Comisario de Guerra.
e 8? No se necesita esta graduación para el que Heve la
pluma al Comandante. El que hubiere de ser lo tratará también
con el Intendente *.
* Madrid, 9 de Mayo de 1783.
* Vicente Antonio de Icuza t.1
Como se dice en la primera
acotación marginal puesta por el ministro Calvez a la -
Noticia...» de Icuza que acabamos de leer, el Rey, con
fecha 19 del mismo mes de mayo, concedía al marino
guipuzcoano grado y sueldo de Teniente Coronel de Infantería
« para que ejerza con mayor decoro la expresada Comandancia
» a que se le destinaba, como se dice en despacho que con
esa misma fecha de 19 de mayo, dirige Gálvez al Intendente
Saavedra que comienza así:
« Respecto que con la
extensión del comercio libre a esas Provincias quedó
relevada la Real Compañía Guipuzcoana de las cargas que
tenía y eran consiguientes al privilegio exclusivo con que
hacía su comercio en ellas, entre otras las de mantener el
resguardo marítimo de esas costas, cuyo objeto, como tan
interesante al estado de los Reales intereses y al bien de
esos vasallos, aunque en todos tiempos ha debido y debe
mirarse según lo demanda su importancia, pide en las
presentes circunstancias la mayor atención, pues faltando a
las colonias extranjeras, especialmente la holandesa, la
libertad que durante la guerra han gozado de hacer el
comercio en siempre que no riñan o hagan extraordinaria
diligencia para la huida, porque viendo los comerciantes de
Curazao que la marinería ni trabajaba ni reñía, se cansarían
con sus pérdidas; más siempre que hagan defensa deberán
ser destinados ai presidio de San Juan de Ulúa,
« Idea de nueva forma de
tratar a los prisioneros librea ». * Debe tratarlo con e!
Intendente y que éste avise para la aprobación de lo que
resuelvan. Fecho ».
»Para arreglar los puntos que se ofrezcan, tomar cuenta? y
otras ocurrencias, conviene dar al Comandante un sujeto
graduado de Secretario de la Comandancia o de Comisario de
Guerra.
No se necesita esta graduación para el que lleve la pluma
al Comandante. El que hubiere de ser lo tratará también
con el Intendente *.
» Madrid, 9 de Mayo de 1783.
Como se dice en la primera acotación marginal puesta por el
ministro Calvez a Ja «Noticia...» de Icuza que acabamos de
leer, el Rey, con fecha 19 del mismo mes de mayo, concedía
al marino guipuzcoano grado y sueldo de Teniente Coronel de
Infantería * para que ejerza con mayor decoro la expresada
Comandancia » a que se le destinaba, como se dice en
despacho que con esa misma fecha de 19 de mayo, dirige
Calvez al Intendente Saavedra que comienza así:
« Respecto que con la
extensión del comercio libre a esas Provincias quedó
relevada ¡a Real Compañía Guipuzcoana de las cargas que
tenía y eran consiguientes al priviJegio exclusivo con que
hacía su comercio en ellas, entre otras las de mantener el
resguardo marítimo de esas costas, cuyo objeto, como tan
interesante al estado de los Reales intereses y al bien de
esos vasallos, aunque en todos tiempos ha debido y debe
mirarse según lo demanda su importancia, pide en las
presentes circunstancias la mayor atención, pues faltando a
las colonias extranjeras, especialmente la holandesa, la
libertad que durante la guerra han gozado de hacer el
comercio en esas Provincias, no omitirán medio alguno para
continuarlo clandestinamente, ocupando en el contrabando las
embarcaciones que hoy tienen armadas para el comercio que
han estado haciendo en nuestras posesiones. Con esta
consideración ha tomado S.M. con sus respectivos armamentos
el bergantín "Nuestra Señora del Coro" y la
balandra "Nuestra Señora de Aranzazu",
pertenecientes a la citada Compañía y existentes el
primero en el puerto de Pasajes y la segunda en la bahía de
Cádiz, para que vayan a emplearse en el resguardo de esas
Provincias, como antes lo estaban; y se ha dado providencia
para que pasando inmediatamente a Cádiz el bergantín se
forre igualmente que la balandra en cobre y se equipen ambos
buques de cuanto necesiten para su completo armamento y pida
don Vicente Antonio de Icuza, Teniente de Fragata de la Real
Armada, a quien ha nombrado S.M. Comandante del enunciado
Resguardo Marítimo de esas costas, y concediéndole, en
premio de sus anteriores servicios y para que ejerza con
mayor decoro la expresada Comandancia, grado de Teniente
Coronel de Infantería con el sueldo de vivo asignado en esa
Tesorería principal de que se le ha expedido el
correspondiente despacho, y habiendo declarado S.M. a este
Oficial en calidad de Teniente Coronel, comprehendido en el
Montepío militar para que gocen de su beneficio su viuda e
hijos, deberá sufrir los correspondientes descuentos de su
haber a favor del mismo Monte. En consideración también a
los servicios que ha hecho y continúa haciendo don Juan
Antonio de Careaga en ese Resguardo Marítimo y para que
sirva de estímulo a los demás oficiales que se destinen a
él, le ha concedido S.M. grado y sueldo de Teniente de
Infantería en los mismos términos que a Icuza de que
igualmente se le ha expedido el respectivo despacho. Luego
que estén aprestados en Cádiz el bergantín y la balandra
mencionados, saldrán mandándolos el expresado Icuza y se
dirigirá a recalar en la isla de Trinidad con el fin de
recorrer toda la costa hasta Puerto Cabello y seguir, sin
entrar en el puerto hasta el saco de Maracaibo, tirando
después a la costa de Santo Domingo y proveyéndose allí
de lo necesario, seguirá a la isla de Puerto Rico de donde
volverá a la costa firme, hacia la Margarita, para dar
segunda recorrida hasta el saco de Maracaibo..,».1
Desde aquí, sigue
repitiendo, en líneas generales, el plan de Icuza y
comunicando al Intendente que el Rey deja a su prudente
arbitrio y discreción tomar las medidas que estime
necesarias, de acuerdo con Icuza, respecto a pertrechos,
maestranza, presas, recompensas a las tripulaciones, etc.,
etc., firmando el despacho en Aranjuez, a 19 de mayo del año
1783.
Por otra parte, con fecha
28 del mismo mayo, se extendía por el Rey Carlos III, en
Aranjuez, la Real Patente de Corso y pasaporte en que, con
todas las fórmulas de rigor, se autorizaba a Icuza,
Comandante del Resguardo Marítimo de Caracas, para hacer el
corso, no sólo en las costas de aquella Capitanía General,
sino también en las demás de las islas de Barlovento y de
las Indias Occidentales.1
Pocos días antes, el 20 del citado mes, Calvez había
firmado en el mismo real sitio de Aranjuez, un despacho
dirigido al Capitán General de Caracas que reza así:
« El Rey ha nombrado por
Comandante del Resguardo Marítimo de esas costas al
Teniente de Fragata Don Vicente Antonio de Icuza, y concediéndole
en premio de sus anteriores servicios y para que ejerza con
mayor decoro dicha comisión, el grado de Teniente Coronel
de Infantería, con el sueldo de vivo, de que se le ha
expedido el correspondiente despacho que acompaño a V.S.
para que, lo entregue al interesado a su arribo a esa
capital. Y habiendo declarado S.M. a este oficial
comprendido en la clase de Teniente Coronel, en el Monte Pío
militar, para que su viuda e hijos gocen de los beneficios
del citado Monte, le aviso a V.S. para su inteligencia »2
Tomadas por la Corte estas
altas medidas iniciales, tocábale a Icuza comenzar a actuar
en la organización de su empresa, visando y dirigiendo los
preparativos de la misma, tarea en que le veremos ocupado en
el siguiente capítulo.
3 — San Sebastián: Preparativos de salida
Para cuando las anteriores Reales disposiciones fueron
dadas, Icuza estaba ya camino de su casa de Bilbao desde
donde escribía a Calvez como sigue:
«Excelentísimo Señor: Tengo el honor de ofrecer a V.E.
mis respetos y notificarle mi arribo a esta villa, de donde
pienso marchar luego a San Sebastián a visar el apresto del
bergantín de mi mando, para cuya carena me avisa el
Director de la Compañía de Caracas de dicha ciudad haber
pedido a Bayona las planchas de cobre necesarias. Espero
desde Pasajes dar cuenta puntual a V.E. del estado que
tuviere aquel armamento. Entre tanto, quedo rogando al Señor
guarde la vida de V.E. muchos y felices años. Bilbao y
junio 2 de 1783 s.1
Con referencia a algunos puntos de inmediata urgencia y
concretamente del de las planchas de cobre de que en la
anterior se habla, la Mesa escribe a Calvez lo que sigue:
« Señor:
> En orden de 19 de Mayo se previno al Presidente de Cádiz
que el bergantín el "Coro" que se halla en el
puerto del Pasaje y ha resuelto S.M. tomar a la Compañía
para el resguardo de las costas de Caracas, debía pasar a
forrarse en cobre en aquella bahía; igualmente que la
balandra "Aranza-zu" que existe en ella. En este
concepto, se pasó oficio al señor Valdés para que de
aquel arsenal se franquearan las planchas necesarias para
ambos buques, y contestó S.E. haber dado la orden,
conveniente al efecto.
* Lo mismo se previno a los Directores de la Compañía
quienes contestaron sobre este particular, que habiendo
manifestado Icuza de palabra que el bergantín debía
forrarse en cobre, encargaron se ejecutase así, pidiendo a
las fábricas de Balmaseda las planchas de cobre necesarias.
Y en carta del 2 del corriente dice el mismo Icuza desde
Bilbao, le avisaba el Director de la Compañía en San
Sebastián, haber pedido a Bayona las planchas de cobre
necesarias para dicho bergantín lo que ha parecido a la
Mesa deber hacer presente a V.E. para que, si estima V.E.
conveniente se forre en Pasajes este buque, una vez que
parece hay proposición para ello, se prevenga así a los
Directores para que no varíen la providencia mediante el
aviso que se les dio de que debía pasar a Cádiz a forrarse
allí.
» En cuanto al justiprecio que debe hacerse de este buque
en Pasajes, sólo se previno a los Directores, como mandó
V.E., ¡o acordasen con el contador Anduaga y don Vicente
Icuza, previniéndolo así a San Sebastián, pero no se le
advirtió a Anduaga de ello por esta vía, lo que también
hace presente !a Mesa por si estima V.E. conveniente se
ejecute. Junio 7 de 1783 ».'
Calvez, en 10 del mismo mes, presta su acuerdo a lo que la
Mesa propone e inmeidatamente se envía despacho a los
Directores de la Real Compañía Guipuzcoana previniéndoles
se haga en todo a tenor de la carta anterior. Por otra parte
se escribe al Contador de San Sebastián don Miguel Cipriano
de Anduaga para que ordene hacer el justiprecio del bergantín
y tome nota de lo que se vaya gastando en forrarlo de cobre,
pertrechos, etc., etc.2
La orden referente al justiprecio del bergantín fue
cumplida apenas llegada a su destino como puede verse por el
documento que a continuación se inserta:
« Declaramos nosotros Don Manuel y Don Ramón de Aiz-purua,
padre e hijo. Maestros Constructores y Peritos nombrados
para el reconocimiento y avalúo del bergantín
"Nuestra Señora del Coro", propio de la Real
Compañía Guipuz-coana de Caracas que se halla en este
puerto: el primero por el señor don Ignacio Antonio de
LopeoJa, Director de ella y el segundo por los señores don
Cipriano Miguel de Anduaga, Comisario Interino de Marina y
don Vicente Antonio de Icuza, Capitán de Fragata de la Real
Armada; y habiendo ejecutado, según nuestro leal saber y
entender y ambos de conformidad, avaluamos sólo su casco
que es de material sabina, construido en la isla de Eermuda,
en cuarenta y cinco mi]
reales de vellón que se sacan al margen ......... 45.000
» Asimismo hemos
reconocido toda su arboladura pendiente que igualmente
apreciamos en ......... 12.573
» Son reales de vellón ....... 57.573
• Importan las dos partidas antecedentes la cantidad de
cincuenta y siete mil quinientos setenta y tres reales de
vellón.
Y para los efectos que convengan, firmamos el presente avalúo
en este puerto del Pasaje, a 18 de Junio de 1783 «-1
Realizado el justiprecio del "Coro", que pasa
inmediatamente de la propiedad de la Compañía a la del
Rey, comienzan a efectuarse en dicho navio los trabajos
indispensables de aprontamiento, comenzando por el de su
carena a lo cual y otros particulares se refiere la carta
que Icuza dirige a Calvez y que a continuación copiamos:
« Excelentísimo Señor:
>Señor: Habiéndose justipreciado el bergantín
"Coro" y señalado las obras que se le deben
hacer, se está trabajando con viveza en su carena, que
procuraré se acabe lo más breve que se pueda, y mediante a
que en Burdeos hay embarcación para este puerto, podrán
estar aquí sin dilación las planchas de cobre, pues se
ahorrará mucho y se ganará tiempo en forrándose aquí,
porque a hacerse esta maniobra en Cádiz era perder el
trabajo adelantado aquí.
» Con las obras que se le hacen, el bergantín quedará en
tan buen estado que, en mucho tiempo podrá servir sin mayor
que hacer.
» El palo de la balandra "Aranzazu" creo que está
inservible, por lo que V.E. ordenará se le ponga otro y en
lo sucesivo daré cuenta a V.E. de lo que se adelanta en la
habilitación.
» Nuestro Señor guarde la vida cíe V.E. los muchos y
felices años que he de menester.
» San Sebastián, 23 de Junio de 1783.. ....a
Mientras se trabaja en la
carena del bergantín cuyo • guardianaje » estaba, por
cierto, a cargo de Lorenzo de Altu-na, según recibo que éste
firma, certificando haberle sido pagada por don Juan Agustín
de Iradi, Veedor de Marina de la Real Compañía
Guipuzcoana, la cantidad de 120 reales « por treinta días
de guardianaje de dicho bergantín- (El Pasaje, 30 de junio
de 1783) ,3 se da cuenta a Icuza de la adquisición de otro
navio más para incorporarlo al servicio de guardacostas de
Caracas y de otros particulares respecto al apresto
de los navios, etc., etc.1 (3 Julio), Kefiriéndose a esta
última comunicación, escribe Icuza a Calvez:
* Excelentísimo Señor:
» Con la muy apreciable carta de V.E. de 3 del presente
mes, he recibido la patente pasaporte Real por el cual me
autoriza el Rey para hacer el corso no sólo en las costas
de las Provincias e Islas dependientes de la Capitanía
General de Caracas, sino también en las demás de
Barlovento y de las Indias Occidentales donde conviniere
recalar para impedir el contrabando, y quedo en dar el
debido cumplimiento a lo que se me previene en la referida
patente, y a V.E. tributo las más atentas gracias de la
nueva confianza que merezco a la piedad del Rey.
» La carena del bergantín
"Coro" se halla ya al concluir y sólo aguardo a
que lleguen las planchas de cobre, que ya debían estar aquí,
según aviso que tuvo de Burdeos el Director de la Compañía
de haberse embarcado el día 4 de éste, y tan luego como
lleguen se hará forrar y inmediatamente se habilitará con
la mayor brevedad posible, pues aseguro ingenuamente a V.E.
que deseo verificar mi salida cuanto antes, y no dejo día
sin ver las obras que se le hacen al bergantín y se le ha
dado tan buena carena que en mucho tiempo no necesitará de
obra mayor, a menos de algún accidente imprevisto, y me
alegraré que a mi arribo a Cádiz encuentre el bergantín
la "Candelaria" y balandra "Aranzazu"
habilitados para luego salir a mi destino.
» Así mismo quedo
advertido que en orden de 19 de Mayo último, comunicó V.E.
al nuevo Intendente de Caracas lo resuelto por S.M. sobre
cada uno de los particulares relativos al resguardo de
aquellas costas que yo propuse en papel de 9 del mismo mes y
que con la propia fecha dirigió V.E. al Capitán General de
Caracas los despachos con grados de Teniente Coronel de
Infantería a mi favor y de Teniente también de Infantería
al de don Juan Antonio de Careaga, empleado en aquel
resguardo, con el sueldo de vivos.
• Por lo respectivo a la
nota especificada que V.E. me pide de los Pertrechos y
Provisiones Navales que deban llevarse a Caracas y expuse en
el artículo 2f> de mi papel, adjunta hallará V.E. la
nota de lo que hoy contemplo más urgente y también de lo
que indispensablemente se habrá de enviar más adelante de
todo lo cual podía encargarse la Compañía de llevarlo a
Caracas en uno de sus navios siendo del agrado de V.E. y me
persuado que aquí podrán costar menos que en Cádiz y como
las embarcaciones de mi mando han de ir armadas y tripuladas
en guerra, les quedará poca capacidad aún para llevar lo más
preciso, además de que perderían su estiba y andar, y como
primero he de dar dos recorridas, sería preciso entrar
antes en puerto a dejar los referidos pertrechos, y si V.E.
dispone que vayan a Cádiz, podrán embarcarse en algún
registro que vaya a La Guaira, y más adelante podrá V.E.
disponer el envío de lo que contiene la segunda nota; pues
para mantener el debido resguardo de aquellas costas siempre
se habrán de llevar, y bueno será se verifique cuanto
antes, porque no suceda, que a resultas de alguna avería
mayor por temporal o combate, no puedan salir al mar los
guardacostas.
» Nuestro Señor guarde, la importante vida de V.E. los años
que he menester. San Sebastián, 11 de julio de 1783 «
Icuza acompaña su anterior carta de dos notas muy nutridas.
La primera lleva por título: « Nota de los pertrechos y
provisiones navales que en el día se consideran necesarias,
así para las lanchas corsarias, como para los bergantines y
la balandra "Aranzazu", y en esta nota van
detallados cantidad de artículos que se agrupan en tres
secciones: planchas de cobre, jarcia y arboladura; la
segunda es la «Nota de los pertrechos y provisiones que en
el día se consideran necesarias para tener de repuesto
almacenados para servicio de guardacostas » y se detallan
también cantidad de artículos que se agrupan en lonas,
jarcias y arboladura. San Sebastián, 11 de Julio de 1783
>
A la vista de lo anterior,
el ministro Calvez comienza por poner en la misma carta de
Icuza una nota marginal que dice así:
« Encargúese ahora a los Directores de la Compañía la
compra y conducción de los renglones de la primera nota,
bergantín "Nuestra Señora del Coro" y los
destinados para la balandra "Aranzazu" lo que hago
presente a V.E. para que hallando justa esta solicitud,
ordene V.E. si dicha tercera parte deberá correr la
suministración por la contaduría de la Compañía en San
Sebastián o por la de Reglamentos.
» El capítulo tercero de mi papel que presenté a V.E.
trata del establecimiento de una Maestranza en Puerto
Cabello con un Maestro carpintero hábil para dirigir las
obras de los guardacostas con doce o dieciséis carpinteros
y calafates cuyo punto determinó S.M. para que acordase allí
con el Intendente y contemplando que no habrá maestro
alguno que esté impuesto en forrar en cobre las
embarcaciones, me pareció conveniente el que se destine al
Maestro Agustín de Indo que es quien ha carenado el bergantín,
siendo capaz para desempeñar debidamente su obligación, señalándole
el sueldo y ración en los mismos términos que el que
mantenía la Compañía.
» Dios guarde, etc., etc. «-1
Pocos días después vemos se aprueban los nombramientos de
José de Elduayen y Manuel Francisco Nasarre para escribanos
del bergantín "El Coro" y la balandra
"Aranzazu", respectivamente.2
Sobre estos dos escribanos
y sobre lo que la colaboración de los de esta profesión
significaba en los buques corsarios, había escrito Icuza
(20 agosto 1783) lo que sigue:
t La plaza de escribano es indispensable en cada buque, así
para tomar cuentas de consumos a los oficiales de cargo,
como para llevar la alta y baja de tripulación, enfermos y
demás que ocurra, como para los inventarios de presas que
se hicieren: para lo que he destinado para el bergantín a
Don José de Elduayen por ser sujeto idóneo e instruido y
acreedor por haber servido en las reales contadurías de la
isla Margarita, Puerto Rico y La Guaira de donde tuvo que
retirarse por enfermo. Y para igual empleo en la balandra
"Aranzazu" me parece a propósito Don Manuel
Francisco Nasarre quien ha hecho su solicitud a V.E. pues ha
navegado antes bajo mis órdenes y lo he experimentado fiel
y puntual en el cumplímiento de su obligación; y espero
que V.E. apruebe siendo de su agrado estos nombramientos ».
De Elduayen sabemos, además, por solicitud de empleo en
tierra por achaques de salud que, en el siguiente año de
1784, dirige a Calvez, que era « Vecino concejante en la
plaza de Fuenterrabía en donde tengo mi familia... » Hace
constar también que en la fecha está sirviendo - en
guardacostas, llevándole la pluma a Don Vicente Antonio de
Icuza... » l
Había que ir pensando en
llenar con hombres adecuados otros puestos de importancia y
de ello se ocupa Icuza en los días que siguen, como lo
podemos ir viendo en la correspondencia que mantiene casi a
diario con el ministro Gálvez.
Así, con fecha 22 de
agosto, le escribe diciéndole, entre otras cosas, que para
capitán de la balandra "Aranzazu" ha elegido a
don José Antonio de Álzate, oficial de toda confianza,
buen soldado, como lo tiene acreditado y mejor marinero que
acaba de llegar de La Habana.1
Había que pensar también
en los médicos. Icuza recomienda a don Domingo de
Zubicoeta, natural de Lazcano (Guipúzcoa) « Cirujano
aprobado por el Real Protomedicato y por la Universidad de
Montpellier ». Es el hombre indicado para el puesto, no sólo
por sus títulos sino, como dice Icuza en su recomendación
al Ministro, porque conoce los parajes en que se ha de
desempeñar « pues ha cursado en ellos largos tiempos con
muchísimo crédito, de que soy el más fiel testigo ».2
Otro más surge cuya
personalidad la tenemos dibujada en el memorial que eleva al
ministro Gálvez y que suena como sigue:
«Don Juan Carlos de Merica Echeverría, Cirujano aprobado
por el Real Protomedicato, puesto a la obediencia de V.E.
con la rendida veneración dice: Que como tal cirujano ha
navegado en los navios de la Real Compañía de Caracas y en
los guardacostas de aquella Provincia, durante la guerra fue
apresado dos veces de los ingleses y últimamente por el
Almirante Rodney en ocasión que se embarcó con el convoy
de la expresada Real Compañía; en cuyos viajes desempeñó
su obligación a entera satisfacción de los respectivos
capitanes y demás subalternos. Y habiéndose restituido de
la prisión a el puerto del Pasaje, y fabricádose en él
los navios de guerra "San Fermín" y "San
Sebastián", por los buenos servicios y reputación que
adquirió logró de la piedad del Rey fuese nombrado para
asistir a la Maestranza, como lo ha hecho con ei mayor
esmero. En esta atención y la de hallarse el suplicante
embarcado en el bergantín titulado "Nuestra Señora
del Coro", del comando del Capitán de Fragata don
Vicente Antonio de Icuza que debe ir a Cádiz a incorporarse
con otras embarcaciones que se hallan habilitadas con
destino para guardacostas de la misma Provincia de
Venezuela, recurre a la benignidad de V.E. con la reverente
súplica que hace a fin de que V.E. se digne nombrarle para
cirujano de una de dichas embarcaciones, mediante a hallarse
con el muerto que queda expresado y prevalecer en el
suplicante la correspondiente aptitud para desempeñar su
obligación.
> Así lo espera, etc., etc. Pasaje, 26 de Agosto de
1783.
Juan Carlos de Merica Echeverría*.1
En la nota que el Ministro pone al margen de esta solicitud
se dice que en la lista que envió Icuza está en blanco el
cirujano para el bergantín "Coro". Como no hay
nombrado hasta ahora otro que Zubicoeta, se espera el aviso
de Icuza desde Cádiz para resolver en definitiva.
Para el 1 de septiembre ya tiene listo el rol de la
tripulación del bergantín "Coro". En el cuadro
de oficiales siguen a Icuza el capitán Domingo de Jauregui
y el Teniente Andrés de Caperuchiqui, viene después la
lista de « Oficiales de mar» el condestable Usobiaga, el
guardián Ansurizar, el patrón de bote Iturria, etc., etc.;
luego una decena de carpinteros y; calafates destinados a la
maestranza de Puerto Cabello, bajo j las órdenes de Agustín
de Indo; después « Marineros para el| bergantín y la
balandra » que están agrupados por pueblosj de origen: 49
donostiarras, 4 de Hernani, 5 de Oyarzun, 3 i Pasajes, 1 de
Irún y 14 de Motrico. Siguen los <• Pajes par ambos
buques - 14 en total, entre los cuales hay un Jua Manuel
Icuza que no sabemos lo que tendría que ver • nuestro
Comandante. Finalmente, los « Oficiales para la balandra
"Aranzazu": Capitán, José Ignacio de Álzate;
Teniente, Ramón Alardin; Ídem, Ignacio Emasabel, Juan
Martiarena; José Iturriaga y Alejo Olaizola, 124 hombres en
total».1 Acompaña a la lista una carta que dirige a Calvez
y dice así:
* Excelentísimo Señor:
> Despachado enteramente, el mal tiempo me tiene detenido
en el puerto, y al primer instante que mejore daré vela. »
Incluyo a V.E. el rol de la tripulación que lleva esta
bergantín y el pagamento de tres mesadas de anticipación
que se les ha suministrado para su habilitación, como suele
ejecutarse con las dotaciones de embarcaciones que se
destinan a Indias.
> Considerando que en Cádiz
en el día no faltará marinería de aquel país, no lievo
mayor número de éste para tripular las embarcaciones de mi
comando con gente que sea mezclada de varios países, pues
es motivo de estímulo para unos y otros en los casos que se
ofrezcan de funciones, porque así lo tengo experimentado.
> Don Juan Martiarena que está en la dotación de la
balandra "Aranzazu" es mozo de espíritu, y lo
llevo para ponerlo en las lanchas corsarias, pues conviene
que estas embarcaciones tengan un oficial para la debida
subordinación, y no atrepellen los patrones, por falta de
inteligencia, alguna embarcación de lícito comercio fundándose,
quiméricamente, sobre cualesquiera pretexto, y a veces
llevando embarcaciones que navegan debidamente por presas,
resultando gastos y muchos disturbios, por lo que me ha
parecido indispensable este oficial más, pues la balandra
tiene suficientes con capitán y dos subalternos.
»La asignación de sueldos
a los oficiales me ha parecido no pasa de los justos límites,
considerando lo penoso del ejercicio de andar en los climas
de América, continuamente en la mar a toda inclemencia de
sol y aguas y la poca comodidad que prestan los buques,
siendo así que cualquier piloto lleva en un navio mercante
cincuenta pesos mensuales; pero la esperanza que fundan que
sus servicios serán premiados, les ha hecho admitir la
propuesta con buena voluntad, y por que todos ellos aspiran
a hacerse felices, si se les presentan oca-
siones en que manifestar su espíritu, por lo que espero sea
a satisfacción de V.E.
» Nuestro Señor, etc.,
etc. San Sebastián, septiembre 1 de 1783 .-1
Listo, pues, lo tocante al personal, aunque por lo que se
refiera a marinería haya de completarse con gente de Cádiz
o de Venezuela « para que sea mezclada de varios países »
y sea así « motivo de estímulo para unos y otros en los
casos que se ofrezcan de funciones », había que dar también
el último toque a todo lo referente a los aprestos
materiales de los cuales dan testimonio los diversos
documentos que tenemos a la vista y se refieren a distintas
facetas de los mismos. Así el recibo que firma Juan Sebastián
Dubois de Luiset, Maestro Pintor por 480 reales de vellón
que le son entregados por don Juan Agustín de Iradi, Veedor
de Marina de la R.C.G. de Caracas, - por pintar cuatro
banderas y dos gallardetes con armas reales para el uso y
servicio del próximo viaje del bergantín "Nuestra Señora
del Coro" ».2
Ignacio de Odriozola nos
dirá, por su parte, haber recibido del mismo Veedor Iradi,
la cantidad de 164 reales y 17 maravedises « por jornales,
ladrillos y yeso consumidos en la ejecución de cocina nueva
y composición de un horno » en el dicho bergantín.3
Serán 210 reales de vellón
los recibidos por José de Iñigo, « por 21 días
trabajados en el "Coro" en hacer la masilla blanca
para los clavos y costuras de los costados, para aforrar de
cobre, pintar enteramente dicho bergantín por dentro y
fuera, empavesar las cureñas, canoas, remos, etc., a 10
reales diarios *.4
La tarea de Ignacio de Candarías fue la de <• embocar
con piedra imán cuatro agujas de marear y marcar, arreglar
diez ampolletas y poner revisas a las banderas y
gallardetes, para el servicio del bergantín nombrado
"Nuestra Señora de Coro". Por esas labores Candarías,
quien se titula Piloto Mayor de la salida de navios de la
Real Compañía Guipuzcoana de Caracas, ha recibido del
mismo Veedor Iradi la cantidad de 48 reales de vellón, según
nos lo dice en recibo, firmado como los anteriores « en el
puerto del Pasaje "-1
En otro documento firmado
por Francisco Antonio de Eleizalde (San Sebastián, 4 de
Septiembre) vemos que éste, como sustituto del Guarda Almacén
de la R.C.G. de Caracas, ha pagado, entre otras las
siguientes partidas:
« A José Antonio de Lecuona, por un flete de lancha grande
desde este puerto al del Pasaje con las jarcias para el
aparejo pendiente, 78 reales.
* A Juan Jaime Lecuona, por otro flete de la misma lancha
grande con planchas y clavos y rollos de plomo en plancha,
también 78 reales.
» A Ignacio Amesti, por un ñete de pinaza con cable y demás
jarcias de respeto, 93 reales.
t A Martín Díaz, por un flete de lancha pequeña de atoar
con el vino del rancho, 39 reales.
» A Ignacio Amesti, por el flete de la pinaza con bizcocho
y demás rancho de los oficiales de cargo de dicho bergantín,
335 reales -.2
Por otro lado, Pedro
Ignacio de Olañeta y Guillermo Córtasela dicen haber
recibido del Veedor Iradi 368 reales de vellón para
satisfacer 46 jornales de oficiales claveteros que se
emplearon en alargar los clavos de cobre del bergantín
"Coro", » por haber venido de Burdeos chicos para
el efecto ».3
Otra actividad bien
distinta fue la de Ventura de Yarza quien recibió de Iradi
63 reales y 18 maravedises « por limpiar y llenar tres
veces 90 barricas de agua que son para el próximo viaje del
bergantín "Nuestra Señora del Coro" »4
Mientras estos y otros últimos
detalles son despachados, Icuza, en carta a Calvez (5
septiembre) le expresa su impaciencia porque los vientos
contrarios están demorando su partida.
Pero el momento de ésta se acerca. Así nos lo hace ver el
recibo que firma Juan Nicolás de Zugasti, por la cantidad
de 33 reales de vellón, para pagar « a once individuos que
con una lancha se ocuparon en reconocer el tiempo para la
salida del bergantín "Coro" >.J
En la misma fecha del anterior (9 de septiembre) Joaquín de
Berra, Piloto práctico de los navios de la Real Compañía
Guipuzcoana, nos confirma la partida del bergantín al
declarar haber recibido del Veedor Iradi * ... 150 reales de
vellón por su trabajo en la salida de este puerto (Pasaje)
para el de Cádiz del bergantín "Nuestra Señora del
Coro", al mando del señor don Vicente Antonio de Icuza
>.2
Finalmente, es este mismo
quien, en carta que dirige al Ministro Calvez, el 8 de
septiembre, « A bordo del bergantín "Coro" en la
mar >, nos certifica el hecho y la fecha exacta del
mismo:
« Ahora que son las doce de la noche me veo con el bergantín
"Coro" de mi mando, fuera del puerto, navegando
para mi destino de Cádiz desde donde daré a V.E. puntual
aviso luego que llegue a fondear ... ».8
« Ahora que son las doce de la noche me veo fuera del
puerto... > Allí, en la línea aun cercana de la tierra,
se perfilaba la sombría mole del Jaizkibel, último
esfuerzo del Pirineo para vencer al mar. Al mar que otra vez
poseía a Icuza empujándolo a nuevas empresas sobre sus
ondulantes lomos. ¿ Por qué en aquel momento, por el que
durante tantos meses suspirara, había de sentir aquello,
mezcla de oscuro presentimiento y de vaga congoja, que le
retenía inmóvil sobre la borda, sin apartar la vista de la
costa hasta que ésta se esfumó por completo en las
tinieblas de la noche?
4 — Cádiz; prisa y
contrariedades
Luchando contra el fuerte
viento Noroeste que al amanecer fue arreciando y le acompañó
mientras duró su travesía por aguas del Golfo de Vizcaya,
y sufriendo también después, por ocho días, contrarios
tiempos, al de trece de navegación, es decir, el 21 del
mismo mes de septiembre, llegó Icnza con el bergantín de
su mando a la vista de Cádiz en cuya bahía fondeó.
Apenas lo hubo hecho cuando, cumpliendo con su deber: «...
envié a mi segundo a dar cuenta de mi arribo al Caballero
Comandante, pero habiendo sabido mi segundo que S.S. había
marchado a esa corte, se presentó a su sobrino don Juan (¿sobrino
del Ministro Calvez a quien va dirigida esta carta?) que
ejerce la Interinaría».1
El día siguiente 22, nos
sigue diciendo Icuza en la misma carta a Calvez, «... al
mismo tiempo que iba a presentarme a dicho señor, llegó a
bordo y tuve el gusto de ofrecerme a su obediencia quien me
previno había puesto de capitanes de! bergantín
"Candelaria" a don Manuel Echeandia y de la
balandra "Aranzazu" a don Antonio Rodríguez,
mediante Real orden, y me los presentó para que los
conociese y ellos a mi por su Comandante ».
Fácil es de imaginar el
disgusto de Icuza quien, después de haber elegido para
capitán de la "Aranzazu" a José Antonio de Álzate
que, además de reunir condiciones de valer y de valor poco
comunes, era su compatriota y amigo de la infancia, y de
haber visto además confirmada su elección por Gálvez, en
carta del 28 del pasado agosto, se encontraba, de repente,
con que había de poner en ese puesto, el puesto que él
mismo tantos años al frente de sus compatriotas había
desempeñado, a un extraño desconocido. Sin embargo, no cabía
discutir las reales órdenes, como Icuza lo habría de ir
viendo en esta nueva etapa de su vida, aunque no dejaría de
dejar bien puestos en claro los hechos: « ... como yo no
tenía noticia de esta Real resolución, elegí para Capitán
de la expresada balandra "Aranzazu" a don José
Antonio de Álzate, de que di cuenta a V.E. y en carta de 28
de Agosto, me contestó V.E. aprobando el nombramiento... ».
Pero de nada sirve esto, ni que la Mesa respalde su posición
diciendo que: * no se dio orden ninguna para el nombramiento
de Rodríguez; que por orden del 28 de Agosto se comunicó a
Icuza la aceptación de Álzate, y que, por otra de 6 de
Septiembre, se previno al Comandante del Resguardo de Cádiz
que Icuza llevará de San Sebastián la oficialidad y
tripulación respectiva de dicha balandra ».J Todo ello
queda destruido por cuatro líneas de Gálvez: * Fue preciso
nombrar a Ruíz (sic) por sus servicios durante la guerra y
para ello estaba autorizado el Comandante del Resguardo ».2
Pasa Icuza a hacer elogio del bergantín
"Candelaria" * famoso barco muy propio para el
destino que lleva », pero nada dice de su capitán, tal vez
por no conocerlo. Nos es grato suplir esta laguna
transcribiendo la solicitud por él elevada en su día a la
Corte y que dice así:
« Señor:
» Don Manuel de Basarte y Echeandia, natural de Eermeo en
el Señorío de Vizcaya, puesto a los Reales pies de V.M.
con el debido respeto dice: que de la edad de 42 años que
tiene, ha navegado los 32 por distintas regiones, habiéndose
ocupado de Capitán y Piloto en la carrera de las dos Américas
y mandando veinte años embarcaciones del comercio de Cádiz,
en cuyo ejercicio había adquirido algunas facultades con
que poder atender su familia, cuyo motivo le hizo separarse
para girar por si solo; mas ha sido tan desgraciado en la última
guerra que un corsario inglés llamado "Porquín"
lo dejó casi sin camisa en las islas de Barlovento, pasando
de La Habana a la isla francesa de Santo Domingo comisionado
al General Conde de Gálvez, con pliegos que le dio su
apoderado don Miguel Antonio Herrera, habiendo tenido la
felicidad de entregarlos a dicho General que le remitió a
España con su recomendación para que fuese atendido. Y
habiendo resuelto su viaje para solicitar algún alivio, fue
tan infeliz su suerte que naufragó en la isla de Cuervo el
21 de Enero del presente año en el navio imperial llamado
"Príncipe Kaunitz", perdiendo también parte de
algunos socorros con que le habían favorecido algunos
paisanos suyos, y lo que salvó sirvió para ayuda de que el
encargado de los pliegos del General Gálvez que venía en
dicho navio, comprase en la isla de Flores una goleta para
pasar prontamente a evacuar su comisión en esta atención.
. A V.M. humildemente suplica se digne amparar su infeliz
suerte mereciendo de su Real clemencia se le destine de
capitán de uno de los guardacostas de las islas de
Barlovento y Costa Firme o en otro destino de igual
naturaleza para tener con que mantener su familia, cuya
gracia espera de la piedad de S.M. ».i
Los méritos expuestos, entre los que no dejarían de contar
los servicios al General Gálvez, surtieron su efecto. Y en
la misma solicitud fue puesta una nota marginal en que Gálvez
decía: « Prevéngasele que sin pérdida de tiempo pase a Cádiz
donde se le destinará en uno de los guardacostas de Caracas
».
Volviendo a la carta de
Icuza, podemos ver que en sus últimos párrafos señalan de
nuevo su obsesión: la necesidad de actuar con la mayor
urgencia posible:
«Para lograr el dar un
buen golpe a la primera entrada importa mucho, mucho, el
breve despacho desde esta bahía para lo que, de acuerdo con
el actual comandante haré todo esfuerzo, y aprontarme a dar
vela, luego que reciba la contestación de V.E.
> Señor, el buen éxito
de la expedición depende de la breve salida, porque en
entrando el rigor de las brisas y corrientes, son trabajosas
las campañas y así aguardo con la mayor impaciencia las órdenes
de V.E. ».2
Pero las cosas de Palacio van despacio, y, por otra parte,
el rechazo de Álzate no había de ser la única
contrariedad que en Cádiz haya de sufrir Icuza quien se
encuentra allí con su compatriota y antiguo compañero de
trabajos, en los corsarios de la Real Compañía
Guipuzcoana, Manuel Antonio de Urte-sabel que le expresa sus
deseos de servir de nuevo con él. Icuza que conoce el valor
de Urtesabel, y comprende muy bien que el éxito de empresas
como la que él está a punto de impulsar a fondo depende, más
que nada, de la calidad de los hombres que en ellas se
empleen, acepta complacido el ofrecimiento de Urtesabel y
escribe a Gálvez, sin pérdida de tiempo, convencido de lo
ventajoso que sería para el corso el poder aprovechar los
servicios de tal oficial, la carta siguiente:
« Muy señor mío y de mi
mayor veneración. Don Manuel Antonio de Urtesabel, Teniente
de Navio de la Real Armada y próximo a ser Capitán de
Fragata, me ha hecho presente Icuza, de los renglones
precisos que faltan a ía balandra "Aranzazu" para
completar su armamento y de orden de S.M. prevengo a V.S.
disponga que por la Depositaría de Indias se entregue al
nominado Comandante lo necesario para la compra de dichos
renglones y de los que necesitase el bergantín "La
Candelaria", igualmente que para los víveres
indispensables, tanto de estos dos buques como de los que
tenga que reponer el bergantín "Coro", para el
viaje que todos tres deben emprender sin dilación a
emplearse de guardacostas en la Provincia de Caracas
La impaciencia de Icuza se vuelve a manifestar en su próxima
carta a Calvez, fecha 10 de octubre, en la que le expresa
que: « De acuerdo y conformidad con el Comandante General
de estos Resguardos se están habilitando con la mayor
viveza el bergantín "Candelaria" y balandra
"Aranzazu", y haré todo esfuerzo para que queden
prontos cuanto antes, para verificar mi salida
inmediatamente, pues igualmente se hacen las más activas
diligencias por el referido Comandante a fin de ganar todo
el tiempo que sea posible y puede V.E. estar seguro de que
no se perderá un instante »
Los últimos trámites se van cumpliendo. Recibe Calvez por
estos días una comunicación que firma Francisco Manzón
diciéndole como había librado a don Pablo Mayo, «
comisionado por el Comandante General de estos Resguardos »
200.000 reales de vellón para atender a las peticiones de
Icuza sobre habilitación de los buques, y otra de los
Directores de la Real Compañía de Caracas en la que se
hace constar como la Compañía fue cumpliendo todos los
encargos que se le hicieron para la habilitación del
"Coro", pago de sueldos de tres meses a la
tripulación de ella y de la "Aranzazu", etc.,
etc., para terminar diciendo qne, habiendo cumplido ella
todo lo mandado, se le remitan de los 450.746 reales « que
montan todos los suplementos a favor de esta Real Compañía
»
Tras las dilaciones de origen burocrático, vienen las que
el estado del mar impone. En 31 de octubre, el Comandante
General Interino del Resguardo de Cádiz Juan de Gálvez,
comunica al Ministro, que el tiempo tempetuoso que reina en
aquella bahía está impidiendo zarpar a los buques; y
tendremos que llegar al día 18 de Noviembre para que él
mismo escriba al mismo que la antevíspera, es decir, el día
16, han salido por fin los tres guardacostas y que ha
repartido entre Icuza, Basarte y Rodríguez «los pliegos
que V.E, me tenía remitidos para ellos s.1
En fecha 22 de Noviembre, Icuza comunica a Calvez su breve
recalada en Tenerife. Sus próximas noticias serán las que
nos hablen de su arribo a las costas de Venezuela, escenario
de la nueva etapa de su vida.
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