OBRAS - COMPLETAS - LOS HOMBRES DE LA COMPAÑIA GUIPUZCOANA


CAPITULO II

 

JOSÉ  DE   ITURRIAGA

EL DIRECTOR PRINCIPAL

1.   Defensa de las   Costas   Venezolanas.

El Gobernador Zuloaga.—La defensa de las costas venezolanas, cuya necesidad, según vimos, tanto urgía don Pedro José de Olavarriaga en su magnífica "Instrucción", estaba aún muy lejos de haber llegado a punto de perfección cuando don Gabriel José de Zuloaga se hizo cargo de la capitanía general y gobierno de Venezuela.

Cierto es que mucho se había adelantado con la construcción, emprendida por la Guipuzcoana, del castillo de Puerto Cabello y con el patrullaje gue sus navios regularmente efectuaban frente a sus costas. Pero, el abandono de que éstas habían sido objeto por la metrópoli era tan grande, que no habría de ser tarea de pocos años el llegar a la organización de una sólida defensa costera, según los tiempos lo estaban ya demandando.

Posteriormente a la redacción de la "Instrucción" de Olavarriaga y quizá movido por las denuncias de éste, el gobernador Portales había levantado, allá por el 1727, una Justiflca-

ción acerca de la ineficacia de los guardacostas, por evidenciarse el gran número de buques extranjeros contrabandistas que aquí operaban (*). Y no íaltan antes y después, disposiciones que revelan, cuando menos, la grave preocupación que debía sentirse en las más altas esferas gubernativas ante este fundamental problema de seguridad. Una de las disposiciones mas interesantes al respecto la encontramos, ya en 1735, en la Real Orden por la que se manda dar cuenta de las armas, fortificaciones, milicias y otras cosas pertinentes a la defensa de esta Provincia, con sus planos, y a tenor de la cual, "el Rey que quiere tener presente el estado en que se hallan los presidios o fortalezas de la jurisdicción de essa Provincia", pide se le remitan, en la primera ocasión, "planos con separación de cada uno de los referidos Presidios y fortalezas, con expresión de sus fortificaciones, etc. etc."; "relación de las tropas regladas con que estuvieren dotados esos presidios y fortalezas", con especificación de las que existen "assi de Infantería, Artilleros como Caballería", etc., etc.; "otra de las Milicias montadas y desmontadas que para el resguardo y servicio de cada uno de dichos presidios y fortalezas hubiere", con los respectivos detalles; "otra del número de la artillería de bronce y fierro que hubiere existente en los citados Presidios y Fortalezas" con la explicación de sus calibres, etc. Y, últimamente, "una relación de los Ramos de Renta pertenecientes a la Real Hacienda que se cobran en cada Presidio y Fortaleza... con lo que produce separadamente uno, etc., etc." (30).

Recibida por el Gobernador Don Martín de Lardizabal la citada Real Orden, que le llegó en la fragata "Nuestra Señora del Coro" de la Guipuzcoana, comunicada en pliego del Excelentísimo Sr. José Patino, Secretario de Estado, procede a tomar las providencias necesarias para su debido cumplimiento, como vemos se efectúa por los folios que siguen, y es reconocido en el siguiente documento de la misma colección fechado en Madrid, a 19 de marzo de 1737 según el cual se toma en cuen-

(*)A.O,N. Diversos, t. XII, í.  179. (30)   A.O.N. Reales Ordenes, t. 1, f. 4.

ta que el Ingeniero Don Juan Gayangos Lascarry y el Castellano del Presidio de La Guaira, Don Antonio de Inza, han concluido los planos y relaciones pedidos en la Real Orden anterior, como el envío de dichos documentos* 31). El 30 de septiembre de ese mismo año de 1737, llegó a La Guaira para hacerse cargo de la gobernación de Venezuela don Gabriel José de Zu-loaga, natural de Fuenterrabia (Guipúzcoa) y "Dos años llevaba activando los trabajos de fortificación de La Guaira y Puerto Cabello, muy descuidadas por Lardizabal" al decir del historiador Sucre ("Gobernadores y Capitanes Generales de Venezuela") cuando pocos días después de haber sido amenazado el puerto de La Guaira por un buque inglés, fue atacado por tres naves de la misma nacionalidad al mando del capitán Waterhouse. A creer al cronista Terrero( 32), estaba dicho puerto tan indefenso y exhausto de municiones y fortalezas, que "por un milagro visible de Dios no quedó... hecho presa del inglés". Ignorábase en Caracas el rompimiento de esta guerra, cuando el día 22 de octubre de dicho año (1739) la dieron su primer ataque; pero duró este combate pocas horas, asi por el corto armamento que trajo el enemigo, como por el vigoroso recibimiento y resistencia que le hizo el puerto". En el Archivo General de la Nación tenemos amplia información de lo sucedido, merced a la averiguación que mandó hacer z'uloaga de "lo acaezido en la función que se ofreció" haciendo que los testigos que para ello sean llamados declaren sobre todo ello, haciéndolo así mismo con toda individualidad de lo que supieren y huvieren visto en lo acaecido sobre los expresados Navios Ingleses, la hora en que se avistaron; lo que se hizo con ellos; lo que dhos. navios executaron; el combate que estos tuvieron y la hora en que acauo; el tiempo que estuvieron a la vista, a qué distancia de tierra, y con qué Bandera pelearon, y de qué porte les parecieron heran los expresados navios, y el calibre de las Balas que tiraron... y asimismo expresen la ruina y daño que hicieron los expresados navios en las forti-

(31)   Ibldem, í. 36.

(33)  Terrero: Theatro de Venezuela y Caracas. Caracas, 1926, págs. 151-153.

ficaciones y'fortalezas deesse dho. Puerto... y así mismo.haciéndoles a los testigos las demás preguntas necesarias sobre lo que les parece inexcusable y preciso para poner a las dhas fortificaciones el reparo convente, para hazer alguna defensa en otra tal función que pueda ofrecerse; como asi mismo el peligro que puede hauer en no hazer dhos. reparos..." (33).

De las declaraciones que siguen se deduce, entre otras cosas, que, por lo tocante a las fortificaciones, las cosas dejaban mucho que desear. Según el primer declarante, "...las fortifica' clones... están todas arruinadas de muchos años a esta parte... y por lo que lleua expresado del estado de la Plaza y de sus Baluartes, juzga por preciso a fin de resistir qualqra. otra inva-cion, no solamte. revocar y reparar todos los Baluartes... y hazer nuevos parapetos en todos... sino que asegurarse de qual-quier insulto que puedan intentar los muchos Piratas y Corzarios q. suele haver en tiempo de Grra... cerrar la Plaza por la parte de la mar y los dos Caminos... con murallas de tierra... juzgando así mismo el que declara ser muy esencial poner en estado el reducto del Gauilan". Termina diciendo que la plaza ha estado "...de veinte años a esta parte abandonada por no hauersele hecho ningún reparo" y que el puesto del Zamuro "... tiene necesidad de algún reparo prompto para que no se ynutilize totalmente por lo maltratado que está". Todas las declaraciones que siguen están contestes en este punto, entre ellas la del Factor de la Real Compañía Guipuz-coana Don Juan Nicolás de Guillisasti, quien dice que "...por lo respectiuo al todo de las fortificaciones de esse dho. Puerto, pareze al que declara bastantemente arruinadas, según se re-conoze a la Vista... Pareciendole asi mismo mui Importante por todo lo expuesto, y lo que pueda ocurrir en nuevas imbacio-nes de enemigos, el que dhas. fortificaziones o ouestos se reparen, como asi mismo ser mui esencial y aun preciso quese construia la Muralla correspondiente por la parte de la mar respecto a hallarse la que actualmente esta toda demolida y al suelo y por ello no poaer los vecinos de este Puerto en qual-

(33)   A.O.N. Diversos. T. XXII, í. 623.

quiera otra función empeñarse a la deíensa deel, parecíéndole muí Importante asimismo el que se reparen los Puestos de Colorado, Samuro y Gauilan por lo deteriorado que a Visto el declarante que están..."

El resultado de estas declaraciones es un auto que Inmediatamente sigue del gobernador Zuloaga, en el que expresa que: "Vista la Información antezete. y mediante a resultar de ella que las obras de las fortificaciones deeste Presidio se hallan en el deterioro o Ruyna que es notorio... y ser muy preciso dar la mas prompta prouidencia que pide el presente caso, para que luego y sin dilación se hagan algunos reparos en ellas por los acontesimientos que se pueden ofreser en la estación presente, para que tenga efecto con la formalidad que combiene, respecto de no hauer en esta Proua. mas que un Ingeniero de S. Magd, que lo es Dn. Juan Gayangos, y aeste no poderlo por ahora apartar de la fortificación de Puerto Cauello a donde es su destino, assi por la falta que haría en las presisas obras deella, que con lamayor breuedad se necesita su conclusión, como por el riesgo de alguna Im-basion délos de dha. nación Inglesa aque quedaría expuesta faltando su personal asistencia y hallarse en este Puerto al presente Dn. Lorenzo Rosel de Lugo Thente. de Thesorero Oífl. Real persona que entiende y es expedita en el arte munitoria por cuya circunstancia en otras ocasiones se ha he-chado mano deel susodho. para cosas tocantes a las obras de dha. fortificación de Puerto de Cauello; Debia de nombrar y nombro al referido Dn. Lorenzo Rosel y Lugo para el reconosimto. de todas las fortalezas y puestos de este dho. Puerto a efectos de que exponga las obras y reparos q, según la referida estación y ocasión presentes son presisas e inexcusables hazerse en dhas. fortalezas y puertos.. "

A este auto sigue la aceptación que de su nombramiento hace Rosel y Lugo y el detallado informe que rinde respecto a las perentorias necesidades de la defensa. De acuerdo a ese Informe, Zuloaga se da prisa a ir tomando las providencias necesarias, tanto mas cuanto que, según declara en su auto, fecha 4 de diciembre de dicho año de 1739, tenía ".. .abísos y noticias q. Su Magd. se ha servido dar últimamente en la fregatta "San Ygnacio" de la Compañía GuyptYzcoana que llego al Puerto de la Guayra de los Reynos de España el día quinze de dho. mes. Especialmte. en carta de veynte y ocho de Agosto también passdo. de este año, sobre que el dia quatro del Expresdo. mes de Agosto se abía hecho a la Vela, del puerto de Porstmouth para esta America una Es-quadra de Nueve Navios comandada por el Vize almirante Verín)on; y que mediante ello se dedicase Su Señoría desde luego con la prebencion y cuydado correspondiente y con las precauciones y prouidencias possibles para poner estas costas en el mejor estado de defensa, assi por mar como por tierra, teniendo la tropa en la Vigilancia y disciplina precisa". Termina S. M, recomendando a Zuloaga que de la isla Martinica u otra vecina se provea de pólvora y armas de fuego por el medio que sea posible, recomendándole haga junta con los oficiales reales a Tin de resolver lo más conveniente. Estimóse en la j'inta, al efecto celebrada, que ".. .solo Dn. Nicolás de Francia, factor principal de la Rl. Compa. Guipuz-coana podrá embiar a esse efecto a dha. Isla de la Martinica o a otra su circumvecina embarcasion suficiente y hazer comprar y traer la expresada cantidad de pólvora y num° de armas referido". Y, en efecto, salvados algunos inconvenientes que el Factor expone, una balandra de la Guipuzcoana hizo el viaje a la Martinica trayendo de allá la pólvora, armas y demás pertrechos, que en los siguientes folios se detallan.

No se dormía, entre tanto, Zuloaga, que sigue preocupándose de la mejora de las fortificaciones, según el momento lo requería. Encontramos, en efecto, (34) autos que dicho Gobernador dirige al Teniente de Puerto Cabello, don Tomás Rodríguez Correa y a los Tenientes Ordinarios de la ciudad de Tocuyo (y como a éstas, seguramente a las demás autoridades que correspondía), dándoles cuenta de una Real Cé-

(34)   Ver t. XXI de Diversos, í. 304, y t. XXII, f. 94

dula de S. M. y de dos cartas-órdenes del Secretario Universal de las Indias, don José de la Quintana, por las que ponía en guardia a las autoridades españolas en América ante la actitud agresora de Inglaterra, que había llegado a situar en Gibraltar su escuadra del Mediterráneo, al mando del almirante Sladdock, y asaltar en los cabos de San Vicente y Santa María los buques españoles. Por la segunda, de esas cartas (fechas 28 de agosto de 1739) se comunicaba "...hauer resuelto Su Magd. que se diesen patentes a los particulares q. quisiesen armar en corso pa. aprehender, apresar y tomar los navios, embarcaciones y efectos pertentes. al Bey y subditos de la Gran Bretaña a fin de que los basallos tubiesen por este medio las utilidades prevenidas pa. dhos. casos .."

Ante ésto, era natural que Zuloaga, al mismo tiempo que ordenaba las medidas de represalia que principalmente habrían de recaer sobre las cajas del Asiento de Negros, y mandaba publicar su auto "a usanza militar" en Caracas, "como en las demás Ciudades, Villas, Pueblos y Puertos desta Proua.", acelerase sus preparativos de defensa. Pero era también llegada la hora de que las autoridades de la metrópoli se dispusiesen a colaborar en esa defensa con algo más que meros documentos. Es la hora en que vemos entrar en escena a Don José de Iturriaga.

APARECE  DON   JOSÉ  DE  ITURRIAGA

Iturriaga era natural de la villa de Azpeitia (Guipúzcoa), donde habla nacido en el mes de diciembre de 1699. Sentó plaza de guarda-marina en 1718, y en 1733 fue nombrado Teniente de Navio. Según Ramos Pérez (35), era caballero de Santiago, había desempeñado el cargo de Alcalde en su villa

(36)   Demetrio Ramos Pérez: El Tratado de Límites de 1750. drld, 1UB. p. 38.

nativa y, más tarde, el dé Diputado General de Guipúzcoa. Y, en el "Informe" de Alvarado, del que tendremos ocasión de ocuparnos en la tercera parte de este trabajo, leemos que: "Iturriaga acababa de venir de ser Director de la Compañía de Caracas donde había pasado en tiempo del secretario del Despacho Don José de la Quintana, con honores de Capitán de Fragata, por haber servido antes en la Real Armada en calidad de Teniente de Navio cuya carrera interrumpió para casarse en Vizcaya su Patria".

Su condición conjunta de marino de guerra y Director de la Compañía Guipuzcoana hizo, sin duda, que, declarada la guerra con Inglaterra y conscientes en la Corte de los peligros que, entre otros lugares, habrían de sentirse en las islas y costas del Caribe, tan desguarnecidas como lo acabamos de ver, se fijasen en Iturriaga para confiarle importantes comisiones para remediar el comentado desamparo. Sabemos, en efecto, que ya para el año de 1740 "condujo la Compañía Guipuzcoana en sus navios "Nuestra Señora del Coro" y "San Sebastián" 300 hombres en seis piquetes del Regimiento de la Victoria con muchas armas y pertrechos de guerra a la Provincia de Caracas para que su gobernador, el Teniente General Don Gabriel de Zuloaga, los destinara dentro y fuera de ella, conforme lo pidiese la necesidad". Y también que, por ese mismo año de 1740, "por Reales Ordenes de S. M. aprontaron y habilitaron con todo lo necesario los Directores de la Compañía en el Puerto del Pasage, ocho navios, que con mil hombres, armas, municiones y pertrechos de guerra los destinó S. M. para la Habana, y se hicieron a la vela, compartidas de dos en dos, en ios cuatro meses de Mayo, Junio, Julio y Agosto, habiendo dispuesto y verificado esta expedición con el mayor secreto, brevedad y felicidad" (36).

"Por el mes de Febrero de 1742, hallándose la ciudad de Cuba bloqueada por los ingleses, acordó S. M. reforzarla con

(36)   V. "Manifiesto...'

el socorro de dos regimientos, destinado para ello al de infantería de Portugal y al de Dragones de Almansa, y encomendó por sus RR.órdenes esta nueva expedición a la Compañía que efectivamente la dispuso por cinco navios propios nombrados "Nuestra Señor» del Coro", '^San Ignacio", "San Sebastian", "San Joaquín" y "San Antonio"; y por dha, Real Orden cometió S. M, el mando de ellos al primer Director de la Compañía, Capitán de Fragata que era entonces de la Real Armada". "Habiéndose hecho a la vela en el puerto de Pasage, llegaron a su destino después de un combate de más de nueve horas que tuvieron en el viaje con navios de guerra ingleses; y desempeñada esta comisión, según las ordenes de la corte, conduxo él citado Director (Iturriaga) los navios de su mando a Caracas donde sirvieron su artillería y tripulaciones para la defensa de los puertos de La Guaira y Puerto Cabello en los tres combates que padecieron..." (37).

Por el mismo Iturriaga, según lo hace constar en el citado "Manifiesto", sabemos que en una goleta de la Compañía que arribó a La Guaira el 2 de Febrero de 1743, llegaron a Caracas no sólo pliegos y órdenes de S. M., dando cuenta del gran armamento inglés que contra estas costas se estaba preparando, sino también una buena provisión de armas. Todo esto "llegó a tan buen punto por los navios, artillería, municiones y gente numerosa que alli tenia de los del mando del referido Director, que al punto, con este gran socorro, la guarnición de La Guaira y las Milicias de la ciudad de Caracas y su distrito, tomó las correspondientes medidas para la gloriosa defensa que se hizo. Levantáronse las baterías necesarias que fueron guarnecidas con la artillería de los navios de la Compañía y construyó ésta en Puerto Cabello, a su propia costa, las baterías de Santa Bárbara, San Ignacio y San José, sin escasear cuanto se necesitó... para las muchas obras que se hicieron" (38).

(38) "Manifiesto..."

balandras cargadas de pólvora y municiones, que escaparon hacia Puerto Cabello, y situándose él en el baluarte de la Trinchera, esperó" (39).

"Mientras tanto en Caracas reinaba gran actividad militar : la culebrina del cuerpo de guardia principal había dado la voz de alarma; las cajas de guerra y los clarines tocando generala, convocaban a los milicianos, que acudían a la Plaza Mayor, donde inmediatamente eran armados y organizados en compañías que se acuartelaban; los de los pueblos vecinos llegaban ya con sus oficiales. A las seis de la tarde, todo estaba listo para la marcha, y con el Capitán General y un numeroso Estado Mayor, salió para La Guaira el ejército dividido en diez compañías".

Haremos gracia de los detalles del combate, que continuó por los días 3, 4 y 5, hasta la retirada de los ingleses, el día 6, con cuantiosas pérdidas. "Pero —nos dice el cronista Terrero, en su pintoresca verba— no por esto desiste y desvanece el caprichudo inglés los obstinados designios que tiene formados sobre esta provincia; nada lo detiene, ni la pérdida de sus bajeles, ni la muerte de su almirante y de sus mejores tropas, ni lo infausto de sus acometimientos, ni lo adverso de los sucesos, ni la inexpugnable resistencia que halla en ella lo hace mudar de sistema. Retírase al puerto de Curazao a reparar sus bien considerables quiebras, pone su armada en cuarenta días en la disposición de volver a acometer y bien pertrechado de víveres y municiones, que condujo en doce balandras holandesas, vuelve a atacar la provincia con más saña y empeño que nunca, el día 27 de abril y 5 de mayo de este mismo año, no por el puerto de La Guaira sino por el de Cabello...". Pero "...allí encontró la misma heroica resistencia que en La Guaira, mas, con mejor fortuna, logró ventajas; y ya se desconfiaba del triunfo entre los defensores de la plaza, cuando llegó Zuloaga con nuevas tropas. Reanimado el combate con la presencia del gobernador, no pudo

(39)   Luis Alberto Sucre. "Gobernadores...", págs. 253-4.

el enemigo resistir el formidable empuje de las milicias de Aragua, mandada por los hermanos Lorenzo y Gaspar de Córdoba; y por segunda vez, íué derrotado el inglés con grandes pérdidas" (40).

Dos puntos nos Interesan alrededor de estos sucesos: el primero, la competencia de méritos que entre los principales protagonistas de los mismos se suscitaron; en segundo lugar, la consideración de la profunda animadversión de los Ingleses contra la Compañía Guipuzcoana.

Ya Sucre apunta esta divergencia y parece tomar partido cuando escribe: "Algunos de nuestros historiadores han atribuido a Zuloaga y a Iturriaga la gloriosa defensa de La Guaira en 1743, dejando a Gual en tercer lugar; pero de los documentos oficiales, las cartas particulares y las narraciones de la época, que he visto, resulta que cuando llegó Zuloaga en la madrugada del 3, ya el inglés estaba derrotado, aunque no se retiró definitivamente hasta el 6" (41). Claro es que esto, en todo caso, nada tendría que ver con la actuación de Iturriaga quien, desde el primer momento, intervino en la acción, en estrecha colaboración con Gual, aunque pudo haber después divergencias que llegaran, con el tiempo, a cristalizar en aquella enconada adversión que, como veremos en la tercera parte de este trabajo, Gual manifestó hacia el guipuzcoano. Peores son aquellas especies echadas a volar por algunos, como Juan Francisco de León, quien, en su manifiesto contra la Guipuzcoana, a raíz de su sublevación, echa en cara a los de la Compañía el haber huido cobardemente de sus puestos, atribuyéndose luego la victoria, que sólo al valor de la guarnición y a las milicias del país fue debida. Conviene enfrentar a este lenguaje apasionado el sereno del propio Iturriaga, quien, después'de referirse a los preparativos de defensa que por la Compañía se hicieron, dice: "Así

(40)   Sucre, op. dt. p. 298.

(41)   Sucre, op. clt. p. 268.

se recibió al enemigo para el reñido combate que con 17 velas mandadas por el Gefe de Esquadra Knolles, dio a La Guaira en 3 de marzo del citado año de 1743... hasta que el estrago que por instantes crecía en sus navios y gente, por el vivo incesante fuego de la Fortaleza y Baterías de aquel puerto, le obligó a desistir del empeño ..". y refiriéndose luego a lo de Puerto Cabello: "...en los dos sangrientos ataques que dio (el inglés) los días 27 de abril y 5 de mayo inmediatos, fue tan gallarda, tan constante y valerosa la defensa que hicieren la guarnición de aquel puerto, las Milicias del país y la gente que tenia allí la Compañía, que si en la primera empresa fue vencido el enemigo, no lo quedó con menos afrenta y quebranto en estas dos...". Este nos parece el lenguaje de la verdad, el que, por otra parte, corresponde con testimonios dignos de crédito, como el de la "Relación..." (42), por el que sabemos que, de las tres fragatas de comercio que estaban ancladas en el puerto cuando el combate, se trajo a tierra.. . la gente de la tripulación, por ser muy precisa para el uso de la artillería", y que en el servicio de los cañones ".. .soldados de la tropa de España, hombres de mar, y particulares... y todos con singular esfuerzo procuraron señalarse y cumplir exactamente las órdenes que recibieron del comandante...". Y en el "Viaje . ." de Depons (pág. 171), leemos ésto: "Una escuadra inglesa, dice la Historia Eclesiástica de Venezuela (del Padre Tamarón) atacó a Puerto Cabello el 27 de abril de 1743, pero la artillería estuvo tan bien servida por los vizcaínos establecidos en la ciudad, que los ingleses fueron rechazados con grandes averias en sus naves". Añadiremos que esta es la conducta que convenía a los paisanos de aquel Blas de Lezo, que dos años antes, en 1741, tan heroicamente se había distinguido en la defensa de Cartagena contra esos mismos ingleses, y que era ya de tradición en los marinos vascos, desde los lejanos tiempos de Winchelsea.

(42) "Relación de la gloriosa y singular victoria que han conseguido las armas de S. M. Católica contra una escuadra británica que Invadió el día 2 de marzo de 1743 la plaza de la Guaira, comandada ésta por don Mateo Gual y aquélla por don Carlos Know-IM". Biblioteca Nacional.

El segundo punto que nos resta considerar es el de los propósitos de Inglaterra en esta campaña y el embarazo que para cumplirlos encontraban en la existencia de la Compañía. Es algo que, más elocuentemente que ningún alegato, nos habla de la real importancia de ésta.

En la "Relación" citada, hacia el final, encontramos esto: "La voz más común entre los ingleses, holandeses y judíos, es que esta guerra es por los vizcaínos, para cuyo efecto han escrito a esta Provincia 52 cartas, ofreciéndoles grandes conveniencias para que les ayuden a destruir la Compañía Guipuzcoana que dicen que la orden que traen de su rey, es hacer otra nueva colonia".

En el Archivo Nacional (43), puede verse una "Averiguación acerca de la difusión de cartas introducidas en Venezuela por Don Carlos Knowles", de la que, desgraciadamente, nada o muy poco puede sacarse en concreto.

Pero que esas cartas y propaganda inglesa existieron y de cómo en ellas se apuntaba contra la Compañía, lo podemos deducir muy bien de el "Journal of the expedition to La Guaira and Porto Cavallos -." (44), donde pueden leerse párrafos como éste: "... to let the inhabitants of the Country know that the English did not come there to take from them their Rights, Religión o Liberties but that they would from us enjoy them with greater certeinty, and more Hapiness, than when under the Tyranny and Cruelty of the Guiapesco (sic) Company, which we were now come to rid them of. We were by this order to make Prize oí every thing on shore or afloat that belonged to the said Company" (45).

(43)   Diversos, t. XXVI, í. 15.

(44)   El título completo de este folleto, del cual puede verse un ejemplar en la Biblioteca Nacional, es como sigue: "Journal oí the expedition to La Guaira and Porto Cavallos to the West-Indies, under the command of commodore Knowles, in a letter from an officer on toard the "Burford" to his friend at London, Prin-ted for J. Robinson at the Golden Lyon in Ludgate-street. 1744".

Pero, si para los ingleses la Compañía era el principal enemigo con que tropezaban en sus propósitos sobre Venezuela, donde tan ventajoso comercio ("so advantageous a Trade...") pensaban establecer, el interés de los holandeses por la destrucción de la Guipuzcoana no había decaído del que tan electivamente mostraron al fomentar la insurrección de An-dresote. Ello está patente también en las siguientes palabras del anónimo oficial del "Burford": "The Dutch Merchants seemed to nave the expedition at Heart, and offered the Com-modore to raise four o íive hundred stout Men, as they ca-lled them. with sloops to carry them... This, you may be-lieve, Mr. Knowles readily consented so. ." (45).

PREVENCIONES DE ITURRIAGA

Ante este clima de constante amenaza, y a pesar del éxito de las acciones de La Guaira y Puerto Cabello, parece natural que su propio interés, bien entendido, llevara a la Compañía a encargarse, como escribe el mismo Iturriaga, de "...la conducción de grandes prevenciones de artillería gruesa de a 24, 18 y 12 con provisión de pólvora, armas y demás pertrechos necesarios para la defensa, los cuales los envió, en efecto, a la mayor diligencia, en quatro navios propíos que el año de 1744 llegaron felizmente al Puerto de La Guaira, llevándose también, por disposición de la Compañía, y a sueldo de ella, en lugar de tropa, 800 hombres, a cuyo arribo se renovaron las baterías anteriores y se construyeron otras de nuevo, distribuyendo en todas la artillería que se conduxo". Armamento, añadimos nosotros, procedente, sin duda, de las fábricas de armas de Soraluce o Plasencia < Guipúzcoa) de las que desde el año 1735 se habia encargado la Compañía, la que también, como hace constar Iturriaga: "No a menos costa concurrió a la defensa de la Provincia de Caracas manteniendo en ella desde el año de 1742 hasta el de 1746 el número ya de 600 y ya de 1.400 hombres . - hasta que desvanecidos los rumores de nueva invasión, volvieron los 4 navios, quedando, no obstante, unos 500 hombres en Caracas a expensas de la Compañía que en 1747 tuvo que pagar los sueldos de los que volvieron" (47).

<4B)   "...para hacer conocer a los habitantes del país que los ingleses no hablamos Ido allí a despojarlos de sus derechos, religión y libertades, sino que gozarían con nosotros de mayor seguridad y mas felicidad que bajo la tiranía y crueldad de la Compañía Oulpuacoana de la que íbamos ahora a librarles. Teníamos que apresar todo lo perteneciente a dicha Compañía, ya en la costa ya t flote".

(46)

"Los comerciantes holandeses parecían haber tornado a pechos 1a expedición, y ofrecieron al Comodoro reclutarle cuatrocientos o quinientos nombres intrépidos, corno los llaman, con chalupas para nevarlos.,. Lo cual, Vd. puede creer que de buena gana lo consintió Mr. Knowles..."

Así, y en su carácter de director de la Compañía Gui-puzcoana y de marino de guerra, Iturriaga aparece como una de las figuras de mayor relieve en la defensa de las costas venezolanas contra los ingleses, ya en la prevención de esa defensa, ya en la participación personal en los combates que para la misma se sucedieron, ya en la organización y disposición del material y fuerzas para el éxito de los que even-tualmente pudieran tener lugar.

APÉNDICE   1 La función de  1739. Información de Zuloaga:

Como testimonio auténtico de lo que fue esta acción, copiamos a continuación, de entre las diversas declaraciones que integran la información ordenada por Zuloaga, y que no difieren gran cosa, la que sigue:

(47)   "Manifiesto...'

"En dho. Puerto de la Guaira en los dhos. dia mes y año en procecuzon. déla información mandada hazer por el auto proueido en estos su señoría dho. Sr. Govor. y Capn. Geni, de esta Prouincia hizo comparezer asu presencia a Dn. Jo-seph de Otamendi recidente en este dho. Puerto a quien por ante mi el essno. lo reciuio Juramento que hizo por Dios y la cruz en forma socuio cargo prometió decir verdad délo que supiere y le fuere preguntado y siéndolo al thenor de los particulares del referido auto que le fue leído y enterado de todo Dijo, que hauiendo hecho señal el Bexia del Puesto que llaman del Samuro, la mañana del dia veinte y dos del presente mes, como entre las ocho y nueve de ella, de tres embarcaciones por Barlovto. de esse dho. Puerto, pasó el declarante con un Anteoxo al Baluarte que llaman de la trinchera y se mantubo en él reconociendo las referidas Embarcaciones, hasta cosa de las doze y media que se retiro asu Casa a Comer y boluio Cerca de las dos horas al mismo puesto y estubo en el hasta q. dhas. embarcaciones propasaron el dho. Baluarte por Sotavento con cuio motiuo bio y obseruo el que declara lo que hira relacionando: A la hora que expresa hauer llegado al Baluarte bio y reconoció alos dhos. tres nauios como a distancia de quatro leguas largas Proa al Puerto los dos de ellos a son de Bathalla sobre las Gauias y el tercero a todo trapo no se pudo por la distancia y benir a Proa reconozerles Banderas y en esta misma disposición los dejo nauegando quando se retiro a comer; Ala hora que boluio como expe. hallo que se hauian azercado los nauios a distancia de dos leguas y media poco mas o menos del Pto. con el mismo Rumbo y disposición de aparejo y pareciendo al Cwiallero Castellano de esse dho. Puerto podían oír el cañón | de la Plaza, disparó sin bala a cuia señal no hicieron caso nauios sino proseguir su derrota; Dispáreseles otro caño-| DÚO tamen. sin bala y entornes se atraueso el primero que , como para enseñar la Bandera que por entonces como flameava a falta de viento no se pudo distinguir de que fuese y en esta disposición atrauesado espero a que azercasen mas los otros dos de conserua y como he-Bote pa. tierra seles disparo tamen. otro cañonazo

"En dho. Puerto de la Guaira en los dhos. dia mes y año en procecuzon. déla información mandada hazer por el auto proueido en estos su señoría dho. Sr. Govor. y Capn. Geni, de esta Prouincia hizo comparezer asu presencia a Dn. Jo-seph de Otamendi recidente en este dho. Puerto a quien por ante mi el essno. lo reciuio Juramento que hizo por Dios y la cruz en forma socuio cargo prometió decir verdad délo que supiere y le fuere preguntado y siéndolo al thenor de los particulares del referido auto que le fue leido y enterado de todo Dijo, que hauiendo hecho señal el Bexia del Puesto que llaman del Samuro, la mañana del dia veinte y dos del presente mes, como entre las ocho y nueve de ella, de tres embarcaciones por Barlovto. de esse dho. Puerto, pasó el declarante con un Anteoxo al Baluarte que llaman de la trinchera y se mantubo en él reconociendo las referidas Embarcaciones, hasta cosa de las doze y media que se retiro asu Casa a Comer y boluio Cerca de las dos horas al mismo puesto y estubo en el hasta q. dhas. embarcaciones propasaron el dho. Baluarte por Sotavento con cuio motiuo bio y obseruo el que declara lo que hira relacionando: A la hora que expresa hauer llegado al Baluarte bio y reconoció alos dhos. tres nauios como a distancia de quatro leguas largas Proa al Puerto los dos de ellos a son de Bathalla sobre las Gauias y el tercero a todo trapo no se pudo por la distancia y benir a Proa reconozerles Banderas y en esta misma disposición los dejo nauegando quando se retiro a comer; Ala hora que bolillo como expe. hallo que se hauian azercado los naulos a distancia de dos leguas y media poco mas o menos del Pto. con el mismo Rumbo y disposición de aparejo y pareciendo al

; Cauallero Castellano de esse dho. Puerto podían oir el cañón

; de la Plaza, disparó sin bala a cuia señal no hicieron caso k» nauios sino proseguir su derrota; Disparoseles otro cañonazo tamen. sin bala y entonzes se atraueso el primero que tenia como para enseñar la Bandera que por entonces como no flameava a falta de viento no se pudo distinguir de que

| nación fuese y en esta disposición atrauesado espero a que Riele azercasen mas los otros dos de conserua y como he-

t «tallan Bote pa. tierra seles disparo tamen. otro cañonazo

tamen. sin bala al qual el Naulo segundo armo el Bote qué le traía al costado en el agua con la Lancha, como asi mismo los otros dos nauios desde que se dejaron ber y quando se presumió era para venir al Puerto, pasó por la Popa hablar y comunicarse con el primero; A tiempo que estubo asi atra-uesado reconoció que venia la Portería vaja leuantada y la Batería fuera y que después que se comunicaron los dos nauios por medio del Bote pusieron Proa a tierra acordonados el primero con el Bauprés del segundo sobre la Popa; y asi que por ese mouimiento y disposición se certifico dho. Ca-uallero Castellano benian a combatir empezó atizarles con Bala, y continuo hasta siete u ocho tiros antes que los nauios empezasen a disparar lo que hicieron llegados que fueron a proporcionada distancia y horas como las dos y media alas tres y entonzes se reconoció distintamente el color de las Banderas que heran azul y Quartel de armas inglesas con las barras azules y coloradas en fondo Blanco devajo del cual Pa-uellon continuaron el comvate contra la Plaza hasta que llegaron sin viento y con solo el trapaleo de las Belas disparando todos tres nauios las Baterias de la Banda de Bauor y hallándose el nauio que siempre vino delantero bien aterrado sobre la punta que llaman Gorda fondeo con Una ancla y armando sus embarcaciones menores las hecho por la Proa a aiudar que el nauio hiziese caueza ala Mar, y cortando el chicote del Cable fue saliendo fuera ayudado de un poco de viento de tierra que a este tiempo salto y que serian como a las cinco y media de la tarde y tirando las Baterias de la Plaza con la Artillería de la banda de estrívor le siguieron los otros dos, el Porte de dhos. nauios al parecer son los dos que desde el principio se vieron al son de batalla de a mas de a setenta Cañones y el tercero de cosa de sesenta sus calibres, por lo que ha reconocido y aun pesado las balas que harecojido son de veinte y quatro diez y ocho, doze y ocho libras pareciendoles al declarante que el daño que estas hicieron no es considerable en medio de que no se libraron las mas de ellas de tener alguna avería, respecto según puede decir le parece asi mismo hecharían pasados de mil Cañonazos; Y que por lo respectiuo ala Ruina que hicieron en dho.

Puerto en el todo de sus fortificaciones lo que puede en su particular decir es que atendiendo al continuo íuego que se hizo de ellas el día de la función y alo deteriorado que anteriormente estauan reconoze quedaron totalmente arruinadas juzgando necesario por ello necesitar indispensablemente de algún reparo como el Gauilan, Samuro y colorado siendo del sentir el q. declara parecerle preciso el que se amuralle la parte que cae ala mar desde la trinchera ala entrada del Puerto del Camino de Caracas como lo ha estado antes respecto a que lo que han quedado de ellas solo son unos cortos Vestijios y que de lo contrario le parece no podran los vecinos de esse dho. Puerto defenderle y mas si traien jente de desembarco, por ser el único Paraje donde la que huviese aquí se puede atrincherar para defenderse y ofender con el fuego que se hiciese de una y otra parte. Que es la razón que puede dar y lo que ha pasado y la verdad, etc. etc." (48).

Como complemento de esta relación, recordaremos que, según el "Manifiesto" publicado en 1749 por la R. Compañía Guipuzcoana y firmado por Iturriaga, como Director de la misma, se dice que en ese ataque de los ingleses al puerto de La Guaira, cuando aún ni se conocía la declaración de guerra, "...cuidó de la mayor Batería de aquel puerto, llamada el Colorado, la gente de la Compañía".

APÉNDICE 2 La función de 1743

Archivo General de Indias. Sevilla. Audiencia de Sto. Domingo - Leg. 707.

"El Gobernador de Caracas Zuloaga comunica que la escuadra inglesa que fue a aquellas costas atacó el puerto de La Guaira y el de Cabello, en que se logró la feliz victoria que consta de la relación que acompaña".

Muy señor mió. En la goletilla de aviso que entró en La Guaira el 31 de Enero de este año, despachada de orden

(tt)   Diverto». t. XXII, f. 623.

El día 2 de Marzo se dejaron ver, como a las 7 de la mañana, cuatro leguas a barlovento de la Guaira, siete navios de 70 a 50 cañones, cuatro fragatas, una lombarda, un paquebot, cinco balandras y una goleta frustrándose, por medio de su recalada, la prevención del Gobernador de esta Provincia que tenia puestos vigias en toda la costa hasta el cabo de Quadera por lograr, con la anticipación posible, noticias, en caso de descubrirse enemigos. Entendida esta novedad en Caracas por dicho Gobernador, en virtud de la señal hecha en la Guaira aquella noche habiendo dado las mas acertadas disposiciones para que otras cuatro ocupasen los puestos precisos y más ventajosos en la inmediata Costa de Sotavento y de los caminos que van a aquella ciudad para que, si los enemigos intentasen hacer algún desembarco e internar, encontrasen quien los rechazase y escarmentase.

A las doce del día, dieron fondo debajo del tiro de fusil de las baterías de la Guaira, los siete navios formando con ellos una linea paralela y, algo mas a sotavento, las cuatro fragatas, el paquebot y la lombarda, manteniéndose a la vela las balandras y goletas.

Antes de que dieran fondo y conforme fueron entrando a medio tiro de cañón, empezaron el fuego las seis baterías pequeñas del lugar y habiendo dado fondo correspondieron todos los navios y fragatas con un fuego muy vivo acompañado de muchas bombas comunes y otras incendiarias que arrojaban sin cesar la lombarda y una fragata que traía morteros; pero el bien ordenado fuego de nuestras baterías, y acierto de los artilleros sobre que se les hicieron varios y repetidos encargos, pusieron a los navios fuera de estado de continuar el combate y, por este motivo, se hicieron a la vela, abandonando sus anclas, como a cosa de las cinco de la tarde, haciendo todos tres morrón en señal de grave incomodidad y se reparó que el uno de ellos cayó mucho sobre la banda opuesta al costado con que hizo fuego a nuestras baterías por haber pasado a aquella banda toda su artillería para descubrir mejor el costado que, sin duda, tendría abierto a la lumbre del agua. Los demás navios, continuaron el fuego con el mayor tesón diendo resistir la buena puntería y diligencia de nuestros artilleros, picaron igualmente sus cables y abandonando las anclas se hicieron a la vela, siendo muy notable que en medio de un fuego tan grande en que dispararían los enemigos mas de diez mil cañonazos, con muchas bombas de todas especies, perecieron solamente cuatro artilleros y de estos solos dos mataron sus balas, pues los otros dos se desgraciaron en el manejo de nuestros cañones. Tuvimos algunos heridos de leve cuidado. Con una de sus bombas incendiarias, lograron los enemigos dar fuego al almacén de la batería de S. Jerónimo servida por 50 marineros de la Real Compañía y aunque no pudieron apagar el incendio por faltarles el agua por estar en un alto lograron preservar porción de pólvora, y algunas granadas que en él había a excepción de 18 cartuchos que contenía un cajoncito en cuya inmediación cayó la bomba, alguna cuerda mecha y 50 quintales de Bizcocho.

El día 3 amanecieron anclados como a tiro y medio de cañón de las baterías del lugar la Capitana, dos navios, la lombarda, y la fragata con morteros y a la vela dos balandras y la goleta y se observó que en los costados de los navios había diferentes planchas y que a la Capitana que estaba muy maltratada se le había cerrado de firme una porta de la batería baja: Igualmente se vio que se ajustaban diferentes tapa balazos y que un navio estaba desarbolado del mastelero de sobre mesana. Este día destribuyó el Gobernador la gente que la noche antecedente había traído de Caracas y 100 hombres mas que llegaron aquel día para cubrir los puestos que juzgó necesarios, recorriéndolos todos, acompañado de D. José de Iturriaga y D. Mateo Gual, providenciando cuanto era menester para recibir los enemigos en caso de nuevo ataque; hizo que se reformasen las baterías del lugar con fajinas y tierra; que se llenasen cartuchos, y que se distribuyesen con abundancia a los puestos para que estuviesen prontos a hacer un vivo fuego en caso necesario.

El día 4 volvió el Gobernador a Caracas para sosegar aquel pueblo que se havía consternado por una falsa voz que se esparció en él, de que los enemigos habían desembarcado en Carayaca y que se dirigían a aquella ciudad por el camino de Agua Negra. Aquel día se mejoró la lombarda y se incorporó a los enemigos una fragata y a las cinco de la tarde empezaron la lombarda y fragata con morteros sus fuegos y los prosiguieron hasta las seis de la mañana.

£1 5, como a las tres de la mañana, se notó que uno de tres navios que había en el Puerto, cargado de cacao de cuenta de la Real Compañía Guipuzcoana, hacía algún movimiento para tierra, y creyéndose que los enemigos amparados en la obscuridad de la noche podían haber venido & sacarlo o quemarlo, se dispuso qué se disparase un cañonazo de metralla y habiendo reparado que no hacía nuevo movimiento se dejó de hacerle mas fuego y luego que vino el día se reconoció el verdadero fundamento de este recelo encontrándose cortadas las amarras de dicho navio que había quedado asegurado en una amarra secreta que así a este como a los otros dos se les había echado a prevención advertida por D. José de Ituniaga, manifestando éste su celo la importancia de la amarra; y a bordo del dicho navio se hallaron algunas hachas, armas, dos mechas encendidas y un barrilillo de brea y alquitrán con otros mixtos con lo cual se evidenció que los ingleses havían intentado sacar o quemar dicho navio y que el cañonazo disparado tan a buen tiempo les había obligado a abandonar esta empresa.

A las siete de la noche, empezó la lombarda sus fuegos de bombas de todas especies y lo continuó hasta las diez, sin ocasionar la menor desgracia. A las once se notó que la escuadra inglesa se hacía a la vela valiéndose de las sombras para ocultar mas vien con ellas la vergüenza que le causaba abandonar la empresa con tanto daño propio intentada; Pero no bastándole para alejarse el poco viento terral que a la sazón soplaba, volvió a dar fondo poco mas afuera del paraje de que se levó y luego que amaneció el día 6, se hizo a la vela

para sotavento de manera que, a las nueve de la mañana, havían doblado todas sus embarcaciones el Cabo Blanco.

Los diferentes fragmentos de tablazones de todas especies que la resaca ha echado a las playas de este lugar acompañados de muchos cadáveres y una lancha, tres botes y diferentes armas que se encontraron en la playa de Maiquitia acreditan muy bien el grande quebranto que los enemigos han padecido en sus navios y tripulaciones; pero evidencian mucho mas destrozo los despojos que han ido dejando en toda esta costa que llegaron hasta la playa de Morón sotavento de Puerto Cabello donde se encontraron dos botes, una bomba, un mastelero grande y otro de juanete con diferentes perchas, votalones y otras presas del servicio del navio.

Se ha sabido, por cartas escritas por personas fidedignas de la Isla de de Curazao y por otros que también vinieron de allí a quienes se les recibieron sus declaraciones que, el 5 del expresado mes de Marzo entraron en aquel Puerto seis embarcaciones de esta escuadra, a saber el navio Almirante de 70 cañones, otro de 60, otro de 54, un paquebot de 18 cañones, otro de 12 y una balandra.

La Almiranta llegó pidiendo favor, sin lanchas botes ni anclas con seis pies de agua sobre su lastre, y 55 balazos en el costado de la lumbre del agua y arriba, el palo del trinquete rendido sin mas palo de mesana.

El de 60 cañones llegó en bandolas, con 27 cañonazos en sus costados en la propia forma y sin lanchas vote ni anclas.

El de 54 entró sin tajamar, verga de sevadora y con una serviola menos porque se la había roto.

El paquebot de 18 cañones tripulado con 130 hombres avistó en la costa una fragata de la Real Compañía Guipoz-coana llámala la Sta. Teresa y se destacó para darle caza y habiéndola alcanzado la atacó y vino con ella por espacio de tres horas, pero la fragata, mandada por D. José de Iturralde, sin embargo de que no tenía mas de 30 hombres, le hizo fuego con tal aire que obligó al paquebot a retirarse, con pérdida de 17 hombres muertos y mas de 30 heridos y sin haber tenido esta fragata mas que tres hombres heridos en esta función.

Entraron después en Curazao las restantes embarcaciones de la escuadra y la Capitana tenia 37 balazos de los que algunos la bandeaban y llevaba muy maltratadas sus vergas y jarcias.

Los dos de 60 cañones tenían mas de 80 balazos y algunos los bandeaban, uno de estos navios tenía roto el palo mayor y ceñido desde' la fogonadura hasta los vaos con una rueca y los restantes entraron con bastante daño, de forma que, entre todos ellos, se contaban en sus costados 337 balazos y publicamente se decía en la Isla que había perdido la escuadra en el ataque 900 hombres muertos, entre ellos el Segundo Comandante que venía en la Almiranta, un Capitán de Infantería y otros subalternos y que tuvo mas de 334 hombres heridos.

Se supo también que se habian destacado de la escuadra dos fragatas a cruzar desde la Guaira a Puerto Cabello, para impedir los socorros que podían entrar por mar en estas fortificaciones y las restantes embarcaciones de la escuadra aplicaban toda su diligencia para reparar brevemente sus quebrantos, aprovechándose de los pertrechos que llevaban de respecto y otros que se les suministraban en aquella Isla.

A este escuadra se agregaron cuatro balandras de 22 y 14 cañones que armadas en guerra y bien tripuladas habilitaron los Indios de aquella Isla para que volviese sobre estas costas y atacase a Puerto Cabello con el fin de que, estableciéndose allí una nueva colonia, tendrían un libre comercio y podrían con el tiempo rendir la fuerza de la Guaira.

El Comandante de esta escuadra, además de lo expuesto, recluta en aquella Isla para estas funciones 200 hombres teniendo para ello una bandera Inglesa tendida tres días, en cuyo tiempo hizo tocar sus Cajas de Guerra en las calles de aquel lugar hasta que algunos de sus vecinos pasaron sus quejas al Gobernador quien se disculpó diciendo que lo expresado fue hecho sin su orden y mandó se recogiese la mencionada bandera y Cajas.

Reparada y compuesta la escuadra acompañada de las expresadas cuatro balandras holandesas salió de Curazao el 1° de Abril para venir sobre Puerto Cabello, como exactamente consta de dicha justificación que por testimonio acompaña esta relación, pero a causa de las corrientes no pudo presentarse delante de Puerto Cabello hasta el 26 del propio mes.

Ataque de Puerto Cabello

El mismo dia 26 de Abril, desde las dos hasta las cuatro de la tarde, anclaron las embarcaciones de la referida escuadra y una porción de balandras que la acompañaban al abrigo de las Islas de Borburata, distante media legua a bar-volento de Puerto Cabello.

De allí a una hora, empezó la lombarda, que estaba anclada entre Punta Brava y una de dichas Islas, a arrojar bombas con dirección al Castillo y los continuó hasta las seis y media de la tarde, y los navios hicieron fuego a las fragatas nuestra "Señora del Coro" y "San Sebastian" de la compañía Guipuzcoana, para reconocer, sin duda, si tenían artillería respecto de que, viendo que no se les correspondía, cesaron sus fuegos.

Al amanecer del 27, empezó la lombarda, desde el mismo paraje, a jugar sus morteros y lo continuó hasta las doce de la noche, en cuyo tiempo sólo logró introducir en el Castillo 12 bombas de las cuales una rompió un cañón de a 12, mató tres hombres y maltrató otros tres, pero las demás solamente causaron algún quebranto en los cuarteles y alojamiento del Castillo.

A mediodía se acercaron a las baterías de Punta Brava y S. José dos navios de 50 ó 60 cañones y empezaron a hacer fuego contra nuestras baterías, de las cuales y del Castillo se les correspondió con el mayor vigor y, aunque a las dos de la tarde se unió a estos otro navio de 60 cañones, logramos, a las cinco y media, ver que uno de estos tres navios se vio precisado a retirarse dej anda la rejera y espiándose para barlovento, a causa, sin duda, del daño que recibiría y los otros dos continuaron en la misma suerte el fuego hasta las siete de la noche que se separaron, haciéndose a la vela para barlovento.

Como a las once de la noche, se notó que los enemigos habían desembarcado gente por la parte del este de Punta Brava en el paraje que llaman la Carraca Vieja y, según se ha sabido por diferentes relaciones de los españoles cangea-dos, llegaron a 1150 hombres entre tropa, marinería y reclu-tados en Curazao los que echaron en tierra que inmediatamente marcharon por el camino de la playa con ánimo de apoderarse de la batería de Punta Brava, pero, haciendo fuego con sus fusiles, mandó Don Martín de Sansinenea, Comandante de los guardacostas, que mandaba aquella batería, que se disparasen dos cañonazos de metralla, como se ejecutó, y bastaron para que los enemigos se retirasen tan precipitadamente que, aunque fueron seguidos con el refuerzo que se puso luego en aquella batería, solamente pudieron ser alcanzados nueve hombres, los dos muertos, otros dos heridos y cinco vivos que se cogieron y trajeron con los despojos que dejaron los enemigos por la confusión de su fuga y se redujeron a 40 fusiles, 26 bayonetas, siete pistolas y dos hachas.

El 28 a la tarde, a la parte del este de Punta Brava, colocaron los enemigos, en el paraje que llaman la Calera o Carraca Vieja, un mortero de los que tenia la fragata y estabíecieron el otro de la misma en la Punta de !a Isla de Ratones y con éste dispararon diversas bombas a la batería de Punta Brava y, al mismo tiempo, empezó la lombarda a arrojarlas al Castülo hasta la noche que cesaron estos fuegos, sin haver causado daño alguno.

El 29, a las siete de la mañana, retiraron los enemigos el mortero que habían establecido el dia antes, al este de Punta Brava.

Con el mortero puesto en la Isla de Ratones, arrojaron este día bombas a las baterías de Punta Brava,, y San José, jugando, al mismo tiempo, la lombarda sus fuegos con dirección al Castillo y casas del lugar, pero ni unos ni otros hicieron daños de consideración.

El mismo día, echaron en tierra los enemigos, a la parte del este de Punta Brava, un oficial y 40 hombres con diferentes instrumentos de gastadores y, en la inmediación de la linea donde estaban ancladas las embarcaciones, comenzaron a abrir un ataque de Norte a Sur lo que dio motivo para que saliesen diez lanchas de la Compañía Guipuzcoana con gente suficiente mandada por D. Manuel de Agreda Capitán de Infantería a reconocer las operaciones de los enemigos y hacerles el daño posible y, habiendo llegado a distancia proporcionada, cumplieron lo que se les havía ordenado y, después de haver hecho fuego, se retiraron a la fragata San Sebastián, sin padecer ningún daño de los cañonazos que les disparó la escuadra.

El 30 no se vio gente en la Isla de Ratones y se discurrió que los enemigos habían retiradQ el mortero que establecieron en ella. Aquella mañana empezó la lombarda a arrojar bombas de todas especies y las continuó con mucha lentitud; una de las que cayeron en el Castillo mató dos hombres e hirió levemente en la cabeza a D. Juan Gayangos con las ruinas que causó en las murallas.

Al amanecer del día 1° de Mayo la lombarda empezó sus fuegos contra el Castillo y los continuó hasta las tres y media de la tarde y desde esta hora hasta la noche los dirigió al lugar. Desde el Castillo se dispararon algunos cañones a dos navios que estaban más próximos a él y, sin embargo, de que las balas iban por elevación, los obligaron a que se espiasen para barvolento y al anochecer se percibió que los enemigos harían algún trabajo en tierra.

El 2 por la mañana empezó la lombarda, como los demás días, el uso de sus fuegos que no causaron daño considerable.

A las doce de este día entró en aquel Puerto el Gobernador D. Gabriel José de Zuloaga y pasó inmediatamente a reconocer desde la fragata "N. S. de Coro" las obras que habían hecho en tierra los enemigos, y sólo pudo registrar que habían construido un parapeto o cabeza de ataque de piedra, cerca a la parte del Este de Punta Brava y que habían cortado algunos mangles para limpiar aquel terreno que podían formar en batería, por lo que pasó después a la cortadura o trinchera puesta al camino de Borburata para embarazar por allí la entrada de los enemigos y habiéndola reforzado con gente, mandó que se pusiesen pelotones avanzados y que, al mismo tiempo, pasase un cabo con 40 hombres al Puerto de Borburata para reconocer si en él habían hecho alguna obra los enemigos, recelosos de su ejecución por ser paraje a propósito y consecuente el principio del parapeto expresado ignorándose lo que habían ejecutado sus embarcaciones que estaban en aquel Puerto y boca del rio.

El 3 se observó desde la fragata el Coro que habían amanecido montados dos cañones en el parapeto referido y que estaba levantada una cabria, por cuyo motivo, mandó el Gobernador que se disparasen algunos tiros desde el del Castillo contra aquella parte y habiéndose observado que algunas balas daban en el parapeto y visto que no había fuego ni se movía gente, hizo suspender el del Castillo.

Pero, no obstante esto, se mantuvo en el Castillo hasta haber dado las órdenes correspondientes para su mejor defensa y disposiciones para aumentar los fuegos en lo que se trabajó toda la noche.

Uno de los navios enemigos vino a remolque aquel día hasta dar fondo junto a la lombarda que disparó sus fuegos lentamente toda aquella tarde.

El 4, hallándose continuando las obras dispuestas por el Gobernador, se levantaron, a las 7 de la mañana, tres navios de la escuadra, pero habiéndoles faltado el viento, dieron fondo a la parte del Norte de la Isla de Ratones que habiéndose creído con este motivo que su intento era atacar el Castillo y baterías, dio el Gobernador las disposiciones convenientes para recibir los enemigos, sin suspender el adelantamiento de los trabajos.

El 5, se observó, como a las once de la mañana, que se fj hablan levado todos los navios de la escuadra y que nave-fftban hacia la parte del Castillo y baterías por lo que dio |firden el Gobernador al Capitán de Infantería D. Juan Ferrer ¿que se hallaba dentro desde que los enemigos vinieron a ata-f fiarlo que lo mandase, por estar D. Juan Gallangos convale-y, al mismo tiempo, le dio al Capitán de Infantería |$, Manuel de Agreda para que se quedase en la parte de litera que se consideraba de grande importancia, a fin de que en ella bajo sus órdenes y luego montó a caballo e juntar las milicias (que estaban en los cuarteles inme-al Puerto) en la Sabana del Hato del Tejar y los di-en cuatro cuerpos mandando marchar uno dentro del del lugar, otro para refuerzo de la guarnición de la aura de Borburata, otro a la playa a la boca del rio, y el otro se mantuviese en la propia Sabana para acudir él a la parte que mas necesitase y, dispuesto esto, salió playa a observar si los enemigos echaban lanchas con : para hacer algún desembarco a lo que le persuadió el ato de haberse levado al mismo tiempo todas las emmenores.

El 4, hallándose continuando las obras dispuestas por el Gobernador, se levantaron, a las 7 de la mañana, tres navios de la escuadra, pero habiéndoles faltado el viento, dieron fondo a la parte del Norte de la Isla de Ratones que habiéndose creido con este motivo que su intento era atacar el Castillo y baterías, dio el Gobernador las disposiciones convenientes para recibir los enemigos, sin suspender el adelantamiento de los trabajos.

El 5, se observó, como a las once de la mañana, que se habían levado todos los navios de la escuadra y que navegaban hacía la parte del Castillo y baterías por lo que dio orden el Gobernador al Capitán de Infantería D. Juan Perrer que se hallaba dentro desde que los enemigos vinieron a atacarlo que lo mandase, por estar D. Juan Gallangos convaleciente y, al mismo tiempo, le dio al Capitán de Infantería D. Manuel de Agreda para que se quedase en la parte de tierra que se consideraba de grande importancia, a fin de que mandase en ella bajo sus órdenes y luego montó a caballo e hizo Juntar las milicias (que estaban en los cuarteles inmediatos al Puerto) en la Sabana del Hato del Tejar y los dividió en cuatro cuerpos mandando marchar uno dentro del recinto del lugar, otro para refuerzo de la guarnición de la cortadura de Borburata, otro a la playa a la boca del rio, y que el otro se mantuviese en la propia Sabana para acudir con él a la parte que mas necesitase y, dispuesto esto, salió a la playa a observar si los enemigos echaban lanchas con gente para hacer algún desembarco a lo que le persuadió el movimiento de haberse levado al mismo tiempo todas las embarcaciones menores.

paro, destacó alguna parte de las milicias para que hiciesen porción de fajinas y piquetes y se restituyó al lugar, continuándose, entre tanto, el ataque de una y otra parte, con el mismo tesón, hasta una hora después de anochecer que los navios precisados del mucho fuego que se les hizo picaron sus cables y abandonaron las anclas para retirarse, pero, por faltarle el viento no pudieron en el espacio de mas de media hora salir de nuestro tiro de cañón y se les hizo un vivo fuego con tal acierto que sus efectos se reconocieron de tierra con bastante daño de los enemigos.

Inmediatamente que se acabó el ataque, que sería como a las ocho y media de la noche, pasó el Gobernador al Castillo y, habiendo hallado en él bastantes ruinas en los mer-lones y parapetos, dispuso que se reparasen, atendiendo también a la recomposición de los demás daños que en él había disponiéndose para nuevo ataque que esperaba el dia siguiente y, al mismo tiempo, ordenó que, para la mayor prontitud de estos reparos y los que necesitaban las baterías exteriores, no cesasen las milicias en el corte r^° ^ jiñas para tener porción de ellas de respecto y emplearlas donde fuere necesarias haciendo ánimo de mantenerse en el Castillo toda la noche para avivar con su presencia estos trabajos, pero, el continuo movimiento de este dia, le agravó mucho el golpe de la pierna y le apretaron tan agudamente los dolores que se vio precisado a retirarse al lugar, a las dos de la mañana, con bastante cuidado recelando verse imposibilitado de continuar su asistencia en lo que tanto le llevaba la atención.

El dia 6, al amanecer, se observó que estaban fondeados los navios enfrente del Castillo, fuera de su tiro de cañón y del de las baterías, y, a las nueve de aquella mañana, se levaron tomando el rumbo de barvolento a excepción de uno de 70 cañones que se sotaventó y descayó hacía el Castillo , huta estar debajo de su cañón sin poder gobernar porque otaba muy maltratada y se le hizo desde luego un vivo fuego de nuestra parte, lográndose el gusto de verlo bien aprovechado hasta que, con muchas lanchas que lo remolcaron, se puso en paraje donde no podía ser ofendido de la fortificaclon ni de las baterías exteriores y se mantuvo allí hasta repararse algo y luego fue espiando y logró arrimarse a la Isla de Ratones.

Este día se reconoció el destrozo de los enemigos en los cascos de sus navios, palos, jarcia, y aparejos y, especialmente, en tres de ellos que estaban faltos, uno del mastelero mayor, otro del bauprés y verga mayor y el otro de los palos del velacho y cevadera.

También se reconoció este día, por seis personas que pasaron a la parte del Este de Punta brava, que la batería construida por los enemigos y que tenia cañones era aparente con el designio, según se discurrió, de contener nuestra gente en caso de que quisiesen resistir cualquier desembarco de la de los enemigos por aquel paraje.

La tarde de este día se incorporó a la escuadra un navio que se había separado de ella cuando salió de Curazao.

El 7 estaba fondeada la escuadra al abrigo de la Isla Larga y de Ratones y, con el favor del vendaval, se levó hasta que dio fondo en el Puerto de Borburata.

A las ocho, empezó la lombarda a arrojar bombas de todas especies a las fragatas "el Coro" y "San Sebastian", y a las diez del dia, habiendo puesto una señal la Capitana, cesaron estos fuegos.

Observóse, al mismo tiempo, que venia de los dos navios para tierra un bote con bandera blanca en la proa y luego dio orden al Gobernador para que se le hiciese detener afuera y que saliese un oficial con una falúa a informarse de la causa de su venida, previniéndolo que si trajera alguna carta la recibiese haciendo detener el bote en el mismo paraje. Ejecutóse así y volvió este oficial con una carta para el Gobernador quien, por no haber hallado allí quien entendiese el idioma inglés en que estaba escrita, volvió a mandarlo para que se informase de su contenido y para este efecto de su orden fue su Secretario acompañado a este oficial a fin de que la trajese trasuntada, como se hizo, sirviendo de intérprete uno de Curazao que venia en el bote y habla el castellano y habiendo visto que era del Comandante de la escuadra y que su contenido se reducía a proponer el cange de prisioneros ingleses por españoles que tenía a su bordo, le respondió el Gobernador conviniendo en ello.

El 8, amaneció la escuadra en el mismo paraje a excepción de una balandra y un paquebot que estaban en la boca del rio y la Almiranta con otro navio mas pequeño al abrigo de la Isla reparándose de los daños recividos que les impidieron seguir las demás embarcaciones cuando fueron a dar fondo en el puerto de Borburata y se observó que las que en él se hallaban se estaban reparando con gran prisa.

El 9, aunque después que se pusieron en Borburata los 40 hombres no intentaron los enemigos hacer aguada, hecho cargo el Gobernador de la dificultad que concebía en poder embarcársela en la boca de aquel río en caso de que con la fuerza la intentasen, llamó a D. Martín de Sansinenea para oír su dictamen en este punto y encontró acreditado con la experiencia de este sujeto el que tenía formado el Gobernador, pero no obstante, aunque se hallaba imposibilitado de montar a caballo, a causa del golpe de la pierna, envió la misma mañana a aquel paraje al Capitán D. Manuel de Agreda y Teniente de Tesorero D. Lorenzo Rosel, a fin de que, con todo cuidado y atención, lo reconociesen y también lo que haría un paquebot y unas balandras que estaban apostadas en aquella boca, y ejecutada esta comisión, volvieron dando cuenta de que por lo descubierto de la boca y lo inmediato que estaban las embarcaciones y las demás que podían arrimarse aunque fuesen grandes era imposible embarazar a los enemigos la agua si la intentaban hacer al abrigo de su cañón, añadiendo que el paquebot y balandras que fueron a reconocer estaban a la misma boca del río sin operación alguna.

Esta misma mañana vino a la boca del rio con bandera blanca una lancha de los enemgios pidiendo Ucencia de parte de su Comandante al Cabo que se hallaba allí para hacer agua para su escuadra y tropa y habiéndole respondido que no lo podía permitir, por no tener orden para ello, se fue la lancha para su bordo diciendo que harían la agua por íuerza y habiéndola llamado la gente de la guardia, le quitó un hombre y se lo envió al Gobernador quien inmediatamente lo volvió reprendiendo al Cabo por aquella acción previniéndole hiciese seña a la embarcación mas inmediata para que enviase por él y lo llevase a su bordo.

Luego conoció el Gobernador que para estos lances se necesitaba en aquel paraje de un oficial experto y envió uno de los de la tropa con orden de que se mantuviesen allí, previniéndole lo que debía ejecutar en los demás que se ofreciesen y que si volviesen a pedir agua para la escuadra respondiese que solo tenia orden para conceder una lanchada para el Comandante y sus oficiales.

Habiendo este oficial llegado a aquel paraje, vino otro despachado por el Comandante a pedir agua para toda su escuadra y tropa expresando que, si no se le concedía se la sabría tornar, y preguntando el motivo que tuvo la guardia para detener al que vino primero por ella a lo que le respondió el oficial que la agua que le permitiría hacer seria una lancha para su Comandante y oficiales, y que ya el Gobernador había mandado restituir el hombre que había sido arrestado, con lo que se volvió, sin querer tomar el agua que se le ofrecía.

A las doce y media de este día vino otra lancha con bandera blanca hacia el Puerto de Cabello y, estando a tiro de fusil, mandó al Gobernador un oficial a ella para ver lo que quería, y volvió luego con una carta del Comandante de la escuadra diciendo remitía siete prisioneros españoles, pero habiendo reconocido que la carta venia en idioma inglés, sin embargo de lo que antecedentemente había pasado, y sabiendo que a su bordo tenía personas que hablaban castellano, envió otra vez el Gobernador a este oficial para Que se lo expresase así al Capitán de Bandera de la Capitana que era quien lo conducía y que viese si quería dejar los prisioneros españoles y llevar los suyos, y impuesto de esto tomó la resolución de volverse con los primeros disponiendo a su propartida que se pasasen a la falúa unos licores y caldos, expresando que aquella fineza enviaba al Gobernador su Comandante y que le pedía le favoreciese con unos agrios.

El 10 remitió el Gobernador un oficial en una falúa a bordo de la Capitana, llevando en una lancha los agrios que le había pedido el Comandante acompañados de un refresco de verduras y vino, en otra falúa, el propio Capitán de Bandera, con dos cartas de su Comandante en Castellano. La una, trasunto de la que se volvió a bordo, en las que se expresaba al Gobernador que enviaba en aquella ocasión siete prisioneros españoles cogidos en una presa de un corsario de La Habana y, al mismo tiempo, que para prevenir los yerros que se podrían ocasionar tocante al agua, agradecería saber en que animo estaba, porque sería inútil disputar lo que podía obtener tan fácilmente a que le respondió el Gober-. nador que había recibido los siete prisioneros españoles y que le enviaba (como lo practicó) cinco de su nación que había en aquel Puerto, los dos cogidos en la noche del desembarco y los tres en una balandra apresada sobre los Roques por el Capitán de fragata D. José de Iturriaga y que en el particular de la agua caminase en la inteligencia de que no se permitirla que se hiciese para la escuadra y tropa, pero que reiteraba la orden para que se dejase hacer una lanchada para él y sus oficiales.

No obstante la dificultad que había concebido el Gobernador para embarazar la agua a los enemigos, si la intentaban hacer con fuerza contemplando que de echar gente en tierra sería bajo de su tiro de cañón y fusil, dio orden para que pasasen a Borburata 500 hombres milicianos para guarnecer el Puerto y reforzar la guardia que estaba en él cargo del Capitán D. Juan de Agreda a quien previno se mantuviese en aquel paraje y procurase cubrir la gente para oponerse a los enemigos en los términos posibles, si intentasen hacer la aguada que pretendían y embarazarse cualesquiera daños que quisiesen hacer en las casas y haciendas de aquel valle, dándole las demás órdenes convenientes para no exponer la gente y que esta estorbase a los enemigos sus designios con escarmiento de su porfía.

El 11, envió también el Comandante de la escuadra otro prisionero español expresando que no lo había remitido con los siete antecedente porque se hallaba enfermo en otro navio y se contentó con enviar el mismo dia un oficial para la lancha de agua ofrecida que llevó.

El 12, volvió a enviar el Comandante de la escuadra con un oficial pidiendo por gracia se permitiese que se hiciese aquella mas de agua para su gasto, expresando que iba a hacerse a la vela y que para el resto de la escuadra la haría en San Cristóbal a lo que respondió el que se hallaba allí que daría parte al Gobernador para ver si condescendía en ello y en el intermedio que volvió con el permiso entró una marejada que volcó la lancha de modo que les fue preciso dejarla con las vasijas por haberse hecho toda pedazos, frustrándoseles por este medio a los enemigos, aun lo que, por gracia, se les había ya concedido.

Este dia disparó la escuadra cuatro cañonazos y a la tarde se levaron algunas de sus embarcaciones haciendo viaje para afuera.

El 13 a las once de la mañana se levó la Capitana y ejecutaron lo mismo las demás embarcaciones de la escuadra dirigiendo su rumbo para barvolento.

El 14 se vieron desde Puerto Cabello solamente tres embarcaciones a barvolento, pero, a las diez del dia, ya se habían perdido de vista, aunque después se registraron estas del Puerto de Cabello y de otros de la costa en diferentes ocasiones por espacio de 24 o 26 dias dando bordos.

A la vista de los enemigos y en los dias 8 y 9 de Mayo se sacaron en Puerto Cabello tres anclas con algunos cables, calabrotes y guindaleras, y en la Guaira, después de la retirada de los enemigos, se sacaron cuatro anclas, no habiéndose podido lograr recoger las demás que abandonaron en los combates, a causa de hallarse entre peñas.

Las bombas de todas especies que los enemigos arrojaron durante la invasión de aquel Puerto fueron cerca de 900 y de ellas metieron en el Castillo como 40.

El daño que recibió el Castillo en sus murallas, cuarteles y baterías no correspondió al que se podía presumir del mucho luego de todas especies que hicieron los enemigos contra él.

En todas las funciones hubo 30 hombres muertos entre ellos el Condestable del Castillo y 60 heridos y en estos cuatro oficiales de la compañía Guipuzcoana nombrados D, Antonio de Ebora, D. José de Hugalde, D. Pedro Guruchaga y D. Jerónimo Marituvarls de los que les murieron los tres primeros y algunos otros de los demás heridos.

En las playas vecinas a aquel Puerto se halló una falúa, dos canoas, dos escalas grandes con diferentes palos, tablas y muchos fragmentos que manifiestan los quebrantos que la escuadra enemiga sacó de esta función en la cual y en la de la Guaira, con los hombres perdidos de enfermedades, aseguran los prisioneros y desertores que llegaron a 200 aunque no ae sabe el N° fijo".

2.   El Manifiesto de 1749.

La rebellón de Juan Francisco de León. Una de las inmediatas consecuencias de la guerra contra las ingleses de que acabamos de ocuparnos y que, por cierto, tuvo su principal origen en las querellas suscitadas por la política comercial hispanoamericana, hubo de ser una apreciable baja en los resultados de las actividades mercantiles de la Compañía. Aunque ésta, como lo hace constar Hussey en su honor, no fue afectada en su actuación por aquella "prudencia que bien podía esperarse de marinos de comercio en un mar dominado por la hostil flota inglesa" (49), sabemos que sufrió la captura de, por lo menos, nueve navios, todos ellos de buen tamaño y cargados, por lo menos seis de ellos, de cacao, cuando hacían su viaje a Europa. No queremos dejar sin consignar este hecho porque, no sólo fueron los cabildantes de Caracas quienes, en el expediente que puede verse transcrito en el Boletín del Archivo General de la Nación (50), astutamente, como lo hace notar Estornés Lasa (51), "pidieron la certificación correspondiente a los años de guerra con Inglaterra para demostrar que la Compañía no había cumplido con su compromiso, pero ni siquiera una vez hace mención a esta circunstancia tan importante.-.", sino que esta omisión de hecho tan capital para justipreciar la actividad mercantil de la Compañía la notamos también en otros autores de nuestros días, quienes parecen olvidar el esfuerzo bélico de los guipuzcoanos en la década 1739-1749 y lo que ello hubo de pesar sobre sus intentos de cumplir siempre y aun incrementar sus específicas actividades.

A la baja en las exportaciones de cacao, vino a sumarse la de las importaciones a Venezuela, sobre todo, como señala Hussey, en dos productos esenciales, harina y textiles. De éstos, los factores de Caracas recibieron, de 1740 a 1747, solamente 722.000 pesos de mercadería, cuando el normal consumo para estos años era estimado en 4 a 5.000.000. En cuanto a la harina, la falta de existencias fue penosa y hubo de re-currirse a medidas drásticas, como la entrada de algunas embarcaciones holandesas con carga de dicho producto y la im-

(49)   The Caracas Gompany, pag. 77.

(50)   Noviembre y diciembre de 1937, N" 85. Diversos, t. XVII.

(51)   J. Estomés Lasa: La Compañía Guipuzcoana de Caracas, Editorial EKIN, Buenos Aires, 1948, pág. 92.

portación del mismo y otros alimentos de las islas extranjeras (Htissey, 80).

Pero, como junto a esas deficiencias &n sus servicios mercantiles, los prestados en el orden militar, durante estos años de guerra contra los ingleses, fueron de gran consideración, el favor de la Corte hacia la Compañía creció y, en la medida de la amplificación de sus privilegios, hubo de acrecentarse también el rencor y la envidia de la antigua oligarquía caraqueña, al compás, sin duda, de la soberbia de los guipuz-coanos, y, posiblemente, con ella, del endurecimiento de sus modos en el trato con los naturales del país y los canarios, contrabandistas consuetudinarios. Todo ello fue preparado el ambiente en que se incubó la revuelta de Juan Francisco de León.

Juan Francisco de León. En la carta dirigida por León al Gobernador Ricardos, en 16 de diciembre de 1751, es decir, poco antes de su entrega (52), tenemos un auténtico resumen de la historia de este hombre singular. Hombre, como se ha dicho bien, más a propósito para calmar revueltas que para acaudillarlas, vemos que para él: "El principio de todo estto fue el venir un thente. Viscaíno al valle de Panaquire, y al valle de Caucagua y al Vezindo. de esttos valles les pareció mal el rezivlrlo".

Y este hombre, buscado y empujado por otros, ha de atender, no sólo al requerimiento de los vecinos —de quienes es Juez— para que no se reciba teniente vizcaíno, sino a las muchas cartas que "a estte mismo tiempo rezivi de essa. Prova. pero sin firma, diziendome q. por ningún pretextto se rezivieran". Y no se debían recibir —según estos anónimos Instigadores, sin duda aristócratas caraqueños del tipo del

(62)   Carta puesta como prólogo, por Francisco Morales Padrón, a su hermoso trabajo: Rebellón contra la Compañía de Caracas. Sevilla, 1955. Está tomada del Archivo de Indias. Caracas, 42.

marqués de Toro, de quien sabemos que, en cierta ocasión, presentó once de los catorce candidatos para Tenientes en los pueblos donde tenia hatos (52)—, "por las muchas infamias que hauian sucedido en tierra dentro". La verdad es que Juan Francisco no ha sido agraviado en nada por la Compañía, como confiesa, "yo no hallándome de ellos sentido, por parte ninguna, tiré siempre a sosegar y mediar la gentte no agraviasen a nadie ni matar a ninguno". Verdad es también que, siempre según Juan Francisco, "la Compañía cumpliendo lo q. ofreció a nro, rey, a la Prova. es cómbente, no siendo juezes ninguno de ellos por lo q. se ha experimentado"; pero no es menos cierto que el clamor de sus vecinos y las cartas de Caracas le empujaron "como que a buscarme vinieron toda la Prova.". Y, aunque su intento no fue nunca "el reñir con los soldados del Rey mi Señor ni agraviar a nadie, por q. todos somos basaltos suyos", hubo de encabezar el movimiento que le llevó hasta Caracas con los tumultuados. De allí pensaba, seguramente, volver una vez presentada su petitoria; pero, "Havdo. entrado, hize mi pedimento, y rebolviendo la Rienda a la bestia en que iba, se armó un turbión de Gente, y se metieron en las casas Obispales". Arrastrado allá por el empujón de la turba, allí hubo de mantenerse tres días, "y la noche de mi entrada pr. orden del Governor y Capitán General —siempre es otro quien dispone lo que él ha de hacer— le puso guardia a la Contaduría, y a la Cárzel, y rondas por las calles ..". Y si otra vez actúa es porque "toda la gente vinieron y me sacaron de mi Casa, y me llebaron a Paxarito, donde allí vine con toda la gente a hazer mi propuesta al Señor Governor ..". Desde luego, que si un hijo suyo "fue a la tierra á dentro q. dizen fue a buscar gente, no crea Vsa. q. yo lo mandé sino Vellacos de Caracas q. lo insistieron, y lo hizieron ir q. yo loTnandé a Caracas...". La plebe y la aristocracia, el gobernador, "los vellacos de Caracas", y el servicio del Rey y el amor a la Provincia, traen y llevan a este hombre quien, si sirvió para dar nombre a la rebelión, a la vista está que, de

(53)   Morales Padrón: "Rebellón...", pág. 39, cota.

ningún modo, encamó ni podía encarnar lo que en esa rebellón podía haber de explosión de un sentimiento patriótico profundo, siquiera fuese oscuro; de visión amplia de los problemas a resolver; ni de esa voluntad incoercible que marcha recta a sus fines y que es la médula del auténtico caudillo. El que esa carta, especie de testamento de Juan Francisco, estuviese escrita por un hombre que se sentía ya vencido, resta poca fuerza a lo que acabamos de decir, pues sabemos que no se trata de meras excusas o paliativos a su conducta, sino que las cosas sucedieron, mas o menos, asi. De todas formas, no es Juan Francisco el que interesa, sino la rebelión de la que fue bandera; rebelión a la que, por otra parte, sólo nos referimos aquí en cuanto que ella fue motivo próximo de la publicación del "Manifiesto" que, siguiendo nuestro estudio de don José de Iturriaga, nos corresponde examinar aquí.

El "Manifiesto" de la R. C. G. Cuando la revuelta de León estalló, era Factor principal de la Compañía en Caracas don Juan Manuel de Goizueta, antiguo secretario del gobernador Lardizábal. El y los demás factores redactaron una "Noticia de la subcedido en la Ciudad de Caracas desde el dia 1 de abril de 1749 en adelante hasta el dia 26 del mismo" (Archivo de Indias. 135-7-22), que llegó a Pasajes en una balandra de la Compañía el día 23 de agosto de 1749, y fue entregada a Ensenada el día siguiente, con una nota que a la asamblea de la Compañía, que acababa de tener lugar, enviaba José de Iturriaga para dar al Rey auténtica información sobre el castigo de los rebeldes. Hussey, que incluye en su libro esta "Noticia" estimándola como "an excellent bit oí historical reporting in any case", "realmente notable por su objetividad, y su omisión de toda apología, explicación o condenación, considerando que sus autores eran hombres por cuya remoción o destitución estaba clamando una abrumadora multitud de rebeldes" (*), dice, en el mismo lugar, que Iturriaga era "un antiguo factor, que acababa de ser llamado

(*)  "The Caracas Company", pág. 124.

a España para su promoción a director". Salvado este evidente descuido del casi siempre meticulosamente informado historiador norteamericano, puesto que sabemos que Iturriaga era ya director de la Compañía cuando llegó a Caracas en 1742, aceptaremos, provisionalmente, lo de su reciente regreso a España, por carecer nosotros, hasta el presente, de información segura al respecto.

Allí estaba, desde luego, cuando el 11 de octubre de 1749 apareció el "Manifiesto que con incontestables hechos prueba los grandes beneficios que ha producido el establecimiento de la Real Compañía Guipuzcoana de Caracas". Este panfleto atrajo tan rápidamente la atención del gobierno español, que "el 20 de octubre de 1749, Ensenada escribió al fiscal del Consejo de Indias pidiendo saber si José de Iturriaga, el primer director de la Compañía lo había firmado, por qué, y que licencia tenia para imprimir. Tres días después el fiscal replicó Iturriaga, decía, confesaba su firma. El lo había publicado para impugnar impresiones hechas, en la Corte o en cualquier parte, por historias contra la Compañía, en papeles que no había visto, pero sobre los cuales tenía segura información. Por lo que respecta a la licencia, pedía se le eximiera en cuanto a que lo impreso era una alegación o defensa y no un libro. Como prueba de su sinceridad en esto, había enviado, al mismo tiempo, un ejemplar al secretariado de Indias. Parece que ninguna acción ulterior fue intentada en esta dirección" (Hussey, 138-9).

Pero, si Iturriaga es el firmante del "Manifiesto", no han faltado autores que desconozcan su paternidad respecto al mismo. El primero de ellos, el cronista Terrero, quien, en su acerba crítica de la Compañía, estampa estas palabras: "Véase el manifiesto apológico que la hizo el padre Gallo" (54). Y tras él, podemos citar a otros, como Arcila Parías: "El padre Gallo (Nicolás) parece haber sido el autor del "Manifiesto...

(M)   Terrero: "Theatro...", p. 149.

que en 1749 circuló en España bajo la firma del primer Director de la Compañía, José de Iturriaga" (55).

Para nosotros no hay cuestión aquí. No se trata de un monumento literario, sino de una relación de hechos en la cual lo que cuenta, después de la verdad o no verdad de éstos, es aquel que en posesión de los datos precisos que, por cierto, responden a años de su propia actuación, los hace publicar y sale responsable de ellos. No se trata de despojar al padre Gallo, o a quien sea, del mérito que le corresponda en la hábil ordenación de esos hechos y en el adorno de que sepa revestirlos; pero, concedido ésto en cuanto a la parte formal del documento, ha de reconocerse también que, por lo que hace a su sustancia, ésta se halla intimamente ligada a la persona de Don José de Iturriaga.

Así lo entendían, sin duda, los cabildantes Blanco y Villegas, Liendo y Bolívar, contemporáneos de Iturriaga, quienes, en su presentación al Gobernador contra la Guipuzcoa-na, dicen, entre otras cosas: que no podían pasar por alto "hauer dado al público el señor Dn. Joseph de Iturriaga director pral. de la Compañía Guipuzcoana un papel, con titulo de manifiesto, en que da a entender bien a las claras hauer tenido esta capí, parte en los alborotos del último año pasado" (56).

Ellos conocían bien la participación activa que Iturriaga había tenido en los negocios de la Provincia, como lo sabía aquel Bul Fernández de Fuenmayor, quien, en la reunión celebrada en las Casas Reales en 22 de Abril de mil setecientos cuarenta y nueve, es decir, al comienzo de la insurrección de León, manifiesta que "en su poder para un papel q. hizo Dn, Jph. Rodrlgs. del Toro, Oidor de México en la ocacion de ttrattar Dn. Jph. de Yturriaga quese hiciera un Congreso de naturales y Guipuzcoanos pr. ber qual era el mottivo desu unión" (57).

{88)     ArcUa Parlas: Economía Colonial de Venezuela, p. 487.

(«)            Diversos, t. XVH. f. 103.

(SI)            Insurrección del Capitftn Joan Francisco de León. T. 1, f. 26.

Iturriaga no era, ciertamente, el hombre que, como director de una compañía, se limitaba a poner protocolariamente su firma al pie de un documento de ésta, y menos en asunto tan capital. En los años que llevaba ya al frente de la Guipuzcoana, no sólo tenia que haberse visto enfrentado con los problemas de rutina o de más enjundia que la administración de la misma planteaba; ie había tocado conocer a fondo y palpar en la entraña toda la complicada serie de problemas que el vivir de la Compañía suscitaba en la misma tierra y ambiente venezolanos; el malestar del país, las criticas a la Compañía, la identidad misma de las personas que movían principalmente los ataques contra ella le eran familiares. Tenía que haber pensado mucho, y muchas veces, en todo ello y en los argumentos de más fuerza que, en la defensa de la organización que presidía, podían y debían esgrimirse. Cuando llegó la hora de lanzar el manifiesto, el encargado de redactarlo recibió, seguramente, un guión del cual estaría ausente toda gala retórica, pero en el cual las razones y los hechos estarían bien destacados y ordenados. Porque, como lo advierte agudamente Morales Padrón, el Manifiesto es "muy del Norte", es decir, muy de la casta de los Iturriaga.

Análisis del Manifiesto,   Lo primero que se echa de ver

cuando se considera este importante documento, es que se trata, por parte de la Compañía, de un acto necesario. Los guipuzcoanos necesitaban defenderse y no podían siquiera demorar más la defensa. La rebelión de León había puesto el problema sobre el tapete, pero ya, para cuando ella estalló, la propaganda y maquinaciones contra la Compañía hablan hecho mucho camino, no sólo en Caracas, sino en la Corte de España, donde el Conde de San Xavier movía cuantos resortes estaban a su alcance en apoyo de los intereses de la resentida oligarquía caraqueña.

La Compañía conocía bien a sus enemigos. Cuando en el párrafo 7 del Manifiesto leemos que: "El último alboroto suscitado por Juan Francisco de León, mirado con un poco de reflexión y advertencia, es la prueba más convincente de la importancia y necesidad de la Compañía; porque lo primero, no fue furor repentino y arrebatado del pueblo, o de su comarca, que suele ser el origen de semejantes revoluciones, sino una empresa practicada con mucha premeditación; lo segundo, se abstuvieron los sediciosos de toda injuria personal al Gobernador, a los Dependientes y afectos de la Compañía: moderación muy desconocida de los tumultos populares, que ni siquiera guardan respeto a la justicia, ni se detienen en la efusión de sangre de los que son objeto de su malevolencia, y moderación que acredita bien quanto procuraban huir del odioso y sangriento sobreescrito de asesinos o amotinados; lo tercero, no tocaron los sediciosos, ni a los caudales de la Compañía, ni a los géneros de sus Almacenes, observando en todo una orden, una cuenta y una razón, qual pudieran en el negocio más tranquilo y sereno de la paz". Y sigue en el 8: "Y todo esto, qué quiere decir? Un finísimo artificio que, mostrando el cuerpo en la Provincia de Caracas, recibió, sin duda, el espíritu de muy lejos; acaso le adquirió en mucha parte, de los Extranjeros, interesados siempre en todo lo que sea atraso, pérdida, desgracia y persecución de la I-Compañía; y no hace ver esto al mas ignorante, que quanto mas el daño que sienten aquellos por la Compañía, y anto mas con máquinas ocultas, se traza disiparla, tanto |ÍB mayor la utilidad y provecho que trae a los vasallos de la la, a la Nación y a la causa pública?", al leer esto, debien se ve que la Compañía, en la rebelión de León, concede mucha importancia a éste ni a la intervención apunta, en cambio, abiertamente contra los extran-"interesados siempre en todo lo que sea atraso, pér-desgracia y persecución de la Compañía", y al hablar l'QUt el espíritu que animó a la revuelta procedía "en mu-porte" de ellos, nos hace pensar, naturalmente, que otra i de ese espíritu era insuflado por otras fuerzas, a las que de nombrar, pero adivinamos eran las de los aris-de Caracas.

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la importancia y necesidad de la Compañía; porque lo primero, no fue furor repentino y arrebatado del pueblo, o de su comarca, que suele ser el origen de semejantes revoluciones, sino una empresa practicada con mucha premeditación; lo segundo, se abstuvieron los sediciosos de toda injuria personal al Gobernador, a los Dependientes y afectos de la Compañía : moderación muy desconocida de los tumultos populares, que ni siquiera guardan respeto a la justicia, 'ni se detienen en la efusión de sangre de los que son objeto de su malevolencia, y moderación que acredita bien quanto procuraban huir del odioso y sangriento sobreescrito de asesinos o amotinados; lo tercero, no tocaron los sediciosos, ni a los caudales de la Compañía, ni a los géneros de sus Almacenes, observando en todo una orden, una cuenta y una razón, qual pudieran en el negocio más tranquilo y sereno de la paz". Y sigue en el 8: "Y todo esto, qué quiere decir? Un finísimo artificio que, mostrando el cuerpo en la Provincia de Caracas, recibió, sin duda, el espíritu de muy lejos; acaso le adquirió en mucha parte, de los Extranjeros, interesados siempre en todo lo que sea atraso, pérdida, desgracia y persecución de la Compañía; y no hace ver esto al más ignorante, que quanto es mas el daño que sienten aquellos por la Compañía, y quanto mas con máquinas ocultas, se traza disiparla, tanto es mayor la utilidad y provecho que trae a los vasallos de la Corona, a la Nación y a la causa pública?", al leer esto, declamos, bien se ve que la Compañía, en la rebelión de León, no concede mucha importancia a éste ni a la intervención popular; apunta, en cambio, abiertamente contra los extranjeros, "interesados siempre en todo lo que sea atraso, per dlda, desgracia y persecución de la Compañía", y al hablar

I de que el espíritu que animó a la revuelta procedía "en mucha parte" de ellos, nos hace pensar, naturalmente, que otra

! parte de ese espíritu era insuflado por otras fuerzas, a las que .» abstiene de nombrar, pero adivinamos eran las de los aristócratas de Caracas.

Un reproche para éstos  lo  creemos  ver  también  en párrafo 10, en el que, haciendo memoria de la situación |;de Venezuela antes de la instalación de la Compañía, se dice:

"Tan notorio, como lamentable, era para estos Reynos la constitución de la fértilísima Provincia de Venezuela o Caracas, antes del establecimiento de la Compañía; pues siendo una heredad inculta, abandonada y desierta para España, era sin embargo un rico patrimonio para los Holandeses, que estaban apoderados y hechos dueños fraudulentamente de todo su comercio; y esto con una especie de tolerancia, que parecía formal consentimiento, no menos doloroso que inevitable en aquel tiempo, tan contrario a los intereses de la Na-ción".

Continúa Iturriaga hablando de la escasez de navios que iban a Caracas, de la penuria que se hacia sentir, etc., etc., para referirse luego a las Reales Ordenes de 1 de Noviembre de 1717 y 9 de Junio de 1718, por las que se prohibía la introducción en la Península de todo género de frutos de las Indias que vinieran por manos de extranjeros. Estas medidas no bastaron y fue entonces cuando las mismas circunstancias determinaron el nacimiento de la Compañía Guipuzcoana.

Llegada ésta felizmente a Caracas (en la expedición de 1730), procedió al establecimiento de sus factorías y a la organización del resguardo por mar y tierra, pero no sin. que para ello dejara de sufrir "los insultos, violencias y robos de los Holandeses, que, no contentos con sus propias hostilidades, fomentaron, cerca del río Yaracui, la sublevación de un mulato zambo, llamado Andresote" (págs. 30 y 31).

Pero, las dificultades no vinieron solamente de fuera, y la Compañía "tuvo que vencer también infinitas dificultades y contradicciones en lo interior de la Provincia, donde sentían muchos hallarse privados de la dellnquente libertad del comercio furtivo en que estaban connaturalizados por habito muy envejecido" (pag. 31).

Todo esto trajo las cuestiones que ya conocemos, y que terminaron en la destitución del Gobernador García de la Torre, por un lado, y del Factor principal Olabaniaga por

el otro, sustituidos, respectivamente, por don Martín de Lar-dizábal y don Nicolás, de Francia. Y "con la rectitud, prudencia e integridad del primero, y la aceptada conducta del segundo, se puso en el mejor orden la administración de la justicia en aquella Provincia y en buena armonía el comercio y trato de la Compañía con sus naturales" (párrafo 26).

No se olvida Iturriaga de hacer constar que "por las quexas que habían precedido en la Corte, llevó el señor Lar-dizabal comisión para hacer la más exacta pesquisa de la conducta de los Factores y Dependientes de la Compañía" (párrafo 27), y habiéndolo hecho así, no resultó cargo alguno de cuantos les imputaba la calumnia. "Verificóse asi por Testigos, como por confrontación de Facturas, que en la venta de los géneros no se había excedido de los precios de los Registros anteriores. Que a los Naturales se les había comprado, su cacao y frutos de la tierra a precios justos. Que los empleados por la Compañía no habían delinquido en el ilícito comercio de Extrangeria, antes bien lo habían zelado e impedido, en todo lo posible. Que por lo respectivo a daños y malos tratamientos, sólo anadia cierto número de testigos hauer oído algunos rumores contra la gente del resguardo de la costa, pero con voces tan vagas, que ni expresaban lances, ni nombraban los sugetos que causaron ni recibieron estos daños; por lo que no halló materia sobre que tomar providencia". Así hubo de expresarlo Lardizábal al Rey en consulta de 8 de Junio de 1733, con remisión de tres piezas de autos de que constaban lo de dicha pesquisa, actuados todos de Oficio" (págs. 32, 33 y 34).

Después de establecidas estas argumentaciones previas, pasa Iturriaga a estudiar, en capítulos separados, las diversas cuestiones de más interés. La primera, la del monopolio. No lo hay —dice el Manifiesto—. La Provincia comercia "por todos sus quatro puntos cardinales". Por lo tanto, es falso lo del "estanco" por la Compañía. Comercia Caracas con las Canarias (aguardientes, aceites, etc., etc.). Igualmente con Mérida (lienzos, colchas, manteles, servilletas, etc.). Lo mismo con Margarita, Cumaná, Barcelona, Coro, Uñare, Ipire,  etc., etc. ''No es única vendedora la Compañía". "Tampoco es única compradora".

Se ocupa luego de los "Beneficios que han resultado al Comercio Universal de los vasallos del Rey", tratando, en primer lugar, del aumento de la importación del cacao a España. De 1700 a 1730, salieron para España 642.023 íanegas de cacao (parte de ésto también para Canarias y lugares permitidos de Hispano América). En cambio, desde ese mismo año, 1730 (fecha de la instalación de la Compañía), al de 1748, es decir, en sólo 18 años, las exportaciones para los mismos lugares habían ascendido a 858.978 fanegas. Se había mejorado grandemente el puerto de La Guaira, con la construcción de una gran parte de muelle "que con más de 70 varas de largo y 9 de ancho ha construido en su playa" y donde pueden atracar 4 o 5 lanchas, donde antes lo hacía malamente una sola. Y en Puerto Cabello se construyó otro muelle de 92 varas de largo y 12 de ancho. Más adelante nos dirá Iturriaga que en La Guaira, puerto principal de la provincia, cuando se estableció la Compañía, no había más que un pequeño lugar y se ha ampliado éste de tal modo que, no sólo ocupa todo el llano, sino que se extiende a la falda del cerro inmediato y alto de San Antonio y van continuándose muchas casas por el camino para la ciudad de Caracas. En cuanto a Puerto Cabello, era, cuando se fundó la Compañía, un puerto abierto, sin fortaleza, casa ni vecindad alguna, y está hoy provisto, no sólo de una fortificación que la Compañía hizo nueva, sino adornado de una población de cerca de doscientas casas cubiertas de teja y edificado todo con los auxilios del comercio de la Compañía (números 114 y 115).

Refiriéndose después al "Bien del Estado", concluye que todo él se enriquece con el producto del comercio vasco que antes iba a manos de extranjeros (75), además de lo cual, es preciso tener en cuenta que la Compañía ha resultado ser un brazo fuerte en la defensa contra los enemigos de la Corona.

En cuanto a "Aumentos de la Real Hacienda", nos dirá Iturriaga que hallábanse las Reales Cajas de Caracas antes de la Compañía sin los fondos necesarios para cubrir sus cargas, y precisaba Su Majestad atraer a veces algunos situados de otras partes (77). Por el contrario, "después de establecida la Compañía llegaron a estar sobrantes, de tal modo que, siendo Gobernador don Martín de Lardizabal, se situaron en ella diez mil ducados de plata para Cumaná; como siete mil pesos para la Margarita; tres o cuatro mil para la Trinidad; y todo lo que faltase en Maracalbo para cubrir los sueldos de aquella guarnición" (78).

No es menor el "Beneficio público en España", atendido solamente a la baja en el precio del cacao que, de 70 y 80 pesos la fanega que se pagaba antes de 1728, había descendido a un precio medio de 45 después que la Compañía comenzó a actuar, y teniendo en cuenta las circunstancias de paz y de guerra que han pesado sobre la Compañía.

Al ocuparse de los "Aumentos de la Provincia de Caracas en cosechas, ganados y poblaciones", comienza el "Manifiesto" preguntando cómo es posible que la tiranía y la opresión que se le achacan puedan dar tales frutos. Porque, en efecto, "cuando se erigió la Compañía estaban graduadas las cosechas anuales de cacao en aquella provincia en poco más o menos sesenta mil fanegas; porque reduciéndose entonces el número de las haciendas de este fruto al de setecientos cincuenta y nueva compartidas en sesenta y un valles, se hallaba más de la mitad del terreno inútil para su producción. Inculto, desierto y abandonado" (107). Pero, "establecida la Compañía, con las oportunas anticipaciones de dinero, que hacía por medio de sus factores a los cosecheros y labradores, fue fomentando el cultivo de las haciendas existentes y estimulando la plantación de otras nuevas, de tal modo, y con tan feliz éxito, que en el juicio mas cierto, regulado y prudente han crecido las anuales cosechas de cacao de dicha imwinda hasta el exorbitante número de ciento treinta mil fanegas que, a lo menos, es el duplo de lo que rendían cuando ; n erigió la Compañía" (108).

En cuanto a la ganadería, se nos dice que, al empezar gestión de los guipuzcoanos, se encontraba contenida en un terreno más reducido "sirviendo de límite a estas crías el Partido de las Palmas, con solo dos hatos más avanzados", mientras que hoy "se extiende por la banda del Sur hasta las orillas del Orinoco, que distan cerca de cincuenta leguas..." (112, "habiéndose triplicado el número de ganado mayor de todas las especies" (111).

En cuanto a construcciones en poblaciones y edificios públicos, ya adelantamos lo que expresa con respecto a La Guaira y Puerto Cabello. Añadiremos sólo, como una prueba de la veracidad del "Manifiesto", esta nota de Hussey ("The Caracas Company", pág. 89): "Existen en el Archivo de Indias (135-7-31) mapas, descripciones y planos de las edificaciones y muelles, tales como eilas permanecían poco después del fin de la Compañía. El que esto escribe posee fotostatos de las más importantes estructuras. Muchas eran grandes y bien construidas, hermosos ejemplares de su estilo".

Capítulo interesante es el de las fundaciones. "Son también fundaciones nuevas las de Panaquire y el lugar de Gua-tire, como las villas de Calabozo, San Juan Bautista del Pao de Montalbán y Ospino, que si no están erigidas en villas, a lo menos lo pretendían por su gran población, a que se agrega también el lugar de Sabana de Ocumare, de numeroso vecindario, y toda la serranía desde el Macarao hasta el Río Tuy, en las agregaciones de Volcán, San Pedro, Las Lagunetas, Las Mostazas, el Freyre (llamado vulgarmente el Frayle) y el Márquez; de modo que se omite nominar, como se pudieran, otros muchos aumentos de poblaciones por evitar prolixidad y no fatigar la atención de los que ignoran la situación, extensión y terreno de aquel país" (117), Termina en el número siguiente (118), con este comentario: "Si por los efectos se conoce la naturaleza de las causas, véase ahora si la Tiranía, la Opresión y la Pobreza (cargos que injustamente imputan la emulación y la columnia a la Compañía) son capaces de producir estos tan preciosos ventajosos efectos".

Tan convencido está el autor del "Manifiesto" de los felices resultados obtenidos por la empresa guipuzcoana, y de la "satisíacción que ha mostrado la misma Provincia de Caracas por el establecimiento y conducta de la Compañía, que no duda en manifestar (136) que si se sometiera a votación libre el caso, lo harían a favor de la Compañía, no sólo en el interior sino en Caracas, puntualizando algunos casos concretos, ya de oposición, como la del Conde de San Xavier y el Marqués de Toro, ya de adhesión, como la ciudad de San Ftelipe, que permaneció del lado de la Compañía cuando la revuelta de León.

Después de referirse en los párrafos que siguen a los "Servicios a la Corona", de los que nada diremos aquí por haber sido ya materia de la primera parte de este trabajo ("Defensa de las costas venezolanas"), se extiende el "Manifiesto" en varias consideraciones sobre la "Utilidad de los interesados de la propia Compañía", para terminar con un epílogo, el que resume los servicios de la Compañía que "ha defendido a la Corona; ha aumentado la Real Hacienda; ha sido útil a sus interesados; y ha producido generalmente al Estado los grandes beneficios que quedan demostrados, con tanto honor de la Nación, con tanta gloria a S. Majestad y con tantas ventajas de la misma Provincia de Caracas, a la que cuatro veces ha libertado de ser victima de los enemigos de la Corona y de la Religión". Lo firma en Madrid, el 11 de octubre de 1749, "Don Joseph de Iturriaga, primer Director de la Compañía".

Como se verá, comenta Hussey, "los Venezolanos mantenían opiniones disidentes por lo que hace al beneficio para ellos, tan distinto del que derivaba para España o el real tesoro. Sin embargo, sobre el conjunto de la memoria, y desde cualquier punto de vista con algunas reservas, la Compañía tenia razón para congratularse de notables mejoras en las condiciones de vida americanas" (58). "Muchos de los argumentos (del "Manifiesto"), dice en otro lugar (50), tienen

(08)  R. O. Hussey. Tbe Curacas Company. 1934. pág. 89. í»>  ídem., pftg. 138.

otros registros para Caracas. No seria justo que la Compañía sufriera los gastos y otros se beneficiaran" (p. 44), Otra cosa es, finalmente, que, como claramente lo vio la serena y perspicaz mente del Gobernador Arriaga, al enjuiciar la revuelta de León, "que el mayor móvil de esta máquina sea la libertad en el ilícito comercio, no lo dudo" (61). Resumámoslo todo con estas palabras cié Hussey: "Fuera de toda duda, la Compañía de Caracas fue a menudo culpable de dirigir su monopolio en perjuicio del bienestar común, culpable en su Interferencia con el comercio legal de sus competidores, y digna de censura en su política de precios. Ciertamente creó algunas veces escasez artificial de mercaderías y falta de mercado para los productos venezolanos. Sus agentes fueron con frecuencia hombres dominantes, bruscos y sin tacto. Los oficiales reales fueron, con posibles excepciones, sus criaturas. Pero la Compañía habría sido odiada aunque nada de esto hubiera sido cierto. Los venezolanos veían su mayor pecado en su embarazo al comercio de contrabando" (62). Ahí estaba la raíz del descontento del pueblo; esa es la causa de que en todos los movimientos, desde el de Andresote al de León, estuvieran presentes, junto a los rebeldes, los hombres, las armas, las embarcaciones y el dinero de los holandeses.

3.   La Expedición de Límites

La expedición al Orinoco. El 13 de enero de 1750 se celebraba en Madrid la firma de un tratado entre Fernando VI, rey de España, y Joan V, de Portugal, para determinación de los limites de sus conquistas en la América meridional, tratado del que llegó a decirse que fue uno de los actos más importantes de la historia diplomática del siglo XVIII.

Portugal alegaba que España, por la ocupación de las Filipinas, había pasado de la raya que le estaba señalada en

(U)  Archivo General de Indias. Caracas, 419. (ti)   Hussey. The Caracas Gompany. p. 99.

el océano Indico. España, por su parte, protestaba de la ocupación por los portugueses de las dos márgenes del Amazonas.

El acuerdo a que se llegó tenía como base el establecer una demarcación justa que, partiendo del principio "uti po-sidetis", tomase los cursos de agua y los montes más destacados para servir de frontera.

Aplicando esa regla, se determinaba que el estuario de! Plata pertenecía a España y el del Amazonas a Portugal. Del lado del Brasil, el linde debía correr en línea recta por las cumbres de los montes cuyas vertientes descendiesen, por una parte, para la costa que corre al norte del regato al pie del monte de Castillos Grandes o para la laguna Merín; y, para la otra parte, para la costa que corre del mismo regato al sur o para el río de la Plata, de suerte que las cimas de los montes sirviesen de raya a los dominios de las dos Coronas. Todas las vertientes que descendiesen para la laguna Merín o para el río grande de San Pedro, quedaban para Portugal, y para España los que bajasen a los ríos tributarios del Plata. El mismo sistema tenía vigencia con relación al Amazonas.

"Se ve que a los negociadores del tratado les interesaba más el aprovechamiento de los ríos que el de las tierras; la navegación de los cuales sería común, en el caso de poseer las dos Coronas establecimientos ribereños, y exclusiva cuando las dos márgenes perteneciesen a la misma Corona". ("Anais da Biblioteca Nacional do Río de Janeiro". Río de Janeiro, 1930).

Ratificado el convenio, por parte de Portugal en 26 de enero y, por parte de España en 8 de febrero, fueron, en 17 de enero de 1751, firmados otros tres tratados en Madrid, por los cuales, respectivamente, se regulaban las instrucciones de los Comisarios que debían pasar al Sur de América; se formulaban artículos separados sobre las mismas instrucciones, y se prorrogaba el término de las entregas mutuas para que se extendieran por todo el año de 1751, Portugal nombró sus comisarios, que fueron Gomes Freiré de Andrada para la división del Sur, y Xavier de Mendonca Purtado para la división del Norte. Este fue sustituido por Don Antonio Ro-lin de Moura. La Corte de Madrid, por su parte, nombró para la división del Sur al Marqués de Valdelirios y para la del Norte a Don José de Iturrlaga.

Este, a quien en el apartado anterior dejamos en Madrid como Director principal de la Compañía Guipuzcoana, pasaba así a encabezar tan importante misión. Se ha dicho que en su designación intervino el jesuíta P. Rábago, confesor y consejero de Fernando VI; pero, sea lo que fuere de ésto, lo sensato es pensar, con el concienzudo investigador Ramos Pérez (63), que en el nombramiento de Iturriaga "hay que ver el galardón de su experiencia en aquellas tierras".

Sobre las personas de los otros Comisarios, prelación en el mando, facultades que se les conceden, etc., etc., nos ilustra bien la siguiente Cédula del Rey Fernando VI, de la cual hay en el Archivo Nacional (64) copia firmada por el propio Iturriaga:

"EL REY: Mis Virreyes, Presidentes, Governadores, Co-rrexidores y demás Justicias de los Reinos de Indias ante quienes esta mi Cédula fuese presentada. Para evitar las disputas y controbersias, que se ofrecían sobre limites demis Dominios, y los de la Corona de Portugal enla parte Meridional déla America concluí cierto Tratado conla Corte de Lisboa enel qual se establece una nueva linea que ha de ser en adelante la única divisoria délos dos Dominios capitulando que para señalarla conforme a las condiciones del Tratado fuesen Comisarios nombrados por las dos partes; y en su conse-queneia he nombrado por la mía al Gefe de Escuadra Dn. Joseph de Iturriaga, al Coronel de Infantería Dn. Eugenio de Alterado, al Capitán de Navio Dn. Antonio de Urrutia, y al de Fragata Dn. Joseph Solano, los quales han de servir en primer, segundo, tercero, y quarto lugar por el orden que aqui

 <tt>  El Tratado de Límites de 17»

<•*)   Diversos, t. XXXIV, ff. 109-111. Madrid, 19«, pag. 39.

van expresados, de forma que en falta de Iturriaga ha de servir Albarado, y asi los otros. Además del encargo principal que va referido, llevan otros muí importantes de mi Servicio, para cuia execucion y cumplimiento puede suceder que sea necesaria la formación de algún Pueblo o pueblos en los parages despoblados de mis Dominios que corren desde el rio Orinoco al Marañen, o a lo menos que necesiten valerse de algunas personas vasallos míos hombres de valor, y de industria por el tiempo que sea necesario, como también de algunas armas, viveres y pertrechos. En esta inteligencia os mando que, luego que el referido Iturriaga y en su defecto el que haga oficio de mi primer Comisario os remita esta Cédula, o copia firmada desu mano, y certificada déla persona que él señale para Secretario de la expedición, executeis todo riuanto os pida y proponga concerniente al expresado fin, remitiendo a su disposición la gente, armas, viveres y pertrechos que necesite, y cumpliendo, por vuestra parte, lo que ofrezca eí'referido Iturriaga, asi porlo tocante a la paga de todos los costos, sueldos, aiudas de costa, y gratificaciones que señale, como también persuadiendo con todo esfuerzo alas personas de valor y capacidad de vuestro distrito paraque se empeñen en un servicio que considero importantisimo al bien de mis vasallos, asegurándoles en mi real nombre que mandare cumplir inviolablemente qualesquier especie de gracias que también les ofrezca mi primer Comisario, para cuia confirmación me dará cuenta, y vos también me la daréis, para que no se les dilate el alivio que corresponde. Os encargo mucho que apliquéis todo vuestro celo y eficacia al cumplimiento de lo que va expresado, como que en ello se interesa el bien de mi Corona y la quietud publica. Dada en Buen Retiro, a catorce de Diciembre de mil setecientos cin-quenta y tres. YO EL REY. — Dn. Cenon de Somodevilla, etc.".

Interesa señalar que, ademas del fin principal y confesado de la demarcación de límites, existían, según Ramos Pérez lo hace ver, otros propósitos secretos en la expedición, que eran el estudio de las posibilidades de cultivo de la canela y el cacao en la región litigada y la expulsión de ella de los intrusos holandeses.

No nos detendremos aquí en la relación de los preparativos de la expedición, como la compra de la fragata "Venetíana" y el "Jason", y en las rivalidades que, ya desde los primeros días, surgieron, principalmente entre Iturriaga y Albarado, que aspiró a capitanear la empresa. El hecho es que, a principios del año 1754, salió de España la Comisión formada por los cuatro Comisarios ya nombrados, un profesor de Historia Natural, el discípulo predilecto de Linneo, Pedro Loe-fllng, dos cosmógrafos, el teniente coronel Juan Galán, dos K? alféreces, cuatro sargentos y algunos individuos de tropa. Sa-jt Marón de Cádiz el día 15 de febrero, e Iturriaga relata todas I las observaciones naturales y físicas del viaje en una Memo-& ría que dirigió a la Corte desde Cumaná, a los pocos días del itosembarco. Por cierto que el ministro Carvajal, el gran pro-¡pulsor de la expedición, falleció el 8 de abril, es decir, casi la misma fecha en que los expedicionarios llegaban a la de las costas americanas.

estada en Cumaná. El Gobernador Cual.

Cuando Iturriaga llegó a Cumaná —día 10 de abril—, allí Gobernador Don Mateo Gual, el mismo que, como 10 de La Guaira, había luchado a su lado en la vic-defensa de la plaza contra los ingleses, en 1743. Haya de las disputas que entre los historiadores se han ítado sobre el papel predominante que en tal acontecíalo cupo al uno o al otro personaje. Y cuando nos toca r, como ahora lo hemos de hacer, la enconada ene-entre ambos, es natural que comencemos por recordar ¡hecho.

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Mto su desembarco, halló al principio muy propicio ai Go-Gual: "Andubo tan celoso el Gobernador —dice—

el cacao en la región litigada y la expulsión de ella de los intrusos holandeses.

No nos detendremos aquí en la relación de los preparativos de la expedición, como la compra de la fragata "Vene-ziana" y el "Jason", y en las rivalidades que, ya desde los primeros días, surgieron, principalmente entre Iturriaga y Alba-rado, que aspiró a capitanear la empresa. El hecho es que, a principios del año 1754, salió de España la Comisión formada por los cuatro Comisarios ya nombrados, un profesor de Historia Natural, el discípulo predilecto de Linneo, Pedro Loe-fling, dos cosmógrafos, el teniente coronel Juan Galán, dos alféreces, cuatro sargentos y algunos individuos de tropa. Sa--lieron de Cádiz el día 15 de febrero, e Iturriaga relata todas las observaciones naturales y físicas del viaje en una Memoria que dirigió a la Corte desde Cumaná, a los pocos días del desembarco. Por cierto que el ministro Carvajal, el gran propulsor de la expedición, falleció el 8 de abril, es decir, casi por la misma fecha en que los expedicionarios llegaban a la vista de las costas americanas.

La estada  en  Cumaná.  El Gobernador Gual.

Cuando Iturriaga llegó a Cumaná —día 10 de abril—, era allí Gobernador Don Mateo Gual, el mismo que, como Castellano de La Guaira, había luchado a su lado en la victoriosa defensa de la plaza contra los ingleses, en 1743. Hablamos ya de las disputas que entre los historiadores se han suscitado sobre el papel predominante que en tal acontecimiento cupo al uno o al otro personaje. Y cuando nos toca examinar, como ahora lo hemos de hacer, la enconada enemistad entre ambos, es natural que comencemos por recordar ese hecho.

Sin embargo, la verdad es que, como e¡ mismo Iturriaga lo manifiesta en una de las cartas que escribió muy poco después de su desembarco, halló al principio muy propicio al Gobernador Gual: "Andubo tan celoso el Gobernador —dice—

— 109 —

que el mismo día 10 tubimos a bordo muchas embarcaciones para sacar los equipajes y el 11 estaban prontos los alojamientos". Fue después, al presentarle las cédulas y pedirle los consiguientes auxilios, cuando Iturriaga comenzó a experimentar la contraria disposición en que, hacia él se hallaba Gual.

No tenemos ninguna documentación sobre las causas de esta mudanza en la inicial disposición de Gual. Pero, al hallar en Ramos Pérez (65) el dato de que, contrariamente a lo que se ha venido escribiendo, fue al llegar la Expedición a Cumaná cuando se abrió el pliego que contenia los ascensos, entre ellos el de Iturriaga a Jefe de Escuadra, como premio a su actuación en la defensa de La Guaira, se nos ocurre pensar que los celos, durante tanto tiempo reprimidos o disimulados, hallaron entonces el incentivo que los hizo estallar de un modo incontenible.

Sea como fuere, el caso es que la rivalidad de Gual e Ituriaga estanca la expedición en sus mismos comienzos. Y en el cruce de cartas entre ambos, puede verse claramente la oposición decidida de Gual a todo lo que significase un apoyo a la empresa de Iturriaga. Asi, cuando el 19 de mayo pide a Gual que mande poner a sus órdenes 25 hombres al mando de un oficial, según lo prometido, Gual le contesta accediendo en principio, pero poniendo por condición a Iturriaga que le diga a dónde serían destinados. "Temeroso, sin duda —comenta Iturriaga— de que yo pudiese distraerlos a otros fines antes de su embarque". Y solo ante la insistencia de Iturriaga, le dirá, Gual que le dará los hombres prometidos, pero 24 horas antes del embarque.

Así las cosas, Ituriraga se da cuenta de que dos de las embarcaciones que se le proporcionan son de crecido tamaño y "por consiguiente, nada a propósito para el transporte a Guayana", y pide diez lanchas. Pero Gual niega que sean su-

(65)   Op. clt. pág.  93.

perfores al porte fijado. Insiste Iturriaga, obstinadamente, pero ante las dificultades que encuentra en el Gobernador, ha de ceder y se dispone a construir él misino las lanchas; pero, según escribe al ministro Wall, el Gobernador "le atajó los trabajos... y me vi precisado a suspender todo en aquella parte, perdiendo el tiempo y lo trabajado", y viéndose obligado a recurrir —según dice— a otra parte "donde no fuera la expedición tan perseguida".

Dificultades de toda índole surgen por parte de Gual. Así, en los pagos a la tropa agregada a la expedición; en lo referente al mando del resto de la escolta que había de enviar y para cuyo puesto, habiendo Iturriaga solicitado al Sargento mayor de la plaza don Gaspar de Salaverria, tropieza con la negativa de Gual; así en lo relativo a los capellanes nombrados para la expedición que, aunque ellos mismos insisten en salir, no pueden hacerlo por no permitírselo el Gobernador. Y así en todo.

Ante estos obstáculos, Iturriaga ha de recurir a sus amigos, los guipuzcoanos de Caracas. El Factor general de la Compañía en La Guaira, don Matías de Urroz, le va facilitando caudales, empezando los envíos con uno de 10.000 pesos, librado contra don Juan Ignacio de Madariaga. Iturriaga comienza los preparativos con esos fondos, "Pero —dice— como la idea del Gobernador era sofocar la Expedición y que no tubiese curso, tiró a que, sin haver salido de Cumaná el primer transporte, gastase yo lo que me iban remitiendo de Caracas mis amigos dando la providencia de apromptar los patronos y bogas sin yo pedirlos y mandarlos a la puerta de mi casa para que los mantuviese, diciendome que de lo contrario, no extrañase su deserción".

Así transcurren meses, consumidos en inútiles disputas. Iturriaga se declara dispuesto a salir con las embarcaciones que hubiese. Le urgía la idea de penetrar en el Orinoco en ei preciso momento en que las corrientes desaparecen. Hace reconocer las lanchas por Madariaga, y, el 5 de agosto, salen de Cumaná 15 embarcaciones en las que van Albarado, Urramos, cuando el diario se interrumpe, a la vista de Ibiza, tras la escala hecha en Cádiz. Desgraciadamente ,es muy poco lo que de interés particular se deriva de ese diario, como no sea una hoja que, por cierto, no es sino el comienzo de un curriculum vitae de Urrutia, cuya continuación se ha perdido. Por esta hoja, encabezada con el título de "Relación de las Campañas y Varias Comidones, que ha practicado, el capitán de fragta. Dn. Anto. de Urrutia desde 26 de Marzo de 1729 que se le formó el Aclento de Cadete en el Rl. Cuerpo de Caua-lleros Guardias Marinas, como consta en la Contaduría principal de Marina del departamto. de Cádiz", nos enteramos de que Urrutia —cuyo lugar y fecha de nacimiento no conocemos— en 21 de mayo de 1730, fue destinado a la campaña de Barcelona en el navio "El Galicia", pasando después al "Andalucía". En 13 de agosto de 1731 fue destinado para la campaña de Liorna en el "Santa Isabel", y al poco termina la hoja privándonos de más noticias autobiográficas, que de tanto interés nos podrían ser.

La designación de Urrutia para organizar la expedición de limites, parece ser, según Ramos Pérez, debida a la estimación con que le distinguió el marqués de la Victoria. No sabemos qué grado de vinculación alcanzó con éste Urrutia, pero si haremos constar que, precisamente, en su diario escribe que, estando en el puerto de Cádiz, "llegó desde la corte el excmo. Sr. Marques de la Victoria Dn. Joseph Nauarro, Director Gral. de Marina Interino que se le Resiuio a la puerta de su casa Con la Guardia de Ntra. tropa..,". Según el mismo Ramos Pérez (67), en una minuta que existe en Simancas, posiblemente de Albarado, se dice: " .. quanto a Urrutia me paredo cuando estubo aqui, un hombre muy humilde de genio, pero solemne simplón, continuamente riyendo sin propósito. En suma le tengo por sugeto de quien no hai que temer picardías ni esperar muchos aciertos...". Algo más benévolo es su juicio cuando, en su "Informe reservado.. " de 1767, escribe que Iturriaga: "Hizo su proyecto secreto de entender-

<«7) op. ctt. pág. 37.

El 30 de agosto de ese año, recibe orden de presentarse en Cádta el 15 de septiembre, y, tras algunas dilaciones, recibe de Arrlaga la noticia de su destino en la Expedición. Indudablemente llegó a intimar pronto con Iturriaga, pues vemos que éste le tiene como hombre de confianza para enviarle a Caracas; le propone más tarde como Comisario y le envía a Madrid" para nacer ver en la Corte los embarazos de su gestión".

Madariaga, quien vimos había ido en enero de 1755 de Cumaná a La Guaira con el propósito de pagar con la carga de la "Veneziana" el préstamo hecho a Iturriaga por los amigos de Caracas, se viene hacia el Orinoco donde, el 12 de julio de 1756, en el lugar denominado por Iturriaga Puerto Sano, se encuentra con éste "con apariencia mas de difunto que de bibo" y muy desfallecido de ánimo. Madariaga le insta a dar cuenta de todo cuanto sucede a Madrid, pero Iturriaga demora el hacerlo hasta tanto tenga noticias de Solano. Al comunicar éste su éxito en el paso del Raudal, Iturriaga, optimista con estas nuevas, escribe a la Corte, a la que, entre otras cosas, propone el nombramiento de Madariaga como Comisario para la vacante de Urrutia. Madariaga sale para los Raudales y, después de reconocerlos, regresa a Cabruta, donde había quedado Iturriaga; era en febrero de 1757 Pero Iturriaga, que, por una u otra causa (enfermedad, deserción de amanuenses, etc.), no acababa de escribir a la Corte, como con Madariaga se había comprometido, toma, por fin, la decisión de enviar a éste a Caracas para pedir fondos y esperar allí los pliegos que habría de llevar personalmente a la Corte.

Madariaga era, pues, el hombre de confianza a quien Iturriaga encargaba de informar personalmente en la Corte de todos los trabajos y dificultades que estaban retrasando el éxito de la Expedición; de cargar el acento sobre los embarazos puestos por Gual, los jesuítas, etc., y de exaltar, en fin, las dificultades de la empresa y el celo con que los empeñados en ellos, los sobrevivientes, podríase casi decir, se desempeñaban. Pedía Iturriaga ayuda económica y ascensos

1734. T. 8, ff. 1-9.

para los principales de ellos y al proponer, sobre todo, el de Comisario para Madariaga, cree, sin duda, ganada la Incondicional adhesión de éste. Pero, la ambición se reveló aquí superior a la amistad, y si es cierto que Madariaga presentó en la Corte las quejas sugeridas por Iturriaga contra los jesuítas y el Gobernador de dimana, y pide la destitución de Oual y el envío de un barco a Caracas para transportar por tierra hasta Cabruta los víveres enviados de España, y solicita igualmente 80.000 pesos y libertad de adquirir lo necesario en los almacenes de la Compañía Guipuzcoana de Caracas hasta pasar los Raudales, y vemos cómo consigue se le entregue el auxilio monetario para los gastos de la Expedición del Orinoco (69), etc., etc., la verdad es que presenta a su jefe como "infeliz y aturdido y da entender que en todo está equivocado... y tiene expresiones que miran a dificultar la empresa, creyéndose él —Madariaga— capaz de allanarlas" (70). No es raro, por lo tanto, que trabajase en la Corte, tanto como en la comisión específica en que había venido, en la consecución de un nombramiento de Capitán de Navio; si esto no era factible, el de Comisario ordenador de Marina o el de Gobernador de Cumaná con grado de Coronel.

Luego veremos en qu>é paró todo ésto. Volvamos a Cumaná, donde habíamos dejado a Ituiriaga.

Iturriaga sale de Cumaná. La terrible enemistad del Gobernador Gual hacia el primer Comisario, había herido gravemente a la Expedición en sus comienzos mismos. Es difícil predecir hasta dónde, pero fácil es ver lo muchísimo que hubiera supuesto para la Expedición el que el esfuerzo enérgico e incesante desplegado por Gual en combatirla, se hubiera orientado en el opuesto sentido, de colaborar con ella. Lo cierto es que la actitud de Gual, además del consumo de muchas preciosas energías, harto necesarias para la empresa, costó a Iturriaga una detención de más de un año en Cumaná

(69)   Reales Ordenes, t. III. íf. 144, 167 y 169.

(70)   Ramos Pérez. Op. cit. pég. 243-4.

que, por fin, abandonó, el 22 de abril de 1755, rumbo a Margarita con un convoy formado por varias embarcaciones, entre ellas la balandra de Dn. José de Respaldiza, armada con 16 cañones.

La estada en Cumaná no había dejado de ofrecer algunas compensaciones. Una de las más Importantes fue la carta que el piloto don Santiago de Zuloaga, piloto, capitán y maestre de la "Concepción" —a quien, por cierto, podemos ver navegando con Urrutia, según el "Diario" de éste— levantó, bajo las órdenes de Iturriaga, y en la cual, según se expresa en la cartela, se comprende la "Descripción de la Punta de Araya, parte de la costa del Este Golfo de Cariaco, Bahía de Cumaná (situado su castillo, según observaciones astronómicas en la Latid, de 10 gs. 28 M.N.), Costa de Cordones hasta el Campanario con los ptos. que hay en este intermedio con su sonda en brazs. Bajos y Placeres, dado a luz por los pilotos de la Pragta. de S. M. que vino a operación del Real Servicio a ésta, Bajo las Ordenes del Gefe de Esquadra de la Real Armada, Dn. Joseph de Iturriaga, Comte. principal de la expedición secreta. Año de 1754. Dn. Santiago de Zuloaga. Jph. Blanco" (71).

Que este trabajo fuese de orden práctico y bien conocido por los marinos contemporáneos, lo podemos ver en un expediente: "Autos formados a pedimto. de partte déla Real Compa. Guipuzcoana sobre haverles el señor Governador de la Prova. de Cumaná despojado de una goleta q. los guardacostas de dha. Rl. Compañía apresaron .." (72), en el que Antonio de Amestoy, capitán de la balandra de la Compañía Guipuzcoana "La Caridad" y los pilotos de la misma, José de Belandia y José Domingo de Larrañaga, declaran que: "La distancia que hai desde el Barrigón de Araya al Puerto, y fondeadero de Cumaná es de Siete Millas, que componen dos leguas y una tercia, según el plano levantado por el año de

(71)   V. Ramos Pérez. Op. cit. pág. 119.

(72)   Real Compañía Guipuzcoana. t. V. tí. 179-80.

mil setezientos cinquenta y quatro por orden del Gefe de Es-quadra Dn. Joseph de Iturriaga por hombres peritos en la facultad..."

Otros guipuzcoanos, como Zuloaga, acompañaban a Itu-rriaga en Cumaná. Ignacio de Mendizábal, que fue ascendido a Teniente de Fragata en el mismo papel de oficio en que llegaron los ascensos de los cuatro Comisarios, Juan Andrés de Bereterrechea, Cirujano Mayor, etc., etc.

Hizo escala Iturriaga en Churiapo, después en el río del Pilar y, luego, en la isla Trinidad, donde construyó catorce champanes y cuatro piraguas con capacidad de carga de seiscientas arrobas los primeros y de mil, en total, las cuatro últimas. Y en Trinidad hubo de lamentar el fallecimiento del P. Haller, sabio consejero. Desde allí volvió a solicitar la unión a la Expedición del Sargento Gaspar de Salaverria.

Renovada la navegación, por fin, el 22 de julio, "derrotado de los aguaceros y crecientes del río, dejando atrás la mitad de su conboi, según palabras de Alvarado, llegó Iturriaga a la Guayana'(73). Los enfermos eran legión y esto hubo de mover, al fin, al Gobernador Gual a conceder a los PP. Borrego, Díaz Gallardo y Caulin —conocido cronista de la expedición— la licencia, tantas veces denegada, para unirse a los expedicionarios.

Síntesis de los movimientos y actividades de Iturriaga. Para volver de inmediato al estudio de varios de los aspectos más interesantes de la labor de Iturriaga, trazaremos ahora un cuadro que, sintéticamente, abarque sus trabajos y movimientos más importantes hasta el fin de la expedición.

Vemos, así, que el dia 18 de septiembre se retira Iturriaga, acompañado de Solano, a las Misiones de Caroní, donde ambos quedan convaleciendo.

(73)   Archivo General Simancas. Legaja 7397. í. 12

Pasa a Murucurl, y allí entra en relación con el capitán caribe Tumuto (año 1755) y le entrega el bastón de segundo capitán del pueblo fundado por Fray José de la Guardia. Y en el rio Moriche se entrevista también con el capitán Taca-bapura, al que entrega el bastón de Alcalde Mayor.

Despachando a Solano a la exploración de los Raudales, queda él en Murucuri estudiando la situación general y el modo de ser y obrar de los caribes, y, a fines de marzo, regresa de Murucuri a la misión de Caroní, donde tiene algunas diferencias con los misioneros, por el trato enérgico que da a los caribes, que, en su concepto, ha de dar mejor resultado que el blando, practicado por los frailes.

Le preocupa el problema de los negros sublevados a los holandeses, a los que procura atraer, prometiéndoles, en nombre del Rey, la libertad para que fueran evangelizados por los misioneros e incorporados por ellos a sus reducciones. Pero, sus buenos propósitos quedan en proyecto, al no poder realizarse, por varios inconvenientes, la expedición a la tierra ocupada por los negros.

Sigue, de otra parte, con las dificultades para remontar el Orinoco, pues, la precipitada construcción de sus champanes en Trinidad, los hizo inútiles al poco tiempo, por haber empleado en la fabricación madera que no estaba suficientemente seca.

El 27 de junio de 1756, sale de las Misiones. Embarca, deseoso de unirse a sus compañeros de expedición, y llega a Mui-taco. Envía a Alvarado a Cabruta, mientras que Solano continua en su empeño del paso de los Raudales y con el encargo de la averiguación sobre la canela.

En Muitaco, al que llamó Puerto Sano del Orinoco, por haber hallado allí un clima que le ayudó a reponerse de la enfermedad contraída en el viaje, permaneció los cinco mean de aguas, ante la imposibilidad de remontar entonces el río. Allí comenzó Iturriaga a fundar la población de Reaí Corona, como también a echar los cimientos de la de Ciudad Real del Orinoco. El tener que valerse, para sus trabajos, de los indios de las Misiones próximas le acarreó, otra vez, algunas diferencias con los frailes.

Pero, su principal preocupación seguía siendo el paso de los Raudales. Ya en febrero, había enviado a Solano, acompañado de Milhau, Doz y Guerrero, comisionados para esta empresa, a la que Solano dio cima el 28 de marzo siguiente. Iturriaga participó enseguida este éxito al ministro Wall, pero, a pesar de su optimismo, fracasa en su proyecto de llegar al Raudal. Es aquí donde comienzan sus problemas con los jesuítas, a quienes achaca la falta de colaboración de los indios de sus misiones. Y después de llegar a la Encaramada, regresa a Cabruta, donde habrá de permanecer por un tiempo, y donde se entrevista con Madariaga, a quien envía con pliegos a la Corte. Mientras tanto, Solano encuentra árboles de canela, de cuyo hallazgo Iturriaga, inmediatamente, da cuenta a Wall.

Decide, al poco, enviar a Solano a Santa Fe a solicitar ayuda del Virrey. Según Ramos Pérez, a quien principalmente seguimos en esta síntesis, los planes que se había formado Iturriaga eran los siguientes: mientras Solano reunía en Santa Pe víveres y fondos, él concentraría en el Raudal todas sus fuerzas para, una vez unido con Solano a la vuelta de éste de Bogotá, continuar juntos hasta Río Negro. Mientras tanto, Madariaga inclinaría a la Corte a su favor para conseguir ayuda y ascensos a los expedicionarios, sin olvidar la especial gloria para el principal.

Desde febrero de 1757 a principios de 1758 parece como que Iturriaga apenas hubiera hecho nada. Sin embargo, siguiendo atentamente las cosas, con justicia se puede decir que lo realizado en estos meses significa "algo de verdadero interés para el progreso de la Geografía", puesto que en ellos se ha efectuado la exploración del Apure, del que tenemos

un Informe de Doz y Guerrero, completado con un trabajo del propio Iturriaga. Interesante estudio en el que se pueden considerar dos partes: a) el sistema fluvial, y b) agrupaciones de población. A ello se refiere la carta de Iturriaga de 12 de junio de 1757.

Mientras tanto, las cosas en Madrid no marchaban, según Iturriaga, optimistamente, lo habia imaginado. Las gestiones de Madariaga consiguieron ayuda y otras decisiones de la Corte, de las que luego nos hemos de ocupar, pero, en principio, para Iturriaga, sirvieron para dar más base a una "Información", que daremos por extenso como apéndice de este estudio, pero en la que, desde ahora, adelantamos que los informes de don Julián de Arriaga y don Francisco de Auzmendi contienen cosas muy amargas para Iturriaga, ya en lo que refiere a su falta de diligencia en comunicar a la Corte noticias de importancia y urgencia a juicio de ésta, ya en cuanto a sus demoras y desvío del cumplimiento del fin principal que se le había encomendado, ya en cuanto a su enemistad y falta de consideraciones para con su segundo Alvarado. La destitución del Gobernador de Cumaná, don Mateo Gual, su viejo e irreductible adversario, era apenas la única compensación a las amarguras que esa "Información" le hubo de causar. Las palabras empleadas en la destitución de Gual eran duras: "...ha resuelto S.M. separar a Vm. de ese gobierno por el poco tiempo que le falta, usando de piedad y por libertarle de otro juicio, cuias resultas pidiesen una severísima demostración".

De acuerdo al dictamen de Auzmendi, se envió al conde Onhaon un pliego disculpándose la corte de Madrid ante la portuguesa por no haber llegado a la zona fijada por los Comisarios españoles. Y se iniciaron en Cádiz los preparativos de auxilio a la Expedición, que dieron comienzo a primeros de Julio de 1757 y estaban a cargo de don José de Abaría; pero tan pronto se le pedia que rematara su empresa con ía máxima urgencia, como se le ordenaba aplazar todo, llegándose asi » mediados de 1758, sin ningún adelanto. Muere por en dimana Diguja sin poder partir, a fin de atender "las insaciables peticiones de Iturriaga". Hasta que no pudiendo soportar tanta dilación, encargó al Gobernador de Margarita despachar los envíos que hiciera Iturriaga. Y, el 19 de marzo de 1760, salló de Cumaná el Comisario Diguja para, atravesando los Uanos, llegar, por las riberas del Orinoco, a Cabruta el 2 de abril.

Pero ya el fin de la Expedición estaba decretado. .La muerte de Fernando VI constituyó para ella un golpe mortal. El día 15 de ese mismo abril, el ministro Wall escribia a Iturriaga: "Reconociendo el Bey por las últimas cartas del Gobernador de Cumaná que en el mes de Diciembre último, permanecía V.S. aún en Cabruta, y deduciendo de las dificultades que han detenido a V.S. cerca de seis años en esas inmediaciones, lo remoto que es el logro del objeto a que se dirige, ha resuelto S.M. no dé V.S. paso en él, y que subsistiendo en el parage donde reciba esta orden, o retrocediendo a el en que sea mas cómoda su mansión por temple y comodidad para surtirse de los víveres necesarios para el todo de los empleados desde estos Reynos a esta comisión, espere V.S. en el, hasta nueva orden, despidiendo a los Indios, tropa y cualesquiera otros individuos de los que V.S. hubiese congregado para proseguir en su encargo, quedándose únicamente con lo que de cualquiera clase le sea ínescusable para permanecer con los Comisarios y demás Oficiales y otros sugetos que salieron de España a el consabido fin, y que, si estubiese ya con VJS., Don José Diguja, se restituya a su gobierno de Cumaná: lo que participo a V.S. de orden de SM. en conformidad de la igual que recibirá V.S. por el señor Don Julián de Arriaga. Dios guarde a V.S. muchos años. Aranjuez, 15 de Abril de 1760" (76).

Como vimos, solamente trece días hacia que Diguja llegara a Cabruta a reunirse con Iturriaga cuando éste recibió el anterior despacho, por conducto del Gobernador de Cara-

(W)  Archivo General Simancas. Leg. 7303, f. 70.

cas, el 19 de junio. Y, cuando Alvarado, por el Meta, regresaba a Cabruta, después de cumplir la comisión de petición de ayuda ante el Virrey de Santa Fe, que le había sido encomendada por Iturriaga, recibió un pliego de éste en que le comunicaba la orden del Rey de suspender todo avance en la expedición, hasta nueva orden. Era ésto hacia el mes de agosto del citado año de 1760.

Es de creer que Iturriaga, encariñado con aquella empresa en la que se había afanado años enteros y padecido como el primero, no debió darse gran prisa en deshacer todo lo que a costa de tantos sacrificios había logrado (Ramos Pérez). Lo cierto es que se retiró de Cabruta, a donde llamó a Alvarado y Solano para comunicarles las nuevas órdenes y se instaló en Ciudad Real del Orinoco. Se retiraba de sus avanzadas, movido del interés de conservar lo principal de lo logrado, y de confirmar la seguridad cíe que no volvieran a repetirse las incursiones de cazadores de esclavos en el alto Orinoco. Por eso procura salvar los establecimientos mas estratégicos, y "para evitar que por escasez de víveres se vieran obligados los que permanecían en Casiquiare y San Fernando a abandonar las fundaciones, les entregó mantenimientos y efectos para cerca de un año". Pero, estando en Ciudad Real, recibió una nueva orden fechada el 27 de junio en la que, insistiendo sobre los términos de lo anterior, se disponía que pasaran los expedicionarios a Cumaná o a Caracas, para esperar allí la última resolución del Rey. Como esta orden venia de la Secretaria de Indias y no de la de Estado, Iturriaga se creyó en la obligación de cumplirla, pero dando cuenta antes de dicha novedad a Wall (77). Y, a pesar de haberse recibido en Ciudad Real de Orinoco una segunda orden de Arriaga, firmada en Madrid, a 3 de Octubre de 1760, en la que se insistía en la rápida retirada de los expedicionarios, por haberse anulado el Tratado de 1750(78), se llegó a principios de 1761 sin que se notaran intenciones concretas de abando-

(77)   Archivo General Simancas. Leg. 7398, f. 19.

(78)   Archivo General Simancas. Leg. 7398, 1. 26.

nar aquellos cuarteles. Es cuando Alvarado, impaciente, escribe a Madrid í 79), diciendo que si no se retira Iturriaga, se le conceda permiso para hacerlo él, ya que ve a Iturriaga "cada día. -. más empeñado en nuevas poblaciones".

Se escribía esa carta el 15 de enero. Pocos días después, el 8 de febrero siguiente, recibía Alvarado un oficio de Iturriaga en el que le comunicaba que, para dar cumplimiento a la orden de retirarse a España, se ultimaban los preparativos de bogas y lanchas que le conducirían a La Guaira.

Era la liquidación definitiva de la empresa, ".. .empresa que bien en contraste se encontró con la realidad. La riqueza de conocimientos geográficos y biológicos que se habrían reunido de consumarse' el intento, hubiera sido tan inmensa, que aun hoy, después de dos centurias, no ha sido posible alcanzar. Sin embargo, los frutos logrados por la Comisión de Límites no fueron, a pesar de las peripecias, menguados" (Ramos Pérez) (80).

Exploraciones

Esta era, obviamente, una de las mayores preocupaciones de Iturriaga. Si Wall le había escrito: "Ninguno mejor que VJ3. está instruido del número y calidad de los Indios Caribes que habitan a orilla del Orinoco..." (carta 6 de noviembre 1753), él, por conocer, quizá mejor que nadie, ese territorio y sus habitantes, se daba perfecta cuenta de lo poco que aún sabía y, sobre todo, de lo necesario que era, para cualquier adelanto firme en el empeño que allá les llevaba, un estudio mucho más a fondo de la región.

Sabemos, por otra parte, la responsabilidad que sentía de concretar en memorias y mapas las observaciones que rea-

(79)   Archivo General Simancas. Leg. 7398, f. 24. (M)   Op. cit, págs. 33-33.

lizaba. Asi lo vemos en la "Memoria" que, a los pocos días de desembarcar en Cumaná, dirigió a la Corte, en la que relata todas las observaciones naturales y físicas del viaje. Asi, en la carta que, también durante su estada en Cumaná ordenó levantar al piloto Zuloaga y que comprende, como lo dijimos, la "Descripción de la Punta de Araya parte de la costa del Este, Golfo de Cariaco, Bahía de Cumaná, costa de Cardones hasta el Campanario con los puertos que hay en este intermedio con su sonda en brazas. Bajos y Placeres, etc., etc.". Así, en el mapa de los ríos Caura y Aroi con las fundaciones de las dos ciudades Real Corona y Ciudad Real, mapa o plano del que, según esquela autógrafa de Wall, sabemos se lo guardó el Rey (81). Así, en el mapa que hizo sobre la comunicación del Amazonas y el Orinoco (82), mapa cuyo paradero se ignora hoy en día. Así, aquel otro que (carta a Wall de 8 de julio de 1758) dice que tiene formado de "todo el camino con sus jornadas y con las individualidades predi-chas", y que comprende la región desde Cabruta hasta el primer pueblo de Negros llamados leremista, con la descripción de las naciones intermedias, su calidad, ríos, etc. y otros trabajos de esa índole.

Sobre sus exploraciones, realizadas u ordenadas por él, tenemos informaciones varias. Así sabemos, por carta a Wall (20 octubre 1756), que en febrero de ese año envió a D. José Solano, acompañado de D. Ignacio Milhau, D. Vicente Doz y D. Nicolás Guerrero, "todos convalecientes, con la escolta y de más conveniente a experimentar de hecho la insupera-bilidad ponderada de los Raudales y poder informar de todo a VJ3., como lo hago ahora, que acaba de llegar D. José Solano con Doz y Guerrero, todos tres enfermos, pero con las buenas noticias de haber vencido las temidas dificultades: pasó el mismo Solano, embarcado en un champán, el primer raudal y ha hallado vencible el segundo en la misma for-

(81)   Archivo General Simancas. Leg. 7396, ff. 143-44.

(82)   Archivo General Simancas. Leg. 7375, í. 32.

ma...", noticias con las que se han "comprobado mis esperanzas y esforzado los ánimos" (83).

En carta de 12 de junio de 1757, cuya copia se conserva en el Archivo General de la Nación (84), expone Iturriaga, cómo restablecidos a su salud D. Vicente Doz y D. Nicolás Guerrero, los envió al reconocimiento del río Meta hasta la boca de Sarare, y para que le informasen también de las Misiones de Harinas a cargo de los Religiosos Dominicos de Santa Fe. Y acompaña a su carta una descripción instructiva de las observaciones allí hechas, cuanto al fondo del río y estado de las Misiones. También un mapa del viaje del rio y de los brazos que navegaron, y añade Iturriaga que, para que el curso del río no quedara desnudo en sus márgenes, se le agregó "por la parte del Norte, un travaxo que él hizo en otro tiempo, haviéndolo corregido aora con estas nuevas observaciones como manifestaba dicho Mapa. Que después havian querido emprender algunos otros trabajos y no combino Iturriaga por que no perdiesen su poca constante salud con la continuas llubias allí; y aunque todos se hallaban sin novedad particular todavía muy sensibles a cualesquiera mutación del tiempo: Por cuia causa tampoco se ha podido reconocer otros Ríos de que le aviso don Eugenio Albarado y lo mismo Don Ignacio Miíhau, embiando algunas cortezas con nombre de canela, su fruta y ojas: y esperaba tiempo oportuno para hir a reconocer aquellos Arboles y curar sus cortezas del modo que entendió curaban los Olandeses las de los Arboles Canelas; y en fin si no correspondían haría las demás pruebas que pareciesen conduzentes. La citada descripción hace difusa relación del fondo y circunstancias del rio Apure, cuia principal boca dista de Cabruta tres leguas, que su maior baxante hallaban ser tres brazas y media de fondo, y de ancho ochenta varas, lo mismo que el Guarico: y añade los demás rios de que este se compone, y parages

   «B>   Archivo General Simancas. Leg. 7390, ff. 25-26.

<M)   Archivo  General de la  Nación.  Papeles  del Dr.  Julián  Viso. T. XI, I. I.

científicos son hasta hoy, puede decirse, de los más exactos con relación al Orinoco arriba de los raudales de Maipures, como podemos confirmarlo dadas nuestras excursiones por el Uainia-Río Negro, todo el Casiquiari y por el Orinoco, desde su bifurcación hasta el mar" (87).

Se torna, pues, en gloria para Iturriaga aquel reproche que el Director General Auzmendi le hacía de tomar "por asunto principal el descubrir los secretos de aquél río y sus provincias situadas en clima que él mismo llama homicida, advlrtiéndoles muy seriamente que su fin principal expreso en todas las instrucciones y órdenes es cumplir el empeño de los Portugueses y mejorar la canela en la jurisdicción de Quito" (88).

Al terminar este capítulo de las exploraciones, no hemos de dejar de dedicar unas líneas a las encomendadas, en el campo de la historia natural, a uno de los más ilustres integrantes de la Expedición de Iturriaga: el sabio sueco Loe-fllng.

El entusiasmo con que éste acogió su participación en la empresa, sólo podía ser igualado por el de su maestro, et eminente Linneo, quien (2 de octubre de 1753), le escribía, desde Upsala, cosas como éstas:

"Toda la maravillosa América será descrita por primera WB y por usted: ese destino le han reservado los siglos a usted y a su época. ¡ Quién pudiera estar con usted un sólo día en el más maravilloso de los paraísos! Le felicito tanto cono me compadezco a mí mismo. Mi querido Loef ling: piense f; en mí cuando llegue a su reino; envíeme algún ramito de alguna planta extraña para que pueda participar de su felicidad".

Tanra Acoata. Anales de Guayana. Ciudad Bolívar, 1913. ) Anttvo General Simancas. Leg. 7391, f. 3.

Sumado a su fervor el que así su maestro le comunicaba, Loefling: "Inmediatamente después de desembarcar en Cumaná —escribe el profesor Stig Rydán— comenzó a estudiar las plantas y los animales de los alrededores. Este trabajo le ocupa aproximadamente medio año, dentro del cual hay que contar un viaje a las misiones de la región de Pí-rltu". A esta parte de Venezuela, hace Loefling, desde Cu-maná, dos viajes. "Como resultado —prosigue Rydén— de sus dos estancias en la región de Píritu, existen dos manuscritos: "Primer borrador de la Flora Cumanensis" y "Fauna Cuma-nensis", que se guardan actualmente en el Jardín Botánico (de Madrid) y que son la base de la parte del ITER HISPANI-CUM, a la que Linneo ha dado el título de "Plantae Ame-ricanae". Por otra parte, en carta a Iturriaga, resume Loefling los positivos resultados de las investigaciones botánicas: "Estoy contento de haber hallado ahora, después de la salida de Barcelona, otras 90 (noventa) especies de plantas que no había visto aquí en el país; y entre ellas, si Dios fuere servido de conservar la vida y mis observaciones, desde la salida de Cumana, veinte nuevos géneros para el aumento de la ciencia".

Mientras los demás expedicionarios marchaban por la vía fluvial, Loefling fue por tierra, siguiendo las órdenes de Itu-rriaga, deseoso de lograr un inventario, por imperfecto que fuese, de esa parte de América. "Puede usted —ordenaba Iturriaga— aplicar su atención al reconocimiento de las plantas que se ofreciesen en su tránsito y, particularmente, en la orilla de los muchos ríos que se pasan, por lo que en ellas se encuentre digno de examen".

Pero las fiebres tropicales acechaban a Loefling. "una dieta a base de gallina —escribe Rydén— se consideraba conveniente para las fiebres tropicales", e Iturriaga se la recomienda a Loefling, al regresar éste a Cumana de la región de Piritu y caer un par de días con un nuevo ataque de fiebre. Pero la enfermedad no cede. A pesar de ella, sigue trabajando: clasifica plantas, estudia toda clase de animales.

Mueren algunos de sus compañeros; su estado de salud va empeorando. Desde Murucuri, Iturriaga ordena a su secretario, Francisco de Villalba, socorrer a Loefling en el Caroní. Pero la enfermedad es mas poderosa y el 22 de febrero de 1756, muere "este romántico mosquetero científico", a cuya memoria esculpió Linneo este epitafio: "Loefling se sacrificó por la Plora y sus amantes. Estos le recuerdan". Otra nueva e inmensa pérdida que la desgracia deparaba a la Expedición. (*).

Fundaciones

una de las empresas en que más se empleó el celo de Iturriaga durante sus años de permanencia en el Orinoco al frente de la Expedición de Límites, fue ésta de las fundaciones. Se ve en él una constante preocupación por ello, y, por otra parte, no faltan las instrucciones que en este sentido habla recibido de la Corte,

Asi, en carta que el Ministro don Ricardo Wall le dirige desde San Lorenzo el 6 de noviembre de 1753, haciéndole algunas advertencias sobre la expedición, ya en víspera de partida, podemos leer estos párrafos:

"Según el mapa de V.S. y otras noticias, parece que no debemos dudar de que se comunican los ríos Marañón y Orinoco por otros intermedios, que corren por el centro de la provincia de Guayana, ni tampoco se duda que V.S. descubrirá esta comunicación en su tránsito a rio Negro.

"Siendo esto así, y como también que la tal comunica-citó puede ser perjudicial en algún día a los dominios del Rey, quiere SM. que V.S., demarcado bien el terreno y las

(•)   V. Joié González. Marzo-Abril, 1960. "El Universal".

"Dios guarde a V.S. muchos años. Cabruta 30 de Henero de 1758".

Recibida la anterior comunicación y la copia adjunta de la cédula (cuyo texto dimos ya a conocer), el gobernador EstenozOI) hizo publicar el siguiente bando:

"En la ciudad de Caracas a quatro de Marzo de mil se-tezientos cinquenta y ocho, el Sr. Dn. Phelipe Remirez de Estenoz, Brigadier de los Rs. Exerzitos Governador y Capitán Gral. deesta Provincia dijo: que por quanto le ha sido remitida por el Sr. Dn. Joseph de Iturriaga Gefe de Esquadra de la Real Armada, y primer Comisario para el señalamiento de limites de los dominios de S.M. y los de la Corona de Portugal en la parte meridional de esta America una copia firmada de su mano y certificada por Dn. Francisco Rodríguez Vülalba secretario de la Real espedicíon de la real zedula en que SM. se digna nombrarle por tal primer Comisario para dho. fin y demás encargos importantes del Real Servicio y por la que se manda a los Virreyes, Presidentes, Gobernadores, Correxidores y demás Justicias deestos Reynos, antte quien la enunciada Real Zedula. fuese presentada, y en la que se previene pueda suceder sea necesaria la formación de algunos pueblos en los Parages desiertos de los Dominios, gue corren desde el alto Orinoco al Marañon, o que se necesiten de algunas personas vasallos de S.M. hombres de valor y de Industria para poner en execucion los fines y su real in-tenzion y asimismo algunas armas, víveres y peltrechos, y i; que la paga de los costos sueldos y gratificaciones que se-fiale dho. Sr. Iturriaga, y que se les asegure a los que asi se determinasen en el real nombre de S.M. que concurriendo * este servicio tan importantissimo al bien de los vasallos se mandara guardar inviolablemente, y cumplir qualquiera gra-

que les ofrezca dho. Sr. Primer Comisario encargando se ¡dtt cuenta para q. no se dilate el alivio que corresponde al de cada uno: en cuyo puntual obedezimiento y de-

Arcb. Oral, de la Nación. Diversos, ídem. ff. 112-113. — 133 —

seando su Sa. concurrir a quanto sea de la mas prompta exe-cucion y efectivo cumplimiento de lo que se prescrive en dha. Real Zedula, y se previene en la cartta de dho. Sr, Comisario por la que se haze remisión de la citada Real Zedula: su Sa. devia de mandar y mandó que se publique por vando a usanza militar en esta ciudad, y que se libren con su inserción y de este auto despachos circulares a los valles de Aragua, ciudad de San Sebastian, Villa de San Carlos, ciudad de Guanare y villa de detodos Santos de Calabozo para la misma publicazn. y que se haga notorio a todos, y se es-íuerzen a estas empresas en el seguro de lo que va referido: y practicada dicha publicazn. remitan puesta la diliga, a este tribunal por mano del presente esno". Etc. etc.

Sabemos, por nota puesta al pie del anterior documento, que en 15 de marzo se libró el despacho circular que se manda, y por los folios que siguen (hasta el 119 inclusive), vemos se hicieron las publicaciones del dicho bando en San Sebastián, Candelaria del Turmero, Calabozo, San Carlos de Austria y Guanare.

Iturriaga sabía la importancia que para el éxito de la Expedición y, sobre todo, para ulteriores fines tenia la fundación de poblaciones en aquellas lejanas regiones. Como leemos en Duarte(9¿): "Para 1747, dice Iturriaga: La ciudad de Santo Tomé, la única ciudad en el rio Orinoco, se componía de 60 negros, mulatos y zambos residentes y pocos blancos. Ellos y sus mujeres son indolentes, satisfechos con sus miserables cabanas por vivienda, con pescado y con el ron que hacen con la caña que les queda después de satisfacer su pasión por el dulce". Conociendo, pues, de años atrás estos hechos y movido, sin duda, de ese impulso atávico que hace que los vascos, que desde un principio participaron en la gesta de América como descubridores, intervinieran en ella tan poco como conquistadores, y tanto, en cambio, como colonizadores

(92)   Historia Militar y Civü de Venezuela (Cuadros de la), pág. 107.

y pobladores primero, y como libertadores después, Iturriaga se dio a la tarea de las fundaciones, entre las que destacan la de Ciudad Real y Real Corona.

Ciudad Real fue fundada por Iturriaga a orillas del río Uyapi, en su margen oriental, "cerca del punto que en la actualidad desplaza el pueblo de Las Bonitas" (93), allá donde la expedición de Doz, enviada por Iturriaga, acampó y tomó descanso antes de volver a tomar la vía de regreso a Cabruta. En la colección de documentos de Cuervo, puede verse el nombramiento que hace Iturriaga de capitán de dicha población a Dn. Francisco Guigo, fechado en Cabruta el 9 de marzo de 1759. Para poblar a Ciudad Real, envió a varias de las familias que habían llegado a Cabruta procedentes de Cu-maná y la isla de Margarita.

Por la misma época, funda también a Real Corona, que "es hoy, poco más o menos, el mismo lugar que ocupa Moitaco". En la citada colección de Cuervo, encontramos también el nombramiento de Capitán de población, extendido a favor de D. Alonso de Soto, dado, como el anterior, en Cabruta, a 9 de marzo de 1759. Lástima que éstos y otros establecimientos tuvieran una existencia breve, pues cuando Iturriaga dejó de auxiliarlas, las famlias que allí estaban repasaron el río. Ciudad Real subsistió, aunque su vida nunca fuera muy vigorosa.

De estas preocupaciones de Iturriaga, encontramos testimonios en varias de sus cartas al ministro Wall; así, cuando le escribe: "Para la subsistencia del quartel del Raudal y del ideado de Maracoa y para la provisión del viaje se ha pasado. .. ganado a la banda de enfrente de este pueblo y marchará arriba después del descanso de 15 días. Este ganado se compone de bueyes, toros, bacas y becerros de uno a dos años para hacer útiles sus creces y adelantamiemtos en caso que se retarde el viaje como hacen conjeturar las noticias

Tarara Acosta. Anales de Guayan». T. 1, pág. 114.

de España relativas a la retirada del Comisario principal portugués y su resistencia a la entrega de colonia" (94).

Movido también de su afán de consolidar las nuevas fundaciones, escribe a Wall: "... le he escrito en el particular —al Virrey de Santa Pe— y, hasta que llega su respuesta, he pasado la cédula de poblaciones a los Gobernadores de Caracas, Cumaná y Margarita. Y considerando que la distancia era de ocho días desde aquel sitio al del Raudal y de otros tantos a San Juan de los Llanos y San Martín por Guariane y Ariari, ha de ser remora al movimiento de algunas gentes voluntarias, añadí al Gobernador de Caracas que podían ser útiles algunos presos que pudiera destinar a este fin y también muchos picaros ladrones que infestan los llanos" (95).

Por otra parte, hace parecidas gestiones con el Virrey citado, según vemos por carta también dirigida a Wall: " . .pareciendo que, para cualquier intento, conviene poblar a Ma-racoa, aunque sea con presos y vagamundos capaces de tomar las armas, pido al Virrey en vista de su aviso, que si le pareciere envíe a Maracoa por el Ariari y Guariane algunas familias de los Llanos de Casanare y Meta y los presos y vagamundos que pudiere destinar la justicia" (96).

Es notable el interés que Iturriaga muestra en el establecimiento de nuevas poblaciones en el alto Orinoco, como se ve cuando escribe en la misma carta a Wall: ".. .el raudal de Río Negro, poco más abajo de la boca de Casiquiare y Orinoco en este río, es puesto tan ventajoso que corta el paso a las correrías casi continuas de los portugueses por el río Negro, Casiquiare y Orinoco, en solicitud de nuevos esclavos y tan defensable como asegura la necesidad de arrastrar las embarcaciones y pasar la carga por tierra, aunque por corto

(M>     Archivo General Simancas.            Leg.            7395, f. 28.

(95)     Archivo General Simancas.            Leg.            7395, f. 28.

(96)     Archivo General Simancas.            Leg.            7395, f. 21.

trecho; que el pan délos que ocuparen aquel puesto se puede comprar a los Indios del Casiquiare distante quince días de Maracoa embiando allá algunas reses de las que saldrán de aquí para el Raudal antes de ocho días; pero esto pide alguna población o providencia para su resguardo. En un día se baja de este Raudal al Arrayal, que es un pueblito de doce casas con algunos portugueses".

Piensa Iturríaga en la defensa de las nuevas poblaciones, como lo vemos por carta suya (97), según la cual, apela al recurso de recoger la artillería que, sin utilidad alguna, estaba en manos de misioneros, y, obsesionado con esta idea de artillar puestos avanzados, consulta con Solano si sería posible pasar artillería de calibre superior a ocho libras, a lo que responde Solano,'poniendo sólo leves inconvenientes (98). Por su parte, Alvarado, celoso como siempre de Iturriaga y de la gloria que con esto de las fundaciones pudiera caberle, escribe a Madrid, exteriorizando su disgusto (99).

En cuanto a las reses enviadas por Iturriaga al Raudal, parece que llegaron con muy pocas pérdidas y, por lo que hace a la técnica a seguir en las nuevas fundaciones, escribía Iturriaga a la Corte: "Sobre todo, si los Iridios se ven libres de las cargas de las Misiones, como fábrica de iglesia, casa del Padre y su servicio... que convendrá primero la dirección civil para que fueran amando sus tierras y sus casas y después entraría bien, que ellos abrazarían la santa doctrina del Evangelio" (100).

Por Solano, en carta que dirige a Wall (101), se puede juzgar del gran interés que, para el éxito de la expedición.

(97)   Archivo General Simancas. Leg. 7395, f. 12.

(98)   Archivo General Simancas. Leg. 7396, f. 61. (88)  Archivo General Simancas. Leg. 7396, I. 40.

(100) Archivo General Simancas. Leg. 7395, f. 52.

(101)  Archivo General Simancas. Leg. 7396, f. 87.

tenían las nuevas fundaciones, y es el mismo Solano también quien, en otra carta al citado ministro (102), expresa las instrucciones que había recibido de Iturriaga sobre los lugares más convenientes para la fundación de nuevos pueblos, para los que, aun con gran lentitud y respondiendo a las exhortaciones de Iturriaga, van llegando nuevos pobladores. Así, el 28 de diciembre (1759), llegaban al cuartel general de Iturriaga 123 personas procedentes de Caracas, etc., etc.

No nos detendremos en más detalles. Baste añadir que la idea de las nuevas poblaciones seguía acuciando a Iturriaga hasta el último momento. Cuando, aún después de anulado el Tratado de 1750, se llegaba a principios de 1761 sin que se notaran intenciones ciertas de abandonar aquellos lugares y cuarteles, tan inhóspitos, por cierto, del Orinoco, Alvarado escribe a Madrid (15 de enero de 1761), diciendo que si no se retira Iturriaga, se le conceda permiso a él para hacerlo, ya que ve a Iturriaga " . .cada día más empeñado en nuevas poblaciones" (103). Ciertamente que, sin desearlo, Alvarado rendía, con estas palabras, a su jefe uno de sus mayores homenajes.

Pacificación y Población de Indios.

Esta era otra de las principales empresas que, en todo momento, atendió la solicitud de Iturriaga y para la cual no le faltaban conocimientos previos ni instrucciones de la Cor-te,como puede verse en la carta que el Ministro Wall le dirigía desde San Lorenzo el 6 de noviembre de 1753: "Ninguno mejor que V.8. está instruido del número y calidad de los Indios Caribes que habitan a orillas del río Orinoco, y de las hostilidades que han ejecutado en nuestras misiones, influidos y dirigidos por los holandeses. Respecto a ser el ánimo quitarles a estos todos los medios de su subsistencia y evitar

(102)   Archivo General Simancas, Leg. 7396, í. 25.

(103)   Archivo General Simancas. Leg. 7398, f. 24.

los continuos daños que nos están haciendo, sobre que en esta ocasión le comunico & V.S. algunas órdenes, parecía com-beniente y aun preciso tentar el animo de esta Nación Caribe por si se les puede pacificar o reducir a que vivan entre nuestras misiones, ofrectóndoles todas las comodidades que se puedan y sean compatibles con el estado de nuestras provincias confinantes, para cuyo efecto he considerado muy oportuna la persona de V.S. porque sobre las demás prendas concurre que ya es un hombre conocido entre aquellos bárbaros".

"Sobre este supuesto quiere el Rey que en el tránsito desde Cumaná al Río Negro vea V.S. si halla forma de introducir alguna platica con los principales de aquella Nación, para que se consiga el esperado fin, ofreciéndoles en su Real nombre los premios que a V.S. le pareciesen proporcionados, etc., etc." (104).

A cuya carta contesta Iturriaga con esta otra, fechada en Cádiz el 5 de diciembre del mismo año de 1753: "Sé, por experiencia, que los Caribes del Orinoco no desamparan los terrenos por venir a havitar las otras margenes del Rio, por mas que loa Usongeemos con ventajas, ni tampoco condescenderán en admitir misioneros, pero puede ser que permitan, que como auxiliares y amigos míos pongamos en su territorio un pueblo nuestro, y si esto se consigue vendremos a dominarlos insensiblemente, y este me parece el mejor termino para el intento de V.E. y si fuese de su aprobación convendría expedir una orden al Virrey de Santa Pe y a los Gover-nadores de Maracaíbo y Caracas para que permitan venir a la nueba población las familias de los Llanos de sus respectivas jurisdicciones, que son terrenos del mismo temperamento que el país de los Caribes y por tanto les será cómoda la transmigración" (105).

Para Iturriaga, pues, que en sus años de actuación al frente de la Compañía Guipuzcoana habia tenido ocasión de

(1M)   Archivo General Simancas. Leg. 7375, f. 49. (106)   Archivo General Simancas. Leg. 7376, f. 228.

conocer a los naturales de las tierras venezolanas y guaya-nesas, la consigna era la misma que años después haría famosa en la Argentina otro hombre de su misma raza, Alberdi: "Gobernar es poblar", Habiendo, pues, abierto "comunicación y amistad con los capitanes Indios que pueblan el Orinoco y Caziquiare hasta el Rio Negro..." (Carta a Wall. 1-12-56), siguió en estas tareas, y así vemos que "a poca distancia de la boca de este rio (Paragua) aguas abajo, se divide el Ca-roni en varios brazos, que forman las islas de Arinava en que habita el Capitán Tumutú, alias Imoacán, con toda su gente de Nación Carives Infieles, que ofreció poblarse el año de cinqüenta y cinco, al llamamiento de Don Joseph de Iturria-ga, Comisario principal de la Real Expsdicion.. y recibió de su mano el bastón de Segundo Capitán del Pueblo de Mu-rucuri" (106). Vemos también, según el mismo autor, que "a la margen Oriental del Cuchivero, y a media jornada de su boca, está situado el pueblo de Cuchivero, que fundó Don Joseph de Iturriaga con los Indios Caberes, fugitivos de la Misión de Cabruta" (ídem. pág. 227). Y para terminar con el mismo autor, en este orden de esfuerzos de Iturriaga referentes a la atracción de los indios: "Hiciéronse varias diligencias para atraerlos a los pueblos (se refiere a la nación de los Caribes): y según me escribió el Cavallero Don Joseph de Iturriaga a la ciudad de Caracas, por el mes de febrero del siguiente año de cinqüenta y ocho, todos los mas habían ya vuelto a sus pueblos y estaban limpiando sus labranzas que al tiempo de la fuga dexaron enteramente abandonadas. Al llamamiento de este celoso Cavallero salió de los montes el celebre Abaruana, a quien regaló y agasajó, como hizo con otros muchos .." (107).

A esta labor se refiere el propio Iturriaga, cuando escribe a Wall el 8 de julio de 1758, entre otras cosas: "Muy señor mió: Demás de las muchas labranzas que tienen hechas y están haciendo los Indios de Atabapu se hacen otras por los que

(106)   Cautín, Fr. Antonio, Historia Corogr&fica, etc., pág. 223.

(107)   Caulin, Fr. Antonio, Historia Corográttca, etc., pág. 380.

envió el Gobernador de Caracas. Están encargados y trabajan en lo mismo los muchos Indios de Casiquiare y otros del alto Rio Negro, a fin de que la escasez de cazabe de estas Misiones no sirva de embarazo al cumplimiento de las resoluciones de SM. relativas a la comisión de Limites.

"El pueblo se ha aumentado considerablemente y se aumentará más cuando lleguen dos capitanes de Rio Negro amigos y parientes de Cruceru que insisten en juntarse. Hay noticias del rio Iniricha que también quieren poblarse los Pu-navis, nación numerosa y bizarra, y también los Maipures y Megepures del Bentuari. Se procurará repartirlos en diferentes pueblos al largo del viaje que ha de seguir la expedición por Orinoco hasta que despida al Casiquiare. En este punto se quisiera poblar al capitán Imo a quien se espera en San Fernando en la boca de este brazo en Rio Negro" (108).

En carta posterior (15 de diciembre de 1758), nos dará más noticias sobre estos movimientos de indios, su política de atracción, consideraciones que tiene presentes para la fundación de poblaciones, etc. "Muy señor mió: los indios del alto Orinoco, los de Casiquiari y algunos del Rio Negro se han movido favorablemente como lo tenían ofrecido. Asi me escribe Don José Solano como informara a V.E.

"Para mas cabal inteligencia de las noticias de Solano, diré que el viaje de Imo, como padre de una numerosa familia y como capitán guerrero famoso entre aquellos Indios, ha tenido muchos secuaces y tantos que ha sabido ponerse en campaña con seiscientos hombres. Cocubí es hiemo suyo y amigo de los Irruminabis...

"Habíale yo dicho a Solano que debían poblarse con preferencia los puestos mas ventajosos como la boca del Qua-viarre, principio de Casiquiari. Dígele que se hiciese diligen-

(101)   Anduvo General Simancas. Leg. 7396, f. 7.

cia de algún buen sitio dentro de Casiquiari para asegurar .la reciproca navegación de Orinoco y Rio. Negro.

"Cocubi ha avisado que sus amigos los Irruminabis no quieren subir a Orinoco y que los agregará al pueblo que intenta formar con su gente en las juntas de Rio Negro con Casiquiari a la parte oriental de este. Prevengo a Solano que no permita la saca de los Irruminabis del raudal de Corocubi; que llame a algunos de sus capitanes, y de los Marabizanes; que regale a unos u otros; que los atraiga a nuestra amistad, que los asegure en ella; que les encargue la unión y buena correspondencia entre si y los prontos avisos de cualquier movimiento de los Portugueses, asegurándoles que serán agasajados y regalados. Parece conveniente mantener en el confín los enemigos y conservarlos en nuestra amistad para asegurar gente y viveres cuando necesiten.

"Vino a San Fernando el Capitán Tapu del alto Rio Negro con cincuenta buenos moros a levantar la Iglesia, obra que se le tenia encargada y a hacer casa y labranzas para atraer después su gente...

"Vino también de Rio Negro el capitán Feyo con alguna gente y ofreció juntar tanta como Cruceru en San Fernando (y San Fernando tiene mas de doscientos Indios de Macana) como se le dejase poblar en Rio Negro a la boca de un riecíto. Distara este pueblo de San Fernando ocho días; los cuatro primeros de navegación por Atabapu, los tres siguientes también de navegación por Femi, rio que entra en Atabapu por la banda del Sur, y uno corto por tierra hasta la boca de otro riecito, donde estará el pueblo y será resguardado de las avenidas de Rio Negro para San Fernando por Atabapu.

"En las cercanías de este pueblo desagua un canal de comunicación con Casiquiari. Su principio es el puerto deseado dentro de Casiquiari; un pueblo puesto en él asegurará la navegación de Casiquiari, cortará la unión de Cocubi con su suegro Imo, tendrá a raya a los dos y también a Peyó porque todavía es menester velar sobre su reciente amistad, si bien tratándoles como a amigos antiguos y sin manifestar el menor recelo.

"Vinieron también unos Maquiritares, Nación de Orinoco en la cercanía de sus cabeceras. Al mismo tiempo que han pedido sitio para poblarse, han confirmado la noticia que ya se tenia de grandes arboledas de cacao y han ofrecido enseñarlas.. ."(109).

No todo era facilidad y éxito en la atracción de los indios y en el trato con ellos. Las deserciones de éstos se multiplican cuando más necesaria es su colaboración, falta que, como otras, según puede verse en sus cartas, achaca muchas veces Iturriaga a los misioneros, al menos en parte. "Recuerdo a V.E. —escribe a Wall en 14 de marzo de 1760— que pedidos ochenta Indios al Superior de estas Misiones, me envió solo cuarenta y seis y de estos se huyeron catorce; de otros veinte que me han dado después y envié a Solano, faltaron seis antes de llegar al Raudal de Atures y de todos no ha quedado mas de uno., . Tengo por sin duda que se repetirán las fugas de los Indios de estas Misiones del Orinoco y de las de Meta y que su falta puede atrasar lastimosamente el servicio... Desde que entre en el Orinoco recele la falta de bogas por la fuga de los Indios . No dejan recurso las esperanzas a los Indios de Guayaría, Trinidad, Margarita y Cumaná. Saben desertar desde sus países a Cabruta temerosos de que se les obligue al viage de Rio Negro; mas bien desertaran cuando de resultas de un viaje a Maipures perdieron algunos Ja vida y otros la salud que aun lloran perdida. En tal caso se padecerían dos males; la falta de bogas y la despoblación de las Misiones y doctrinas. Lo mismo digo de algunas misiones de Caracas que pudieran enviar por agua algunos Indios" (110).

(109)   Archivo General Simancas. Leg. 7396, f. 25.

(110)   Archivo General Simancas. Leg. 7396, f. 127.

Se estimaba que Iturriaga, con el conocimiento adquirido durante sus años de Director de la Compañía Guipuz-coana de las prácticas y modos de los holandeses, era el hombre adecuado para llevar a cabo en la forma deseada tal misión.

Entre las instrucciones que el ministro da a Iturriaga en su carta fechada en Madrid el 8 de octubre de 1753, haciéndole algunas prevenciones sobre las conferencias que ha de tener con el Comisario portugués, le recuerda que todo el territorio entre los ríos Marañón y Orinoco pertenece a las dos Coronas, por lo que, cualquier establecimiento de extranjeros (ya se sabe Quiénes son éstos), debe mirarse como contrario a derecho. Así, pues: "Aunque las dos Cortes no han juzgado conveniente atacarlos con fuerza abierta, no obstante están conformes en que se procure desalojar a unos y otros con la industria y a este efecto han resuelto que ambas naciones procuren estrecharlos cada una por su parte, los españoles por la del rio Orinoco y los portugueses por el Marañón o Amazonas, de forma que por los extremos de la línea, y por toda ella vengan ocupando y estrechando el terreno con el rumbo a la costa para que no se internen buscando mejores establecimientos y mas útil comercio, en inteligencia de que si con este género de hostilidades u otro mejor que se discurra, desamparasen los que ahora tienen, partirán el terreno amigablemente ambos Soberanos" (113).

En otra orden reservada del mismo ministro, de la misma fecha que la anterior, insistiendo en el asunto y sugiriendo soluciones, se le dice a Iturriaga: "Con esta fecha se le comunica a V.S. lo resuelto por las dos Cortes, tocante a que de acuerdo con el Comisario principal portugués, practique V.8. los medios mas oportunos para desalojar o estrechar a los extranjeros de la costa de la provincia de Guayana, y en «1 consecuencia conviene que V.S. entienda uno de los mas efectivos para lograr el fin con los Holandeses. Algunos años

<113)   Archivo General Simancas. Leg. 7373, f. 31.

Y en el Archivo General de la Nación (116), pueden verse las "Copias autenticadas por el Archivo General de Indias de cuatro cartas de Don Joseph de Iturriaga, Jefe de Escuadra, al Gobierno Español, sobre usurpaciones de los holandeses en el Orinoco 1757-1758 (Tomadas del expediente que se anota que se encuentra en dicho Archivo)". En rigor, son dos las que tratan concretamente de los holandeses, la tercera y la cuarta. Por la tercera, fecha quince de diciembre de mil setecientos cincuenta y siete, vemos, siguiendo la copia, que Iturriaga, "... de oficio propio, avisa que haviendo entendido por los Padres Capuchinos de la Guayana que los Olandeses construhian un nuevo Fuerte en el Rio Moroca a barlovento y poco distante de la boca de Navios de Orinoco, y persuadido que el Comandante de Guayana no haría por si alguna diligencia para descubrir el intento, dispuso embiar una lancha para el reconocimiento del estado de la fabrica, tamaño, Artillería, etc. A esto le respondió el Governador de Guayana Don Juan Valdes, en carta del dos del citado mes, que no havia tal fortificación en el parage que Ee informaron, ni en otros inmediatos, y solo havia la novedad de pretender los Olandeses de la Colonia de Esequivo mudar la Guardia que con nombre de Posta mantienen en el citado caño de Moroca, baxandola a la boca que sale al mar, y dista unas seis leguas, haviendo hecho para esto muchos desmontes y rozas para la siembra de aquel sitio, y las casas que al tren de aquellos Indios Arnacas y Olandeses son necesarios; cuia novedad no save con certidumbre quien la motiva, y solo havia Oido decir que tiene la mira a que no se pasen fugitivamente a estos Dominios con facilidad los negros esclavos de la Com-£ pañia y vecinos de aquella Colonia. Iturriaga comprende de |;tste informe que lo que se intenta, es establecer algunas ha-j| tiendas de azúcar agregando a sus dueños y esclavos algún ¡¿numero de Indios Arnacas que son los de su maior confianza impedir el paso de los desertores, soldados y esclavos, dos y Negros por aquel parage, y que acaso para cubrir haciendas de algún levantamiento de unos y otros es-

I)   Arch. Oral. Nación. Papeles dei Dr. Julián Viso. T. XI, f. 1.

clavos, harán algún fuertecillo con dos o tres cañones para servirlo de quatro o seis hombres. Con tal motivo dize que abrá catorce años vio una Protección o Patente otorgada en latín por el Governador de Esequivo a un Capitán Carive que vivia dentro del rio Orinoco. Que esto le movió a inquirir los fundamentos del Governador de Esequivo para conceder tal Protección, y llegó a entender que los Estados Generales en sus Patentes a los Govemadores de Esequivo les añaden el titulo de Govemadores de Orinoco: y que lo cierto es que estos Govemadores se nombran de Esequivo y del Orinoco en las licencias que dan. Que permitidos oi en Momea, pasaran otro día a Baríma, y más adelante vendrán al rio Aguirre, cuia voca está en el mismo Orinoco algunas leguas distante del mar: que por este rio se sube a las cercanías de la Misión del Palmar, y por su medio lograran comunicación franca con las demás Misiones de lo interior del Pais, como que lo ha-vian practicado por la indiferencia de Fray Bruno de Barcelona ; si bien que por esta causa fue quitado de ella por su Prefecto y reducido a servir de compañero en otra Misión, privado de voz actiba y pasiba en sus capítulos. Añade que no es mui conforme al titulo de los Govemadores de Esequivo y Orinoco, pero si preciso para sus utilidades, la suplica que hacen por escrito al Comandante de la Guayana para que deje pasar mas arriba a sus Arnacas que vienen a la pesca de la Tortuga. A esto principalmente se reduce el contexto de esta carta".

En cuanto a la otra, es decir, a la cuarta de las copiadas en el volumen citado, es de fecha diez y nueve de abril de mil setecientos cincuenta y ocho, y "... Continua el asumpto de la anterior, y con motivo de nuevas preguntas que hizo Iturriaga al Governador de Guayana, le dize este que aquella mudanza de Guardia que queda referida tienen los Olandeses de la Colonia de Esquivo, no havia tenido efecto, y que solo la tubo una casa de quince varas de largo que hicieron en la voca que sale al Mar y dizen ha de servir para los pasa-geros que trafican a la citada Colonia en las intermisiones del tiempo que les causa las estaciones del Rio por sus erecientes, o vaxantes: manteniéndose por consiguiente sin aumento de gente ni Artillería aquella Guardia: y que dichos Indios Arnacas situados en este parage para su comercio, ee hallan en tres divisiones de Pueblo y cada una de diez a doce casas pequeñas y correspondientes a una familia de Indios y distancia de una legua, o mas de unas a otras, y siguen las inmediaciones de las orillas de dicho Rio Moruca. Y Itu-rriaga solo añade a este informe, que publicaban los de Esquivo y sostienen, que la extensión del dominio de los Estados Generales llega a la boca de Navios, o voca grande Orinoco, y aun entran en él bien adentro a disfrutar sus pesqueros con tan considerable utilidad como persuade la falta total de carne en su tierra y grande escasez de pescado en su rio".

Es muy interesante el informe que emite Solano, el principal colaborador de Iturriaga y, quizá, el mejor hombre de la expedición, sobre las cuatro cartas citadas y en el que: "Por lo que mira al contexto de la tercera y cuarta de Iturriaga, sobre pretensiones de los Olandeses del Rio Esequivo al Orinoco, no halla en que puedan fundarlas sino en la quietud con que los Comandantes de Guayana les han dejado pescar en Boca de Navios y Ríos Barima y Aguirre, y estender su navegación hasta Guayana. Que asi acercan su dominio a la boca grande de Orinoco, y se introducen en Barcelona, Caracas y Varinas, y a no haber socorrido la escolta y Guarnición de la Guayana no hubieran podido mantenerse los religiosos Misioneros".

Abunda después en consideraciones de orden estratégico sobre defensa del territorio y, entre otras cosas, señala que: "Si la ciudad se situase treinta y cuatro leguas arriba del Castillo, en la angostura donde el Orinoco se estrecha, a ochociemtas varas, tendría la tropa un segundo puesto donde repararse, detendría el progreso deí enemigo, y congregadas alli mayores fuerzas, podrian bajar a desalojarle, conserbar la población, aumentar y socorrer la tropa de los castillos, etc., etc.". Para terminar diciendo: "Que a esta providencia corrobora que S.M. cree en Govierno la Comandancia de Orinoco, por lo que ya importa; que se retire la ciudad a la angostura, y a mejor temple los pueblos de Indios inmediatos al sitio donde oy está; que estos y los vecinos de Guayana, retiren sus ganados para que la Colonia Olandesa de Esequivo, no tenga carnes frescas, ni muías para sus trapiches. Que estando en la angostura la Guayana, pasarla el trato ilícito por el embarazo de los fuegos del castillo y fortín de Limones, y se le imposibilitaría su introducción si la Guarnición tu-biese dos lanchas armadas que se revelasen en la descubierta y se socorriesen mutuamente, etc., etc., no perecería tanta gente por el mal temple de la Guayana pasándola a la angostura", y en resumen: "podrá el Governador acudir desde allí en todo tiempo a qualquiera parte de su Provincia de Caracas y Cumaná, defenderá la ciudad con seis cañoncitos, cerrará el estrecho paso, y impedirá que los Olandeses suban al Caura a comprar esclavos de los Caribes, a proveerlos de armas y cultivar el odio a los Españoles, con otras ventajas que resultarían de esta providencia y que expresa menudamente".

Al leer el documento fechado en Aranjuez, el 5 de junio de 1762 y dirigido por el Bailio Frey Don Julián de Arriaga al comandante Moreno Mendoza encargándole "de orden del Rey" la traslación de la capitalidad, "mudando la población de Guayana a la angostura del citado rio" y comprobar los párrafos del dicho documento que son, casi a la letra, copia de los del anterior informe de Solano, no dudamos en reconocer a éste como el verdadero fundador de la ciudad de la Angostura, la gloriosa Ciudad Bolívar de nuestros días.

El problema de los Negros.

Estrechamente ligado al de los holandeses estaba este problema, según ya hemos adelantado en el apartado anterior, pues creía la Corte de Madrid que en la atracción de los negros, huidos a los holandeses, tenía una de las mejores armas para la lucha contra éstos.

Iturriaga, pues, procura atraérselos siguiendo dichas directrices, concretadas en diversos documentos, como aquél de Amaga (117), según el cual había de "tentar el animo por medio de españoles ladinos de un excesivo numero de negros fugitivos de los Colonias Holandesas de la costa por si se les podía reducir a la fe y al servicio de S.M.". Pero la verdad es que sus buenos propósitos quedan en proyecto al no poder realizarse, por diversas circunstancias, su expedición a tierra de negros. En carta dirigida a Wall y fechada en Cabruta, 8 de julio de 1758(118), se refiere a otra anterior, la de 1° de diciembre de 1757, por la cual "informé a V.E. de mis primeros pasos en punto a los Negros alzados de Su-rinan y de la buena disposición de los Padres  Capuchinos Catalanes, misioneros de Guayana, a emprender su solicitud con tal que se removiese un grave inconveniente en que tropezaba su celo". Habla de cómo ha llegado a Cabruta, enviado por el Prefecto de aquellos Misioneros el Padre Narciso de la Bisbal: "...suficientemente instruido del camino de las naciones intermedias, su calidad, ríos y demás que puede conducir al intento. El camino es de mas de treinta dias, los Indios de el dóciles, unos en pueblos formados, y otros en ranchos y ningún rio caudaloso... hasta dar con el primer pueblo de Negros llamados leremista, y de este que no dista muchos de los rios Maho y Rupononi o Apononi, como lo llaman los naturales, sigue el camino para otros muchos, pasando el rio Esequibo por las juntas de Rupononi. Tengo formado un borrador de mapa de todo este camino con sus jornadas, y con las individualidades predichas, y espero otras noticias que   ha ofrecido enviarme el padre Narciso para añadirlas al borrador y ponerle en estado de pasarle a V.E. Entre tanto, diré a VJ5. que el tiempo mas propio para dar principio a esta empresa, es el mes de Henero y que los Padres se contentan con diez o doce hombres para escolta del viage, por si V.E. gustare pasar a noticia de S.M. las que he comunicada a VJE. en esta materia a fin de que S.M. resuelva lo que fuere mas de su real agrado".

(117)   Arctívo General Simancas. Leg. 7391, í. 1. (llfl)   Archivo General Simancas. Leg. 7296, f. 11.

Sin embargo, Ituniaga tenía fundamentos para pedir dicha cédula real. En la orden reservada de S. M., que le fue comunicada por el Ministro Wall y fechada en Madrid el 8 de octubre de 1753, al tratar de este problema, se le decía que: "A este fin me manda el Bey comunicar a V.S. reservadamente estas noticias para que procure en la misma reserva animar a los Negros sublevados contra los Olandeses, de suerte que ejecuten contra ellos todas las hostilidades posibles... y también podrá V.S. ofrecer a los Negros que quieran retirarse a la vida civil libertad y tierras donde pueden poblarse en la isla de Trinidad, o en otro parage mas oportuno, acu-diéndoles también con regalos o ayudas de costa que le parezca a V.S. de los intereses que lleve a su disposición y asegurando a todos que cuanto V.S. ofrece en nombre del Rey lo aprobará S.M. y lo mandará ejecutar". "Y en caso de que desalojen a los Holandeses y se pongan por comisarios a la protección del Bey, los mantendrá V.S. como Ubres, les dará tierra en propiedad y les situará en los mismos lugares que quiten a sus contrarios ayudando a impelerlos si vuelven a procurar recobrarlos, sí lo prefieren a situarse en otro terreno del Rey" (120).

No había, pues, por qué escandalizarse de que Iturriaga pidiera esa Cédula Real de libertad para los negros. Y, en todo caso, con fundamento o sin él en las intrucciones recibidas; y con lesión o sin ella de las reservas diplomáticas, la petición de ese documento declaratorio de libertad de los negros, es algo que redundará siempre en honra de don José de Iturriaga.

Los Portugueses.

La ejecución del Tratado de Límites con Portugal era el fin principal de la expedición, sin que ésto excluyera que se contemplaran otros objetivos a los que la Corte de España

(120)  Archivo General Simancas. Leg. 7373, f. 40.

daba, aunque no lo dijera, tanta importancia como a ese confesado : la canela, la expulsión de los holandeses, etc.

Este objetivo principal no fue cumplido. Aunque la expedición española llegó al rio Negro, bajó por él y fue hasta Cocurubi, cerca de Barcelos, lugar éste que se había fijado para la reunión con los comisarios portugueses, en octubre de 1760 se dieron por terminadas estas negociaciones, y "todavía para 1855, cuando viajaba el primer explorador venezolano Francisco Michelena y Rojas por el Amazonas, se veían en Barcelos medio enterrados en la arena de las orillas del Rio Negro, como monumento de duplicidad y mala fe en el cumplimiento de los tratados públicos, los marcos de mármol traídos para colocarlos en los principales puntos de la demarcación de las fronteras" (121).

Fueron varias las causas del fracaso. En primer lugar, como ya lo señalamos, a los negociadores del Tratado se ve que les interesaba más el aprovechamiento de los ríos que el de las tierras; la navegación de los cuales sería común en el caso de poseer las dos Coronas establecimientos ribereños; sería exclusiva cuando las dos márgenes perteneciesen a la misma Corona. Así, para quedar con la navegación del Río de la Plata, España trocó los siete pueblos de las Misiones del Uruguay por la Colonia de Sacramento, que el Tratado de Utrecht restituyera a Portugal.

"De ahí arranca el fracaso —dice Rodolfo García— del Tratado de 1750. España cedía a Portugal la navegación del río Uruguay juntamente con los siete pueblos de las Misiones que albergaban en aquella época una población de treinta mil almas en plena prosperidad material y espiritual. Ceder tierras con habitantes —como dice Capistrano de Abreu— es una amputación muy dolorosa. Téngase en cuenta, además, que esos moradores eran descendientes de aquellos otros que las Bandeiras paulistas devastaron sin piedad desde mediados

(121)   Tavera Acosta. Anales de Guayana. T. 1, págs. 119-20.

del siglo XVII al comienzo del siguiente, enemigos natos y pertinaces del Portugués y del Brasileño" (122).

Eso por lo que hace al estuario del Plata. Por lo que hace al del Amazonas, la expedición se encontró con una serie de dificultades para superar las cuales se revelaron insuficientes los precarios recursos de que se habia provisto a Iturriaga; dificultades, algunas de ellas, con vigencia en el dia de hoy, pese a todos los adelantos modernos.

Pero, además de esas razones de fracaso, existe otra superior. El que dejara de existir lo que fue la causa de la corriente de buena voluntad que llevó a la firma del tratado, "Está fuera de duda que la variación del gobierno español fue motivada por el' fallecimiento de la reina doña María Bárbara, portuguesa, que influía mucho en el ánimo de su esposo, Fernando VI, en favor de Portugal. Fernando VI falleció en 1760. Y en 12 de febrero de 1761 las dos Cortes, de común acuerdo, acordaron cancelar, casar y anular el Tratado de 1750" (123).

Todo comenzó en la mayor armonía. Desde luego, existían también intereses comunes, como el de la expulsión de los holandeses, a los que los españoles habían de "estrechar" por la parte del Orinoco, mientras que los portugueses lo hacían por la del Amazonas, empujándolos hacia la costa. Y animado de este espíritu de común acuerdo y colaboración, escribía el Ministro Wall a Iturriaga (8 de octubre de 1753), entre otras cosas: "A este fin me manda el Rey comunicar a V.S. la esperada resolución para que valiéndose de las luces que tiene adquiridas y las que de nuevo adquirirá en el tránsito desde el río Orinoco y usando el Comisario principal portugués de las suyas, conferencie V.S. con él, el modo de ejecutar lo resuelto sin atarse precisamente al contenido de esta

(123)   "Anais da Biblioteca Nacional do Rio Janeiro". Publicados pol

a admlnlstracao do Director Rodolfo García. 1930. (123)  -Anais da Biblioteca..."

orden si se hallase impracticable en todo o en parte, sino va-riándola, sí alterándola de acuerdo con él, según las oportunidades que ofrezca el terreno, a cuyo efecto le concede S.M. toda la facultad necesaria, y se lo participo de su real orden para su inteligencia y cumplimiento..." (124).

Pero la cosa no iba a ser tan fácil como de Madrid se imaginaban. Preveian, como cosa muy hacedera, el tránsito de Iturriaga de Cumaná para el "Río Negro que desagua en el Marañón por su ritiera septentrional donde esperan los portugueses", pero a Iturriaga le había alcanzado el 20 de octubre de 1756 y aún estaba esperando "la respuesta... de la carta que el año pasado escribió D. Juan Galán por mi orden al comandante de la casa de la vandera de los Portugueses" (125), y continuaba (en Puerto Sano de Orinoco) el 1 de diciembre del mismo año, ateniéndose para ir allá (al Orinoco) "a los socorros prometidos por los Portugueses" (126), y en cuyas cartas suyas, como la fechada el 15 de diciembre de 1758, al dar cuenta a Wall, entre otras varias cosas, de las alianzas y amistades que va contrayendo con los indios, explica cómo trata de que éstos se mantengan en buena correspondencia entre si y "prontos a avisar de cualquiera movimiento de los Portugueses". Dice también que a los indios Irruminabis "conviene tenerlos separados y avanzados de Cocubí porque éste y su suegro Ima conserban todavía el fondo de amistad con los Portugueses" (127), en cuyas expresiones claramente se ve que no era muy firme la confianza que tenía en los aliados peninsulares.

Pero el empeño principal de la Corte seguía siendo la colaboración con ellos. En la "Información" abierta a raíz de la llegada a Madrid del capitán Madariaga que ya conocemos, se advierte a Iturriaga "muy seriamente, que su fin

(124)   Archivo            General Simancas. Leg. 7373, f. 31.

(125)   Archivo            General Simancas.  Leg. 7390, fí. 26-26.

(126)   Archivo            General Simancas. Leg. 7390, ff. 27-28.

(127)   Archivo            General Simancas. Leg. 7396, f. 25.

principal expreso en todas las instrucciones y órdenes es cumplir el empeño con los Portugueses,.. y mejorar la canela" (128). Se teme que de la conducta de Iturriaga surja "alguna incidencia embarazosa con unos hombres de tanto pundonor como los Portugueses", por lo cual, se le continúa diciendo en el mismo documento: "Por lo que mira al tratamiento futuro con los Portugueses no es fácil prevenir desde aquí lo que V.S. deberá executar, pues aunque están dadas reglas para evacuar esa Comisión con loable individualidad, se ofrecerán sin duda algunas incidencias tal vez de oscura decisión, y tal vez más intrincadas por el corto talento de los que concurran, y sobre todo queda siempre en pie el trato frecuente que suele ocasionar otras incidencias más peligrosas. Se sabe que el genio y aspecto de V.S. declina con esceso a la seriedad, aunque en esta "parte se queda con el consuelo de que en todas las ocurrencias sabrá suavizar el trato y desmentir las señales exteriores. Por lo que mira a las que resulten de la expedición quiere S.M. que en esta parte ceda V.S. cuanto pueda sin indecencia, y cuando considere que no puede ceder se valdrá del medio de que se de cuenta a los dos Soberanos, sin contención ni disputa como está capitulado entre las dos Cortes, bien es verdad que en este terreno tenemos tan corto interés que no se esperan muchos reparos" (129).

No sabemos el efecto que estas recomendaciones pudieron obrar en el ánimo de Iturriaga, pero, desde luego, cuando, ya en 1760, recibió en Cabruta la visita del Coronel portugués don Gabriel Souza Pilgueiras, "que viniendo del Gran Para había hecho en canoa un camino de cerca de novecientas leguas" (130), viaje que, como observa Ramos Pérez (131), "tiene el interés geográfico de haber utilizado consciente-

(138)   Archivo General Simancas. Leg. 7391, í. 3.

(129)   Archivo General Simancas. Leg. 7391, f. 3.

(130)            Humboldt, Viaje..., IV, 334.

(131)   Op. dt, pág. 376.

mente el camino del Casiquiare, gran portillo entre el mundo orinoqués y el amazónico, verdadero canal natural", es impecable el estilo de la carta que Iturriaga dirige (el 1° de junio de 1790) al Capitán General del Para, don Manuel Bernardo de Meló y Castro: "Excmo. Señor: Muy Señor Mío: La carta de V.E. de 16 de Enero del año corriente que recibo de manos del Teniente Coronel Don Gabriel de Souza Filgueiras me empeña al mayor reconocimiento, así por la fineza de sus expresiones, como por las manos que la conducen. Son de mucho aprecio las ofertas de la generosidad de V.E. y muy conformes a la estrecha alianza, a la mejor correspondencia y a la firme amistad que reina felizmente entre nuestros augustos Soberanos y quisiera que mis facultades fueran más dilatadas para servir a V.E. con más proporción. La gran distancia de las minas de Coyubá y Matto Grosso en cuyo gobierno se halla el señor don Antonio Rolin de Moura, nombrado por S.M.F. Plenipotenciario para las conferencias de Río Negro, retardara este paso que debe proceder a la grande obra de la línea divisoria: pero la buena disposición de sus ejecutores y las providencias de V.E. harán resarcir este retardo y ganar tiempo en las operaciones. Aunque V.E. tendrá muy presentes los puntos precisos de víveres, embarcaciones acomodadas para sus respectivos destinos, Indios, bogas y caudales, espero que no llevará a mal que se lo recuerde, siendo todo dirigido al cumplimiento de la voluntad de nuestros amos y que me concederá los avisos correspondientes a cada una de estas importancias, en inteligencia de que su falta no diferirá mi viaje al lugar de las conferencias, midiendo el tiempo que señala V.E. a la venida del señor Don Antonio Rolin de Moura.

Los buenos modos y buen estilo del Teniente Coronel Don Gabriel Souza Filgueiras me dejan apasionado de su persona y con deseo de sus adelantamientos. Yo se los pido a V.E. y le suplico quiera conceder a mi obediencia el gustoso ejercicio de sus preceptos. Dios, etc." (132).

(132)   Archivo General Simancas. Leg. 7396, í. 140.

He ahi como, por un momento al menos, el "áspero" Iturriaga siente que le domina una de las más imperiosas vocaciones notadas en los vizcaínos por los escritores españoles del siglo de oro, con Cervantes a la cabeza: la de secretario.

Pocos días después, en carta del 12 de junio de dicho año de 1760, escribe a Wall para darle cuenta de su entrevista con Souza Filgueiras, enviado por el General del Gran Para, diciéndole, entre otras cosas: "De las conversaciones de este oficial entendí que su General, noticioso de mi proximidad y movimiento por aviso de su subalterno el Gobernador de las Misiones de Río Negro, elevadas hoy a Villas y Aldeas, había despachado a Lisboa por Diciembre un navio con este aviso, pidiendo provisiones y caudales y que le había repetido por la Capitanía del Marañón, que también es de su jurisdicción, y que se podían esperar por Agosto uno y otro artículo respecto que la compañía del Para estaba obligada a suministrarlos: que don Antonio Rolin podía estar en Río Negro al tiempo que señala el Gobernador del Para, y que a su llegada nombraría los Comisarios. Se le ha cortejado y servido al Teniente Coronel, costeándole de víveres y rancho, así en su paso por San Fernando y por los dos Raudales, como en su residencia aquí y proveyéndole para su vuelta a Río Negro. Dios guarde, etc."

Pero no estaba en manos de Iturriaga, por mucho que extremase las cortesías y servicios a los portugueses, prolongar la vida del Tratado de Límites. La muerte de Fernando VI, que, desde el fallecimiento de su esposa doña Bárbara de Braganza, verdadero vínculo de entendimiento entre las dos Coronas, venía sufriendo ataques de enajenación mental, había dado el golpe de gracia al Tratado. Siete días después de escrita la anterior carta, Iturriaga recibía un despacho de Wall, en el que se le ordenaba que no diera ningún paso adelante.

(133)   Archivo General Simancas. Leg. 7396, f. 139.

La intención está bien clara. Se trataba de dar pábulo al ambiente de descrédito que se venía formando alrededor de los jesuítas en la Corte de Madrid, lo mismo que en la de Lisboa. Y, en aquel buscar de motivaciones de todas clases para la destrucción de la Compañía, se trataba, por este lado, de mostrar, bien corregida y aumentada, la oposición de los Padres "a la mala voluntad de los Jesuítas al cumplimiento del Tratado" que el Director don Francisco de Auzmendi señala con reiteración en un Informe expedido por el año 1766, Se trataba, además —ya que si la demarcación, por motivos conocidos, no podía ser simpática a los jesuítas en la división del Sur, la verdad es que, a través de todo su expediente, no acierta Alvarado a mostrarnos un sólo argumento de peso demostrativo de la oposición de los jesuítas a la demarcación en la región en que él se ocupaba— se trataba, decíamos, de mostrar a Iturriaga, a quien su rencor no perdonaba ni después de muerto, como un mero instrumento de los supuestos oscuros planes de la Compañía.

Respecto a ésto, que es lo que aquí nos interesa, comenzaremos por decir que lo curioso es que, como advierte Monseñor Navarro (134), indudablemente a Alvarado le sirvió de base para su "Informe", el que, por encargo de Iturriaga (29 de febrero de 1755), redactara para los fines, sin duda, de la Expedición y cuyo original debía existir, como era de rigor, en los archivos ministeriales... "Iturriaga le había encomendado una averiguación reservada sobre los puntos siguientes: Gobierno interior de la Misión —sus progresos en la reducción de infieles, naciones en que pueden ejercerla— número y calidad de la gente— terreno y distancia de cada una— número y vecindario de sus pueblos con distinción de los que no fueran indios— modo de tratar a unos y a otros— en qué los emplean— en qué años fueron fundados— haciendas y grangerías que tenga la Misión— ministerio y ejercido del procurador que suele residir en Carichana— escolta, su número, calidad y paga efectiva— lo mismo respecto de

(184)   "Loa Jesuítas en Venezuela", págs. 14-15

las Misiones del Meta y Casanare. Pues bien, los ocho capítulos del Informe Reservado para Aranda corresponden a los mismos puntos", pero habiéndole añadido anotaciones tendenciosas y malévolas disertaciones que propiciaran el concepto adverso esperado por el Conde acerca del "régimen y gobierno de los jesuítas en aquellos dominios y de si a la Religión y al servicio del Rey es provechosa su permanencia".

Según Alvarado: "El asunto principal que Iturriaga traía entre manos era el negocio de la Compañía de Caracas, de la que era Director principal en esta Corte en aquel año de revoluciones que hubo en la Provincia y no había mejor medio de tratar tales intereses que con el P. Rábago, que le sirvió de conducto, y por él fue madurando los intereses aquella compañía dándole motivos de íntima confianza con el Padre confesor".

Naturalmente, en vista de lo anterior, Iturriaga tenia que haberse convertido en un instrumento del Padre confesor. Y así lo hubo de notar pronto Alvarado: "Por la correspondencia que yo llevaba con él (Iturriaga) desde Cádiz, empecé a concebir que estaba tinturado y bien instruido" del P. Rábago, del marqués de la Ensenada y de todo el Partido de los Jesuítas en contra del Tratado de Limites, como, bien a mi pesar, lo conocí después".

La tenebrosa combinación de Iturriaga con el P. Rábago empezó a dar sus frutos, según Alvarado: "Empezó el P. Rábago y toda la idea de los Padres Jesuítas a coger el fruto de su favorecido, pues Iturriaga en Cumaná tiró a destruir por el pie toda la carga de la fragata "La Veneziana" en que habíamos navegado. Proyectó hacer suspensión en aquella Provincia, con pretexto de no haber encontrado dinero en Cumaná, sin el cual no podría moverse". Menos mal que allí estaba Alvarado que, según nos cuenta: "Opúseme a tales ideas, y le aconsejé acudiese por dinero al Gobernador de Caracas que lo era el Teniente General Don Felipe Ricardos, y en la Junta pública que tuvimos, ofrecí mi vagilla y equipase, para que fuésemos adelante

Pero, según Alvarado, las dificultades seguían y "Es muy largo de referir todo lo que ocurrió de remarcable en las estudiadas inacciones de Don José de Iturriaga, en quien veía yo de bulto el espíritu de los Padres Jesuítas consiguiendo sus ideas..-". Y debía ser endemoniada "la astucia de Iturriaga, que siempre temió que yo le penetrase y supo cubrirse de exquisito modo, y fue a hacer al Superior de Orinoco que se encargase de comprar en el Reyno, de las haciendas de los Padres, una gran provisión de harinas para nuestra subsistencia, y con finura fue dilatando el tiempo para que estos efectos se corrompiesen, y le sirviesen de motivo para otro año de demora". El maquiavelismo sube hasta grados insospechados cuando Iturriaga "pretendió que yo les hiciese cargos de no haber cumplido con la contrata, diciéndoles que, en lugar de harina, habían remitido asemita y que ésta no correspondía al precio". Menos mal que Alvarado, según escribe : "Le penetré la idea de que yo fuese el instrumento de la queja de los Padres y lograr él sus fines sin romper con ellos, y le respondí sobre tal artículo lo que consta del número 12, y después de dos años, transigí esta cuenta con los Padres pagándoles el tercio menos; pero se colige, si estoy a lo literal de las cartas de Iturriaga, que los Padres procedieron de mala fe en este encargo. Es cierto que la calidad del temperamento en que estuvieron destinadas las harinas pudo contribuir a su corrupción, pero no enviar asemita en lugar de harina flor, según la mente de Iturriaga".

No merece la pena de continuar con este Informe, en que todo se vuelve quejas y más quejas contra ía conducta de los jesuítas y el afán de establecer que "está de bulto la ninguna intención que tuvo don José de Iturriaga de llevar a debido efecto las órdenes del Rey". Como dice bien Monseñor Navarro, "su caballo de batalla consiste en atribuir, tal vez gratuitamente, la inacción de que acusa a don José de Iturriaga, a instrucciones secretas de Madrid y Roma, de cuyos manejos se hallaban los de acá ignorantes", según asienta el mismo Alvarado con estas textuales palabras: "Los P.P. Jesuítas del Orinoco, del Meta, Casanare y Reyno de Santa Pe que no poseían el secreto de ser Iturriaga de su partido, porque esta

que el primer Comisario fuese un instrumento de la Compañía. Sus quejas contra los jesuítas continúan (136), sin que sea embarazo para ellas ese "paisanaje vasco" del que habla Monseñor Navarro y el haber nacido precisamente en el propio pueblo de Ignacio de Loyola, la villa de Azpeitia. Nada tiene que ver todo esto que, sin duda, le predisponía a la simpatía hacia la Compañía de Jesús, para que su carácter áspero y las responsabilidades de su cargo le llevasen, ahora y después, a peleas con los jesuítas a cuenta de ésto o aquéllo, como, en sentido opuesto, "la buena disposición de los Padres Capuchinos Catalanes, misioneros de Guayana, le impulsara a ir, en su compañía, en el importante asunto de la atracción de los Negros".

Sólo el resentido Alvarado era capaz de creer en ese tenebroso contubernio de Iturriaga con los jesuítas del Orinoco.

Alvarado

Por la gravísima acusación que, en el "Informe" que en el apartado anterior hemos considerado, vemos qué hace a Iturriaga su segundo Alvarado, por cierto cuando ya aquél no pertenecía al mundo de los vivos, podemos deducir el rencor que a dicho segundo Comisario dominaba. En honor a la verdad, hay que confesar que la aversión era mutua y merece la pena de que nos detengamos en recordar sus orígenes y consecuencias.

Don Eugenio de Alvarado era Capitán de Granaderos del Regimiento de Lombardía. El Ministro Carvajal "con la noticia de su expedición y pronto manejo", le sacó con el grado de Coronel de Infantería el año de 1750 para encargarle el despacho de los dos navios que fueron por los dos rumbos de la línea. Es cierto que Carvajal "lo tenía destinado para

(136)   Ramos Pérez. Op. cit. pág. 273.

que pasase después como segundo de Iturriaga" (137); pero no es menos cierto que "Alvarado fue el primero llamado para la expedición" (138), y habiendo aspirado a capitanearla (139) y dominado por el carácter celoso, que es fácil apreciar en sus cartas, se sintió preterido y cayó fácilmente en el resentimiento hacia aquél que, en su opinión, había venido a despojarle de algo que consideraba ya suyo.

Por otra parte, se acusa a Iturriaga de "la indecencia de intentar apoderarse de la comisión de cargar el navio en que estaba entendiendo Alvarado de orden del Rey" (140), y que "desde que llegó a Cádiz le empezó a faltar a la correspondencia de urbanidad" (141). Y, sea como sea, el caso es que como lo sabemos, entre otras cosas, por cartas fechadas en Puerto de Santa María el 21 de noviembre de 1753 por Iturriaga y en la que el día 22 del mismo mes y año le dirige desde Cádiz Alvarado, era claro el desafecto que había nacido entre los dos.

Así las cosas, una vez llegados a Cumaná, el distancia-miento se acentuó, Distanciamiento físico, pues que Iturriaga destacó a Alvarado a la Guayana, sin volver a verle apenas una vez en tres años, y distanciamiento espiritual, ya que Alvarado no perdía ocasión de desacreditar a Iturriaga, bien en su correspondencia secreta con el Gobernador de Cumaná, declarado enemigo, como hemos visto del guipuzcoano, bien en sus cartas a la Corte madrileña.

De sus choques por esta época, dice bastante la siguiente carta que Iturriaga despacha a Alvarado desde Murucurí el 25 de diciembre de 1755:

(137)   Archivo  General Simancas. Leg. 7391, f. 2.

(13B)   Archivo General Simancas. Leg. 7391, í. 12.

(139)   Ramos Pérez. Op. cit. pág. 61.

(140)   Archivo General Simancas. Leg. 7391, f. 12.

(141)   Archivo General Simancas. Leg. 7391, 1. 2.

Muy señor mío: Diceme V.S. en carta particular del 19 del corriente en respuesta de otra mía dé 18 del mismo, que yo no le puedo mandar.

"No sé en qué puede V.S. fundar esta novedad, no habiendo resistido las instrucciones y órdenes que le di en Cu-maná, ni su práctica, antes y después de su arribo a Guayana.

"Espero que con más seria reflexión, se conducirá V.S. al dictamen contrario, que es el cierto, más sano y seguro, y que me dé V.S. noticia de ello.

Dios guarde, etc."

A ésto contesta Alvarado con una larga carta, fechada en 1° de enero de 1756, en que recuerda a Iturriaga sus reuniones en Madrid, junto con el Marqués de Valdelirios (primer Comisario de la expedición del Sur), "en una de nuestras casas a discurrir lo más conveniente por los Mapas de la corte de Lisboa", etc., etc. Dicele también: "V.S. no puede negar que en Cádiz nos juntábamos para escribir acordes al Ministerio sobre lo más mínimo que ocurría..."

Pero, nada se arregla y el distanciamiento continúa. La posición de Iturriaga es de desdén hacia Alvarado, a quien parece ignorar, ocupándose lo mínimo de él. Alvarado, en cambio, resentido y celoso, intriga en la Corte cerca de sus amistades y cuando, tras la visita de Madariaga a Madrid, se produce la "Información" —que, como Apéndice, insertamos al final de este trabajo—, vemos la huella que las quejas de Alvarado han dejado allí al establecerse que "no le ha comunicado las instrucciones y secretos de la expedición; que "lo tiene siempre distante"; que "lo destinó y mantuvo en la Guayana, que sobre ser uno de los mas distantes, es el más enfermo de todos, como él mismo lo experimentó con toda su comitiba en pocos días que estuvo allí de paso", y, finalmente, que "no ha usado de la menor confianza con él sino únicamente con Madariaga y Solano".

Como consecuencia de ello, en la admonición que Wall envía a Iturríaga (agosto de 1757) no ha de faltar, en el capítulo de cargos, el que corresponde por "la separación perpetua de Don Eugenio de Alvarado, segundo de V.S., de quien sólo se debió separar por causa muy forzosa, y, aun en este caso, llamarle alguna vez por evitar el escándalo que forzosamente se habrá seguido, y aun el mismo se haría muy digno de excusa, si a la vista de semejante abandono tan ageno de los hombres de su honra, profesión y grado, hiciese alguna demostración en su desagravio, mucho más habiendo mandado el Rey a V.S. que comunique con él todas las instrucciones, órdenes y secretos de la expedición, de que parece que está V.S. tan distante, que con el natural temor de la muerte se fue a comunicar sus secretos de la Canela con Solano y Ma-dariaga, y no con Alvarado, porque estaba ausente, de que se infieren dos cosas: la primera que si V.S. falleciese estará en manos de sus amigos que corra o no lo resuelto de que el segundo ocupe su lugar y especialmente en las de Madariaga que quedará con todos los papeles, fondos y créditos de la expedición, sin que Alvarado tenga quien le obedezca, ni le puede de ningún modo competir a Madariaga: la segunda que tomando V.S. tan a la letra las órdenes del Rey le será muy fácil que su segundo haga un papel ridículo y muy ageno de la voluntad de las dos Cortes, solo con enviarle a cualquier encargo de ordinaria execución y confianza" (142).

Indudablemente, Iturriaga había ido muy lejos en su desdén por Alvarado. Fueran las que fuesen las causas. "Hubiera sido mejor —como se dice muy razonablemente en el mismo documento que acabamos de citar— "que V.S. hablase claro, diciendo que no quería tal segundo, pero después que el Rey ha hecho tal confianza y distinción de su persona, debe V.S. sugetarse a la decisión de sus reales órdenes que le llegan inmediatamente de él, mortificando su propio afecto...".

Debió de ser duro golpe para Iturriaga el recibo de estas cartas de la Corte, con la severa reprimenda de Wall. Ni la

(142)   Archivo General Simancas. Leg. 7391, f. 12.

fulminante destitución de su enconado enemigo el Gobernador de Cumaná, ni en el que en ellas se hiciese constar las prevenciones que se habían hecho a Alvarado, "pues no se ignora lo que ha delinquido ni la calidad de su genio" (143), eran lenitivo suficiente para su amargura que se manifiesta en los siguientes párrafos de la carta con que acusa recibo de la suya al Ministro Wall: "... los consejos de V.E. son los más saludables y mi resignación igual a la mejor; pero mis fuerzas, a los sesenta años de continuos trabajos, mui débiles para resistir después de los males de Guayana y el golpe fatal que recivo sin ser oída mi verdad contra el embuste y la calumnia. Los que conocen de trato a mi segundo y a mi, saben la diferencia de humanidad y veracidad de los dos. Bien me temía yo que el influjo de las viciadas noticias moverían la venal amistad del muerto (se refiere aquí a Auzmendi) a darme mucho que sentir, y con todo eso preferiría a mis recelos la constante idea de no robar con quentos y quentecillos el menor tiempo a las preciosas tareas de V.E."(144).

Pero, las horas van ejerciendo su sedante influjo, y asi vemos que, en otra carta posterior, se muestra más sereno: "...con humilde y profunda veneración recivo la reprehensión del Rey y el perdón que se ha dignado concederme la piedad de S.M. y siguiendo yo tan soberano exemplo, perdono al author de las viziadas noticias" (145).

Las órdenes reales llegaron a Iturriaga el 28 de enero. Rápidamente hubo de reaccionar, reconociendo sus errores, y trazando sus planes de futura actuación, conforme a lo que el buen sentido y las circunstancias demandaban, sin mas dilación dio aviso a Alvarado de lo que se disponía respecto a la convivencia de los Comisarios.

En la entrevista con Alvarado, que muy pronto sucedió, Iturriaga, disimulando el disgusto recibido, hubo de hacer

(143)   Archivo General Simancas. Leg. 7391, f. 12.

(144)   Archivo General Simancas. Leg. 7396, f. 55.

(146)   Archivo General Simancas. Leg. 7396, f. 50.

municaba que se ultimaban los preparativos de bogas y lanchas que le conducirían a La Guaira, para, de allí, embarcarse rumbo a España. Para allí partió Alvarado, mientras Iturriaga quedaba a orillas del Orinoco. "Dejé a Iturriaga —escribe Al-varado en su "Informe"— con la satisfacción de habérsele aprobado su conducta, y como yo me opuse a ello en todas partes, podía tomarse a reprobación de la mía por el Ministerio, todo lo que abonaba la suya".

En contraste con esta constante enemiga de Alvarado, no está de mas resaltar, en breves palabras, la confianza y el afecto con que Iturriaga distinguió siempre a don Josa Solano, el cuarto Comisario de la Expedición y quizá el hombre que, por su valer, más se distinguió en ella. La confianza que Iturriaga puso en Solano y la lealtad con que éste, en todo momento, le correspondió, honran igualmente a los dos. Y cuando vemos la diligencia con que Iturriaga se apresura a dar cuenta de los éxitos de Solano, ya en el paso de los raudales, ya en sus exploraciones y tratos con los indios, ya en el hallazgo de árboles de canela, etc., etc., nos compjace-mos en la noble unión de estos dos espíritus a los que la saña de Alvarado no perdonó, ni cuando, años después de liquidada la Expedición, escribía: "El actual Gobernador de Caracas que lo es el Capitán de Navio don José Solano y el Comandante General del Orinoco, que es el gefe de escuadra Don José de Iturriaga, a cuya autoridad está sujeto el Gobernador de la Guayana, por decisión del Ministerio, de ningún modo los encuentro a propósito para que, directa o indirectamente, tengan que ver en estas presidencias" (147).

Es el grito del resentido que nunca sabrá perdonar ni olvidar.

(147)   Informe, citado.

4.    Iturriaga, Comandante General del Orinoco.

Disuelta en octubre de 1760 la expedición de límites, la comisión española bajó al Orinoco en 1761. Como premio a sus servicios, el Rey había destinado al Primer Comisario de ella, don José de Iturriaga, a la Presidencia de Quito. Pero, Iturriaga suplicó que se le relevase de ese cargo y, considerada su petición, fue nombrado Comandante General de las fundaciones del Orinoco y Rio Negro. Con este nombramiento, otorgado en 22 de septiembre de 1762, quedaba Iturriaga, de nuevo, vinculado a esas tierras donde tanto había trabajado y sufrido, y al fijar su residencia en Ciudad Real, una de las poblaciones que él fundara, parecía marcar con este gesto, una vez más, aquel afán de fundación, de repoblación y vi-talización de la tierra que fue, quizá, el trazo más marcado de su carácter, en los años que ejerció la jefatura de la Comisión de Límites.

Allí transcurrieron los cinco últimos años de su vida, entregado a las preocupaciones de su cargo, que le deparaba problemas similares a los que ya en la comisión de límites había tenido que afrontar. Unas veces, serán los portugueses a quienes ha de reclamar por ocupaciones indebidas del territorio y que, diplomáticamente, le responderán diciendo que, todo lo que ellos ocupan lo es en virtud de antiguo derecho y que así debe permanecer hasta que los respectivos Príncipes resuelvan otra cosa (148); otras, será la necesidad de atender al pasto espiritual de las nuevas poblaciones del río Orinoco, para lo que conseguirá que el ministro Arriaga prepare una Real Orden dirigida a Fray José Antonio de Jerez, Prefecto de las Misiones del alto Orinoco y Río Negro y fechada en noviembre de 1762, en la que se le comunica que ".. .ha resuelto el Rey que luego que Vuestra Reverencia reciba ésta, disponga una Misión de seis o siete Religiosos antiguos y de

(148)   Carta del Gobernador de Rio Negro, D. Manuel Bernardo de Castro, fechada en Gran Para, el 26 de agosto de 1763. mayor satisfacción a los pueblos del Alto Orinoco y Río Negro para que se empleen en el ejercicio de Párrocos.  ." etc.

Por el mismo año de 1762 en que se nombraba a Iturriaga Comandante General del Orinoco, erigió el Bey en Gobierno separado la provincia de Guayana, designando para Comandante de ella al Coronel don Joaquín Moreno de Mendoza, ordenándole la transmigración de la ciudad de Santo a la angostura del Orinoco, es decir, en el mismo lugar que, según vimos, el Comisario don José Solano había indicado como conveniente para una nueva fundación. El nombramiento de Itu-rriaga, según el cual se sometía a su autoridad todo el Orinoco, efectuado tres meses después del del Moreno Mendoza, venía a crear entre ambos motivos de colisión de poderes y lucha de competencias, que empezaron ya desde 1763, fecha en que se dispuso, por real orden de 20 de julio, que las dudas que se suscitasen y dificultades que pudieran presentarse en la ejecución de lo dispuesto en 4 y 5 de julio del año anterior (fechas de nombramiento e instrucciones respectivamente enviadas a Moreno Mendoza) las resolviese don José Solano, que a la sazón era Gobernador y Capitán General de Venezuela, según nombramiento fechado en Madrid el 12 de junio de aquel mismo año de 1763.

Iturriaga representó varias veces ante el Virrey de Santa Pe de lo que estimaba insubordinaciones de Moreno Mendoza. Estos pleitos duraron hasta 1765 y llegaron a tal extremo que Moreno Mendoza renunció varias veces a su cargo. En 1764, el Virrey Messia de la Zerda, en resolución dictada el 20 de julio, daba la razón la Iturriaga. En cambio, en 27 de enero de 1765, pocos meses después de fundada la ciudad en la angostura, el Rey zanjaba todas las disputas, fallando en favor de Mendoza. Pero, no obstante ésto y todas las providencias tomadas, no quedaron aquietados los ánimos de los dos rivales y, a fines de ese mismo año, presentaba de nuevo su renuncia Moreno Mendoza. Aceptada por el Rey, ésls nombró para aquel destino, con fecha 1° de mayo de 1766, a don Manuel Centurión. (Cervantes. "La Señora Cornelia"). Para ello, hubo de interrumpir su carrera que continuó en adelante con aquella doña Ana Antonia de Atristain, la fiel compañera de su vida. Pues bien, ahora, al final de ella, volvería allí. En su mayorazgo de Sarria, en Orio, en sus tierras de Usurbü (1), o mejor que todo, en su Azpeitia natal, en aquel verdeante valle que en el Urola se espeja y en el que la mole del Izarraitz pone una nota de majestuosa perennidad, en aquel valle de su in-íancia y mocedad, el mismo donde corriera las suyas Iñigo de Leyóla, el peregrino de las rutas del cielo, sería bueno terminar en paz su trabajosa vida, arrullado por los recuerdos de tanta lucha y tanto trajinar por tierras exóticas. Apacibles paseos; graves conversaciones con los Padres del Santuario; charlas sobre éste o aquél tema científico con sus viejos amigos, aquellos caballeriles de Azcoitia teñidos de un amable volterianismo...

Todas estas cosas y muchas otras más, nos place imaginar que pasarían por la cabeza de nuestro guipuzcoano cuando, después de haber delegado todas sus facultades de Comandante General del Orinoco en el que hacía poco que había entrado a serlo de Guayana, don Manuel Centurión, emprendió viaje hacia Caracas.

Pero, ya era tarde para largas peregrinaciones. Y hubo de emprender su última y definitiva, en la isla de Margarita, el 28 de enero de 1767, aquel Director Principal de la Compañía Guipuzcoana, Jefe de Escuadra, Primer Comisario de la Expedición de Limites y Comandante General del Orinoco que se llamó José de Iturriaga.

(1)   Registro Principal. Escribanías. Año 1768. T. 8, íf. 1 al 18: Testamento.

APÉNDICE l.f

INFORMACIÓN sobre el estado de la expedición de Limites a cargo de ITURRIAGA redactada por D. Julián de ARRIAGA (Secretarla de Estado).

(Archivo General de Simancas. Legajo 7391, folio 1).

Extracto.

Se dice cómo para establecer la frontera entre los dominios de España y Portugal, según se previene en el Tra¿ tado de Limites, se formaron dos divisiones de Comisarlos, unos para el Norte y otros para el Sur.

Cómo las del Norte salieron a principios del 1754 y llegaron a dimana el 9 de abril.

Como no hay otro camino para llegar a su destino sino el de Cumaná, se le encargaron a ITURRIAGA algunas diligencias y reconocimientos mientras se mantuviese allí y en el tránsito para el Río-Negro, que desagua en el Marañón por su ribera septentrional, donde esperan los portugueses.

Las diligencias que se le encargaron fueron éstas:

Tomar las noticias mas exactas de todo cuanto pueda conducir al buen gobierno de esta provincia, de las islas Trinidad y Margarita.

Averiguar las comunicaciones del río Orinoco y el estado de las misiones que mantiene allí V.M. y en la provincia de Guayana.

Tentar el ánimo por medio de españoles ladinos, de un excesivo número de negros fugitivos de las colonias holandesas de la costa, por si se les pudiera reducir a la fe y al servicio de S. M.

Tomar noticia de todo lo concerniente a la Historia Natural del gran terreno situado entre los ríos Marañón y Orinoco, perteneciente a SJM., a cuyo efecto llevó consigo a Pedro Leofflin (sic), famoso botánico sueco, con cuatro discípulos españoles, los cuales iban principalmente para mejorar un defecto de la canela que producen las provincias Mijos y Macas, que en sí misma es más aromática que la canela del Ceilán, para cuya obra se dieron muy individuales instrucciones, considerándola mucho más importantes que la principal.

Llegados los Comisarios a Cumaná, presentó inmediatamente Iturríaga al Gobernador cédula en la que se manda se le dé toda clase de auxilio que en ella se especifica. Al mismo tiempo, una orden, según la cual debe abrirse registro en la nave que condujo a los Comisarios y debía volver a España.

Tanto la cédula como la orden suscitaron disputas.

El Gobernador presentó excusas para todo, negándoselo & Iturriaga.

En vista de cómo iban las cosas, ITURRIAGA escribió un papel al Gobernador diciéndole que, habiendo entendido, se debía dar todo cuanto hubiese en su distrito, como dice expresamente la cédula, y por el contrario, entendiendo el gobernador que en virtud de ella no debía dar nada, había resuelto no hablar más palabra y buscar el modo de adelantar como pudiese sus comisiones, aunque no fuese como quería.

Envió a Solano a Trinidad para que fabricase embarcaciones, buscase indios, aprontase víveres y Alvarado, para el mismo fin, se fue a la Guayana.

Después envió el navio a Caracas y pidió a Ricardos (el gobernador de allí) 100.000 pesos y Ricardos le dio 80.000.

Salló ITURRIAGA de Cumaná para Cabruta sin que haya recibido carta suya, sino las primeras de su llegada, en que no hace mención de las disputas.

Pero el gobernador, en carta de 22 de mayo de 1754 al marqués de la Ensenada, le dio cuenta de lo ocurrido, cuyos papeles llegaron después de su separación. Después se supo que en 1755 se valló ITURRIAGA del Gobernador de Trinidad para tomar víveres de los franceses de Martinica y que en este año y el de 1756 ha padecido toda la Expedición suma miseria, muriendo la mitad de sus individuos y padecido muchos quebranto en la salud el mismo Iturriaga.

TODAS las noticias extrajudiciales que se reciben condenan su conducta como hombre perezoso y de áspero trato, pero no ha llegado ningún informe que le defienda ni carta suya de oficio, ni para sus amigos, ni para su casa.

Se refiere después a noticias de ALVARADO. Madrid, 1 de junio de 1757.

Archivo General de Simancas Legajo 7391, folio 2).

Madrid, 8 de agosto de 1757. Para el Rey.—Mas completa información de la Secretaría de Estado sobre el comportamiento de ITURRIAGA, redactada como la primera por D. Julián de Arriaga.

Tras los primeros párrafos relativos a la llegada de ITTJ-RRIAGA a Cumaná y sus diferencias con el Gobernador, escribe:

"Se dio cuenta a V.M. de todo lo referido con otras circunstancias agravantes y en su inteligencia mandó comunicar a Don Julián de Arriaga los antecedentes para que discurra y proponga las providencias más prontas, a cuyo tiempo llegó el Capitán de Fragata Don Juan Ignacio de Mada-riaga, enviado por ITURRIAGA para que informe su situación, y muy poco después han llegado los pliegas del referido ITURRIAGA con cuyo motivo se suspendió el informe y dictamen que pidió V.M. hasta oír las últimas noticias.

Este oficial, en siete cartas fechas en el rio Orinoco a 15 de noviembre de 1756, entra quejándose de la conducta del Gobernador de Cumaná, no sólo por los hechos que van sentados en que se conforman los dos y de que dio cuenta el Gobernador al Marqués de la Ensenada, en cartas y autos que se recibieron después de su deposición, sino también por otros sucesos dirigidos a destruir la expedición y son los siguientes:

Que, viendo no le quería dar nada, se valió de los dineros que le enviaron sus amigos de Caracas para habilitar su transporte con embarcaciones y víveres a su costa, porque ni aún con esto quiso auxiliarle, antes bien le enviaba los Patrones y bogadores todos los días a su casa, diciéndole que los mantuviese, pues de lo contrario no extrañaría su deserción, y asegura que sobre estas especies tuvo que tolerarle mucho.

Que tuvo con él (carta 4) una disputa sobre compra de embarcaciones y entre las que le ofreció fueron dos muy grandes que no le servían y después de la disputa le subrogó otras tan chicas que tampoco eran del caso, y así tuvo que despachar por si mismo el primer convoy.

Que le puso muchas dificultades y controversias (carta 5) sobre sueldos de la tropa que llevó y que no quiso darle al Sargento mayor para que la mandase (carta 6).

Que, usando de la orden que se le mandó de llevar Capellanes, se ajustó con tres Religiosos y no quiso permitirles el pase, que por Iturriaga no se los pedía a él, a que se excusó y lo dejó ir sin ellos (carta 7).

En otra de la misma fecha, que también acompaña, recopila los sucesos antecedentes y añade que cuando estuvo en Cumaná había en cajas más de 30.000 pesos, y que en el día llegarían a 50.000, y después de pedir una cédula muy fuerte para que le den 40.000 sin dependencia del Gobernador, añade que este sujeto es mal servidor de V.M. y peor Gobernador, pues con el largo estudio de las Leyes de Recopilación, ayudado de la amistad de un Escribano antiguo que hay allí, sabe muy bien los modos de descubrir con las mismas leyes las picardías y trampas comunes en aquellas partes.

En otra carta de 20 de octubre, que se hará presente más abajo, añade que le fue preciso fabricar en la Trinidad y Guayaría otras embarcaciones, cuya construcción la tenía empezada en Cumaná, pero cesó en ella porque el Gobernador le quitó los oficiales con pretexto de hacer cureñas para la plaza.

Últimamente dice, en carta del 6 de abril de este año, que al mismo tiempo que este gobernador de Cumaná procuró por todos los medios posibles destruir la expedición, el de la Margarita la auxilió con cuantos pudo, enviándole embarcaciones, víveres en abundancia, medias para la tropa, 3.000 pesos en dinero y otras cosas, añadiendo que si le fuera lícito comparar el mérito de estos dos Gobernadores, sería de parecer que al de Margarita se le diera el Gobierno de Cumaná, para que vea cuanto desagradan a V.M. los agravios hechos a su comisión y cuánto le complacen los auxilios que se le franquean.

Mientras tanto, envió los Comisarios y Geógrafos con las tropas correspondientes cada uno a su destino: a Solano para hacer embarcaciones chatas en la Trinidad, a Alvarado para reconocer la provincia de Guayana y así otros, todos los cuales fueron enfermando y muriendo algunos, por cuyos motivos se fueron atrasando las operaciones.

Iturriaga arrancó finalmente de Cumaná por el mes de junio de 1755, habiéndose detenido allí más de 14 meses después de su llegada.

Llegó a los pueblos de las Misiones de los Padres Capuchinos Aragoneses de la costa de Parla y desde allí pasó a la Trinidad, subiendo después por el río Orinoco, reconociendo varios sitios y en especial se informó de los raudales de los Atures y Maipures, situados en la Ribera del sur y que se han de pasar forzosamente para buscar a los Portugueses en el río Negro, de que da cuenta en carta de 20 de octubre de 1756, arriba citada, y dice que habiendo vencido Solano las dificultados que se ponderaban en los dos raudales, estaba pronto para empezar la línea luego que reciba la respuesta de estos pliegos y no cree encontrar otro reparo invencible para su tránsito al río Negro para el tiempo de las brisas del año próximo, que es éste de 57 a 58.

Esta es la carta más esencial de todas cuantas envía con /echa de 20 de octubre de 1756, y es muy notable que, escribiendo otras en marzo siguiente de 1757 y una fecha a 6 de abril, no vuelve a tocar la especie de si estará o no pronto para navegar; antes, en una de 22 de febrero, dice que no pudo ir a los raudales porque fue preciso dar licencia a los indios Vogas para que se fuesen a sus casas.

Las demás cartas se reducen a los puntos siguientes:

1° Las quejas contra el Gobernador de Cumaná, a cuya conducta y a las enfermedades que sobrevinieron echa la culpa de no haber pasado hasta ahora ai río Negro.

2° Pide para su marcha 40.000 pesos del caudal existente en Cumaná y que se le envíen otros tantos oficiales como han muerto ú otras personas capaces de suplir sus encargos y le parece conveniente se mande a los Gobernadores pongan a su orden ias personas que pida para que suplan en lugar de otros que falten, pues aunque no sean tan idóneos como los que vayan de acá, podrán suplir la falta en caso necesario (1,° de diciembre de 1756).

De los muertos, da cuenta en otra carta de esta fecha y son el tercer Comisario Urrutia, Capitán de Navio, los Cosmógrafos, Don Juan Galán, el Padre Haller, que iba también de Capellán, Don Francisco Guillen y Don José Santos, el Botánico Leoffling y uno de sus discípulos que se ha desaparecido y remitiendo un cajón de yerbas y papeles que dejó el Botánico, pide providencia.

Para el empleo de Comisario, a falta de Urrutia, ha nom-f btado al Capitán de Fragata Don Juan Ignacio de Madariaga, i, que es el sujeto que ahora envía y pide se le confirme este nombramiento al mismo tiempo que recomienda particularmente su mérito y servicios de tres años, negado a las ventajas que pudo adquirir en su carrera, sin haberle premiado con igualdad a los demás que fueron a la misma expedición.

Así mismo recomienda en dos cartas, de 20 de marzo de este año, a Don Ignacio Milhau, el cual fue elegido para Geógrafo de esta expedición en el estado de Guardia Marina, a cuyo tiempo se le Incluyó en una promoción con el grado de Alférez de Fragata, y por esto no le corrió otro grado, sino el de Alférez de Navio cuando V.M. concedió dos a los demás. Pide Iturriaga el de Teniente de Fragata para este sujeto y asegura que, según su habilidad, le hubiera adquirido acá aunque no hubiese ido a la expedición.

Igualmente recomienda a los Guardias Marinas Don Vicente Doz y Don Nicolás Guerrero, que fueron sin ascenso a trabajar con Don José Solano y se han aplicado tanto que pueden servir de Geógrafos: pide para ellos los dos grados que se le dieron a los otros.

Últimamente dice que, por no tener Cirujano, retuvo para sí en Cumaná a Don Francisco Rodríguez, uno de los de la armada y pide la misma ayuda de costa de 20.000 reales que se dieron a los otros Cirujanos destinados desde acá y que se expida la orden a los oficios de Marina para que se le haga presente como a los oficiales.

El coronel Alvarado tenia escritas cuatro cartas a Don Ricardo Wall, con fecha de 20 de diciembre de 1755, a que acompañó un duplicado del reconocimiento que hizo en la provincia de Guayana, que comprende aquella historia natural y la forma de Gobierno de los Misioneros, comunicaciones con las Colonias Holandesas, sus grangerias y modo de vivir.

Acompaña copia de la Instrucción que le dio Iturriaga y satisface a ella capítulo por capítulo, haciendo ver que algunos son inasequibles y de camino se queja de la cortedad

que le dio para el viaje y que le había puesto en un destino donde pasaba mucha hambre y enfermedades.

En una de las cartas dice que llegaron allí a fines de junio de 1755 Iturriaga y Solano, derrotados de los aguaceros pero luego cayeron malos y otros del convoy de que ya estaban ellos mejorados. Que Iturriaga había de marchar, pero como ya los fines de diciembre no daban providencia para la marcha. Vistos los perjuicios de sufrir otro año en aquellas provincias, se persuadía a que procedía con orden de Don Ricardo Wall.

Últimamente, en otra carta de la misma, hace presente su mérito en 25 años de Capitán hasta el de Granaderos en lo mas crudo de la guerra y pide el grado de Brigadier.

NOTA

Este oficial, Alvarado, era Capitán de Granaderos del Regimiento de Lombardía. Don José de Carbajal, con la noticia de su expedición y pronto manejo, le sacó con el grado de Coronel de Infantería el año de 1750, para encargarle el despacho de los dos navios que fueron por los dos rumbos de la línea, y lo demás que ocurrió en más de tres años y medio, teniéndole destinado para que pasase después como segundo de Iturriaga y así lo ejecutó sin que se le diese otro grado, como se hizo con los oficiales de Marina. Reflexiones sobre estos hechos y otras especies que toca en sus cartas :

Llegó éste a Cumaná y en los principios halló propicio a su Gobernador, como lo manifiesta una de las cartas que escribió muy poco después de su desembarco con esta expresión: "Anduvo tan celoso el Gobernador, que el mismo día 10 tuvimos a bordo muchas embarcaciones para sacar los equipos y el 11 estaban pronto los alojamientos".

Después, cuando le presentó las cédulas y pidió los auxilios, experimentó todo lo contrario, practicando los excesos que van sentados de que viene justificación plena.

Quedóse ITURRIAGA en Cumaná más de catorce meses, sin saberse a qué fin, una vez que él mismo se queja de que el Gobernador no le dejó hacer nada; pero aún es más notable que retuviese en aquel puerto nueve meses la fragata que le llevó sin despacharla a Caracas, a donde llevaba su destino, ignorándose el motivo de la detención y más no habiendo dado cuenta entonces, ni escrito una palabra como debiera y pudiera en ocasión tan segura para que V.M. supiera la perjudicial detención o desobediencia del Gobernador de Cumaná y las enfermedades y miserias que experimentaban ya. Ni tampoco quiso escribir poco antes por mano del Gobernador de Caracas, pudiendo llevarle las cartas Madariaga cuando fue por 100.000 pesos, de suerte que no ha escrito sino las primeras a los ocho días de su llegada y éstas de ahora.

En algunas partes dice que no pudiera hacer nada si no fuese por los préstamos de sus amigos de Caracas, pero en todas omite la noticia de que su Gobernador le dio 80.000 pesos y sacó otros 20.000 de los efectos que llevó de acá, ni tampoco dice que envió a Madariaga por más dinero, aunque ignorase que le han dado últimamente otros 62.000 pesos.

Así mismo es de admirar que, después de tres años cumplidos, sale, en carta del 6 de abril de éste, diciendo cuanto siente no haber podido participar antes los sucesos pasados y que mientras le llega algún Secretario, tantas veces pedido, irá coordinando las noticias, etc.

Sobre ésto se previene que jamás ha pedido Secretario, ni aún ha escrito como él mismo confiesa y se percibe de todas sus cartas, y como estábamos aquí persuadidos de que era imposible en él semejante omisión, se creyó que el Gobernador de Cumaná le interceptaba las cartas, pero es justo y preciso libertarle de esa nota.

Lo que hay en esto del Secretario es que, estando ya señalado para que lo fuese de la expedición y Congreso un individuo de las Oficinas de V.M., propuso ITURRIAGA a Madariaga fuese en lugar suyo, manifestando iría contento si le daban el grado de Capitán de Fragata, que era su inmediato ascenso, y aunque sobre esto se le propusieran diversos inconvenientes, aseguró que las prendas de Madariaga y su amistad le quitaba todo recelo y este expediente verbal que pasó con Don José de Carbajal le adquirió el grado, y que pasase a las órdenes de ITUBRIAGA. Ahora se olvida de todo esto y echa de menos que no diesen a Madariaga los dos grados que a los otros y que no se le haya enviado el Secretario que no ha pedido.

Aún son mas notables y más de temer los resultados de la indisposición de este oficial con el Coronel Alvarado. Desde que llegó a Cádiz le empezó a faltar a la correspondencia de urbanidad, le quiso quitar el despacho del último navio en que de orden de V.M. estaba entendiendo, y pasaron otros lances que, sabidos por Don José de Carbajal, les advirtió reservadamente algunas cosas y decidió la competencia a favor de Alvarado.

Luego que llegaron a Cumaná, le destacó a la Guayana y no se han vuelto a ver sino una vez, de paso, en esta Provincia.

De aquí ha resultado alguna indisposición entre los dos, y aunque la presunción está a favor de ITURRIAGA por ser Superior, los hechos particulares que han pasado prueban claramente que el agresor ha sido él, además de lo que se puede afirmar extrajudicialmente.

Alvarado se unió con el Gobernador de Cumaná a fin de ponderar la pereza de ITUBRIAGA y su incapacidad para el mando, como se supo el año pasado, y también ha escrito clamando para que le saquen de allí, pero ITURRIAGA se señala contra él por cuantos caminos puede.

la primero, no le ha comunicado las instrucciones y secretos de la expedición, como se le mandó por orden especial, que no sólo a él sino a los demás Comisarios.

Lo segundo, para preparar la disculpa por si le hacen este cargo, le tiene siempre distante, y por eso dice en carta de 22 de febrero de este año, que no le comunicó los secretos que reveló a Madariaga y Solano, por si acaso se muere, y es muy de notar que siendo Alvarado su segundo y estando capitulado con la Corte de Lisboa, que ha de hacer de primero por su falta, no le haya comunicado estos secretos que llama tan importantes, aunque fuese por escrito, y sin embargo sé que tratan sólo de la canela, sin reparar que si sucediese su muerte sería muy de temer una general desobediencia contra Alvarado y otro nuevo embarazo con Lisboa, y no es imaginario el recelo, pues no puede menos de ser muy escandalosa tanta desunión con su segundo, y producir en los favorecidos una animosidad difícil de reprimir en aquellas partes.

Lo tercero, lo destinó y mantuvo en Guayana que, sobre ser uno de los mas distantes, es el más enfermo de todos, como él mismo lo experimentó con toda su comitiva en pocos días que estuvo allí de paso.

Lo cuarto, no ha usado de la menor coníianza con él sino únicamente con Madariaga y Solano, y aunque la elección de confidentes depende del genio y de las pasiones, debiera en este caso reprimirlas porque así lo quiere S.M.

Pasando a otros asuntos, se repara que en el mes de octubre de 1756, dice que ya no espera mas que la respuesta de estas cartas para transportarse luego al Río Negro, pero en las posteriores que escribe en febrero, marzo y abril de este año de 1757, no toca ya este asunto ni dice si está o no en estado de pasar adelante, antes bien, en la de 22 de febrero, dice que no pudo ir a los raudales porque fue preciso enviar a su casa los Indios Vogas.

Ademas de ésto, están todas las cartas tan descarnadas y secas, que ni se percibe idea del estado en que se halla, ni de la situación de las provincias y comunicaciones de sus ríos. Se disculpa con la falta de Secretario, pero no se halla excusa al empeño de querer penetrar todos los secretos de un terreno cuyo clima es poco menos que inhabitable y aunque en él se comprendan las mayores riquezas, sólo podrán servir sus especulaciones para adorno de la historia natural.

Da noticia de la muerte del Botánico, con expresión de que allá no hay otro que ocupe su plaza, y como el fin principal de su envío fue para la canela de la provincia de Quijos y Macas, parece que con la instrucción circunstanciada que se le dio y otros secretos que dice tiene adquiridos, bastará para que pueda dirigir a los discípulos del Botánico.

Hace su especial recomendación a favor de Don Juan Ignacio de Madarlaga, Don Ignacio Milhau, Don José de Santos y Don José Monroy, para que el Gobernador de Caracas les permita vender sus generalas en aquella provincia, como se lo permitió a otros, expresando que estaban ya compuestos con la compañía y que VM. no querrá arruinar a los que se les concedió por gracia particular y se han hecho acreedores a otras.

Estas generalas se concedieron con facultad de Internarlas a Santa Pe y el Perú, pero no se habló de Caracas, ni quiso el mismo Iturriaga por especial atención a la Compañía que entonces (y aún ahora) necesitaba los mayores auxilios, ni tampoco se cree que después de tres años y medio están existentes las generalas, antes bien, si diésemos crédito a varias noticias extrajudiciales, tal vez podría servir la resolución favorable para ocultar algún desorden en el futuro •embarco, y aunque esto no se crea ni presuma no dejará de influir esta consideración en la providencia que se tome.

Pide, en carta separada, que V.M. envié una Cédula de libertad para los Negros fugitivos de las colonias Olandesas, a fin de que vengan a nuestros dominios y ésto lo hace apoyado en el dictamen de los misioneros capuchinos, cuya proposición merece desprecio, porque VM. no es dueño de ellos ni es permitida semejante hostilidad aunque estuviésemos en guerra con aquellas Repúblicas, no porque los Olandeses no ejecuten equivalente excesos, pero lo hacen secretamente y

Añade que, además de lo que propone ITURRIAQA, es menester quitar al Gobernador de Cumaná y enviar luego una embarcación con víveres para transportarlos a Cabruta, siendo preciso que el Gobernador de Cumaná sea amigo para darles el tasajo, casabe y demás utensilios que pueden ofre,-cerse, y ésto parece que es el fin de la venida de Madariaga, porque en otras especies que toca ni están digeridas ni conviene abrazar en aquel terreno empeño de consideración, de suerte que con una carta más se pudiera haber excusado la venida de Madariaga.

De todo ello se infiere que, sin haber hecho en tanto tiempo otra cosa que empeñar inconsideradamente a sus subalternos en manos de la hambre y de la intemperie, no hemos sacado otro fruto sino unos cajones de ojas y cortezas parecidas a la canela. No ha empezado a trabajar en su principal destino, y no repara en pedir premios para los de su parcialidad, sin hacer mención de Alvarado, que es el único que se fue sin el premio equivalente a los otros, y esto es lo principal que resulta de sus cartas, en cuya inteligencia resolverá VJM. lo que sea más de su real agrado y servicio.

Madrid, 8 de agosto de 1757.

(Archivo General de Simancas. Legajo 7391, folio 3).

Madrid, 22 de agosto de 1757. Para el Rey. Consulta de Secretaría de Estado sobre el comportamiento de Iturriaga. (Redactada por el Director General Auzmendi, conforme se infiere del texto).

Señor:

Para despachar cuanto antes el dilatado trabajo de la nueva línea divisoria, se enviaron dos partidos de Comisarios, unos por el rumbo del Sur y otros por el del Norte, de la línea.

Por el Sur fue el Marqués de Valdelirios y los suyos, y por el Norte Don José de ITURRIAGA con otros Comisarlos y Geógrafos.

Estos salieron mucho después que aquellos, llevando a su cargo, ademas del fin principal, diferentes comisiones que han de ejecutar en el camino.

Llegaron al puerto de Cumaná, y sin embargo de varias cédulas y órdenes dirigidas a este Gobernador para que le auxiliase con todo cuanto tubiese en su jurisdicción, negó este auxilio con excusas insuficientes y aún embarazó los medios que preparaba ITURRIAGA para habilitarse a costa de los fondos que llevó y el caudal que se le dio en cajas de Caracas.

Sobrevinieron después las enfermedades y muertes de un Comisario, del Botánico, algunos Geógrafos. ITURRIAGA se detuvo mas de lo justo: no ha escrito a S.M. lo que le pasaba, como debiera, y pudo executar en muchas ocasiones hasta ahora que envía al Capitán de Fragata Don Juan Ignacio de Madariaga para que explique todo lo que él omite en sus cartas y pidiendo auxilio, cuya venida se considera impertinente.

Los autores de todo el daño son Don José de ITURRIAGA y el Gobernador de Cumaná: la suma de todo es que cumpliéndose ahora tres años y medio que llegaron a Indias, aún no han salido del rio Orinoco para ir al Negro, donde deben acudir los Portugueses.

Las causas están desmenuzadas en el extracto adjunto con las reflexiones que acompañan, en donde verá S.M. que si tenemos la felicidad de que esté servido por los que fueron al rumbo del Sur, se verifica al contrario en éstos del Norte

Mandó V.M. que Don Julián de Arriaga pusiese su dictamen, y que después lo viese Don Francisco de Auzmendi, y están conformes en las providencias siguientes:

Que se quite al Gobernador de Cumaná no solo por castigo (muy leve a correspondencia de sus culpas, en que está confeso) sino para que concurra otro con todas sus fuerzas a esta última habilitación.

Que sea -éste interino por el poco tiempo que le falta, mientras V.M. le nombra sucesor, respecto de que no se podrá habilitar el nombrado con la celeridad que conviene.

Que el interino sea el Gobernador de la Trinidad, o el Comandante del Batallón de Caracas.

Que se reprehenda con secreto y severidad a ITURRIAGA todos sus defectos, cargando la mano sobre tres puntos: el primero el escándalo y mal ejemplo con que tiene separado de si al coronel Don Eugenio Alvarado que es su segundo, sin darle parte en nada contra lo que le está mandado; el segundo que se venga proponiendo una multitud de gracias a favor de los que hasta ahora no han hecho nada; y el tercero que se haga asunto principal descubrir los secretos de aquel río y sus provincias situadas en clima que él mismo llama homicida, advirtiéndole muy seriamente que su fin principal expreso en todas las instrucciones y órdenes es cumplir el empeño con los Portugueses y mejorar la canela de la jurisdicción de Quito.

Se le encargará mucho la buena correspondencia con ellos. Se le dirá a S.M. no viene en dar una cédula que pide, declarando por libres los Negros fugitivos de los Olandeses, por ser injusta y aún indecente, no obstante el dictamen contrario de los Misioneros, y que les haga entender que S.M. protege en sus dominios a los fugitivos por causa de religión.

Se le negará el ascenso que pide para Madariaga, extrañándole que afirme le tendría, si no hubiese ido allá y ad-vírtíéndole que debió excusar su venida, como también que le haya pagado sus sueldos con exceso, teniendo tan mal atendidos a los otros dependientes.

A los Guardias Marinas que hay allá se les hará Alféreces de Navio, por ahora empezarán a servir de Geógrafos.

Se negará, la licencia que piden de vender en Caracas las generalas y la ayuda de costa que propone para el Cirujano de Marina.

No siendo necesario que vayan de aquí más Geógrafos

ni más personas que Madariaga y un Botánico, se le enviara la orden que pide para que los Gobernadores le den Oficiales de quien pueda servirse en caso necesario, y especialmente que tome un Secretario entre ellos, encargándole que use de esta orden con moderación y advirtiéndole las equivocaciones que se le han notado sobre este punto de Secretario.

Se dirá al Coronel Alvarado lo mal que le ha parecido a V.M. su correspondencia secreta con el Gobernador de Cu-maná, a fin de censurar la conducta de ITURRIAGA; se le apercibirá a la unión con él, se le animará para en adelante, sobre el supuesto de que se tienen presentes sus servicios y se sabe el trabajo con que los continúa.

Se aprontará luego un aviso para Cumaná en que irán de pasajeros Madariaga y el Botánico y se le llevarán a ITTJ-RBIAGA 50.000 pesos, arinas, aguardientes, etc.

Madariaga llevará el nombramiento de V.M. para cuarto Comisario, que es la última resulta por muerte de Don Antonio de Urrutia, que era tercero, ITURRIAGA le propone sin señalarle lugar, y se pudo creer que era para tercero, pero ahora repugna a la mente del tratado con la Corte de Lisboa en que se capituló que los inmediatos ocupen los lugares de los primeros que falten, y asi es preciso que Madariaga vaya de cuarto, quedando Solano el tercero y despachándole aquí el título sin hacer mención de la propuesta que hace a su favor ITURRIAGA, a quien se le advirtirá no tubo facultad para ello.

Se harán otras advertencias menores, y se considera pn, ciso avisar a Lisboa por medio de su Embajador el estadi* de la expedición y causas forzosas de haberse detenido.

Madrid, 22 de agosto de 1757

(Archivo General de Simancas. Legajo 7391, folio 12), Colleccao Varnhagen, doc. 180. Madrid, fines de agosto de 1757 (consta doc. 179). Despacho del Ministro Wall para Iturriaga, reprendiéndolo, de conformidad al documento anterior.

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De una minuta de carta del Señor Wall al Señor Don José de Iturriaga, reservada, notándole sus excesos y repre hendiéndoselos, severamente.

Las primeras cartas que se vieron de V.M. con fecha UL muy pocos días después de su llegada a Cumaná, se redujeron en substancia a proponer si estando mandada dar la mesa a todos los dependientes de la expedición deberían también ser comprehendidos en gratificaciones muchos que no incluye la Ordenanza de Marina, refiriendo la prontitud y celo con que se empleó el Gobernador en la descarga del Navio y alojamiento de los que iban a su bordo, y aunque a estas cartas se dio pronta respuesta, parece que no ha llegado a manos de V.M.

Causó admiración que en el mismo Navio y con fecha posterior que dirigió el citado Gobernador al Marqués de la Ensenada, para que se le aprobase su resolución de no dar & V.M. dinero ni cosa que lo valiese, no obstante la decisión clara de la cédula de 19 de Junio de 1753, que se le intimó y como aquí se viesen impertinentes excusas que insinuaba, ya <jue los Indios hacían falta y no pagarían los tributos mientras sirviesen, ya que si entregaba tropa seria preciso reemplazarla con labradores, ya que necesitaba todas las embarcaciones hasta que encontró las leyes que tratan de librar -. cuídales de Real Hacienda que le parecieron bastantes para absoluta exclusiva, sin embargo de las concluyentes razo-con que Vil. le hizo ver que no eran del caso, se extrañó la falta de cartas de V.M. en una ocasión tan impor-ite y en el principio de los preparativos a que solo podían concurrir estas provincias, gobernadas por un hombre enteramente opuesto al curso de la expedición, y más debiéndose sospechar que en el mismo Navio se condujo a la causa de su enemiga, como se infiere de la repentina mudanza que hubo con diferencia de pocos días de la llegada entre el primer auxilio para el desembarque y la denegación de todo alivio para después.

Llegaron las cartas del dicho Gobernador después de la separación del Marqués de la Ensenada y aunque al instante se echaron menos las de V.M. se presumió que tal vez se las podían haber extraviado o que vendrían en algún otro Navio de la Compañía, pero no habiendo sucedido así, dio cuenta últimamente el Gobernador de Caracas del dinero que había entregado a Don Juan Ignacio de Madariaga, en virtud del poder de V.S. y llegó con el Navio Don Santiago de Zuloaga, sin carta ni la menor especie tocante al estado de la expedición.

Con todo eso, luego que supo por cartas particulares que V.S. después de haber tocado con la Guayana se estableció en Cabruta, se esperaba que diese noticia formal de su estado tanto mas necesaria cuanto se había engrosado la fama de las enfermedades, hambres y miserias a que han estado sujetos todos esos dependientes, aunque no fuese sino para sacarle cuanto antes de un país que V.S. mismo llama homicida.

Últimamente, al cabo de tres años cumplidos, escribe V.S. enviando a Madariaga para que explique su mente en lo que no expresa cuya diligencia hubiera sido mas oportuna en los principios, aunque siempre inútil para el fin público de la expedición y mucho más ahora que después de tanto tiempo no pueden conducir las noticias de este oficial sino para acelerar la idea de que se tenía acá por precisa de que V.S. abandone el río Orinoco y sus provincias, recogiendo lo trabajado que a lo menos conducirá para disminuir el recelo de que se establezcan extranjeros vista la intemperie del clima y las dificultades de la naturaleza.

Después del fallecimiento del Señor Don José de Car-bajal ha tomado el Rey tan de su cuenta el conocimiento por menor del tratado de Límites, su progreso y resultas, que apenas tendrá ejemplar, ni será creíble, si no a quién ha visto, pues llega a la menudencia de ver y corregir las minutas de las órdenes y hacerse leer las cartas más dilatadas, sin fiarse de extractos y habiéndose puesto en su noticia lo que ha pasado en la expedición del cargo de V.S. junto con sus cartas halla las notas y reparos siguientes:

Lo primero, que siendo V.S. y el Gobernador de Cumaná los autores de los daños y atrasos experimentados por que los demás no han hecho sino obedecer, duda S.M. racionalmente quién de los dos tendrá más culpas, si el Gobernador negando el el ausilio, o V.S. callando este (suceso) exceso y las enfermedades y miserias que se siguieron, habiendo ceñido tantas ocasiones seguras en que pudo y debió dar cuenta.

Lo segundo, que se disculpe con que no le han enviado Secretario tantas veces pedido, para no escribir ni avisar en tres años lo que ha ejecutado sino únicamente la simple noción del árbol parecido a la canela y sobre esto me manda el Rey hacer memoria a V.S. de que, con este fin y por su especial empeño con el Señor Don José de Carbajal, llevó a Ma-dariaga por secretario de la expedición aunque solo se le man do pasar a las órdenes de V.S. y le dio el grado de Capitár de Fragata, que no le correspondía, ni aún ahora lo fuera según su antigüedad, y que se ha hecho mucho más notable que diga ha pedido muchas veces Secretario cuando de todas sus cartas y de lo que ha informado Madariaga consta que no ha escrito otras sino esta y las primeras arriba citadas de que remite copia, pues no se cree hable de las veces que le pidió acá, constándole que para este oficio estaba elegida otra persona y no fue por su empeño eficaz a favor de M> darlaga.

Lo tercero, la separación perpetua de Don Eugenio Al varado, segundo de V.S., de quien solo se debió separar por causa muy forzosa, y aún en este caso llamarle alguna vez por evitar el escándalo que forzosamente se habrá seguido, y aún el mismo se haría muy digno de excusa, si a la vista df semejante abandono tan ajeno de los hombres de su honra, profesión y grado, hiciese alguna demostración en su desagra vio, mucho más habiendo mandado el Rey a V.S. que comunique con él todas las instrucciones, órdenes y secretos de la expedición, de que parece que está V.S. tan distante, que con el natural temor de la muerte se fue a comunicar sus secretos de la Canela con Solano y Madariaga, y no con Alvarado, porque estaba ausente, de que se infieren dos cosas: la primera, que si V.S. falleciese estará en manos de sus amigos que corra o no lo resuelto de que el segundo ocupe su lugar y especialmente en las de Madariaga, que quedará con todos los papeles, fondos y crédito de la expedición, sin que Alvarado tenga quien le obedezca, ni le puede de ningún modo competir a Madariaga; la segunda, que, tomando V.S. tan a la letra las órdenes del Rey, le será muy fácil que su segundo haga un papel ridículo y muy ajeno de la voluntad de las dos Cortes, solo con enviarle a cualquier encargo de ordinaria ejecución y confianza.

Lo cuarto, ha notado S.M. que se venga V.S. proponiendo tantas gracias por los que no han hecho nada del fin principal, y se ignora lo que habrán hecho en el accesorio, de que no da cuenta por falta de Secretario, pues para el caso lo mismo es que la inacción proceda de culpa suya o ajena; ademas de que también se ignora el fundamento que tiene VB. para afirmar que si se hubiesen quedado aquí vendrían ya los ascensos que propone, y es preciso advertirle que Madariaga en menos de dos años fue Teniente de Navio y Capitán de Fragata, dejándose atrás hasta unos cuarenta oficiales mucho más antiguos, que gran parte de ellos no le ceden nada de mérito. Tocante a los demás, no se alcanza como en tan poco tiempo debían haber ascendido a los tres grados, y sin embargo, de todo considerando que los dos Guardias Marinas que llevó Solano han de servir ahora de Geógrafos, saliendo de su discipulado, ha resuelto S.M. se les confiera hasta los dos grados por la misma razón de igualarlos con los demás oficiales de Marina, y no distinguirlos como V.S. propone de que va carta separada de los títulos y no se puede menos de reparar que los únicos exceptuados de la recomendación de V.S. son Alvarado y Solano. Se entiende que éste no debía serlo, porque llevó tres grados sin ejemplar, remunerándosele al mismo tiempo, lo que trabajó antes de embarcarse, pero Alvarado fue el primer llamado para la expedición y se empleó aquí cerca de cuatro años, sin más premio que los dos grados que se le dieron cuando se le sacó de su Regimiento, y en esta conformidad ha seguido su mala fortuna en el terreno más enfermo de todas esas provincias manteniéndose constantemente a pesar de tanta enfermedad y miseria hasta que logró satisfacer la instrucción de V.S. examinando todos los secretos de la provincia de Guayana, de cuyos trabajos merecía a lo menos que se le incluyese con unos muchachos que fueron para aprender, y lo conducente que han adquirido se reduce a instruirse para una vulgar observación astronómica.

Lo quinto, que diga y repita V.S. no hubiera hecho nada sino fuese por el dinero que le dieron sus amigos, sin nacer mención de los 100.000 pesos que llevó Madariaga de Caracas, sacados los 80.000 de cajas y de que se envió últimamente por más dineros, aunque no supiese que le habían entregado otros 62.000 pesos. Sólo se explica V.S. por menor los socorros que le envió el Gobernador de la Margarita para preparar otra recomendación sobre que se le dé el Gobierno de Cumaná y este proceder es mucho más notable, viendo que avisa los excesos del que actualmente le sirve, cuando le desea desocupado para que tenga efecto la recomendación.

Lo sexto, se ha extrañado V.S. se detuviese en Cumaná más de un año, tolerando tantos desaires del Gobernador y otros nuevos excesos de que da cuenta; y también se ignora a que fin se detuvo allí el navio y su tripulación muy cerca de nueve meses hasta primeros de Enero de 1755, que salió Zuloaga para Caracas.

Lo sétimo, queda S.M. con el cuidado de si V.S. podrá salir en el verano próximo, pues aunque en carta de 20 de enero luego que reciba la respuesta de estos pliegos, escribiendo V.S. después en Febrero de este año y la última a seis de Abril, no vuelve a tocar este punto, antes bien, en una de ellas dice que no pudo ir a los raudales por la precisión de dar licencia a los Indios Vogas para que fuesen a sus casas.

Lo octavo, que no dando cuenta V.S. si están o no pagados los dependientes de la expedición y sin embargo de tenerse aquí noticias por varias cartas particulares del disgusto de todos por la miseria con que se les trata hasta el extremo de desertar uno de ellos, y otros hacer instancias para que se les saque del poder de V.S. se le preguntó a Madariaga y manifestó que se les había dado algún socorro, pero como al mismo tiempo pidió indulto para 12.000 pesos procedidos de sus sueldos que ha traído aquí, confesando llanamente el exceso de 1.500 que trae de más porque solo tenía devengados los 10.500 y expresado que se queda con ellos a buena cuenta lo que devengará después, debe suponer este hecho que todos los demás estarán a lo menos corrientes en sus pagas y que V.S. no teme la falta del dinero, pues se desprende del caudal que ha venido aquí, en que se comprehende otra partida de 14.000 pesos de Don Ignacio Milhau, que también confiesa Madariaga se han traído acá.

De aquí resulta otra consideración, y es cómo han podido devengar tanto dinero en tres años estos dos oficiales, mayormente suponiendo que sus generalas no se han vendido. Madariaga confiesa que su haber resulta de sueldos y ayudas de costa, y según parece aún han dado mayores éstas que aquéllos, debiendo V.S. en todo caso dar cuenta de las ayudas de costa que ha librado con individual expresión de sus causas, para que aquí se determinase aprobarlas o excluirlas.

De todos estos antecedentes se han seguido tres daños principales. El primero la muerte de tantos inútilmente empleados en esa Comisión; el segundo el desafecto con la persona de Alvarado, que se traslució en Cádiz y se ha explicado escandalosamente en esas provincias; y el tercero la ruina de las cajas de Caracas y la precisión de que vaya Solano a recoger lo que haya quedado en las demás del Reino, y es cosa digna de admiración que no diga V.S. ni conste si ha establecido algún género de intervención para el gasto de caudales, de acuerdo con los demás comisarios, cuyo defecto probará claramente que ni aún tiene cuidado de sí mismo, ni le aflige el recelo de quedar implicado en unas cuentas difíciles o de imposible aprobación, sobre que se le previene a V.S. lo conveniente en orden separada, no solo por seguir en la forma posible el orden y modo con que distribuyen los caudales de Real Hacienda, sino también por resguardo de su persona.

Con todos estos daños aún son más de temer otras dos resultas: La primera' que vaya adelante la desunión con Al-varado, y la segunda que haya alguna incidencia embarazosa con unos hombres de tanto pundonor como los Portugueses.

Quanto a la primera, debió V.S. desde Cádiz ocultar enteramente sus afectos o no haberlos manifestado con la indecencia de intentar apoderarse de la comisión de cargar el navio en que estaba entendiendo Alvarado, de orden del Rey, sobre lo que se pasó la orden que V.S, sabe y esto es omitiendo otras especies domésticas que se supieron por varias partes y se nota mucho en aquella ciudad, hubiera sido mejor que V.S. hablase claro diciendo que no quería tal segundo, pero después que el Rey ha hecho tal confianza y distinción de su persona, debe V.S. sujetarse a la decisión de sus reales órdenes, que le llegan inmediatamente con él, mortificando su propio afecto, y haciéndole esclavo del servicio de S.M. que así lo quiere, porque no le faltarán horas para entregarse al gusto de los amigos que sean de su genioT aunque siempre será mejor no negarse al obsequio de Alvarado para evitar escándalos, sobre cuyo asunto se le previene también lo conveniente y con igual reserva al referido Alvarado, pues no se ignora lo que ha delinquido, ni la calidad de su genio.

Por lo que mira al tratamiento futuro con los Portugueses no es fácil prevenir desde aquí lo que V.S. deberá ejecutar, pues aunque están dadas reglas para evacuar esa Comisión

con la debida individualidad, se ofrecerán sin duda, algunas incidencias tal vez de oscura decisión, y tal vez más intrincadas por el corto talento de los que concurran, y, sobre todo, queda siempre en pie el trato frecuente de urbanidad que suele ocasionar otras incidencias más peligrosas. Se sabe que el genio y aspecto de V.S. declina con exceso a la seriedad, aunque en esta parte se queda con el consuelo de que en todas las ocurrencias sabrá suavizar el trato y desmentir las señales exteriores; Por lo que mira a las que resulten de la expedición quiere S.M. que en esta parte ceda V.S. cuanto pueda sin indecencia, y cuando considere que no puede ceder se valdrá del medio de que se dé cuenta a los dos Soberanos, sin contención ni disputa como está capitulado entre las dos Cortes ; bien es verdad que en ese terreno tenemos tan corto interés que no se esperan muchos reparos.

Todo esto que se lo digo a V.S. de orden del Rey, es efecto de la mala satisfacción con que ha oído semejantes noticias y V.S. deberá recibir esta reprehensión reservada con la más profunda gratitud por que se contenta S.M. con la diligencia, exactitud y buen servicio que espera en adelante de un hombre del honor de V.S. para borrar de su memoria los descuidos pasados.

Yo, por mi parte, puedo decirle que la división de V.S. con los demás, el huir de sus consejos, la inacción y todo lo demás que puede notarse entre V.S. y sus dependientes, no puede tener otro paradero sino la ruina común de todos y la exclusión de la gracia del Rey, y asi creo que la absoluta negativa de todas las que propone V.S. resulta más de su real benignidad, que no de su justicia, para que destituidos por ahora de sus esperanzas queden con esta mortificación más bien dispuestos para concurrir unidos al fin principal, y al particular beneficio de cada uno, pues de lo contrario no podrán sacar sino confusión y deshonra y más cuando S.M. examina por sí mismo las cosas y las juzga por su sentido, sin detenerse en la letra más que lo preciso para discernirle.

Dios guarde, etc. No tiene fecha, pero en la carpeta dice así.

MADRID, ...... de .............. de 1757.

Apéndice  U Carta de ITURRIAGA a Alvarado.

"Mi amigo y servidor: El otro dia estuve en Cádiz pero tan de prisa que no pude ver a V., será otro dia, y entre tanto para hacer cuentas con el buque libre que tenga la íragata, dígame qué le resta que embarcar de ranchos y demás conveniente al viaje, y también cuanto familia llevará V. y cuantos baúles, cajas, etc. asi suyos como de sus criados.

Me dicen que el P. Haller estuvo ayer aquí a decir que pasaba hoy a Cádiz y con esta noticia va para él la adjunta, que estimará a V. se la mande entregar.

Repito a V. mi fiel amistad y obediencia y ruego a Dios guarde a V. muchos años.

Puerto de Santa María, 21 de Noviembre de 1753. B.L.M. de V. su mayor servidor y amigo.

Don Joseph de Iturrlaga".

Carta de ITURRIAGA al ministro Carvajal.

Pechada en Cádiz, a 5 de diciembre de 1753. (Fragmento)

"Sé por experiencia que los caribes del Orinoco no desamparan los territorios por venir a habitar las otras márgenes del Rio, por mas que los lisonjeemos con ventajas, ni tampoco condescenderán en admitir misioneros; pero puede ser que permitan, que, como auxiliares y amigos mios, pongamos en su territorio un pueblo nuestro, y, si esto se consigue, vendremos a dominarlos insensiblemente, y este me parece el mejor término para el intento de V.E. y si fuese de su aprobación convendría expedir una orden al Virrey de Santa Fe y a los gobernadores de Maracaibo y Caracas para que permitan venir a la nueva población las familias de los llanos de sus respectivas jurisdicciones, que son terrenos del mismo temperamento que el país de los Caribes, y por tanto les será cómoda la transmigración".

(Archivo General de Simancas. Leg. 7376, f. 225)

Carta de ITURBIAGA al Marqués de Valdelirios, poco antes de la partida. (Fragmento).

"...yo estoy tan cansado de bogar al remo que ahora diez años me pusieron en las manos, que me veo todo cano, desdentado y deshecho, pero con espíritu para no desistir de la empresa, aunque fuera mil veces más trabajosa..."

(Archivo General de Simancas. Leg. 7425, f. 127)

Carta de ITURRIAGA a WALL, fechada en Puerto Sano de Orinoco el 1 de diciembre de 1756. (Explicación de la tardanza en llegar a Río Negro).

Archivo General de Simancas. Legajo 7390, ff. 27-28.

"Muy Sr. mió: Si las enfermedades y persecuciones padecidas hasta ahora no me hubieran hecho cortar los pasos y pensamientos, tenia bastantes providencias y caudales para acudir a los gastos hasta presentarnos en Río Negro ateniéndome para allá, a los socorros prometidos de los Portugueses, sin omitir al mismo tiempo el recurso a Quito, para nuestros sueldos devengados y corrientes, según la cédula del asunto; pero las enfermedades inabilitaron a quienes podía enviar a San Fe y Quito, ni aun en el dia hay quien pueda hacer esta diligencia personalmente, sino Solano a quien (aunque no bien convalecido) envío a Santa Fe, para que se informe del Virrey y tantee, lo que podamos esperar de aquellas Cajas Reales y de las de Quito, que temo hayan flaqueado con los estragos del terremoto. Esta diligencia de Solano no le detendrá más tiempo que el muy preciso, y después se hallará este oficial en mi compañia para seguir oportunamente su destino de Comisario. Tengo a Alvarado en Carichana, a Mil-íiau en el Raudal de los Atures y paso yo a él y al de los Maipures, con Doz y Guerrero, para preparar provisiones, habilitar las embarcaciones y sus bogas y allanar las dificultades con que nos amagan los Misioneros. A este fin, tengo ya abierta comunicación y amistad con los Capitanes Indios que pueblan el Orinoco y Cazíquiare hasta el Rio Negro y el mas famoso de ellos con algunos otros han venido ya a ofrecer su obediencia y sus gentes para los trabajos, en cuya confirmación han traído al Raudal cazabe y otras bagatelas de regalo a Don José Solano que los ha agasajado y despachado contentos en repetidas ocasiones, sin tocarles a materia de Misioneros, de quienes se manifiestan quejosos, haciendo conmemoración de algunos sucesos pasados; pero con la continuación del buen trato y viendo que teniéndolos sujetos con superiores fuerzas no los incomodamos, debemos esperar se resignen y admitan y aun pidan Padres que los instruyan, sobre cuyo asunto noticiaré a V.E. mas adelante lo que fuera ocurriendo por que la veleidad de los Indios es notoria y nada se puede pronosticar sobre su inconstancia.

Dios guarde, etc., etc."

Carta de Iturriaga a Wall, fechada en Puerto Sano de Orinoco el 20 ed octubre de 1756.

Archivo General de Simancas. Legajo 7390, ff. 25-26.

"Muy señor mío: Luego que llegué a Cumaná solicité los que se decían prácticos del Orinoco y entre ellos el capitán que fue de la escolta de Jesuítas D. Carlos Navarro: este y todos unánimemente me representaron insuperables los raudales de los Atures y Maipures para las embarcaciones y tren de la expedición, considerando el tamaño preciso de aquellas y lo inexcusable de este. Estos informes me determinaron a tocar el imposible o lo factible con la experiencia, antes de escribir sobre ello; y a este fin, tomadas las precisas disposiciones, haviendo embiado a Don Juan Galán por tierra a Cabruta para que se anticipase desde alli a ver los raudales y preparar alojamientos y almacenes en ellos, salí de Cu-maná, precediéndome los Comisarios subalternos con la comitiva, escolta y gente de servicio correspondientes; pero estos, aquellos y todos hemos hallado en la Guayana una demora maligna, o encadenamiento de enfermedades, cuya relación pareceria hiperbólica a quien no la ha experimentado. Después de muchos meses de continuo padecer, sin arbitrio, ni poder habilitar embarcaciones para huir de aquel homicida pais, logramos un pequeño intervalo de convalescencia, a costa de las vidas de algunos y deserción de otros que huyeron horrorizados de la intemperie. A este tiempo esperaba también las noticias de los progresos de Galán en los Raudales y recibi la de su muerte en el de los Atures, que fue el 28 de noviembre del año pasado. Por Febrero de este año despaché para substituir por Galán a D. José Solano acompañado de Dn. Ignacio Milhau, D. Vicente Doz y D. Nicolás Guerrero, todos convalescientes, con la escolta y demás conveniente, a experimentar de hecho la insuperabilidad ponderada de los Raudales y poder informar de todo a V.E. como lo hago ahora que acaba de llegar D. José Solano con Doz y Guerrero, todos tres enfermos; pero con las buenas noticias de haber vencido las temidas dificultades; pasó el mismo Solano embarcado en un champán el primer raudal, y ha hallado vencible el segundo en la misma forma, cuya diligencia ha comprobado mis esperanzas y esforzado los ánimos, tanto que por nuestra parte estamos ya promptos a principiar la linea divisoria en respuesta de esta carta, no considerando en el tránsito para Rio Negro otro invencible tropiezo, tomando el tiempo oportuno para la navegación. Las noticias que me dan de las escaseces de Rio Negro para nuestra manutención los que saben de aquellas partes, la respuesta que por instantes he esperado de la carta que el año pasado escribió D. Juan Galán por mi orden al comandante de la casa de la bandera de los Portugueses; el no tener noticia de la llegada de los expedicionistas a Rio Negro; el ser

ya estrecho el tiempo para el arranque desde aqui; las enfermedades que aún no nos dejan respirar a los pocos que somos; y la falta que para allá hacen los muertos, me dan tiempo y motivo de informar a S.E. de quanto hasta ahora ha ocurrido y lo que conviene para más adelante. Y para asegurar cuanto por ahora aviso a VJE. por si por motivo de guerra u otro accidente se perdiese lo escrito, he determinado, que el capitán de fragata D. Juan Ignacio de Madariaga sea el portador, y por él sabrá V.E. lo que pudiese echar de menos en ésta y las adjuntas que procuraré reducirlas a lo preciso. Lo más de las embarcaciones de los gobiernos de Cumaná, Margarita y Trinidad eran inútiles para los fines de la expedición por varias circunstancias, y después de este reconocimiento fue preciso fabricar nuevas, y como de facto se concluyeron el año pasado en la Trinidad y Guayana hasta el número de veinte y siete de varios tamaños y figuras, para lo que tuve que vencer más dificultades que las que nos presentan los Raudales y malos pasos de Orinoco pues aunque emprendí estas construcciones en paraje cómodo de la jurisdicción de Cumaná, el Gobernador me atajó los trabajos, embargando y quitándome con el pretexto de hacer cureñas para la plaza, el constructor de las embarcaciones y sus oficiales, y me vi precisado a suspender todo en aquella parte, perdiendo el tiempo y lo trabajado, y recurrí a otra, en que no i'uese la expedición tan perseguida, y en fin, aunque con mil trabajos todo se ha hecho y me hallo con la satisfacción de tener embarcaciones aptas para el viaje, superados los saltos del Raudal de los Atures, pues ya los champanes están a la banda de arriba de ellos, y en conclusión a la entrada de las brisas del año que viene, podemos hacer el paso a Rio Negro, si V.E. no tuviese por conveniente otra cosa.

Dios guarde, etc., etc."

Carta de ITURRIAGA a WALL.

Archivo General de Simancas. Legajo 7396, f. 11.

"Muy señor mió: Con fecha de primero de diciembre de 1757 informé a V.E. de mis primeros pasos en punto a los Negros alzados de Surinán y de la buena disposición de los Padres Capuchinos Catalanes, misioneros de Guayana, a emprender su solicitud con tal que se moviese un grave inconveniente en que tropezaba su celo.

Para recuerdo de todo en su extensión, incluiré en esta la copia de mi citada, y la de otra que me escribió el Padre Prefecto de aquellos Misioneros, y añado que ansiosos de dar principio a tan grande obra han enviado acá al padre Narciso de la Bisbal (impuesto en todos los trámites de viaje y en muchas particularidades concernientes a el y a las diferentes naciones de Indios que habitan el terreno del viaje) a fin de que pida a V.E. la resolución de S.M. en tan importante asunto. Este Padre viene suficientemente instruido del camino de las Naciones intermedias, su calidad, rios, y demás que pueda conducir al intento. El camino es de más de treinta dias, los Indios de él dóciles, unos en pueblos formados, y otros en ranchos y ningún rio caudaloso, pasando el camino por las cabeceras de los que desaguan en el Caroni por la orilla oriental hasta dar con el primer pueblo de Negros llamados leremista, y de este que no dista mucho de los rios Maho y Rupononi o Apononi, como lo llaman los naturales, sigue el camino para otro muchos, pasando el rio Esequibo por las juntas de Rupononi.

Tengo formado un borrador de mapa de todo este camino con sus jornadas y con las individualidades predichas, y espero otras noticias que ha ofrecido enviarme el Padre Narciso para añadirlas al borrador y ponerle en estado de pasarle a V.E.

Entre tanto, diré a V.S. que el tiempo más propio para dar principio a esta empresa, es el mes de Henero y que los Octubre de 1756 dice que estaba pronto para navegar al Rio

Padres se contentan con diez o doce hombres para escolta del viaje, por si V.E. gustase pasar a noticia de S.M. las que he comunicado a V.E. en esta materia a fin de que S.M. resuelva lo que fuera más de su real agrado.

Dios guarde, etc., etc. Cabruta, 8 de Julio de 1758".

Carta de ITURRIAGA a WALL.

Archivo General de Simancas. Legajo 7396, f. 7.

"Excmo. Señor:

Muy señor mió: Demás de las muchas labranzas que tienen hechas y están haciendo los Indios de Atabapu, se hacen otras por los que envió el Gobernador de Caracas. Están encargados y trabajan en lo mismo los muchos indios de Casiquiare y otros del alto Rio Negro, a fin de que la escasez de cazabe de estas Misiones no sirva de embarazo al cumplimiento de las resoluciones de S.M. relativas a lo comisión de Limites.

El pueblo se ha aumentado considerablemente y se aumentará más cuando lleguen dos capitanes de Rio-Negro amigos y parientes de Cruceru, que insisten en juntarse. Hay noticias del rio Iniricha que también quieren poblarse los Pu-navis, nación numerosa y bizarra, y también los Maipures y Megepures del Benituari. Se procurará repartirlos en diferentes pueblos al largo del víage que ha de seguir la expedición por el Orinoco hasta que despide al Casiquiare. En este puesto se quisiera poblar al capitán Imo a quien se espera en San Fernando en la boca de este brazo en Rio-Negro.

Las últimas noticias de los Irruminavis dicen que formaban cinco pueblos más arriba del Marava, capital de las

Misiones del Río-Negro, mataron algunos portugueses, y pasaron el raudal que de alli bajaron y atacaron a Marava, y aunque mataron algunos, fueron rechazados. No obstante que los Indios cuentan constantemente estas noticias se aguarda para su confirmación la venida de los Capitanes de Rio-Negro que estaban encargados de su averiguación.

Dios guarde, etc., etc. Cabruta, 8 de Julio de 1758".

Archivo General de Simancas. Legajo 7396, folio 34.

Colleccao Varhagen, doc. 187.

Cabruta, 28 de Diciembre de 1758. Oficio de Iturriaga para el Ministro Wall.

COPIA

De carta original de Don José de Iturriaga al Señor Don Ricardo Wall.

Exmo. Señor.

Muy señor mío: Como los puestos principales del alto Orinoco y el mayor número de forzados piden más tropas para su resguardo pedí al Gobernador de Cumaná que fuese de treinta y cinco hombres la muda de los veinte y cinco que haciese a su tiempo: Así lo ha ejecutado y llegaron acá el 24 de este.

Entre tanto se descubrió que los Olandeses de Esequivo continuaban sus usurpaciones por el rio Coyuni y aunque fueron arrojados con presión de algunos por un destacamento de poca tropa. Indios y milicianos, que despachó prontamente el Alférez Don Félix Ferreras, Comandante interino de Gua-yana, es de temer pretendían recobrar los puestos perdidos. En esta atención me pareció conveniente que se retirase a Guayana el destacamento de veinticinco hombres de su guarnición que estaba arriba, y se lo avise al Gobernador de Cu-maná, por si gustaba hacer su muda con tropa de Cumaná y que esta llegase al número de treinta y cinco hombres por las razones que dejo expuestas. No tengo respuesta todavía. Dios guarde, etc. Cabruta. 28 de Diciembre de 1758".

Archivo General de Simancas. Legajo 7396, folio 25.

Colleccao Varnhagen, doc. 185. Cabruta, 15 de Diciembre de  1758.

COPIA

De carta original del Señor Don José de Iturriaga a Exmo. Señor Don Ricardo Wall. Sobre las amistades que va haciendo Solano con los Indios de alto Orinoco.

Exmo. Señor.

Muy señor mío: los Indios del alto Orinoco los de Ca-siquiari y algunos de Rio Negro se han movido favorablemente, como tenían ofrecido. Así me escribe Don José Solano como informará a V.E. la respectiva copia, que paso con esta a manos de V.E.

Para mas cabal inteligencia de las noticias de Solano diré, que el viaje de Imo, como padre de una numerosa familia y como capitán guerrero famoso entre aquellos Indios, ha tenido muchos secuaces, y tantos que ha sabido ponerse en campaña con seiscientos hombres. Cocubí es hierno suyo y amigo de los irruminabis.

El raudal de Corocubi dista de la boca de Casiquiari aguas abajo de Río Negro cinco días de navegación. De este raudal, habitado de los Irruminabis, navegando día y medio aguas abajo, se llega al primer pueblo de los portugueses llamado el Arraya!, El raudal Vitan está más abajo.

Habíale yo dicho a Solano que debían poblarse con preferencia los puestos más ventajosos como la boca del Qua-vire, principio de Casiquiari. Dijeles que se hiciese diligencia de algún buen sitio dentro del Casiquiari para asegurar la reciproca navegación de Orinoco y Río Negro.

Cocubí ha avisado que sus amigos los Irruminabis no quieren subir a Orinoco y que los agregará al pueblo que intenta formar con su gente en las juntas de Rio Negro con Casiquiari a la parte oriental de este. Prevengo a Solano que no permita la saca de los Irruminabis del raudal de Corocubí, que llame algunos de sus Capitanes y de los Marabizanes, que regale a unos y otros, que los atraiga a nuestra amistad, que los asegure en ella, que los encargue la unión buena correspondencia entre sí y los prontos avisos de cualquiera movimiento de los Portugueses, asegurándoles que serán agradecidos y regalados. Parece conveniente mantener en el confín los enemigos de los vecinos y conservarlos en nuestra amistad para asegurar gente y víveres cuando se necesiten.

También conviene tenerlos separados y avanzados de Cocubí porque este y su suegro Imo conservan todavía el fondo de amistad con los Portugueses.

Vino a San Fernando el Capitán Rapu del alto Rio Negro con cincuenta buenos moros a levantar la Iglesia, obra que se le tenía encargada y a hacer labranzas y casa para atraer después su gente y todo quedará ejecutado para el mes de Mayo. Dice Solano que este Indio es de buena índole y de mucha razón.

Vino también de Bio-Negro el Capitán Feyo con alguna gente y ofreció juntar tanta como Cruceru en San Fernando (y San Fernando tiene más de doscientos Indios de Macana) como se le dejase poblar en Río Negro a la boca de un riedto. Distará este pueblo de San Fernando ocho días, los cuatro primeros de navegación por Atabapu, los tres siguientes también de navegación por Femni, rio que entra en Atabapu

por la banda del Sur y un corto por tierra hasta ía boca de otro riecito, donde estará el pueblo y será resguardo de las avenidas de rio Negro para San Fernando por Atabapu.

En las Cercanías de este pueblo desagua un canal de comunicación con Casiquiari. Su principio es el Puerto Deseado dentro del Casiquiari, que cortará la unión de Cocubí con su suegro Imo y tendrá a raya a los dos y también a Feyo porque todavía es menester velar sobre su reciente amistad, si bien tratándoles como amigos antiguos y sin manifestar el menor recelo.

Vinieron también unos Maquiritares, Nación de Orinoco en las cercanías de sus cabeceras. Al mismo tiempo que han pedido asignación de sitio para poblarse, han confirmado la noticia que ya se tenía de grandes arboledas de cacao y han ofrecido enseñarlas. Para su averiguación y reconocimiento saldrán para allá embarcadas algunas gentes con instrucción del modo de curar el cacao y en vista del suceso se les señalará sitio conveniente y enviaré muestras a V.E. Dios guarde a V.S. muchos años. Cabruta, 15 de Diciembre de 1758. Exmo. señor B.L.M. de V.E. su mayor servidor. Don José de Itu-rriaga. Exmo. Señor Don Ricardo Wall.

Copiado del Negociado, Legajo y folio referidos, para el Caballero Varnahagen, autorizado por real orden. Archivo General de Simancas, 1° de Octubre de 1847.

Archivo General de Simancas. Legajo 7396, folio 137. Oficio de ITURRIAGA a WALL.

Cabruta, 14 de Mayo de 1760.

(Expone las dificultades que ha encontrado para tener Indios vogas para su viaje).

Muy señor mío: Han llegado las lanchas de Meta con pliegos de Alvarado, y no descubriendo por ellos motivo que obligue a variar la vuelta de estas lanchas por el rio Bichada,

confirmo las disposiciones antecedentes para que, pasándolas por los raudales, las hagan navegar por este rio hasta el puerto de Moca y que las cargas se pasen a San Fernando.

La fecha de los pliegos es de Febrero, y descubro por ellos, que además de la primera remisión de doscientas y cincuenta reses, tenía enviadas hasta el completo de cuatrocientas, y tenía dispuesto el envío de otras quinientas a completo de cuatrocientos, y tenía dispuesto el envío de otras quinientas a mediado de Marzo, como también de mucho ganado siguiendo el mismo camino.

El papel adjunto es copia a la letra de los que escribe confidencialmente en punto a Indios que deben servir de bogas. Recuerdo a V.E. que pedidos ochenta Indio- al Superior de estas Misiones, me envió solo cuarenta y sek y de estos se huyeron catorce; de otros veinte que me han dado después y envié a Solano, faltaron seis antes de llegar al raudal de Ature y de todos no ha quedado más de uno, según me dice don Nicolás Guerrero, en fecha de seis del corriente desde Atures. Tengo por sin duda que se repetirán las fugas de los Indios de estas Misiones de Orinoco y de las de Meta, y que su falta puede atrasar lastimosamente el servicio.

Desde que entré en Orinoco recelé la falta de bogas por la fuga de los Indios, las correspondencias y los sucesos fueron aumentando los recelos y empecé a trabajar contra ellos juntando en San Fernando de Atabapu mucha gente, reclu-tando gente de mar y aquella tropa de Gastadores con las obligaciones de bogar, etc., pero nada sufraga a cubrir la falta de los Indios que la miro ya casi cierta.

Las enfermedades de San Fernando se llevaron mucha gente, las deserciones alguna y es poca la que ha quedado. De la gente de mar no han quedado doce, no obstante que no han servido al remo, sino al timón. De la tropa de Gastadores serán veinte los que han quedado y tengo por cierto que los más harán fuga en tocando la marcha para Rio-Negro.

No dejan recurso las esperanzas a los Indios de Guayana, Trinidad, Margarita y Cumaná. Saben desertar desde sus países a Cabruta temerosos que se los obligue al viaje de Río-Negro ; más bien desertarán cuando sepan de positivo que van allá, mayormente cuando de resultas de un viaje a Maipures perdieron algunos la vida y otros la salud que aún lloran perdida. En tal caso se padecerían dos males, la falta de bogas, y la despoblación de las misiones y doctrinas. Lo mismo digo de algunas misiones de Caracas, que pudieron enviar por algunos Indios.

Pai aminorar el número de bogas pensé en un arreglamiento ae familias y equipajes y habiendo ideado el más reducido y estrecho, lo necesario, al menos hasta doscientos. Preguntado Don José Solano de los que podría juntar en San Fernando, respondió que de sesenta a ochenta y viendo que todavía faltarán como ciento cincuenta pregunto sus discursos a los demás Comisarios.

Entre tanto he oído a Don José Diguja, he conferenciado con él varias veces y no se encuentra otro arbitrio que el de pedir a los Gobernadores confinantes y al de Margarita los mozos presos en las cárceles y los vagos o mal entretenidos de sus jurisdicciones, y en su consecuencia lo ejecuto con esta fecha aunque en la incertidumbre del efecto, si bien en el conocimiento de que no producirá el suficiente a cubrir toda la falta que dejo insinuada.

En este supuesto quedo a pensar algún otro medio ínterin llegan las respuestas de Alvarado y Solano y practicar entonces uno o más que parezcan eficaces.

Cabruta, 14 de Mayo de 1760. Dios guarde, etc.

Archivo General de Simancas. Legajo 7396, íf. 143 y 144.

Carta de ITURRIAGA a WALL. Cabruta, 12 de Junio de 1760

Excmo. Señor.

Muy señor mío: Con fecha de 13 de Abril dije a V.E. el suceso de las dos expediciones de los rios Cauta y Aroi a las órdenes del Alférez de Navio Don Vicente Doz y del Teniente de Infantería Don Antonio Maghenis, y ahora paso a manos de V.E. el curso de aquellos dos rios levantado por Doz, arreglado a sus observaciones en el viaje de Caura, y a las del Piloto Don José Alozen en su viaje del Aroi con Maghenis.

Comprehende este plano el país intermedio hasta el Orinoco y se registran las fundaciones de Real Corona y Ciudad Real.

Dios guarde, etc. Cabruta, 12 de Junio de 1760.

La copia inserta en los ANAIS dice: "Copia de carta original del señor D. José de Iturriaga al Excmo. Señor Don Ricardo Wall. Remite un plano de los rios Caura y Aroi con las fundaciones de las dos ciudades Real Corona y Ciudad Real, pero este mapa o plano se lo guardó el Rey nuestro Señor, según esquela S.E. que Incluye esta carta.

Esta esquela autógrafa de Wall dice asi: "Amigo y Señor: Son cartas de Iturriaga, y me parece que no tenemos ya que responder, el Rey se ha quedado con el plano de las nuevas ciudades: A Dios, Wall".

Archivo General de Simancas. Legajo 73¡>6, folio 139.

Cabruta, 12 de Junno de 1760. Oficio de ITURRIAGA para Wall.

(Da cuenta de haber llegado a Cabruta el Teniente Coronel Don Gabriel de Sousa Filgueiras, enviado por el General del Gran Paró).

Muy señor mío: Con fecha de 10 de Marzo expuse a VJE. las noticias de Rio-Negro entendidas por don José Solano de boca del Sargento Bobadilla, en su vuelta de aquel rio, y comunicadas a la mía fecha de 22 de Febrero, y añadió copia de una carta que le entregó para mí Joaquín de Mello y Povoas, Gobernador de las Misiones de Rio-Negro.

Ha venido después el Teniente Coronel Gabriel de Sousa Filgueiras enviado por Manuel de Mello y Castro, Gobernador y Capitán General del Gran Para con una carta cuya copia acompaña.

De las conversaciones de este oficial entendí que su General, noticioso de mi proximidad y movimiento por aviso, pidiendo provisiones y caudales y que le había repetido por la Capitanía del Marañón, que también es de su jurisdicción y que se podían esperar por Agosto uno y otro artículo respecto que la compañía del Para estaba oblieada a suministrarlos: que don Antonio Rolin podía estar en Río-Negro el tiempo que señala el Gobernador del Para, y que a su llegada nombraría los Comisarios.

Con estas noticias y con presencia de la orden de V.E. de pasar a Rio-Negro, respondí a los Gobernadores en los términos de las dos copias adjuntas.

Se le ha cortejado y servido al Teniente Coronel, costeándole de víveres y rancho, así en su paso por San Femando y por los dos raudales, como en su residencia aquí y proveyéndole para su vuelta a Rio-Negro.

Dios guarde, etc.

Cabruta, 12 de Junio de 1760.

Archivo General de Simancas. Legajo 7396, íolio 145.

Cabruta, 20 de Junio de 1760.

Carta de ITURRIAGA a WALL, en la que acusa recibo de la orden de 15 de Abril para que no pase mas adelante.

Excmo. Señor.

Muy señor mío: Con expreso despacho por el Gobernador de Caracas, recibí ayer de tarde la orden de V.E. de 15 de abril en que manda V.E. que no dé nuevo paso en el objeto de mi comisión, y que subsistiendo en el paraje donde reciba esta orden o retrocediendo a el en que sea más cómoda mi mansión por temple y comodidad para surtirme de loa víveres necesarios para el todo de los empleados desde esos reynos a esta comisión; espere en él hasta nueva orden despidiendo a los Indios, tropa y cualesquiera otros individuos de los que hubiese congregado para proseguir en mi encargo, quedándome únicamente con lo que de cada clase me sea inexcusable para permanecer con los Comisarios y demás oficiales y otros sujetos que salieron de España al consabido fin y que si estuviese ya conmigo don José Diguja se restituya a su gobernó de Cumaná.

Y en su cumplimiento, despediré a los comprehendidos en la orden, congregaré los demás y daré a V.E. los avisos respectivos, según se fuere evacuando cada uno de los puntos y avisaré también el lugar que se eligiere para mansión de la comisión. Ínterin llegan nuevas órdenes de V.E.

El Gobernador de Cumaná se dispone a volver su gobierno.

Dios guarde, etc.

 

INDICE
 
  • Prólogo 
    Capitulo I. Pedro lote de Olavarria», el Precursor 
         1. Gobierno de Betancourt y Castro 
         2. Gobierno de don Diego Portales y Muñeses 
         3. La "Instrucción General y Particular.." 
         4. Fundación de la R. C. Guipuzcoana 
         5. Gobernación de don Sebastián García de la Torre 
         6. La rebelión de Andresote 
         7. Gobierno de don Martin de Lardizábal 
             Apéndice 1.* Reconocimiento Real de los servicios
             Apéndice 2.* Reedificación y arriendo de la casa de la Factoría de La Guaira 
    Capítulo II. José de Iturriaga, el Director Principal 
         1. Defensa de las costas venezolanas. Zuloaga 
             Aparece don José de Iturriaga 
             Las "funciones" de La Guaira y Puerto Cabello 
             Prevenciones de Iturriaga 
             Apéndice I. La función de 1739. Información de Zuloaga 
             Apéndice II. La función de 1743 
             Ataque a Puerto Cabello 
         2. El manifiesto de 1749 
             Juan Franciscgo de León 
             El "Manifiesto" de la R. C. G. 
         3. La Expedición de Límite
             La expedición al Orinoco 
             La estada en Cumaná. El Gobernador Gual 
             Antonio de Urnitia 
             Juan Ignacio de Madariaga 
             Iturriaga sale de Cumaná 
             Síntesis de las actividades de Iturriaga 
             Exploraciones 
             Fundaciones .
             Pacificación y población de Indios 
             Los holandeses 
             El problema de los negros 
             Los portugueses 
             Los jesuítas 
             Alvarado 
         4. Iturriaga, Comandante General del Orinoco 
             Apéndice 1." 
             Apéndice 2.' 
    Capítulo III. José de Amenabar, un Factor Principal 
             El hombre de la Compañía 
             El. Amigo del País 
    Capítulo IV. Los libros 
         1. Inventario d« 1749 
         2. El Factor Tellería 
         3. El Capital Urrutia 
         4. El Director Iturrlaga 
         5. El Administrador Torre 
             El Factor Uranga 
         6. El Cabo a guerra Aguinagalde 
         7. Una certificación 
         8. El Arancel de Maracaibo 
    Capítulo V. Fermín de Sanslntnea: Un manuscrito 
            "Razón suelta de la Provincia de Guayana" 
    Capítulo VI. Pedro de Beraategui 
         1. Noticia personal 
         2. El Tabaco 
         3. Apéndice 1. 
         4. Apéndice 2. 
         5. Minas y plantaciones 
         6. Los Comuneros de Mérida 
             Apéndice 
         7. Últimos años y muerte 
    Capítulo VII. El añil 
         1. Los valles de Aragua 
         2. El añil en Venezuela 
         3. Pablo de Orendain 
         4. Antonio de Arbide 
             Apéndice 
         5. Manuel de Arbide 
         6. Hacendados vascos de añil 
            
    Indice de Nombres de Personas

I) INIDICE OBRAS COMPLETAS PUBLICADAS INTERNET

 

I.1 Linea de Vida  y su Obra

I.2 Poesias en Euskera Recopilacion Total

I.3 Conferencias Recopilacion

I,4 Articulos Periodisticos Recopilacion Total

I.5 Lengua Vasca

I.6 Gernika

I.7 Uruguay

I.8 Venezuela

I.9 Reseñas Biograficas

I.10 Traducciones

I.11 Obras Publicadas

I.12 Semana Vasca en Montevideo

I.13 Ciclo de Clases

I.14 Nota Bio-Bibliografica

I,15 Biografia en Euskera

I.16 Sitio en Internet en Euskera

I.17 Nostalgia

I.18 Articulos Periodisticos Indice Cronologico

I.19 Articulos Periodisticos Indice Alfafabetico

II) OBRAS COMPLETAS - Libros Publicados en Internet

 

II.1  El Hombre Vasco

II.2 Hombres de la Compañia  Guipuzcoana

II.3  El Elemento Vasco en el siglo XVIII Venezolano

II.4 Vicente Antonio de Icuza

III) INDICE de TEMAS RELACIONADOS. Libros publicados por sus hijos;

 

III.1 Nere Aita - el exilio vasco - Mirentxu Amezaga 

III.2 Cronicas del Alsina -  Arantzazu Amezaga de Irujo

IV) Sus Hijos Escriben;

 

IV.1 Los tres Barcos que llevaron a Ama y Aita

IV.2 Travesia

V) Sus Hijos Escriben tras su muerte;

 

V.1 A mi Aita

V.2 La cancion de mi Padre

VI) Otros aspectos

 

VI.1 Reunion Familar en su Memoria

VI.2 Exodo

VI.3 Comision del Cuatricentenario de Caracas

VI.4 Inauguracion de la Plaza que lleva su nombre en Algorta

VI.5 Su Pequeño Poema en la Nota Necrologica 4 Febrero 1969

VII) Toda su Obra Publicada convertida en Formato PDF- puede ser leida en dispositivos  e-Book

 

 VII.1 Amézaga Vicente  Autor Irujo Ametzaga Xabier

 VII.2 Articulos de Prensa

 VII.3 Bio Biografica

 VII.4 Biografia en Euskera

 VII.5 Ciclo de Clases

 VII.6 Ciclo de Conferencias

 VII.7 Nostalgia

 VII.8 El Elemento vasco en el Siglo XVIII Venezolano

 VII.9 El Hombre Vasco

 VII.10 Los Hombres de la Compañia Guipuzcoana

 VII.11 Obras Publicadas

 VII.12 Vicente Antonio de Icuza

 VII.13 Poesias

 VII.14 Relacion de Escritos como Autor

 VII.15 Reseñas Biograficas

 VII.16 Semana Vasca Montevideo

 VII.17 Semana Vasca Montevideo Indice de Articulos

 VII.18 Traducciones

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Dedicatoria y mi homenaje a Mercedes Iribarren Gorostegui - Su esposa y mi ama

 
Sitio en Internet en homenaje a Vicente de Ametzaga Aresti.
http://vicenteamezagaaresti.blogspot.com
Unico sitio en Internet, que lleva su nombre, de referencia completa de su vida y su Obra totalmente publicada en Internet, 
Poesias, Articulos de Prensa, sus Libros, completando asi, y cerrando todo lo que se habia escrito en libros sobre el y su vida
Creacion, Edicion y contacto: Xabier Iñaki Ametzaga Iribarren
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Editoriales relacionadas con sus Publicaciones