VICENTE AMEZAGA ARESTIRI OMENALDIA
Getxo, 1988-VlIl-ll
Javier de Sarria
herriko Alkatea
Cuando me dijeron que tenía que hablar de Vicente de Amézaga,
comencé a escribir unas líneas, parecía lo lógico, pero me di cuenta
que
ante quienes tenía que leerlas, serían probablemente personas
relacionadas
con el mundo de las letras y sentí cierto respeto, mas bien miedo.
Pensé entonces que, en un acto de esta naturaleza, las palabras
pueden sonar diferente, tal vez poco solemnes, pero tendrán la
espontaneidad
y el calor de algo que sale de dentro, de algo sentido, más
próximo al corazón. Al fin y al cabo, aun sin conocerle, he oído a mi
padre hablar tantas veces de él que llegó a resultarme algo familiar,
él y
todos los Amézagas, por supuesto.
Con la colocación de este busto, el Ayuntamiento sigue una línea
que se marcó hace tiempo para ir reconociendo públicamente a aquellos
getxotarras, que aunque tengan asignada una plaza, calle o jardín, se
da
el toque final así la Plaza de José Antonio Aguirre, el Tenor
Constantino
tienen su efigie, hoy le toca el turno a Vicente de Amézaga.
De su obra literaria, de su pasión por el estudio y de su actividad
política, que en parte y sólo en una parte pequeña conocemos, estoy
seguro que con mayor autoridad que la mía, tanto el representante de la
Academia de la Lengua Vasca, y su hija, nos darán suficientes notas,
que
servirán para comprender el porqué de este acto, tan merecido y que
tal
vez el azar lo sitúe en un día de San Nicolás de tanta tradición
entre los
algorteños.
Creo que el marco en el que se desarrolla este homenaje es el más
adecuado para un hombre que vivió, sufrió y sintió su pueblo hasta la
muerte.
No es normal que en un homenaje se hable de los defectos del
homenajeado, yo dentro de la heterodoxia que sigue esta presentación,
vaya tener el valor, la osadía de hacerlo. Tenía Vicente de Amézaga
un
gran defecto, el mismo que mi padre y que yo he heredado, aunque
como Alcalde de Getxo, procuro disimularlo, y es que era de Algorta.
Los de Algorta, además de serlo, ejercemos. Otro novelista portugalujo,
me refiero a Zunzunegi, hace una descripción del algorteño típico
en las primeras páginas de su novela El hijo hecho a contrata,
descripción
dura y cruel pero que se aproxima a la realidad.
Supongo, mejor dicho, estoy seguro, que sus hijos conocieron todos
los rincones de Algorta sin haberlos visto.
A todos nos ocurre lo mismo, ejercemos de algorteños.
Don Vicente, por su labor literaria, por ejercer de vasco universal,
en momentos tan dificiles, y por no olvidar jamás su condición de
algorteño getxotarra.
Eskerrik asko bihotz-bihotzez.