OBRAS - COMPLETAS - EL HOMBRE VASCO


OBRAS COMPLETAS PUBLICADAS - EL HOMBRE VASCO 
 

SABINO DE ABANA GOIRI


Hubo en un tiempo en la ciudad de Asís un joven, hijo de un rico mercader, que llegó a ser señalado como organizador de francachelas y ganoso de vanidad. Esforzábase en sobrepujar a los demás en el fausto de la gloria mundana, llegando a ser la admiración de todos. Sobresalía en los juegos, en los pasatiempos, en las risas y palabras vanas, en los cantares, en los vestidos muelles y lujosos...1. Pero he aquí que un día el espíritu de ese joven sufre un vuelco total. Es que sin que él lo supiera, había llegado eí momento en que había de servir de instrumento a una de las más grandes renovaciones de las cristiandad. Como lo diría el Dante:
"Quando lo imperador che sempre regna provide alia milizia, ch'era in forse, per sola grazia, non per esser degna; e comnie e detto, a sua sposa soccorse con due campioni.. .a
1 Tomás de Celano: "Vida de San Francisco de Asía". Lib. 1, cap. 1.
2 "Divina Conunedia". Pwsdi». Canto XJI, 40-44.

Y uno de esos campeones sería aquel joven, flor de gentileza y cortesía, a quien las gentes de Asís ven de pronto pasar por sus calles despojado de sus galas y primores, macilento por la mortificación, vestido de harapos y convertido en el ludibrio del pueblo que grita a su paso: "Loco está el hijo de Pietro Bernar-done, loco está el hijo de Pietro Bernardone!". Y así podria parecer quizá, pero lo que aquella locura llegó * realizar en su lucha contra la sabiduría del mundo lo saben bien todos los que conocen la vida de San Francisco de Asís.
Algo parecido, como nos recordaba Alberto de At-xika-AIlende, en una confeerncia que allá en nuestra mocedad leímos, sucedió por los últimos lustros del siglo xnc, en la pequeña república vizcaína de Aban-do, cuando el hijo menor de un acaudalado industrial de allí, abandonando la cómoda posición que su nacimiento le ofrecía, se lanzó a predicar con todo el fuego de quien apenas si acaba, de salir de la pubertad, cosas que sonaban muy extrañamente en los oídos de los reposados vecinos de la anteiglesia y sus alrededores que no salían de su asombro para repetir, como en un eco de lo que hacía siete siglos se había dicho en las calles de Asís: "Loco está el hijo de don Santiago de Arana, loco está el hijo de don Santiago de Arana!".

Porque, en efecto, la empresa que aquel joven de espíritu seráfico acometía tenía mucho de insensata a los oídos y a las mentes de la gente común.

Porque después que tos vascos, confiados en la palabra del "ayacucho" Espartero quien, allá en los campos de Vergara comprometió su palabra y su espada en la defensa de los Fueros, vieron que al dejar las armas, la promesa no era mantenida y que por obra de la ley de 25 de octubre de 1839 promulgada por las Cortes de Madrid, se asestaba un golpe mortal a sus seculares libertades, el país cayó en una profunda crisis de desaliento y de desorientación.


Habían luchado, en la primera guerra carlista que acaba de terminar, por sus libertades, ciertamente, pero comprometiendo la santidad de su causa al vincularla a la del Pretendiente al trono español. Cierto que su caudillo militar, el gran Zumalacarregui, había declarado que él no iría con sus victoriosos batallones a Madrid a sentar en el trono a Bou Carlos, sino que montaría la guardia en el Ebro, es decir en la frontera vasca con el Estado español. Pero, aparte de lo que para la causa significó la fatal desaparición del Genio vasco de la guerra, que hizo tomar a ésta rumbos de desgracia, el hecho era que las libertades vascas quedaban de tal modo ligadas a la fortuna del Pretendiente que estaba claro que la derrota de éste traería necesariamente aparejada la ruina de aquéllas, como efectivamente vino a suceder.

La segunda guerra carlista no hizo sino remachar la cadena que ya la primera había venido & colocar sobre nuestro pueblo, que pasaba así a convertirse de nación libre, con una ininterrumpida libertad a través de todos los siglos de que la Historia puede dar testimonio, en una provincia más del decrépito Estado español. Las aduanas establecidas a lo largo del Ebro pasaron a la línea del Bidasoa; nos fue impuesto el servicio militar y la prestación de impuestos; se instalaron en nuestra tierra las audiencias y los gobernadores civiles con toda la destartalada maquinaria administrativa correspondiente; los maestros españoles nos fueron enviados a fin de matar cuanto antea nuestro idioma nacional y hacernos adoptar el de la ley de 25 de octubre de 1839 promulgada por las Cortes de Madrid, se asestaba un golpe mortal a sus seculares libertades, el país cayó en una profunda crisis de desaliento y de desorientación.


Habían luchado, en la primera guerra carlista que acaba de terminar, por sus libertades, ciertamente, pero comprometiendo la santidad de su causa al vincularla a la del Pretendiente al trono español. Cierto que su caudillo militar, el gran Zumalacarregui, había declarado que él no iría con sus victoriosos batallones a Madrid a sentar en el trono a Bou Carlos, sino que montaría la guardia en el Ebro, es decir en la frontera vasca con el Estado español. Pero, aparte de lo que para la causa significó la fatal desaparición del Genio vasco de la guerra, que hizo tomar a ésta rumbos de desgracia, el hecho era que las libertades vascas quedaban de tal modo ligadas a la fortuna del Pretendiente que estaba claro que la derrota de éste traería necesariamente aparejada la ruina de aquéllas, como efectivamente vino a suceder.

La segunda guerra carlista no hizo sino remachar la cadena que ya la primera había venido & colocar sobre nuestro pueblo, que pasaba así a convertirse de nación libre, con una ininterrumpida libertad a través de todos los siglos de que la Historia puede dar testimonio, en una provincia más del decrépito Estado español. Las aduanas establecidas a lo largo del Ebro pasaron a la línea del Bidasoa; nos fue impuesto el servicio militar y la prestación de impuestos; se instalaron en nuestra tierra las audiencias y los gobernadores civiles con toda la destartalada maquinaria administrativa correspondiente; los maestros españoles nos fueron enviados a fin de matar cuanto antea nuestro idioma nacional y hacernos adoptar el del invasor, y tuvimos que sufrir, en fin, todo lo que sufre un pueblo al que la fortuna de la guerra deja a merced del vencedor.


La desorientación y el desaliento eran cada vez mayores en el país que no acertaba a ver su camino y, por tanto, a resolverse a marchar por él con la determinación que la gravedad del momento requería. Cierto que por toda la vieja tierra se extendía un clima de disgusto y protesta que a veces se manifestaba en magnificas explosiones sentimentales como las de aquellas muchedumbres que caían de rodillas y con lágrimas ardientes juraban morir por sus perdidas libertades cuando el bardo Iparraguirre les arrebataba a los sones del "Gernika'ko Arbola". Hubo otras muchas manifestaciones llamadas entonces "fueristas" y no faltaron destacadas personalidades que salieron a la palestra para luchar, a su modo, por las libertades conculcadas. Pero el mal era muy hondo y nadie acertaba a señalarlo en sus verdaderas raíces, hasta que, con los alientos de un profeta y la total dedicación de tin mártir, hizo su aparición en la escena vasca, en las postrimerías del siglo, aquel iluminado joven de Abando a quien al principio pocos, muy pocos, podían comprender.

Él vio lo que, lo que con estar tan claro, nadie, sin embargo, veía. £1 comprendió que la desgracia vasca no nacía sólo del resultado de las recientes guerras, sino que era fundamentalmente el efecto de un mortal desvio de la conciencia nacional que venía, durante siglos, marchando por sendas que no eran laa suyas propias. Gozando legalmente los vascos de las facultades de cualquier estado independiente, sin más vínculos jurídicos con el Estado español que el que establecía la comunidad de Soberanos, se fueron dejando arrastrar por la seducción que del brillo y poderío de éstos dimanaba, y buscaron en la corte real cebo para sus ambiciones que loa llevaban, como a loa suizos o alemanes de la época, a enrolarse en ajenas empresas que los campos de Italia y Flandes y las tierras vírgenes de América hacían brillar ante sus ojos. Descuidaron el cultivo del idioma propio, tesoro de nuestros tesoros, fueron olvidando su misma historia y genuinas leyes, y, de tumbo en tumbo, fueron a dar en una decadencia espiritual que colocaba la existencia misma de la nación al azar de la primera circunstancia que se ofreciese en su camino.


En un país postrado por dos guerras desgraciadas el ambiente, por la reacción natural que en estos casos suele darse, era de olvido del pasado y estructuración de un futuro cuyas condiciones básicas eran la ganancia y el disfrute; en un pueblo que había perdido su memoria, como diría Schopenhauer, es decir que casi había olvidado su historia, había nacido, también por reacción natural, la necesidad de sustituirla con otra falsedad; al desdeñar su idioma se aferraba cada vez con más fuerza al que el invasor le ofrecía y la cultura, privada del instrumento natural que cada idioma propio constituye, decaía cada vez más rápidamente hasta sus formas más elementales.

La labor que se ofrecía ante Arana Goiri era enorme. Según sus propias palabras "había que galvanizar un cuerpo muerto". Había que detener en su carrera hacia el abismo a un pueblo lanzado inconscientemente al suicidio, había que detenerlo y, con un esfuerzo titánico, había que hacerlo remontar hasta las olvidadas fuentes de su propia vida.

La empresa era de gigantes, pero Arana Goiri era de la raza de ellos. Su grito patriótico resonó con la fuerza de una trompeta de resurrección y, desde que por primera vez lo dio públicamente en su célebre "Juramento de Larrazábal", su vida entera fue solo eso: un grito incesante como solamente el amor y el dolor vibrando en conjunto pueden darlo; un grito que sacudía la letal modorra de sus compatriotas y a uno tras otro los iba encaminando por la senda de la salvación. Era un grito que resonaba en cada uno de los periódicos y revistas que sucesivamente fundaba, dirigía y en su mayor parte escribía, según cada uno de ellos era clausurado por el poder oficial; era un grito de salvación que en su angustia modulaba y cuya entrañable energía no podía ser apagada por las multas que de continuo llovían, ni por los destierros y encarcelamientos que con heroica constancia hubo de sufrir; era un grito que tenía restallido de látigo en sus manifiestos políticos; resplandores de aurora en sus estudios históricos, acentos de enamorado en sus agudas investigaciones filológicas y que en sus poemas parecía brotar de la misma entraña herida de la Patria.


Y la locura de Sabino hizo el milagro. Con ternura de enamorado se acercó a la lengua patria, la gran desdeñada. La "lingua navarrorum" como la llamó Sancho el Sabio, pero sin que ese monarca ni ninguno de los que lo siguieron en el trono hicieran nada por colocarla en el que la correspondía como genuina expresión que era del espíritu de la raza. Se acercó a la gran proscripta —de los altos círculos sociales, de los textos legales, del pulpito de la catedral, de las aulas universitarias...— y puso en conocerla toda la claridad de su inteligencia y, aún más, todo el sagrado entusiasmo de su corazón. Tenía entonces 17 años y para los 22 (1887) salían ya a luz sus "Etímologíai euskéricas" a las que inmediatamente siguieron otros trabajos como "Pliegos euskeráfilos" (1888), "Gramática elemental del Euskera Bizkaíno" (hoy desaparecida) (1888), "Pliegos euskeralógicos" (1892), "Tratado etimológico de los apellidos euskéricos" (1895), "Lecciones de ortografía del Euskera Bizcaí-no" (1896), "Egutegi Bizkaitarra" (calendario de bolsillo, 1897), "TJmiaren lenengo aizkidia" (1897), "Le-nengo egutegi bizkailarra" (calendario de pared, 1898), "EUZKO", "Análisis y reforma de la numera-,ción euskérica" y "Análisis y reforma del Pater Noster usual", trabajos estos tres últimos que aparecieron en la revista "Euzkadi" (1901). Y junto a estos trabajos, otros desperdigados en artículos en euskera o sobre euskera publicados en sus periódicos "Bizkaitarra", Baserritarra", "El Correo Vasco" y "La Patria". Y con todo ello la expresión alada de la poesía traduciendo los hondos sentires de un corazón que, ya se abre al esperanzador entusiasmo en los acentos del "Itxarkundia", ya en los graves del "Lenago il" nos va entregando en cada estrofa su visión atormentada ante la tragedia de la Patria.

No fue un lingüista, ciertamente, en el amplio significado que hoy esta palabra tiene. No podía serlo en aquellos años en que esa ciencia estaba aún en sus principios. Ni, por otra parte, la corta y agitada vida de Sabido pudo ofrecerle el tiempo y el sosiego necesario para llegar a adquirir los sólidos principios en que esa disciplina del saber se funda ni los vastos conocimientos que su ejercicio conlleva. Pero si ésto es verdad, si también es verdad que hoy nadie —y él el primero si viviera— puede defender aquellas teorías de la significación de las letras, los prejuicios etimológicos y puristas y otras cosas que en sus tratados pueden hallarse, es decir, algunas de esas cosas que estaban entonces en el ambiente de los estudios de la época o que a Sabino llegaron como herencia de Astarloa y otros, no es menos cierto que, en primer lugar demostró estar extraordinariamente bien dotado para estos estudios; en segundo lugar, que en el campo de la ortografía y otros dejó realizaciones que perdurarán, y, finalmente, y por encima de todo, que para valorar con justeza su obra pro euskera, hay que atender no sólo a lo que directamente él hizo sino a todo lo que hizo hacer. Para ello, pocas palabras podríamos encontrar más nobles, más justicieras y de más autoridad revestidas que las que en cierta ocasión pronunciara quién tantas veces fue su rival y adversario en el campo de los estudios vascos, muchas de ellas en agrias polémicas; aquél inigualado labrador del agro euskérico quien fuera nuestro muy querido amigo y maestro, don Resurrección María de Azkue: "A quién, después de Dios, se debe el renacimiento vasco en todas sus simpáticas manifestaciones? 

Fundamentalmente, principalísim amenté a Sabino de Arana Goiri. Honremos dignamente su memoria. Si tenemos conciencia de lo que el deber nos impone, no pase un quinquenio sin que surja una estatua al gran Patriota, principal factor de este Renacimiento".1

Él mismo fue el problema de Sabino en el campo de la historia patria donde, para empezar y pese a algunas más o menos estimables obras, no había una sola que con espíritu nacional se refiriese al pasado de todo el país como un cuerpo esencial y naturalmente distinto de las naciones vecinas. No se trataba
1 Conferencia pronunciada en la Sociedad Filarmónica de Bilbao el 18 de marzo de 1918. de que escribiese una historia cuyas páginas, como las magistrales de un Tucídides, por ej. no nos cansamos de repasar entre los antiguos, ni, como en la hora presente, llevase adelante una investigación exhaustiva en campo tan inculto y que necesita del esfuerzo no de un solo hombre sino de un cuerpo de estudiosos. Pero, lo que no pudo hacer en cantidad y en detalle lo suplió con la profundidad de su mirada que vio lo que hasta entonces nadie había visto y enseñó a ver a las generaciones futuras. 

En su obra "Bizkaya por su independencia" puso ante los ojos de sus compatriotas el ejemplo de cuatro luchas victoriosas sostenidas por los vizcaínos en defensa de su originaria libertad. En "El Partido Carlista y Los Fueros Vascos" y en docenas de artículos periodísticos enseñó verdades fundamentales de acuerdo a las cuales habría de orientarse en adelante el estudio de nuestra verdadera historia. Clara y concisamente definió los Fueros vascos, excluyendo de su concepto toda acepción de privilegio como la equívoca palabra de Fuero puede a algunos dar a entender, manifestando que se trata de "Leyes propias de estos pueblos libres con libertad originaria, creadas libremente y con soberana potestad por ellos mismos para sí mismos, sin ingerencia de ningún poder extraño". Definición que arroja torrentes de luz y que por sí sola bastó para dar un vuelco total a la filosofía de nuestra historia. En este concepto y en otros como en el de las llamadas "uniones" a Castilla, etc., etc., puso cimientos nuevos a Ja historia patria. Y en esta faceta de su personalidad, como en la anteriormente examinada, hay que atender no sólo a lo que hizo, sino a lo que ha ensenado a los vascos a hacer. SÍ recordamos la moderna tesis de Toynbee sobre el nacimiento y desarrollo de las civilizaciones y sobre el modo que en ellas opera la fuerza creadora del hombre y la de los "individuos creadores", hemos de mirar a Sabino como a uno de éstos, vale decir, mucho más que como a un escritor de historia vasca, como al más insigne creador de ella.


Pero esa labor histórica, filológica, de cultura vasca integral, en fin, necesitaba estar apoyada o ir al menos acompañada por una organización de tipo político que fuera como el motor del incipiente renacimiento. Y a esto se consagró, con alma y vida Arana Goiri, especialmente a partir de aquel 3 de junio de 1898 en que, reunido con un grupo de amigos en el caserío "Larrazábal" de Begoña, les leyó el discuso que contenía los fundamentos de la nueva doctrina. Fundamentos indestructibles como son la evidente realidad dé la Nación vasca con su inconfundible personalidad manifestada en su propia y original lengua y demás características étnicas y patente en el hecho innegable de la independencia histórica de los Estados vascos:

"Pronto comencé a conocer a mi Patria en su historia y en sus leyes; pero no debe el hombre tomar una resolución grave sin antes esclarecer el asunto y convencerse de la justicia de la causa y la conveniencia de sus efectos.

"Mas al cabo de un año de transición, disipáronse de mi inteligencia todas las sombras con que la oscurecía el desconocimiento de mi Patria y, levantando el corazón a Dios, de Bizkaya eterno Señor, ofrecí todo cuanto soy y tengo en apoyo de la restauración, y juré, y hoy ratifico mi juramento, trabajar en tal sentido con todas mis débiles fuerzas, arrostrando cuantos obstáculos se me pusieran de frente y disponiéndome, en caso necesario, al sacrificio de todos mis afectos, desde el de familia y amistad hasta las conveniencias sociales, de hacienda y la misma vida. Y el lema "Jaun Goikoa eta Lagi Zarra" iluminó mí mente y absorbió toda mi atención. Y "Jaun Goikoa eta Lagi Zarra" se grabó en mi corazón para nunca más borrarse...".

A todos los que aquí, en esta generosa tierra de Venezuela habéis bailado una segunda Patria, ese juramento os ha de hacer recordar de inmediato, aquel otro que un día decisivo para la historia de América se pronunció allá en Roma, en el Monte Sacro. Y si Bolívar cumplió su palabra al precio de todos los sacrificios, no menos la hizo buena Arana Goiri quien rico ofrendó su hacienda y fuerte entregó su salud & la causa que abrazó con tal limpieza de conducta y rectitud de vida que lo hacen inmune a los ataques de los más enconados de sus adversarios.

En efecto, la palestra política lo vio a los pocos días de la reunión de Larrazábal —que por cierto fue piedra de escándalo para la mayoría de los amigos, que allí con él se congregaron— cuando el primer número de su inolvidable "Bizkaitarra" se voceó en las calles de Bilbao, iniciando con este periódico la serie de los varios que fue publicando, cada uno en sustitución del que la autoridad de los ocupantes de nuestro suelo iba haciendo desaparecer, tras denuncias y condenas.

Poco más de un año había transcurrido desde la aparición de "Bizkaitarra", cuando, en julio de 1894, creaba la primera Sociedad patriótica vasca "Euskal-dun Batzokia" que no tardó en ser clausurada, por orden judicial.
Y al año siguiente, 1895, también en julio, quedaba constituida la organización política sabiniana, el Partido Nacionalista Vasco, y al año siguiente, 1898, tras una de sus salidas de la cárcel, fundaba la editorial "Bizkayaren Edestija eta Izkerea Pizkundia". Y el 1897 fue señalado entre sus actividades políticas por la publicación de "El Partido Carlista y los Fueros Vascos que constituyó uno de sus mayores éxitos pro-selitistas.


En 1898, al tiempo en que se daban los movimientos separatistas de las colonias españolas de Cuba, Puerto Rico y Filipinas y estallaba la guerra entre Estados Unidos y España, arreció la persecución contra el nacionalismo vasco. Aquel mismo año se convocaron, por el Gobierno español, elecciones a Diputados provinciales y Sabino, presentado por el Partido Nacionalista Vasco fue elegido para ese cargo que había de desempeñar durante cuatro años.

Fue al término de éstos, en mayo de 190Í, cuando envió a la oficina de Telégrafos un texto dirigido al Presidente de los Estados Unidos, Theodore Roose-velt, felicitándole por la concesión de la independencia a Cuba. El telegrama no se cursó y Arana Goiri fue encarcelado el 30 de mayo. Cuando la causa se vio, el jurado popular reunido en la Audiencia de Bilbao, el 8 de noviembre, dio veredicto de inculpabilidad, pero ante la amenaza de un nuevo encarcelamiento, Sabino hubo de refugiarse en Donibane Loitzun de donde regresó a su casa de Sukarrieta en enero de 1903. Pero ya su salud estaba destrozada y aunque siguió colaborando en "La Patria" y "Patria" y tuvo aun fuerzas para escribir el melodrama histórico "Libe", inspirado en la batalla de Munguia, poco más pudo hacer ya sino prepararse para entregar a Jaun-goikoa su puro y fervoroso espíritu el 25 de noviembre de ese mismo año.

Tenía sólo 38 años y había cumplido, sobre todo en los últimos, una labor de titán en medio de enfermedades, persecuciones y contrariedades de toda clase. Se entregó por entero a su Patria y entera y luminosa se la legó, en preciosa herencia, a sus compatriotas que sólo fragmentaria y borrosamente la conocían. Bandera en la que los símbolos de la tierra, la sangre y la fe se unen; himno nacional en que solemnemente a la Patria se proclama, hasta el precioso nombre de ella, Euzkadi, hecho para siempre sagrado por los gudaris que con él en los labios supieron morir en los frentes de batalla y por todos los patriotas que lo invocaron ante el pelotón de fusilamiento, todo nos lo dio aquel hombre a quien si pueden encontrarse precursores en distintos momentos y circunstancias de nuestra historia, ninguno puede comparársele, por su visión clara y exacta del problema, por su vida inmaculada, por su dedicación total y sacrificio completo en las aras de la causa que una vez abrazó. Circunstancias todas que en él reunidas, hacen que eclipse a todos y deba recibir con plena justicia los títulos de Libertador y Padre de la Patria.

Así ha quedado para siempre en el recuerdo y en la veneración de los vascos entre quienes su figura no hace sino cobrar actualidad con el pasar de los años. Como lo vieron en España lo podemos entender por estas líneas de Miguel de Unamuno:

"En Madrid, en ese hórrido Madrid en cuyas clases voceras se cifra y compendia toda la incomprensión española, se le tomó a broma o a rabia —a aquél hombre singular, todo poeta, que se llamó Sabino de Arana— y para el cual no ha llegado aún la hora del completo reconocimiento; se le desdeñó sin oírle o se le insultó. Ninguno de loa desdichados folicularios que sobre él escribieron algo conocía su obra y meóos su espíritu".1

En los rostros de algunos de los que me escucháis, sobre todo de los jóvenes, me parece ver al llegar aquí como un mudo reproche. Quizá como si por dentro estuvierais diciendo: "¡El pasado, siempre el pasado!, achaque de viejos y más si el viejo, corno ahora, está doblado de historiador. Bien está todo eso, pero lo que ahora necesitarnos son palabras preñadas de presente, de angustia de la hora, de pasión del porvenir. Para empezar lo que quisiéramos saber es ¿que haría hoy Sabin?".

Lo que haría hoy no lo sé. Pero si creo saber lo que no haría; estarse de brazos cruzados, criticar al que mal o bien algo hace y en resumen, no hacer nada. Eso ya sé que nunca lo haría Sabin porque él era de los que habían nacido para una idea "con dientes para morder, con uñas para arañar..." como diría Víctor Hugo. En su tiempo, cuando ante la hora crítica que la Patria vivía, su alma se revolvía en agónica lucha, escribió aquellos versos en los que estaba todo el trepidar de su angustia:

"Erri gaixua, jaio, nintzan ni zure il orduan eltzeko? Ama, ilgo zara motzen azpian, ilgo zara zu betiko?".
¿Qué creéis que diría el que escribió éso, el que lanzó aquel desgarrador grito que hay en "Peligros de la invasión; mortal contagio", ante el espectáculo

1 En el prólogo 3 la obra de W. E. Relana, "Vida y escrito* de José Rizal". Madrid, 1907.
de una tierra en la que el torrente de la invasión amenaza convertir a los vascos en una minoría de extraños en sus propios bogares?

Pero ante todo Joven, qué es Sabin para ti? Porque si en él no ves otra cosa que el retrato que preside nuestros salones como un motivo decorativo más, o el relámpago que después de iluminar por unos momentos la noche oscura de la patria nuestra se esfumó en las tinieblas, o el hombre eminente sí, pero de un tiempo que ya pasó, en verdad te digo que no sabes lo que fue, que no sabes lo que es Sabin, es decir: una realidad permanente' y fecunda, una presencia actuante, un ejemplo vivo.

Él transitó heroicamente por dos caminos a la vez: el del heroísmo y el de la obra silenciosa. Cada uno de nosotros puede escoger ahora uno de los dos: el de la acción directa como el de esos patriotas anónimos que acaban de dinamitar en Navarra un monumento erigido por los ocupantes de nuestro sue!o o el de los que han bautizado a una calle de Bilbao con el nombre de Comandante Agirregoitía o como esos otros que llenan de consignas y símbolos de la Patria los lugares más innacesibles para dar testimonio de un pueblo que sufre, pero que no se doblega, o el de esos otros que siguen el sendero escondido de la obra callada, pero fecunda: los que aprenden y hacen aprender el euskera, los que estudian y hacen estudiar nuestra historia, los que cantan y hacen cantar nuestras canciones; los que bailan y enseñan a bailar nuestras danzas...

Los caminos son muchos y todos buenos si llevan al debido fin. Que cada uno siga el que mejor cuadre a sus aptitudes; que cada uno haga lo que mejor sepa o pueda hacer y que nadie se preocupe porque su labor sea o parezca humilde. Ya conocéis la hermosa leyenda del juglar de Nuestra Señora. Aquel pobre volatinero que sintiendo en lo hondo de la entraña la llamada a la vida religiosa, ingresó en un monasterio donde al poco, un buen día los superiores le sorprendieron haciendo las cabriolas de su antiguo oficio ante el altar de la Virgen. Y cuando el furor de los Reverendos Padres que estaban viendo el inusitado espectáculo desde un escondite iba a estallar y a anonadar al pobre lego, he aquí que los detiene en seco la sonrisa que milagrosamente se enciende en los ojos y en los labios de la Imagen que ha comprendido bien el significado de la acción del juglar: él no era capaz de escribir aquellos tomos de ascética y de mística que adornaban la biblioteca del convento, él no podía pronunciar aquellos sermones que decían tantas cosas que le gustaba escuchar; pero él podía ofrecer a la Señora lo que mejor que nadie sabía hacer: sus saltos y volteretas de juglar y eso es lo que él le ofrendaba en la total simplicidad y pureza de su corazón.


Así debe ser entre nosotros. Que a nadie se desprecie por lo que haga con tal de que ello sea lo que mejor puede hacer por la Patria. Que el que escriba bellas poesías o componga hermosas obras, ni siquiera ef que exponga su tranquilidad, su situación ni aun su vida misma, desprecie al que no hace sino empaquetar propaganda o al que calladamente la hace llegar a su destino. La hora necesita de todos. Lo importante ea que cada uno no deje de hacer lo que pueda y deba.

Pero que haga. Y que deje hacer. Corto en palabras se ha dicho que es el vasco. Nunca más que ahora
necesitamos tanto de hombres de esta clase: "Corto en palabras pero en obras largo".

Con los ojos de la memoria estoy en este momento viendo una fotografía de Sabin de aquellas que, desde la cárcel de Larrinaga, dedicaba a sus amigos. Es aquella que durante tantos años presidió el escritorio de mi padre. En ella Sabin había escrito: "Abertzalia ezautuko dozu egipenetan, es itzetan", es decir, Al patriota lo conocerás en los hechos no en los dichos.

Fuera pues,, con las palabras estériles y que hacen malgastar el tiempo del quehacer fecundo; fuera con las críticas sembradoras de discordia, los dichos que separan al hermano del hermano y hacen el gozo del enemigo común. La consigna del momento no pueda ser otra que la de hacer, hacer, hacer...
Porque como dice el viejo refrán nuestro "Asiak egiña dirudi ta eginak ederr".

Caracas, Centro Vasco, 88 enero 1965

 

 
 
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I) INIDICE OBRAS COMPLETAS PUBLICADAS INTERNET

 

I.1 Linea de Vida  y su Obra

I.2 Poesias en Euskera Recopilacion Total

I.3 Conferencias Recopilacion

I,4 Articulos Periodisticos Recopilacion Total

I.5 Lengua Vasca

I.6 Gernika

I.7 Uruguay

I.8 Venezuela

I.9 Reseñas Biograficas

I.10 Traducciones

I.11 Obras Publicadas

I.12 Semana Vasca en Montevideo

I.13 Ciclo de Clases

I.14 Nota Bio-Bibliografica

I,15 Biografia en Euskera

I.16 Sitio en Internet en Euskera

I.17 Nostalgia

I.18 Articulos Periodisticos Indice Cronologico

I.19 Articulos Periodisticos Indice Alfafabetico

II) OBRAS COMPLETAS - Libros Publicados en Internet

 

II.1  El Hombre Vasco

II.2 Hombres de la Compañia  Guipuzcoana

II.3  El Elemento Vasco en el siglo XVIII Venezolano

II.4 Vicente Antonio de Icuza

III) INDICE de TEMAS RELACIONADOS. Libros publicados por sus hijos;

 

III.1 Nere Aita - el exilio vasco - Mirentxu Amezaga 

III.2 Cronicas del Alsina -  Arantzazu Amezaga de Irujo

IV) Sus Hijos Escriben;

 

IV.1 Los tres Barcos que llevaron a Ama y Aita

IV.2 Travesia

V) Sus Hijos Escriben tras su muerte;

 

V.1 A mi Aita

V.2 La cancion de mi Padre

VI) Otros aspectos

 

VI.1 Reunion Familar en su Memoria

VI.2 Exodo

VI.3 Comision del Cuatricentenario de Caracas

VI.4 Inauguracion de la Plaza que lleva su nombre en Algorta

VI.5 Su Pequeño Poema en la Nota Necrologica 4 Febrero 1969

VII) Toda su Obra Publicada convertida en Formato PDF- puede ser leida en dispositivos  e-Book

 

 VII.1 Amézaga Vicente  Autor Irujo Ametzaga Xabier

 VII.2 Articulos de Prensa

 VII.3 Bio Biografica

 VII.4 Biografia en Euskera

 VII.5 Ciclo de Clases

 VII.6 Ciclo de Conferencias

 VII.7 Nostalgia

 VII.8 El Elemento vasco en el Siglo XVIII Venezolano

 VII.9 El Hombre Vasco

 VII.10 Los Hombres de la Compañia Guipuzcoana

 VII.11 Obras Publicadas

 VII.12 Vicente Antonio de Icuza

 VII.13 Poesias

 VII.14 Relacion de Escritos como Autor

 VII.15 Reseñas Biograficas

 VII.16 Semana Vasca Montevideo

 VII.17 Semana Vasca Montevideo Indice de Articulos

 VII.18 Traducciones

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Dedicatoria y mi homenaje a Mercedes Iribarren Gorostegui - Su esposa y mi ama

 
Sitio en Internet en homenaje a Vicente de Ametzaga Aresti.
http://vicenteamezagaaresti.blogspot.com
Unico sitio en Internet, que lleva su nombre, de referencia completa de su vida y su Obra totalmente publicada en Internet, 
Poesias, Articulos de Prensa, sus Libros, completando asi, y cerrando todo lo que se habia escrito en libros sobre el y su vida
Creacion, Edicion y contacto: Xabier Iñaki Ametzaga Iribarren
e-mail: xabieramezaga@gmail.com
Blog Xabier Amezaga Iribarren: http://xabieramezaga.blogspot.com
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